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—¡82!
—¡83!
—¡84!
—¡85!
—¡86!
—¡Muy bien, muy bien!
Ostras, qué partido, tú, qué nervios. No lo pasaba tan mal desde que tuve que cantar "Cadillac solitario" en un karaoke.
Messi, muchas felicidades por haber superado el récord de...
Sí, de aquel. ¿Cómo se llamaba, hombre...?
Bueno, de aquel alemán tan famoso... Bueno, de aquel jugador tan bueno. ¡Felicidades por tus 85 goles!
[El diario Marca, que entrega el Trofeo Pichichi, decidió que el primer gol de Messi al Athletic era en propia puerta]
—Puyi, ¿pero qué haces aquí enganchado con el móvil? ¿No vienes a celebrarlo?
—Es que, míster, esta semana he hecho un descubrimiento muy fuerte. —¿Ah, sí? ¿Cuál?
—Que los futbolistas podemos decir lo que pensamos.
—¡Qué dice el Puyi! ¡Que los futbolistas podemos decir lo que pensamos! ¡Sí, hombre! —¡Qué sí, joder, míster, que sí! Mira.
Hace unos días opiné sobre la reforma educativa de Wert y no me pasó nada: ni me echaron, ni me han bajado el sueldo. ¡Nada!
—¡Ostras! Pero qué fuerte, ¿no?
—A ver, di algo en catalán.
—Bueno, evidentemente era un "no" catalán. Escucha, Puyi, pero estoy impresionado. A mí los curas me dijeron, cuando era pequeño, que si los futbolistas decían lo que pensaban se quedarían ciegos.
—¡No, hombre no! Ya lo verás. Mira...
Sí. Que Alexis haya vuelto no le hace ilusión a nadie.
—¡Que es broma, hombre! ¡Que es broma!
Va, míster, prueba. Va. —Venga, va.
Cuando no hacían "Cazadores de setas", en el bosque se estaba mucho más tranquilo.
—Es imposible, imposible, tirarse un *** en la cama y no levantar las sábanas para olerlo.
—Bien, Puyi, eso no lo hace nadie pero te guardaremos el secreto. Por cierto, eres un poco guarro, eh. ¡Va, continuemos!
Si la selección catalana fuera oficial, ¿dejarías de jugar con La Roja? Venga, contesta.
—Hombre, míster. El fútbol es así, ¿no? Se juega once contra once y no hay rival pequeño.