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Camino de la parada del bus
Bill vio a un conocido que caminaba hacia él,
pero no recordaba su nombre.
Empezó a pensar en cosas que decirle
cuando estuvieran lo suficientemente cerca.
A medida que se acercaron sus miradas se cruzaron
sin saber si el otro se pararía a hablar.
La persona saludó a Bill,
mientras éste mezcló "Qué tal" con "Cómo va".
Qué va
Confusa, la persona farfullo "Gracias".
Antes de saber qué responder
a Bill se le atragantaron las palabras
y respondió "Wey".
Se giraron tórpemente
y siguieron, ya seguros de que el otro no pararía a hablar.
Nunca se volvieron a ver,
y al día siguiente ya lo habían olvidado todo.
Aquella noche Bill se sentó y se puso un jersey
pero le provocó somnolencia.
En el super, Bill siempre escogía la fruta alejada en la pila
pues la cercana quedaba cerca de la entrepierna de los clientes.
Un anciano que olía a gasolina tomó una cebolla y dijo:
"Gran cebolla", a nadie en particular.
Sonrió a Bill y Bill miró sus calcetines.
En la cola Bill se halló tras un tipo grande
cuya camiseta rezaba:
"El 2º puesto es el del 1er perdedor".
La cajera dijo: "Cómo te va hoy"
Bill dijo: "Bien, gracias. ¿Y tú?"
No respondió.
Bill se sintió usado.
Mientras esperaba a su bus
Bill se fijó en una bolsa de plástico
que volaba al viento enganchada a un poste,
mientras lamía ansiosamente la sangre
de una úlcera en su boca.
Todo va a salir bien
Bill echó las llaves en la encimera y las miró,
pensando en todas las veces que las había puesto ahí
y cuántos días de su vida había malgastado
repitiendo los mismos rituales en su piso.
Pero luego pensó que,
siendo realistas, aquello era su vida.
Y lo inusual era cuando hacía otras cosas.
Bill se sentó y leyó una entrevista a un famoso.
Luego miró unas hormigas en su fregadero.
Aquella noche soñó con una cabeza-pez mostruosa
que se alimentaba de su cráneo.
Por la mañana se sentía muy cansado
aunque hubiera estado durmiendo.
Su calendario mostraba un manatí aquel mes.
Siempre le parecía que el manatí le miraba.
Bill se sentó en el salón con una caja enorme de galletas saladas
Pensó que comer le pondría en marcha
pero le pareció raro hacerlo delante de la tv. apagada.
Muy pronto estaba viendo un combate de boxeo
en un canal mexicano.
Últimamente veía mucho boxeo, pero no sabía por qué.
En el cuarto asalto hubo un accidente
que hirió gravemente en la frente a uno de los púgiles.
Lo mostraron una y otra vez a cámara lenta.
Sin darse cuenta se había comido toda la caja de galletas.
Se sentía fatal y no quería levantarse.
Tenía ganas de hablar con alguien
así que llamó a su ex-novia,
y le habló del manatí en su calendario.
"¿Viste esa peli de un manatí gigante que ataca una ciudad?", preguntó.
"Creo que te refieres a La Mantis Gigante", dijo Bill.
"Ah, sí", dijo ella.
"La Mantis Gigante."
A la mañana siguiente Bill se sentía aún peor.
En el centro, el fuerte olor a estiercol
le aturdió según pasaba.
Se topó con tres caballos muertos en la carretera,
aparentemente atropellados por un gran vehículo.
"Vaya", pensó. "Eso explicaría el hedor."
Se reunió con su ex durante su pausa para comer
y dieron un paseo por el parque.
Notó que cuando se acercaba ella se alejaba
con una sonrisa tensa en los labios
como si todo estuviera bien.
Sobre todo hablaron de la muerte.
Coincidieron en que ser enterrado
parecía demasiado claustrofóbico
y Bill no quería ser cremado tras haber leído
que el intenso calor hierve los fluidos del cráneo
hasta que te explota la cabeza.
Decidió que quería que su cadáver fuera enviado al espacio
en un cohete.
Pensó que todo el cuerpo sería demasiado caro,
pero puede que llegara con mandar la cabeza.
Preferiblemente, en frente de una ventanita.
Su ex le dijo que le daría muy mal rollo
saber que su cabeza estaría flotando sobre ella, en el espacio
Bill recibió un libro en la clínica
sobre la pérdida de memoria y su tratamiento.
Dentro había un personaje dibujado que decía:
"No sé vosotros"
"pero yo podría perder las llaves desayunando."
Su vecino, intentando inútilmente ser útil,
arrinconó a Bill en el parking,
para explicarle que unos científicos
podían congelar su cabeza para que en el futuro
robots microscópicos pudieran repararla.
Bill soñó despierto con los cerebros en tarros
que solía ver en el colegio,
preguntándose si aún encerraban trozos de individuos,
dispersos fragmentos de sueños parciales
o recuerdos perdidos encerrados en ese tejido muerto.
O si todo ese archivo se borra de inmediato
en el momento de la muerte.
Comezó a considerar de otro modo a la gente.
Todo el mundo era poco más
que ese temoroso y frágil bulbo raquídeo
rodeado de carne y leyes físicas,
demasiado aterrorizados para reconocer la suma de sus partes,
aislados en las conchas de sus cráneos
en casas de clase media-baja.
Temorosos del cambio, temerosos de las decisiones
Temorosos del dolor.
Atrapados en un atasco,
escuchando música horrible.
Su vecino le miró y dijo:
"Anoche soñé que todos mis dedos se caían."
Camino de su puerta, otro vecino de Bill dijo:
"¿Co'va?", en lugar de, "¿Cómo va?"
Dentro descubrió una extraña mancha en el colchón
que no recordaba haber visto antes.
Bill vio parte de un documental
sobre un hombre del hielo de 5000 años
que fue hallado en Italia.
Los científicos habían explorado su colon en directo.
Bill se preguntó si el hombre del hielo
habría sospechado que esto le acabaría pasando.
Aquella noche soñó que estaba junto al mar,
arrojando desesperadamente cadáveres desde un bote.
Bill dio un paseo por el parque para airearse.
Vio que alguien había escrito "Te amo"
en la arena del parque infantil
y le pareció muy hermoso.
Según caminaba una repentina gota de orina
le cayó por la pernera.
Aquello fue inesperado.
Luego un niño gordo con un pie deforme
intentó venderle una suscripción a una revista.
Bill vio la lista de revistas
y se preguntó ansioso por qué no había una de *** asiático.
Luego se preguntó por qué se había preguntado eso.
Camino de la clínica percibió que le costaba entender a la gente
Incluso el panfleto parecía distinto.
El tipo de la parada tenía cabeza de vaca
pero Bill fingió no notarlo.
Su médico dijo que tenía noticias desalentadoras.
Las últimas pruebas descartaban la posibilidad de más cirugía
y su tratamiento actual parecía no dar resultado.
Quería probar algo nuevo con Bill.
No se le ocurría motivo por el que Bill hubiera de ver borroso
y le preguntó...
Bill recogió su nueva medicación,
se fue a casa y se masturbó durante 7 horas.
Se despertó al día siguiente
y su cuarto le pareció distinto.
Su boca sangraba.
Le habían caído cuatro dientes durante la noche.
Le parecieron dientes de perro.
Todos en el supermercado parecían demonios
y tenían enormes entrepiernas plagadas de bacterias
enterradas en los malditos comestibles.
Sentía todo su cuerpo chispear
sus zapatos, como si estuvieran llenos de sangre
y sus manos olían a cobre.
Al llegar a casa
encontró un par de zapatillas de El Rey León en su armario.
No tenía ni idea de quién eran
o cómo habían llegado allí.
El caño tiene una fuga.
El caño tiene una fuga.
Billl podía leer la mente de su camarera,
qué llevaba demasiada sombra de ojos
y no tenía autoestima.
Afuera, pájaros horriblemente deformes
comprobaban sus mensajes de voz.
Me pone nervioso un clon que crece debajo de mi armario.
Los efectos de los tranquilizantes sobre...
¿Por qué no te pasas y te sientas en mi regazo?
Tras almorzar, Bill se puso las zapatillas de El Rey León
y voló hasta la parada del bus.
Bill echó las llaves en la...
...días de su vida había malgastado...
...luego se preguntó si, siendo realistas...
aquello era su vida
...aquello era su vida, aquello era su vida...
¡El poder de Cristo te obliga!
¡El poder de Cristo te obliga!
Su madre vino desde Omaha para cuidarle.
Era camarera y a menudo olía a talco
y a queso.
Pasaron mucho tiempo haciendo puzzles
y viendo la tv.
Una mañana, mientras Bill miraba los patrones de la alfombra
ella notó un hilo deshilachado en su cuello.
"¿Cómo puedes pensar que te haría dañó?", dijo ella,
derrumbándose en el suelo.
Entonces Bill pensó que parecía muy mayor.
A veces los fluidos del gotero
le dejaban un sabor extraño en la boca.
Bill se despertó con una hermosa luz
que entraba por su ventana.
Intentó encaramarse a ella
pero no tenía fuerzas.
A la mañana siguiente Bill se sentía muy bien.
Y al día siguiente aún mejor.
Luego se sintió mucho peor.
Pero al día siguiente se sintió bien.
"Lo siento, no sé qué opinar", dijo su médico.
"Puede que su cuerpo se esté acelerando"
"justo antes de fallar."
Su tío, cuya presencia Bill no había notado,
había dedicado mucho tiempo a visitarle desde Tulsa.
Parecía vagamente molesto.
Tras dos días, concluyeron que Bill no moriría,
así que su madre retiró las flores de su habitación.
También tuvo que devolver su féretro,
acarreando grandes gastos y molestias.
Bill tuvo que volver a trabajar el siguiente martes.
Llovió durante todo el recorrido del bus.
Capítulo 2
La semana pasada la clase de Bill visitó la playa.
Su hermanastro Randall también iba.
Era un chiquillo de la clase de especiales
con brazos ganchudos de aluminio,
cuya mente era tan deforme como sus piernas.
Nadie de la escuela le conocía
porque siempre iba en un bus distinto,
y le obligaban a permanecer dentro del círculo del tetherball
durante los recreos.
Al atardecer Randall estaba con los adultos
cuando vio una gaviota sobre su cabeza
Sus ojos temblaron de emoción
y salió corriendo a trompicones tras ella,
con lágrimas recorriendo su pequeña cara.
Abrió sus brazos de aluminio cuanto pudo
en dirección al sol,
aullando "¡Boon, Boon!"
y desapareció en el profundo mar azul.
Los demás chicos se sorprendieron de que
pudiera correr tan rápido.
La madre de Bill le ponía un gran abrigo
cada vez que salía de casa,
por miedo de que fuera víctima
de algo llamado "la neumonía andante".
Empezó a hacerlo el invierno posterior a la muerte de Randall,
pero luego tuvo que llevarlo cada día durante 5 años.
En verano también debía llevar un casco
y guantes de amianto.
Para entonces ella apenas salía de casa
y afeitaba al gato los fines de semana.
Al cumplir 6 años
su madre le regaló un sello y un trocito de hilo
y le abrazó durante 5 minutos.
Sus padres volvieron a discutir esa noche,
y ella arrojó carne.
Su padrastro se dirigó hacia la puerta
y se giró para ver un agujero en el techo,
y gritó: "¡No puedo con esta maldita mujer!"
Y se fue.
Ella se quedó mirando la puerta,
oscilando y diciendo: "A a a a a a a."
De vez en cuando encontraba en el cole una nota de su madre
en su fiambrera.
¡Estoy tan orgullosa de ti!
Por fin le volvía a crecer el pelo.
Tras completar su ejercicio de memoria diario
Bill fue al centro
y vio a unas hormigas devorando a un pájaro.
Ayer se pasó 30 segundos
intentando abrir su puerta con la llave del buzón.
Había pasado un año desde su diagnóstico,
cuando en lugar de dormirse borracho
Bill se durmió en el sofá.
Por la mañana se sentó en la taza del váter
mirando en silencio cómo se maquillaba.
Aquella tarde ella le dijo que habían acabado.
En la ferretería un chico amable con problemas de piel
le ayudó a escoger las pilas para su reloj de pared.
Dio un paseo hasta el parque,
pero al llegar no sabía que hacer allí.
En casa hizo tostadas,
pero cambió de opinión.
Había vuelto a tener problemas para dormir,
y se dio cuenta de que permanecía a oscuras con los ojos abiertos.
Cuando la abuela les visitaba, y le enseñaba sus dibujos,
ella a menudo se imaginaba
lanzando al pequeño Bill a la chimenea.
O incluso a través de una ventana.
Pero aún era joven y pequeño,
y blando,
y pensó que lo suficientemente ligero
para que una mujer de su constitución
lo lanzara varios metros a través de la habitación.
En mitad de la noche abrió el cajón
para coger la cabeza de gato de la semana anterior.
Podía sentir el pescado asfixiando su cerebro,
y las mágicas friegas de la peluda cabeza en su piel
le sentaban cada vez peor.
Decide que se debe a la baja calidad de la cabeza
y que necesita más cabezas.
...peinados inventados... y pequeñas orejas...
Dijeron que tenía un tumor
y sufría apoplejías y demencia.
Bill no sabía el significado de esas palabras
pero pensaba cosas.
La abuela nació en Bootlag, Wyoming,
dos años después de que las tormentas de barro
ahogaran a todos los puercos.
Su padre hacía máquinas eléctricas
y una vez estranguló una piedra
en un estallido de fervor religioso.
Le gustaba la madera
y contaba a los niños historias para dormir
de cómo su padre vivía en tierras salvajes.
Era un hombre tranquilo y sin pretensiones
que comía una cebolla
cuando un tren lo partió en dos.
El hermano mayor de la abuela se hizo predicador
dejándose crecer pelos pequeños
para purificar su alma.
En sus años mozos tuvo un hijo secreto
que dejó abandonado una noche en un establo.
Con la edad se plagó de chinches rojas
y un día afirmó haber visto una criatura acuática
escaparse con la vaca premiada del sheriff.
Quedó lisiado por la polio
y el envenenamiento por plomo,
y un tren lo arrolló.
La hermana pequeña de la abuela, Polly,
tenía hermosos cabellos dorados
y aporreaba animales imaginarios con su martillo.
Murió con 8 años,
tras contraer la fiebre amarilla
y prendérsele fuego.
Tras la muerte de Polly la bisabuela se cortó la lengua
y disfrutó de tomar tónicos reconstituyentes
y medicinas por prescripción.
Un salvaje llegó al pueblo ese verano
y golpeó al organista de la iglesia con una pala.
Defecó lo que parecía un montón de arándanos
en el porche de la familia
y desapareció en los pantanos ahullando.
Nadie sabía que el salvaje
era el tío abuelo de la abuela,
un hijo no deseado alimentado con fenol
que había sido abandonado en el bosque
52 años atrás.
Comía barro y palos,
y sólo conocía la palabra "Biblia".
Murió sólo en un campo, una mañana veraniega
mientras soñaba con la luna.
6 semanas después un girasol creció de su cabeza.
Más adelante la familia de la abuela se mudó a la ciudad,
en donde su madre se pasó el resto de su vida
haciendo mermelada
y persiguiendo judíos.
Había un arbusto frente a su edificio
con forma de corazón
que la hacía llorar cada vez que lo veía.
Murió sola cuando la abuela estaba en un internado,
rodeada de visiones de fantasmas.
El abuelo murió 11 años antes que la abuela.
Se solía sentar a su lado cada domingo,
y todavía le ponía delante su cartón del bingo.
Anoche Bill soñó que era joven
y jugaba con amigos junto al mar.
Una gran foca feliz
les ladró y salió del agua para jugar al fútbol.
Se le daba muy bien.
Era como una película con animal.
Entonces golpeó la pelota demasiado fuerte
y voló sobre sus cabezas,
dándole fuertemente en el pecho
a un niño de un campo adyacente.
Debía de tener un problema del corazón
porque no se movía.
Todos se quedaron de piedra.
La foca volvió al mar.
Nadie sabía qué hacer.
Se durmió sobre su brazo
y lo tenía insensible.
A veces creía oír voces en el agua.
Había vuelto a coger peso
y su médico dijo que era una buena señal.
En la parada su testículo izquierdo goteó
sin razón aparente
y casi le hizo sentir mareado.
No pasó gran cosa en el trabajo.
Bill hizo una pirámide con 3 grapadoras.
Uno nuevo se tragó un clip
y lo sacaron en silla de ruedas.
El tipo del cubículo de al lado
le contó algo que había visto en la tv:
Gemelos idénticos que habían sido separados al nacer
pero que se habían convertido en asesinos por separado.
Como si no tuvieran voz en lo que acabarían por ser.
"La genética es algo jodido", dijo,
mientras el chicle le caía de la boca.
Almorzando, habló a Bill de un libro de física
que estaba leyendo, acerca del tiempo.
Cómo el paso del tiempo es una ilusión,
porque toda la eternidad sucede de golpe.
El pasado nunca se desvanece,
y el futuro ya ha pasado.
Toda la historia es creada y trazada
como un paisaje infinito de eventos simultáneos
que se mueven en una dirección
Bill bromeó diciendo que habría jurado
que había oído eso antes.
Pero el tipo le miró como si no le entendiera.
En casa Bill miró cómo el microondas giraba su comida
y soñó despierto con las Islas Galapagos.
Compró el nuevo papel de cocina
que tenía cientos de rugosidades rojas en cada tramo.
Encontró un mensaje en el contestador
que le informaba de la muerte de su madre aquella mañana.
Dijeron que había caído en una serie
de histerias seniles tras olvidar su medicación,
y fue arrollada por un tren.
Había reservado su tumba con años de antelación
para ser enterrada junto a sus padres,
pero debido a un error administrativo
tuvo que ser enterrada a 50 metros de distancia,
entre un ataúd lleno de piedras
y el golden retriever de una mujer rica.
Tras el funeral Bill rebuscó en sus pertenencias
y se sorprendió al hallar un álbum de fotos centenario.
Entre las fotos de familiares y gente que desconocía
había varias fotos de tocino
y maderos.
También halló una extraña serie de retratos,
que habían sido titulados para referencia futura.
"Chico con vestido"
"Apoyado en el tocón"
Desperdigadas por la caja
encontró olvidadas fotos de sí mismo de niño.
Una vez había leído que cada célula del cuerpo
muere y se reemplaza con los años.
Que todo el mundo es lentamente reconstruido
en base a piezas en constante cambio.
Le deprimió lo lejanas que le parecían las fotos,
cómo sus ridículos yoes posteriores
se habían apropiado de aquel niño feliz ya muerto
y habían llevado al desastre su vida.
Bajo el álbum encontró el historial de su madre.
Adjunto a su diagnóstico inicial
encontró la nota de un médico
que recomendaba vivamente que jamás tuviera un hijo.
Se imagina a sí mismo con dificultades para respirar
y despertándose en un cuarto lleno de caras preocupadas.
Toda su vida le ha aterrado la muerte,
y por mucho que intentara no pensar en ello,
la muerte siempre le rondaba la cabeza.
Tras cada esquina, sobre cada horizonte.
La había visto de cerca algunas veces,
pero en su juventud despreocupada
parecía algo abstracta,
imposible de que le ocurriera a él.
Pero a medida que pasaban las décadas
comenzó a calcular el tiempo que le quedaba.
Y pasados los 40,
pasado el que consideraba su ecuador, con suerte,
sólo había llegado a una conclusión:
"Uno nunca deja de envejecer."
De pronto miras atrás en lugar de adelante.
Y en el clímax de tantos años de preocupación,
noches sin dormir y negación,
Bill mira cara a cara a la muerte,
rodeado de gente que ya no reconoce
y por la que no siente más cercanía
que por los cientos de ancestros que le precedieron.
Y mientras el sol se sigue poniendo
se da cuenta al fin
de la ironía de haber esperado este momento
toda su vida.
Este momento estúpido y tenso
que había invadido y distraído tantos días
con estrés y tiempo malgastado.
Si pudiera volver atrás
para impartir algo de sabiduría a sus yoes pasados.
Si pudiera decírselo a los jóvenes de este cuarto...
Alza un brazo para hablar,
pero inexplicablemente dice:
"Huele a polvo y luz de luna."
Hace años que se olvidó de cambiar
las pilas del barato reloj de pared de su cocina,
y por siempre marcará las 11:57.
Ni siquiera recordaba por qué lo había puesto allí,
pues era un rincón apartado
en el que nunca se preguntaba la hora.
Casi en el fondo de la caja
encontró una libreta que nunca había visto.
En él su madre había practicado su escritura.
Para mandarle al colegio con las notas más bonitas.
Estoy tan orgullosa de ti. Estoy tan orgullosa de ti. Estoy tan orgullosa de ti.
Llama a su ex y quedan a la hora de comer,
tras su chequeo.
Esta mañana no recordaba
dónde había puesto los ejercicios de memoria de la clínica.
Decide hacer tostadas,
pero durante un largo rato no recuerda cómo se hacen.
Sólo queda una mancha marrón
donde había estado el pájaro.
Su médico sólo tiene buenas noticias.
Bill ha seguido haciendo grandes avances
y ya no encuentra nada fuera de lo normal.
Le dice que si no conociera su historia
le declararía en un estado óptimo.
Yendo a almorzar Bill sonríe,
y piensa por primera vez que tal vez todo salga
Bill nació la mañana del martes
a un mundo anaranjado y rojo.
Le gusta el tacto de la alfombra aguamarina.
Le gustan los rayos de sol, y los cohetes,
y el olor del patio trasero a primera hora de la mañana.
Le gustan los tigres y los árboles
y el helado de chocolate derretido,
y ver las luces mientras se duerme en el asiento de atrás.
Alguien se sienta a su lado
y le dice que las olas han estado ahí
mucho antes de que él existiera,
y que allí seguirán mucho después de su muerte.
Bill mira el agua
y piensa en todas las cosas maravillosas que hará con su vida.
Bill, ¿me oyes?
- Mírame Bill, mírame. - 1,40 sobre 90.
¿Me oyes, Bill?
¿Bill, me puedes oír?
Lo último que recordaba era hablar con su ex-novia.
Alas de pájaros.
Y el olor de la regaliz negra.
Observa el polvo que cruza un rayo de sol
sobre su cabeza.
Y se vuelve a dormir.
Su compañero de habitación se llama Matthew,
un joven paralítico oculto tras las cortinas
que se comunica con el personal a través de botones
con los que emite 5 frases electrónicas distintas.
Pero sobre todo presiona uno de ellos:
Siento dolor.
Cada tarde las luces de los coches
crean patrones coloridos en el techo.
Por la mañana el sol ilumina la cortina de Matthew
y parece hermosa, aunque sea solo gris.
Su ex-novia lo visita últimamente
y hablan durante horas acerca de las últimas noticias.
A veces comen cortes de helados
No había sido tan feliz
hacía mucho tiempo.
Capítulo 3
Bill conoce a un nuevo médico
con el que tiene una entrevista.
No sabe en qué mes está,
pero sabe que está en un hospital.
No recuerda su dirección,
así que se figura que siempre ha vivido ahí.
Su visión es un poco borrosa
y ya no puede agarrar con su mano izquierda.
Le piden que describa unas fotografías.
Es capaz de dar nombre a muchos de estos objetos,
pero otros le confunden enormemente.
También le cuesta reconocer las caras de conocidos.
Todos le parecen la misma persona.
Y aunque reconoce a su ex, por su pelo largo,
no recuerda su nombre.
Le dice al médico que un pez vive dentro de su cabeza.
"Seguramente una trucha."
Al cabo de otra noche se le ocurre
que hay algo que le falta.
Todos los recuerdos que el médico le pidió que recordara hoy
de pronto están fuera de su alcance.
Tantos años de caras y momentos
son ahora un vago sentimiento.
Los años se le escurren de la cabeza.
Ayer un jardinero con una manguera
destrozó los nidos de los gorriones
del 2º piso del edificio de enfrente,
haciendo que llovieran barro y huevitos rotos
en el aparcamiento.
Se dispone otra prueba
y llevan a Bill a un cuarto blanco.
Un radiólogo hace una incisión
y coloca un catéter en su arteria femoral.
El catéter es empujado a través de su estómago
hasta su corazón,
a través de su pecho, hasta su cabeza,
donde introducen una tintura especial
para inundar las venas de su cerebro
para los rayos x.
Le piden que alce los brazos y cuente hasta 20.
Le introducen un potente anestésico
para apagar temporalmente el hemisferio izq. de su cerebro.
Y para la otra mitad de Bill, comienza la
Bill, ¿me oyes?
¿Puedes mirar hacia arriba?
¿Puedes decirme qué son estos objetos?
¿Puedes decirme qué es esto?
¿Puedes sumar estos números?
Le haces muy bien, Bill.
- ¿Qué suman estos números? - Mírame, Bill.
Mírame. Bill, mírame.
¿Puedes decirme quién es esta persona?
Lo haces muy bien, Bill.
¿Sabes quién es éste?
Bill, ¿sabes quién es éste?
¿La recuerdas?
Hoy la acompaña su novio,
un joven llamado Steve,
que se pasa la tarde en una esquina,
mirando en silencio la cortina de Matthew.
Siento dolor.
El médico le explica que Bill podría
tener dificultades para diferenciar entre el pretérito y el presente.
También puede encontrar difícil saber qué recuerdo es real
y cuál imaginario.
Cuando el cerebro se enfrenta a grandes pérdidas de memoria
a menudo rellena los vacíos con historias inventadas.
Falsos recuerdos,
gente que nunca ha existido.
Conclusiones inventadas
para hacer el día a día menos confuso,
y de algún modo racionalizar lo que le ocurre.
Hoy su charla será tensa.
Bill no ha sido capaz de hablar de un tema mucho tiempo,
y se frustra con facilidad.
Ella dirá que no sabe por qué trajo consigo a Steve ayer,
y admite que la experiencia le impactó tanto
que lloró en silencio en el viaje de vuelta a casa.
Lo gorriones han comenzado a reconstruir.
Pero no sabe si está feliz o triste por ellos.
Sueña que es parte de la tripulación de un cohete
que hace su reentrada en la atmósfera.
En su rápido descenso
creen que comer cortes de helado
les evitará sufrir apoplejías.
A medida que el calor aumenta
Bill se come su helado, y espera secretamente
que si algo malo ha de pasar, no sea que la nave explote,
sino que los demás sufran apoplejías.
Otra ronda de pruebas se realizan
para descartar la posibilidad de cirugía.
Fuertemente drogado, Bill no recordará estas pruebas
salvo por un horrible ruido a su derecha
y la breve visión de un caballito de mar
y un árbol cayéndose.
Esta mañana no recordaba
cuándo había sido la última visita de su ex.
Hace horas, o tal vez semanas.
Su tío, cuya presencia Bill no había notado,
mira por la ventana y habla de la madre de Bill.
Dice: "Es una pena que la gente no exprese sus sentimientos"
"hasta que es demasiado tarde."
Y no dice nada más.
La tv. del cuarto está siempre silenciada
y tras la cabeza de su tío
Bill mira cómo un superhéroe derrite en silencio
la cara de un monstruo.
Le visita el médico y le pregunta
si estaría más cómodo en casa unos días,
cuidado por su familia,
hasta que tengan los resultados finales.
Un vecino debe de haber colocado
esta compra en su piso por él.
Un gesto muy bonito.
Hace un día espléndido.
Decide dar una vuelta a la manzana.
Tirado en la calle ve un tenis de mujer
lleno de hojas,
y eso le llena de una tristeza inexplicable.
Camina por su calle,
pasa el puente y el mercado de abastos,
y vuelve por la carretera.
Hace un día espléndido.
Decide dar una vuelta a la manzana.
Tirado en la calle ve un tenis de mujer
lleno de hojas,
y eso le llena de una tristeza inexplicable.
Camina por su calle,
pasa el puente y el mercado de abastos,
y vuelve por la carretera.
Hace un día espléndido.
Decide dar una vuelta a la
Esa mano lo tira todo.
¿No tenía que llamar a alguien?
¿Cómo se llamaba ella?
¿Qué demonios le pasa a esta taza?
¿De verdad necesita tanta comida?
Hay un médico en su contestador.
¿Ha estado enfermo?
Un médico repasa los resultados para él.
Habla de números e informaciones que Bill no comprende
y reitera cosas que Bill no recuerda.
Se calla un instante,
y entonces le dice que no le queda mucho tiempo de vida.
Hace un día espléndido.
Decide dar una vuelta a la manzana.
Tirado en la calle ve un tenis de mujer
lleno de hojas
y eso le llena de una tristeza inexplicable.
Camina por la acera viendo colores llamativos
en la cara de la gente.
Detalles en este hermoso muro de ladrillos,
y hierbajos que ha debido cruzarse cada día
sin fijarse en ellos. El aire huele distinto.
Las corrientes del puente...
...extraño y vívido, y el sol calienta su cara
y el mundo es tosco y hermoso
y nuevo.
Y siente que ha sido un sonámbulo
Dios sabe cuánto tiempo.
Algo le ha despertado bruscamente.
Sus alfombrillas de baño son extraordinarias.
Los patrones grises de los armarios de madera barata
hacen que algo vibre profundamente en su interior.
Le fascina cómo absorbe agua su papel de cocina.
Antes no apreciaba estas cosas.
Tantos detalles que había ignorado.
Está vivo.
Está vivo... No se había fijado... está vivo.
Las estrellas le llegaron a lo más hondo...
Esta luz ha viajado decenas de millones de años...
En algún lugar lejano nuestro propio sol...
...cuántas estrellas ya habían desaparecido,
pero cuya luz antigua le llega ahora...
...de un fantasma, una infinita máquina del tiempo,
cada día sobre su cabeza,
que ha ignorado casi toda su vida.
Quiere parar a la gente en la calle y decirles:
"¿Acaso no es increíble?"
"¿No es todo increíble?"
Alquila un coche y se halla en la autopista
conduciendo toda la noche
hacia una dirección de su mente
hasta un lugar que no recuerda.
Absorbiendo cuanto puede
antes de que todo vuelva a irse
por la mañana.
Tiene las llaves de este coche.
También tiene las llaves de un motel,
pero no recuerda cuándo durmió por última vez.
Está al aire libre,
delante de una lavandería.
Un tipo mayor con gorra de beisbol
está delante de un teléfono público,
y cuelga y descuelga ansiosamente.
Le pide un lápiz a Bill
y hace una llamada a su hija.
Le dice que la ama y está orgulloso de ella
y que pronto "vendrán tiempos mejores".
Luego dice: "Fantástico, fantástico."
y cuelga el teléfono.
Aunque parece conmocionado,
le devuelve el lápiz con una floritura,
como si estuviera orgulloso de no haberlo estropeado
mientras lo tenía.
Sueña con un acantilado envuelto en niebla y oscuridad,
y a cientos de metros el mar rompe contra las rocas.
Y si se acerca al borde y entorna los ojos adecuadamente
puede entrever las formas grises
de todos los coches que han caído por el acantilado durante años,
profundamente hundidos.
Y mientras cada ola les pasa lentamente por encima,
la resaca apaga y enciende sus faros,
en un bucle sin fin de luces cada vez más débiles
hasta que llega el día en que se desvanecen del todo.
Ahora está en una casa.
De pequeño corría por una casa igual,
apuntando al techo con una linterna,
imaginando que era un astronauta orbitando la Luna.
Hay alguien conocido.
No sabe cómo lo ha encontrado, puede que le siguiera.
Ahora hablan y le da una dirección a Bill.
Una dirección que su madre "nunca quiso que tuviera."
y es importante que la tenga ahora,
pues en ella encontrará a su padre.
Su padre real, que se había marchado
antes de que él naciera.
Un hombre que una vez conoció,
pero era demasiado pequeño para reconocerlo.
Ahora vuelve a conducir, no sabe si durante horas,
y tras cada km pierde más recuerdos.
Y encuentra otro motel,
y esa noche come mucho helado
y no recuerda ninguno de sus sueños.
Está en una residencia de ancianos.
¿Es anciano?
Un cuarto lleno de ventanas.
Entrega un papel no escrito por él
en el mostrador,
y ahora aparece un frágil anciano en silla de ruedas,
un hombre que lleva aquí más de 10 años,
pero que apenas ha sido visitado.
Ninguno de los dos recuerda por qué está allí,
o quién es esta otra persona,
pero se sientan a ver un concurso de la tv.
Y cuando Bill se va a marchar,
se levanta y le dice algo bonito.
"Te perdono."
Ninguno entiende exactamente lo que significa,
pero el anciano llora de todos modos.
Y jamás se volverán a ver.
Conduce un coche,
y cada vez que se da cuenta de que conduce un coche
piensa que será mejor que siga conduciendo el coche,
y a veces canta, y a veces llora,
y la parte izquierda de su cuerpo empieza a fallar,
insensible,
y sólo quiere seguir conduciendo,
de algún modo, seguir condu... Ya no busca una dirección,
reposta gasolina una y otra vez.
Conduce toda la noche,
Quiere seguir, quiere seguir por siempre.
Hace un día espléndido.
Espera un momento.
No va a morir. No se muere.
Bill, levántate
No puede morir. No va a morir.
Jamás morirá.
¿Bill?
Pasará cientos de años viajando por el mundo,
aprendiendo cuanto se puede aprender.
Aprenderá cada idioma.
Leerá cada libro.
Conocerá cada lugar.
Pasará miles de años
creando increíbles obras de arte.
Aprenderá a meditar para controlar su dolor.
Y librará batallas,
y encontrará grandes amores,
y los perderá.
Y los encontrará.
Los perderá
y encontrará.
Y encontrará.
Y encontrará.
Y recuerdos sobre recuerdos,
hasta que la vida siga un bucle sin fin.
Será padre de cientos de miles de niños,
de cuya descendencia en crecimiento exponencial
perderá el rastro con los años.
Cuyos millones de hermosas vidas
serán finalmente barridas del mundo.
Pero Bill aún seguirá.
Aprenderá más de la vida que ningún otro ser de la historia.
Pero la muerte será siempre una desconocida para él.
La gente vendrá y se marchará
hasta que los nombres pierdan su significado.
Hasta que la gente pierda su significado
y desaparezca del mundo.
Pero Bill seguirá viviendo.
Entablará amistad con los siguientes habitantes de la Tierra.
Seres de luz que lo venerarán como a un dios.
Y Bill sobrevivirá a todos ellos.
Durante millones y millones de años.
Explorando, aprendiendo,
viviendo,
hasta que la tierra se derrumbe bajo sus pies.
Hasta que el sol sea un vago recuerdo.
Hasta que el tiempo pierda todo significado,
y llegue el día en que solo conozca la posición de las estrellas
y las vea aunque tenga los ojos cerrados.
Hasta que se olvide de su nombre
y su lugar de origen.
Vive y vive,
hasta que todas las luces se apagan.