Tip:
Highlight text to annotate it
X
Para los que no lo conozcáis, os presento,
este que asoma por aquí es Julio Cortázar.
Nació en Bruselas, el 26 de agosto de 1914
pero sus padres eran argentinos y a allí,
a Argentina, llegó el a los cuatro años de edad.
Su infancia la pasó en un suburbio de Buenos Aires
y en 1932, con 18 años, se graduó como maestro de escuela.
Inició sus estudios en la Universidad de Buenos Aires,
pero tuvo que abandonarlos por razones económicas
y durante algún tiempo enseñó literatura
pero en 1951 se trasladó a París
donde trabajó como traductor independiente
y empezó a publicar algunas obras.
A partir de los años 60, comienzan a difundirse los textos que le han dado renombre internacional:
libros de relatos, cuentos, crónicas, minificciones, textos humorísticos
y su conocidísima novela, Rayuela, publicada en 1963.
Cortázar murió en París, el 12 de febrero de 1984
dejándonos una obra literaria que supone
todo un homenaje a la fantasía, el humor,
la imaginación creadora y el manejo magistral del lenguaje.
Desde pequeño miró con un filtro literario la realidad,
"yo creo, decía, que desde muy pequeño
mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo
fue el no aceptar las cosas como dadas.
A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa
o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo.
Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre,
empezaba para mí un itinerario misterioso
que, a veces llegaba a franquear y el que a veces, me estrellaba.
Cortázar nos regaló entre otras muchas cosas, un manual de instrucciones muy especial
en el que, por ejemplo, se recogen los pasos para cantar, para subir escaleras
o para dar cuerda a un reloj. Acciones que son cotidianas y naturales para todos
y que no necesitan de ningún manual, ahí radica precisamente su originalidad.
Aunque es difícil, nosotros vamos a hacer lo mismo,
escribir nuestros propios manuales de instrucciones sobre acciones cotidianas.
Para que tengáis una referencia, aquí os dejo su Manual de Instrucciones para llorar, para que os sirva de inspiración.
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar,
entendiendo por esto un llanto que no
ingrese en el escándalo ni que insulte a la sonrisa
con su paralela y torpe semejanza.
El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro
y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos,
estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento
en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo
y si esto le resulta imposible,
por haber cotraído el hábito de creer en el mundo exterior
piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos
del Estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro
usando ambas manos con la palma hacia dentro.
Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara
y de preferencia en un rincón del cuarto.
Duración media del llanto, tres minutos.
Ahora os toca a vosotros. Venga, ¡manos a la obra!