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Me parece que fue al anochecer del 18 cuando avistamos a Zaragoza
Entrando por la puerta Sancho, oímos que daban las diez en el reloj de la Torre Nueva
Eramos cuatro los que habíamos escapado
y discurríamos por la ciudad buscando un abrigo donde pasar la noche.
Los portales del Mercado no nos parecieron cómodos
y nos dirijimos a la Torre Inclinada
Corren las nubes por encima de su aguja
y el que mira desde abajo
se estremece de espanto creyendo que las nubes estan quietas
y que la torre se le viene encima
Recorrimos luego el coso desde la Casa de los Gigantes
hasta la plazuela de San Miguel
y de ahí al Monasterio de Santa Engracia.
Habíamos encontrado un asilo donde pasar la noche.