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La Ley SOPA es un proyecto de ley del gobierno norteamericano que pretende bloquear el acceso
a cualquier sitio web que se considere que infringe la ley de derechos de autor.
En oposición a este plan americano de crear una ciberpolicía
están plataformas en internet como Anonymous, Wikipedia, Reddit, 4chan y deviantART.
Muchos gobiernos ven el espacio cibernético como una soberanía territorial que debería estar bajo control estatal.
Pero para organizaciones como como Anonymous, el ciberespacio es un bien público que no puede ser propiedad de nadie o controlado desde un poder central.
Los actos de piratería han sido siempre una respuesta al control capitalista de fronteras no reguladas.
La piratería no es un acto aleatorio.
Es predecible y reside en el corazón del capitalismo.
El conflicto sobre el control del espacio cibernético es sólo la última de una larga historia de luchas.
Todo empezó en el siglo XVII, cuando el capitalismo se expandió hacia territorios desconocidos:
la alta mar.
Los estados europeos competían por la propiedad de las rutas comerciales.
Para imponer sus propias reglas, crearon monopolios llamados las Compañías Orientales de las Indias.
La versión holandesa, conocida como VOC,
se diseñó para regular las rutas de comercio descubiertas por los neerlandeses.
Para los holandeses, tanto las compañías que competían, como los mercantes indígenas, se consideraban piratas.
Pero, ¿por qué?
Desde el punto de vista del estado,
cualquiera que no respete las reglas impuestas por el legislador es un pirata.
Pero la piratería es una cuestión de perspectiva, y los que están en el poder tienden a
imponer su perspectiva al resto del mundo.
Por eso el gobierno neerlandés no vio nada malo cuando, en 1603,
un admirante holandés atacó un barco portugués en la ruta de las especias.
De hecho, el gobierno holandés había autorizado el ataque con una patente de corso.
A los que se les daba esta autorización se les conocía como Corsarios.
Así que lo que para los portugueses fue un acto de piratería,
para los holandeses fue una acción valiente para controlar la ruta marítima que consideraban propia.
Muchos piratas creyeron que la alto mar era un bien público que se podía usar libremente para el beneficio de todos.
Pero en aguas no reguladas, no queda claro quiénes son los dueños
y quiénes son los piratas.
Las historias de piratas no son explusivas de cuentos de Hollywood en un tiempo pasado.
La historia se repite cada vez que el capitalismo se expande a territorios desconocidos,
y esto incluye el espacio cibernético y el sideral,
así que Johnny Depp no se va a quedar sin trabajo pronto.
A principios del siglo 20,
el gobierno británico creó un monopolio para controlar el más reciente de los territorios capitalistas: la radio.
Y así nació la BBC.
El propósito era crear reglas tanto para los programadores como para los oyentes,
como por ejemplo permitir sólo programas religiosos y música clásica.
Los súbditos de Su Majestad estaban destinados a escuchar los programas en silencio
sólo a través de los transistores aprobados por la BBC.
Pero la popularidad de la radio pirata exterior obligó al gobierno a repensar las reglas de la radiodifusión.
Y desde el final del monopolio de la BBC en 1967,
las ondas radiofónicas han estado libres de censura y tratadas como un bien público.
Lo curioso es que,
cada vez que el capitalismo se expande a territorios nuevos, el estado y sus monopolios intentan definir las reglas y mantener el control.
¿O a caso pensabas que el capitalismo y el mercado libre eran la misma cosa?
Hoy en día, la cuestión de la neutralidad de la red en el ciberespacio
resuea a la lucha por la libertad de las aguas internacionales y la libertad de las ondas radiofónicas.
¿Recuerdas la historia de los corsarios holandeses atacando el barco portugués?
Bien, pues en el 2001, el gobierno chino autorizó a 10.000 piratas cibernéticos convirtiéndolos en cibercorsarios
para atacar objetivos americanos en respuesta a la intrusión norteamericana.
Desde entonces, tanto los EEUU como China han estado siguiendo la pista de ciberpiratas
para ofrecerles un trabajo como cibercosarios.
Con el uso de ciberarmas como Stuxnet o el virus Flame,
los ciberconsarios luchan por el control del ciberespacio,
un espacio estratégico del cual dependen muchos sectores empresariales.
Así que pregúntate: ¿A quién confío el control del ciberespacio?
¿A una empresa con fines lucrativos como Google, a veces respaldada por la Agencia de Seguridad Nacional americana?
¿A una empresa sin ánimo de lucro como ICANN respaldada por el gobierno americano?
¿O a un colectivo de ciberactivistas sin estado como Anonymous?
Claramente, estamos en deuda con múltiples organizaciones piratas por su visión del mar como un bien común,
por liberar la radiodifusión y por defender la neutralidad de la red.
Algunos dicen que los piratas marinos eran los únicos que aceptaban mujeres a bordo en el siglo XVII –
¡gracias!
Pero la historia no ha acabado: el capitalismo ha entrado en una nueva era de expansión,
y los mapas genéticos y el espacio exterior son los nuevos espacios no regulados del siglo XXI.
¿A quién vas a confiar su control?