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"Pienso con la punta del pincel"
es esta instalación de 409 obras pictóricas.
Estas 409 obras pictóricas
son las que yo guardaba en mi almacén.
Es decir, el almacén ha venido a visitar el museo.
En cierto modo, aquí todavía está el aura,
está un poco el paso de la pintura,
de los cuadros que han vivido tiempo aquí
y ahora viven un tiempo en el MACBA esperando...
¿Esperando qué?
Es un compás de espera para ir a una nueva formulación
y naturalmente también siguen viviendo,
siguen el hecho de vivir.
Porque el cuadro está vivo
y el artista dejará de estarlo. Las obras son permanentes.
Quizás también desaparecerán un día,
pero en todo caso aquí están las 409 obras esperando.
Claro está, esperando significa su momento.
Podemos vislumbrar que algo hay.
Podemos ver y tocar a veces una materia.
Podemos decir: "Esto más o menos".
Algo podemos entrever.
Porque al fin y al cabo hay muchas maneras de mirar,
pero esta manera así envuelta creo que nos habla de muchas cosas.
Nos habla de estos cuadros que esperan un momento para rebelarse
y nos habla también de la persona que mira, del "regardeur",
un poco de esta complicidad y "voyeurisme"
que nos lleva a subjetivar la mirada.
Después tenemos allí al fondo un archivo informático,
un archivo de cada una de ellas,
en el que consultamos todo lo que estoy diciendo.
Después intentamos verlo, pero pone "imagen no disponible".
Es decir, no podemos verlo.
Estas 409 obras que no podemos ver
en cierto modo también hablan del momento crítico, y quizás críptico,
que vive la pintura en los museos hoy en día.
Se ha vivido casi el imperialismo de la pintura,
pero en realidad ahora es más bien una época crítica.
Pero yo hago una propuesta: creo que todos estos cuadros
merecían venir aquí a descansar,
a mirarnos, nos están mirando y nos están...
No sé si nos entienden o no nos entienden,
pero claro está, sabemos que en un cuadro, solo en uno,
existe toda una vida y solo en uno existen todas las propuestas
y solo en uno existe toda la posibilidad
de hablar y dialogar.
De aportar muchas ideas
para que el "regardeur", del que antes hablábamos
-la persona que viene
y queda paradójicamente sorprendida con esta propuesta-,
sea un punto de diálogo y, por qué no,
para proyectar una idea sobre la pintura en la actualidad,
que también sea polémica
y que también sea un trasvase de ideas,
no solo en un sentido, sino también en el otro.