Tip:
Highlight text to annotate it
X
DAMA POR UN DÍA
¡Extra! ¡Extra!
¡Todo sobre la convocatoria de nuevas elecciones!
¡infórmese! ¡Extra!
Manzanas, manzanas.
- Eh, mire por donde va. - Dejen paso.
Tenga más cuidado.
¡Callaos, atajo de momias inútiles!
Manzanas, manzanas.
Manzanas.
¡Eh, Annie!
Pase por mi casa cualquier día,
tengo cubiertos de plata a montones.
Manzanas.
Hola, Schultzie, ¿y los negocios?
No muy bien por el Apolo.
Ve al casino, corre mucha pasta por allí.
¿De verdad? Ahora mismo voy. Gracias.
Sí.
A ver si cambias de canción, quizá tengas más suerte.
Dandy quiere verte, Annie, está en el Missouri Martin's.
Lo sé. ¿Qué tal la limpieza, Smiley?
Fatal, todo el mundo anda limpio, se ve que lo pasan mal.
Deja ya de ladrar. ¿No has oído al Presidente por la radio?
Date una vuelta por el Casino, allí si que hay ambiente.
- ¿Sí? - Eso dicen.
No olvides lo del Missouri Martin's. Dijo que era importante.
Ahora voy.
Manzanas.
Manzanas.
Voy a usar mis artes.
Quiero uno fuerte y bronceado.
Mándame un Sansón.
¡Ay, este era un hombre!
Paso de Casanova.
Era un perdedor.
- Le diría: ¡"Casito, márchate!" - ¡Lárgate!
Quiero un hombre.
El viejo Salomón, tenía una esposa para cada día.
Yo podría estar con el viejo "Sal" calentando la camita.
De verdad, no bromeo.
Desde que empezó mi pasión,
estoy tan caliente que ardo.
¡Quiero un hombre!
Seguid, chicas.
¿Qué pasa aquí?
- ¿Qué misterio es ese? - El Dandy ha hecho una apuesta.
- ¿Qué clase de apuesta? - Asustarás a la mosca.
¿La mosca?
Dave ha apostado que la mosca se posará primero sobre su terrón.
- ¿Qué dices, Dandy? ¿500 más? - De acuerdo.
- ¡Cállate! - ¿Qué haces, Shakespeare?
La llamo para que se pose en tu terrón.
Mala suerte Dandy. Me debes 1.500 dólares.
Apuesto a que el Griego las tiene amaestradas.
Ya terminó la actuación del bicho, vámonos.
- Tienes razón. - ¡Vámonos!
Dandy, si quieres, te doy la revancha.
- Otro día. - Como quieras.
Menuda tontería. ¡Mira que jugar con moscas
cuando nos espera un auténtico primo!
Pasta gansa.
¿Qué ocurre, encanto, no has tenido suerte?
Ya sabía yo que no tenía que apostar sin mi manzana.
Voy a por Annie Manzanas.
¿No pensarás ir a buscarla ahora?
Happy, este es uno de los mejores negocios que he hecho.
No pienso arriesgarme. ¿Ves lo que me ha pasado?
Me ha ganado el Griego.
¿Te conté lo del tipo supersticioso con los jorobados?
Pues un día salió a buscar uno y le atropelló un camión.
Me han dicho que trae mala suerte ser supersticioso.
- Ve a buscar a Annie Manzanas. - Voy enseguida.
Sería un burro de primera si creyera que vas a sacar algún provecho
comprando manzanas a una pobre vieja.
Si no encuentras la manzana, esto te traerá buena suerte.
Anda, quita, quita.
Necesita manzanas, no limones.
Happy, tu cara si que es un limón escurrido.
- Hola, Annie. - Hola, Dandy.
- ¿No te he habré hecho esperar? - No.
Lo tienes bien montado.
Un par de tontos más como el Dandy y te retiras un año.
Sujeta esa lengua, Happy, que puedes envenenar.
- Quédate con el cambio. - ¡Dios te bendiga!
- ¿Qué tal la semana pasada? - Bien.
¿Qué hiciste el sábado? Perdí una carta.
¿El sábado?
El sábado no estaba nada fina.
- Bebiste otra vez, ¿no? - ¿Quién? ¿Yo?
Pero si hace semanas que no pruebo ni una gota.
Embustera. El Doctor dice que tienes los riñones hechos trizas.
El Doctor Michel está viejo, ya no sabe lo que dice.
Si quieres discutir acerca de los riñones de Annie...
Su coche está listo, Sr. Dandy.
Dandy, no la encuentro por ninguna parte.
Aquí está. El Dandy quiere verte.
Muy bien Shakespeare. Hasta luego, Annie.
Apuesto a que hoy las cartas te tratarán bien Dandy.
Sí, les diré que ha comprado la manzana de Annie.
EMPLEADOS
¿Lo tienes?
¿Te he fallado alguna vez?
- El mejor papel del hotel. - Gracias.
- Gracias, Oscar. - Este paquete cuesta 50.
¿50? ¿Por qué? Nunca me cobras más de 20.
Son los tiempos. La gente ya no olvida nada en las habitaciones,
son tan malos que hasta tengo que comprarme la pasta de dientes.
- ¡Cuánto lo siento, Oscar! - Hasta mi mujer se queja.
¿Recuerdas que antes era la que mejor olía de la escalera?
Le llevaba tantísimo perfume que apestaba.
- Ánimo, ya mejorará. - Eso espero.
¿Para cuándo esperas la próxima carta?
Espero una carta de España mañana mismo.
De acuerdo, estaré al tanto.
¡Bendito seas! Te pagaré a final de semana.
Que no se te olvide,
porque si me cogen robando cartas para ti, me despedirán.
- No quiero que te despidan. - Lo harán si me pillan.
Oye, ¿a quién escribes tantas cartas?
No te importa.
- A otro amante. - Eso es.
Otro amante.
Adiós, vieja bruja.
Quita de en medio.
Así aprenderás a no molestar.
¡Fuera!
¡Cómo te atreves!
No tienes un sitio mejor para dormir que encima de mi foto.
"Mi querida...
y añorada...
hija...
ha tenido lugar...
un importante acontecimiento.
Se celebró...
una recepción...
en casa...
de Lord...
de Lord Woodcliff...
Salud, Lord Woodcliff.
Todos te desean éxito y fortuna."
Me encanta esa música.
"Se me parte el corazón al pensar en los años que llevo sin verte,
pero el Doctor Michel, viejo gruñón,
dice que un viaje trasatlántico podría serme fatal.
Quizá tu padrastro se decida, por fin, este año a hacer un viaje.
No sabías que tenías un padrastro, ¿verdad?
Yo tampoco.
El joven de quien me has hablado
parece un muchacho encantador.
Espero que te quiera tanto
como tú a él.
Y tanto como te quiero yo, mi niña."
ENTRADA
Oscar, ¿dónde estabas?
No deberías tenerme en ascuas cuando sabes que espero una carta.
Pero, Oscar, ¿y tú uniforme?
Oscar, Oscar, ¿qué ha pasado?
No, ¿no te habrán despedido?
¡Oscar, no me asustes así!
No pueden echarte.
Conque no, ¿eh? Pues lo han hecho.
Me pillaron con tu carta en el bolsillo.
¿Y dónde está mi carta?
Yo qué sé. Se la han quedado.
- ¿Dónde está mi carta? - Ya te lo he dicho. La tienen ellos.
Annie, ¿dónde vas? No te dejarán entrar con esa pinta.
¡Eh, oiga!
Creo que se confunde de sitio, señora.
- No pueden entrar mendigos. - Son normas muy estrictas.
¡Déjenme, déjenme!
Vd. Perdone.
¡Dios mío!
¿Tiene Vd. Correo para mí? Una carta.
¿Correo? ¿Se hospeda aquí?
No, pero tengo una carta. Llegó esta mañana para mí.
Viene de Barcelona, España.
Es muy importante.
Bien. ¿Cómo se llama Vd.?
Sra. E. Worthington Manville.
- ¿Sra. E. Worthington Manville? - Sí.
Sra. E. Worthington Manville.
Soy el Director. ¿Puedo hacer algo por Vd.?
Sí, por favor.
Tienen una carta para mí y vengo a recogerla.
¿Una carta? ¿Dirigida al Hotel?
Sí, verá Vd.
Acabo de explicárselo todo a ese señor.
- ¿No es huésped del hotel? - ¡No! Creo que salta a la vista.
Por favor, no es necesario gritar.
¿Pues por qué no me entrega mi carta?
¿A santo de qué tiene que hacerme tantas preguntas tontas?
Querida señora, lamento tener que rogarle que abandone el hotel.
¡No me voy! ¡No me voy, si no me dan mi carta!
Me veré obligado a avisar a la policía.
Pues llame a la policía o a quien le de la gana,
no soy una criminal. No he hecho nada malo.
Por favor, señor,
no quiero causar problemas al hotel.
Sólo quiero mi carta. Es de mi hija, ¿sabe?
La ha enviado desde España.
Un momento.
- Lloyd. - Sí, señor.
¿Ha visto alguna carta dirigida a la Sra...?
Sra. E. Worthington Manville.
Sí, llegó esta mañana.
¿Qué? ¿Lo ve? Le dije que estaba aquí.
Entréguesela.
¡Dios le bendiga, señor! ¡Dios le bendiga!
¿Qué hace Vd. Ahí parado? Muévase.
La he devuelto.
¿La ha devuelto?
Verá, señor, no hay nadie registrado con ese nombre,
así que la he devuelto con el sello de desconocido.
No puede devolverla. Descubrirá que no vivo en el hotel.
- ¿No lo entiende, por favor? - ¡Por favor, por favor!
¿Salió el correo?
Sí, el chico lo recogió hace unos minutos.
Probablemente...
Ahí está. Mírenlo.
- ¡Chico! ¡Chico! - Por favor.
No las metas ahí dentro, espera. No las devuelvas.
Tiene que estar aquí.
Debe estar loca.
Aquí esta. Sabía que la encontraría.
La reconocería en cualquier parte.
Salga del hotel inmediatamente.
Sí, señor. Gracias, señor, gracias.
Queridísima madre,
tu carta me ha dejado muy impresionada.
Debe de ser muy emocionante asistir a tantas fiestas.
Me encantaría poder estar contigo, abrazarte y quererte.
Carlos me ha pedido que me case con él.
Así que, cuando recibas esta carta estaremos ya camino de Nueva York.
El padre de Carlos, el Conde Romero, nos acompaña.
Desea conocerte antes de dar su consentimiento para la boda.
Así que, cuando recibas esta carta estaremos ya camino de Nueva York.
El padre de Carlos, el Conde Romero, nos acompaña.
Desea conocerte antes de dar su consentimiento para la boda.
Qué tontería, ¿verdad?
Se ha desmayado.
Pobre mujer.
Venga, abuela.
¿Está mejor, señora?
Sí, estoy mejor.
¿Y mi carta?
¿Y mi carta?
- Tenga. - Démela.
- ¿Se encuentra bien? - Sí. Déjenme sola.
Estoy bien.
No me pasa nada. Me encuentro bien.
Así que, mi hija va venir aquí.
Lo único que tiene que decir es que me he muerto.
Es bastante sencillo, ¿no?
Eso no perjudicará al hotel en nada.
La Sra. E. Worthington Manville expiró la semana pasada.
Es muy fácil, ¿verdad?
Sí. Añada que tuvo un gran funeral, un gran funeral
con muchas flores,
y que asistieron importantes personalidades
y si preguntan por el Sr. Manville,
dígales que estaba tan afectado
que tuvo que irse de viaje por todo el mundo durante un año.
No, mejor dos años. Eso lo arreglará.
Está bien pensado, ¿no cree?
Es Annie Manzanas.
- Vamos, Annie. - Hágalo, por favor.
- No molestaré más. - Llévensela.
- Vamos a la calle, Annie. - ¡No puede dejarme así!
- ¡No puede dejarme así! - Venga, a la calle.
¡No puede! ¡Tiene que hacerlo!
Sí, hablaremos de negocios pero la oferta tiene que ser buena.
No, queremos toda la cuadra con todos los caballos.
Mira, tres seis.
Oye, Babcock, si falta alguno... si falta Boyes
no tendrás billetes falsos para los otros.
Eso. ¿Cuánto quieres?
¿Qué?
Se conforma con 100 de los grandes. Buena señal.
¿100.000?
¿Qué crees que vamos a asaltar? ¿La Casa de la Moneda?
De acuerdo, si a Dandy le parece bien pasaremos por ahí.
Increíble, Dandy. Babcock debe estar a dos velas.
Créeme, tienes mucha suerte.
¿Qué chaleco te gusta más, el blanco o el de rayas?
Venga, vámonos. Podemos cerrar ese trato en menos de una hora.
No la encuentro, jefe, no está por ninguna parte.
- ¿A quién? - A Annie Manzanas.
La he buscado por todas partes. No hay rastro de ella.
Por eso estás tan nervioso.
¿Qué significa que no la encuentras?
Que atajo de inútiles sois, muchachos.
Os doy bien de comer, ¿no? Y ganáis pasta, ¿verdad?
Escuchadme, sé lo que hago y no voy a cerrar ese trato,
si no tengo una manzana de Annie.
Oye, botarate, lo único que tenías que hacer
era preguntar a cualquier mendigo de Broadway.
Esa es la cuestión, no hay ningún mendigo en Broadway.
¿Qué?
Escucha, que la diñe mi madre si estoy mintiendo.
Me he pateado el barrio durante horas. No hay ni un mendigo en la calle.
Ya, supongo que están en Europa de vacaciones.
Créeme hasta me asusté. Broadway parece un cementerio.
Un ciego, señor. Se llama Shorty.
- ¿Shorty? ¿Ciego? - Sí.
Que pase.
No había ninguno, ¿eh?
Esa cabaretera no te deja ni pensar.
No pienso en ella durante el día.
Que pasen.
- Hola, Dandy. - Hola.
- ¿Qué queréis? - Es por Annie.
¿Qué pasa con Annie? La hemos buscado por todo el barrio.
Está en un gran lío.
- ¿Ha bebido otra vez? - No es eso.
Notterhill la encontró paseando cerca del agua.
Sí, iba como sonámbula.
Paseaba por el muelle e iba hablando completamente sola.
Menos mal que Notterhill la alcanzó.
¿Qué historia es esa?
- Está metida en un buen lío. - Sí, ya lo oí.
Lleva años mangando papel de carta y sobres del Marberry.
Y escribe a su hija como si fuera de la alta sociedad.
- ¿Una hija? - Tiene una hija en Europa.
La envió a un convento de pequeña.
La manda pasta cada mes.
Va a casarse con un Conde o algo así.
¿Qué patrañas son esas? ¿Dónde vive? ¿Alguien lo sabe?
- En la Avenida 3, 14. - Apunta, Shakespeare. Vamos a verla.
Venga, largaos de aquí.
Vamos.
Happy, ve a ver a Babcock y entretenlo hasta que yo llegue.
Shakespeare, tú ven conmigo.
Nos veremos en cuanto tenga la manzana.
Lo veo y no lo creo,
pero si es el Dandy, mi querido amigo.
Pasen, caballeros.
Lo suponía, maldita ginebra. ¿Y las manzanas?
Pasen, el mayordomo recogerá sus abrigos.
No sabías que tengo mayordomo, ¿verdad?
Pues tengo un montón.
Millones.
¿Dónde estabas vieja lechuza, te he estado buscando todo el día?
Es muy amable acudiendo a nuestra partida de caza.
Todo el mundo asiste a la temporada de caza.
Dandy, vámonos de aquí, cuando se le cruzan los cables
habla de la alta sociedad. Me dan escalofríos.
¿Qué pretendes? ¿Matarte?
Sabes lo que te dijo el Dr. Michel. Esta porquería es veneno.
Jefe, fíjate en esto,
debe ser la hija de la que hablan los mendigos.
Vds. No conocen a mi hija, ¿verdad?
Va a venir a visitarme.
¿No es encantadora?
Resulta que viene con...
con un Conde.
Va a casarse con el hijo de un Conde.
Se trata de un miembro de la alta sociedad.
Que curioso, ¿verdad?
Cree que pertenezco a la alta sociedad.
¿Qué pasará cuando me vea?
Seguro que se morirá cuando descubra
que su madre es Annie Manzanas.
¿Por qué no te ríes?
¿Por qué no te ríes?
Es muy gracioso, ¿no crees?
Annie Manzanas, vendedora ambulante.
Annie Manzanas...
vendedora ambulante.
Vieja loca, mira que meterse en un lío así.
Recuérdeme que llame al Dr. Michel inmediatamente.
- ¿Qué va a hacer, Sr. Dandy? - ¿Sobre qué?
Sobre lo de Annie.
¿Qué puedo hacer yo?
Pensamos que se le ocurriría algo.
Nos reunimos y alguien dijo: "Preguntad al Dandy".
Lo único que puedo hacer es largarme. Adiós, muchachos.
Si Annie cogiera un apartamento en el Marberry una semana...
- Cada uno pondríamos algo. - Todos ayudaríamos.
- ¿Annie en el Marberry? - Sí.
¡Largaos de aquí!
- Vámonos. - Venga, esfumaos.
Menuda ocurrencia. Annie en el Marberry.
Oye, Dandy. ¿Puedo decirte algo?
Sí.
Ese amigo tuyo de la alta sociedad, Rodney Ken,
¿tiene un apartamento en el Marberry?
Sí, ¿qué más da? ¿Qué más da?
¿Crees que voy a pedirle a Rodney que me deje su apartamento
para Annie Manzanas?
Me daría un puntapié en el trasero.
Eso es lo que iba a decir. Te daría un puntapié en el trasero.
- Pues cierra el pico. - Eso es lo que iba a hacer.
- Oiga, ¿de qué nos conocemos? - ¿A quién desea ver, señor?
¿Es el apartamento de Rodney Ken? - Sí, señor, pero está ausente.
¿Qué le hace pensar que es a él a quien deseo ver?
Bueno, he supuesto...
Le sugiero que no suponga. Le causará problemas.
- Sí, señor. - Acérquese, amigo.
Le diré una cosa que le tendrá preocupado el resto del día.
- Rodney Ken, me trae sin cuidado. - Sí, señor.
Dése un garbeo y dígale a Dave, el Dandy, que quiero verle.
- ¿Está aquí, verdad? - Sí, señor.
¿A quién debo anunciar?
Happy McGuire, la niña de sus ojos. Ese soy yo.
- ¿Lo ha cogido? - Sí, señor, lo he cogido.
No se altere muchacho. 4 de cada 5 lo cogen.
Le prometo no deprimirme, señor.
Y recuerda, una sola gota más de ginebra y...
Bien, este es el plano.
Esta es tu habitación, ¿ves? O sea, en este ángulo.
El Conde aquí, su hijo aquí y allí tu hija.
¿Qué, lo tienes claro?
Toma, quédatelo.
Has metido a todo el mundo en un buen lío.
Todos andan preocupados por ti.
¿Por qué no pediste papel de cartas de La Casa Blanca?
¿Podías haber dicho que eras la esposa del Presidente?
- El Sr. Happy McGuire. - El chico de los pies hinchados.
Llevo más de dos días buscándote, ¿sabes?
¿Qué es esto?
Te presento a la nueva dama de la sociedad.
Hotel Marberry, una hija...
Por cierto, ¿de dónde sacaste a esa hija?
¿Quién es el padre?
¿Quién es el padre?
Supongo que vas a decirme que era un pez gordo o algo así.
¿Rodney Ken te ha dejado el apartamento para ella?
¡Sí! Debe ser tan idiota como yo.
No está bien de la cabeza.
"Todo esto parece una locura, pero adelante.
Lo único que te pido es que te asegures
de que nadie pinta bigotes en los cuadros."
Pues vaya, ven aquí, ven un momento.
Quiero hablar contigo.
Escucha, Dandy, ya está todo arreglado con Babcock, ¿entiendes?
Es lo que nos da de comer. ¿Qué es esto?
No sacarás nada de este lío.
Sí, lo sé, te parezco un majadero,
pero tengo una idea.
Annie me ha traído suerte durante años.
¿Qué pasaría con mi buena suerte si la dejo en la estacada ahora?
La señorita Missouri Martin.
- Que pase. - ¿Missouri Martin?
Missouri Martin. La buena samaritana. ¿Qué tal, chicos?
Adelante. ¿Cómo está mi niño?
Anda quita, quita.
Aquí tenéis a mis vampiros. El equipo que me mantiene arruinada y bella.
Listos para la velada. ¿Dónde está la víctima?
Aquí está.
Un material estupendo para un ramillete de artistas.
Haz el favor de no poner esa cara.
Cuando acaben con ella quedará tan espléndida como yo.
La cuestión es que parezca una dama.
El Sonrisas al ataque.
Coged los pinceles. Va a ser un buen trabajo.
- Ánimo, Annie, animo. - Te pondremos guapísima.
- Vamos. - Vamos allá.
Lo peor va a ser el pelo.
Todo saldrá bien, Annie.
No conseguiréis nada. Siempre será una vendedora ambulante.
Llevadla a esa habitación.
Un momento, un momento, él no puede entrar ahí.
Puedes estar tranquilo, Dandy, muy tranquilo.
Pierre.
Muy bien chicas, ya está.
Muchachos, la Sra. E. Worthington Manville.
Nunca podré olvidar esto, Dandy.
¡Que Dios te bendiga!
Bueno, bueno.
Sí, estás muy bien. Engañarías a cualquiera.
Buen trabajo, Missouri.
Vamos, Happy, vamos.
Un momento, chicos.
¿Dónde pensáis ir?
Volvemos al trabajo para ganarnos la vida,
- si no tienes nada que objetar. - ¿Creéis que habéis terminado?
- ¿Y dónde está el marido? - ¿Marido?
El honorable E. Worthington Manville, ¿de dónde va a salir?
Se me había olvidado el marido.
Missouri, vuelve con ella y dile que se ocupe de eso personalmente.
¡Una idea genial!
¿Va a pedírselo a uno de esos pordioseros amigos suyos?
Ya le proporcioné el apartamento y muchos vestidos.
¿Qué más quieres que haga?
- Ocúpate tú de eso. - Sí, yo, claro.
Muy amable de tu parte. ¿De quién fue la idea?
Yo sólo soy una invitada y ahora me endosas el mochuelo a mí.
Pues oye bien lo que te digo.
Yo aprecio a Annie tanto como cualquiera,
pero os laváis las manos ahora y la dejáis plantada, yo también.
No voy a ser la prima que cargue con todo.
¿Quieres que Dandy pierda el negocio?
Yo también tengo un club que atender.
¿Te refieres a esa covacha de tres al cuarto? No me hagas reír.
Si lograra hacerte reír, me emborracharía.
No harías reír ni a una hiena.
Un momento. ¿Por qué le hablas en ese tono?
Dejad de pelear y pensemos en algo.
Si hay que encontrar un marido para Annie, hagámoslo y acabemos ya.
Sí, ahora tienes que encontrar un marido para Annie.
¿Te crees que es tan fácil encontrar maridos, o qué?
Podrías ser tú, Happy.
¿Yo?
Es una buena idea. Eres el tipo perfecto.
Una idea maravillosa pero con un inconveniente,
que ya estoy casado y mi mujer es muy retorcida.
No me consiente que ande por ahí, casándome.
Ya sé que es algo irracional pensar de ese modo
pero ella también tiene sus manías.
No, no.
Ya está, ya tengo marido. El juez Henry G. Blake.
¿Quién es?
Es preciso que sea un tipo que sepa hablar refinadamente, ¿no?
Bueno, pues el juez Blake es el mejor de todo el barrio.
- Shakespeare. - Sí, jefe.
Juez Blake, el tipo que le dijo que Vd. Sabía jugar a esto,
no tenía ni idea.
Seguro, hijo mío, seguro.
Vaya, en Providence, de donde soy,
dejaría limpio a un paralítico como Vd.
Esa es una de las razones por la que no voy a Providence.
Sí, si fuera allí, le quitarían hasta los calzones.
¿Cuánto rato tendré que juguetear con este ilustre hijo de Providence?
Tranquilo, juez, este tipo es una bicoca,
pronto te propondrá aumentar la apuesta.
Me está aburriendo con tanta tontería.
Si ese idiota supiera quién es el juez, volvería corriendo a Providence.
Tal vez jugaría mejor si la apuesta fuera más alta, ¿eh, juez?
Ya lo ha dicho.
¿jugar mejor? Lo dudo, amigo mío.
¿Qué le parece si la aumentáramos?
Yo propongo, a 10 la bola.
¿A 10? Una verdadera fortuna.
¿Tiene miedo?
¿Miedo, yo? ¿Cómo se atreve a decirme eso?
¿No sabe Vd. Que durante el reinado de Carlos lll,
mis antepasados eran los "Blakes sin miedo"?
Ahora verá si tengo miedo.
Apuesto, 50 la bola.
Muy bien. Adelante.
- ¡Chico, pon las bolas! - Sí, señor.
¡Vamos!
Coloca las bolas.
Vamos.
Coloca las bolas.
Juez.
Mi querido amigo. Mi ilustre poeta.
- El Dandy quiere verte enseguida. - Imposible, amigo mío.
Tengo entre manos una empresa muy productiva.
Eso no me interesa, juez.
De eso depende que este mes pague o no la pensión.
Vamos, juez, le toca a Vd.
Un momento, el Dandy no acepta un "no" por respuesta.
- Vd. Ya me entiende. - Entiendo lo que eso quiere decir.
¿Qué le pasa, juez, se está enfriando?
Otra vez ese engreído con suerte. Se acordará de mí toda su vida.
- Discúlpeme. - Dése prisa, juez. Dése prisa.
Chicos, estáis molestando.
¿No ha dicho que era "Blake sin miedo"?
Eres un muchacho con buena suerte, amigo mío.
Tiro a seis bolas, amigos, una por tronera y con la izquierda.
¿Qué?
¡Silencio, chicos!
¡Bien!
- Cobra a Providence. - Bien.
¡Menuda jugada!
- Y con la izquierda. - Sí.
Gracias, muchacho. Shakespeare, proceda.
Sólo será una semana, juez.
Sólo tienes que hacer de marido. Un marido rico y aristocrático.
Lo de rico y aristocrático me va muy bien.
- ¿Nunca has hecho de marido? - Soy una autoridad en eso.
- ¿Te salió mal? - ¡Terrible, terrible!
Todas eran un encanto. Las cuatro.
Me entristece hablar de ello.
No alcanzo a comprender por qué fracasé con ellas.
Tu palabrería debió matarlas.
- ¿Qué te parece? - Me interesa.
- ¿Marido de quién? - Eso no importa.
Verás, este es el plan.
Y tú interpretarás el amante esposo...
de Annie Manzanas.
¡Qué barbaridad! Me parece absurdo.
Nada menos que Annie Manzanas.
Escuche, Dandy, me pide demasiado, más que eso.
Una vendedora de manzanas, prácticamente una mendiga.
- Buenas tardes. - Aquí está.
- ¿Quién es esta? - Annie Manzanas.
El juez nos decía que acepta encantado ser tu amante esposo.
Gracias.
Muchísimas gracias.
Será un gran placer.
El placer, os aseguro, mi encantadora dama,
es sólo mío.
19, 19 y medio.
¿Has visto, Happy?
Un apartamento, ropa nueva, el juez Blake y la trampa está lista.
Entre tú y yo, me ha gustado mucho.
Ahora que se ha terminado,
tal vez podrías resucitar el asunto de Babcock.
¿Cómo que resucitar? ¿No lo habrás dejado escapar?
¿Yo lo he dejado escapar?
¿Te dormiste en los laureles? Claro, debí imaginarlo.
Escucha,
Babcock gastó la culera de dos pares de pantalones
de tanto esperarte en el Fidelio.
Está bien, está bien. Llámalo.
Dile que estoy dispuesto, que ahora vamos.
Que lo he dejado escapar...
Hola, Dandy.
- Me alegro de encontrarle aquí. - ¿Qué quieres ahora?
Quería verle antes de que llegue el barco.
La hija de Annie llega hoy.
Sí, ya me acuerdo.
Bueno, basta por hoy, vuelve mañana.
Este jaleo produce estragos en mi dignidad.
¿Qué te pasa, juez? Vamos, tengo trabajo.
Dandy, me temo que ha hecho algo abominable
con esa pobre mujer.
¿El qué?
Mi querido Dandy,
¿es consciente del número de periodistas
- que van a recibir a los barcos? - ¿Y bien?
Querrán información sobre el Conde.
¿Por qué viene a América? ¿Quiénes son sus amigos?
En resumen, yo y Annie Manzanas.
Claro, uno que se llama Winchell daría su ojo derecho
por una historia como esa.
Ya sabía yo que esto no saldría bien.
¿Y por qué no me lo dijiste antes?
¿Por qué no te lo dije?
Sí. ¿Por qué lo sueltas ahora? ¿Qué vamos a hacer?
¿Qué vas a hacer tú? La idea es tuya. Espabílate.
Bien, te nombro delegado.
Procura que los periodistas no se acerquen.
- ¿A qué hora llega el barco? - A ver si se hunde.
Dentro de una hora.
Te acompañaré para que no pase nada raro.
- Vamos, juez. - Allá voy.
Adiós, ojos tristes.
Hay mucho matón por aquí.
Sí, Dave, el Dandy, no viene a pasear.
Ni sus hombres tampoco.
Mantened el círculo y que nadie se acerque a nosotros.
No te preocupes, sólo un cañonazo lo rompería.
- Vamos a ver qué pasa. - Magnífica idea.
- ¿Qué tal estoy? - Bien, bien.
- ¿Qué pinta tiene Annie? - Irreconocible.
Aún recuerdo cuando Annie era siempre así de guapa.
Dice Notterhill que se acercó a ella y olía muy bien.
Me parece increíble.
Dentro de un instante voy a tener a mi pequeña en los brazos.
¡Sí! ¡Sí! ¡Ahí está!
¡Ahí está! ¡Louise! ¡Louise!
¡Louise! ¡Louise! ¡Mira!
¡Louise, soy tu madre! ¡Soy yo!
Madre. Es mi madre.
Me ha reconocido. Me ha reconocido.
Es mamá, mi querida mamá.
¡Mami!
Louise, Louise.
No puedo esperar más.
Venga, venga. Ya baja. Tranquila. Enseguida llega.
¡Louise! ¡Louise!
Estamos aquí. Ven. Louise.
¡Louise!
Cielo mío.
Mírate. Estás preciosa.
Mamá estoy tan contenta.
Te he reconocido enseguida.
- ¿Qué están haciendo? - Se besan.
- ¿Annie está alegre? - Sí, está llorando.
- ¡Qué alegría! - Querida mamá.
Eres tal y como te había imaginado, mamá.
- Mi niña. - Tal como te soñaba.
Hay lágrimas suficientes como para botar un acorazado.
Este es tu padrastro, querida.
Mamá me ha contado tantas cosas sobre ti.
Permítame presentarle al Conde Romero
y a su hijo Carlos.
Encantado.
Es un gran placer, mi querido Conde.
Hace tiempo que esperábamos su visita.
Gracias.
Qué tonta soy.
Este es... Este es tu tío David.
¿Mi tío?
Pero, si no sabía que tuviera un tío.
Debe ser el hermano de papá.
Mucho gusto.
Mamá, nunca me habías hablado de él.
Es que mi hermano David es la oveja negra de la familia.
Le presento al Conde Romero.
Y a su hijo Carlos.
- Y este es mi tío David Manville. - Mucho gusto.
- ¿A dónde va tan decidido? - ¿Se refiere a mí?
¿Cree que me refiero a su tía?
Soy periodista de prensa. Quiero entrevistar al Conde.
Menudo Conde. Ese no es Conde.
¿Ah, no?
Creo que te has metido en un buen lío.
Sí, voy a darle una buena información.
Lo que tiene que hacer es ir al muelle al 48,
está a punto de amarrar un barco que viene de Argentina.
Tal vez encuentre allí a un rey o una reina, nunca se sabe.
Llévate a este hombre al muelle 48. Está en el Bronx.
- Eso está cerca del Battery Park. - Al muelle 48, he dicho.
¿Qué negocios tendrán aquí?
Creo que han abordado a unos extranjeros.
Vamos a hablar con el Dandy.
Happy, un par de bofias quieren hablar con el Dandy.
¡Maldita sea, hay que impedirlo!
Organiza una bronca, sacude al Comadreja.
- ¿Al Comadreja? Es mi hermano. - No discutas.
Chico, lo siento. Son órdenes.
¡Pelea, pelea!
¡Pelea, pelea!
- El coche está esperando, señor. - Gracias, caballero, gracias.
Dense prisa. La poli anda husmeando
Fantástico. Vámonos enseguida. Los coches esperan.
Disfrutará del paseo por la ciudad.
- ¿Sabe dónde ha ido la familia? - Han ido a pasear, señor.
- ¿Dónde fueron ayer? - A pasear, creo.
- ¿Y anteayer? - Al mismo sitio, señor.
Bien. Tenga...
Esto es para los gastos.
- Y esto para Vd. - Gracias, señor.
- ¿Recuerda las instrucciones? - Sí, señor.
Si me hacen preguntas, yo no sé nada.
De hecho, señor, soy completamente mudo.
Muy bien. ¿Cree que podrá hacerlo?
Es pan comido.
¿Cómo ha dicho?
He dicho, que eso es pan comido, amigo mío.
Si tuviera que batirme en duelo con Vd., señor, escogería la oratoria.
- Y recuerde, no se mezcle en esto. - No, señor.
Si lo hace, su familia vendrá a recoger su cadáver.
- No tengo familia, señor. - Entonces, vendrá el forense.
¿El forense?
Vámonos, no quiero tropezarme con la familia otra vez.
¡Tío David!
Hola.
¡Por fin! Tenía ganas de verte.
Hola, Sr. Manville, ¿cómo está?
¿Dónde estabas? Te echábamos de menos.
Eso es nuevo.
No disimules, todo el mundo te quiere mucho.
Carlos y yo pondremos tu nombre a nuestro hijo.
Si habláis de hijos más vale que os caséis enseguida, ¿no crees?
- ¿Cuándo será la boda? - No lo sé.
Todo el mundo habla de lo mismo.
Mi madre quiere celebrarla aquí, sólo con la familia
y el Conde quiere que sea en España y con mucha gente.
Lo siento, mamá.
El sitio es lo de menos. Pero que sea pronto.
Muy bien, muchacho.
- Hola, hermano David. - Hola, hermano.
- Hola, Sr. Manville. - ¿Qué tal juez?
¿Conocen al secretario de David?
¡Sí! Les presento a mi secretario.
Me alegro de verle, Sr. Manville.
Supongo que querrás invitarlo a la recepción.
Claro, buena idea. Bien, Happy, vámonos.
¿Recepción?
¿Qué quiere decir una recepción?
Ofreceremos una recepción en su honor, pasado mañana,
la noche de su regreso a España.
Es todo un detalle.
¡Qué sorpresa! ¿Verdad, hermano David?
Sí.
Lo suponía, tú me conoces bien.
No había conocido a nadie que odiara las recepciones
con mayor fuerza que el juez.
Dime, ¿quién asistirá, hermano Edward?
Sólo unos cuantos amigos.
Será una reunión íntima, 100 ó 150 a lo sumo.
Ya, algo íntimo.
El Conde está harto de tanto monumento, ¿verdad, Conde?
Desea conocer a nuestros amigos.
Le encantarán nuestros amigos.
Claro. Y desde luego, David, confío en que me ayudarás.
Claro, claro.
Me gustaría cambiar impresiones contigo antes de organizarlo.
Hay un par de cosas que deberías tener en cuenta.
Por supuesto, mi querido David.
- ¿Sí, john? - Un periodista pregunta por Vd.
¿Y qué desea, john?
Se habrá enterado de que el Conde Romero está aquí y deseará verle.
Será mejor que le digas algo cuando salgas, querido David.
Tú te entiendes de maravilla con los periodistas.
Sí, de acuerdo.
Bien, ¿qué se le ofrece?
Soy periodista de "La Estrella".
Se trata de la Sra. E. Worthington Manville.
La he buscado en los archivos y no consta en ninguno.
Parece mentira, no aparece en el archivo de sociedad.
- No hay quien lo entienda. - ¿Qué desea saber?
Sólo información general sobre su vida.
Un momento. ¿Vd. No es Dave, el Dandy?
¿Dave, el Dandy?
¿De qué está hablando, Albert?
La casa está llena de gente. Vamos a un lugar tranquilo.
Como quieran, pero juraría que Vd. Es Dave, el Dandy.
Ahí hay un cuarto al que no va nadie.
¿Seguro que no nos molestarán?
No te preocupes, tío.
En él se guardan los recuerdos de familia.
Además, sólo tiene una puerta...
PERIODISTA DE ECOS DE SOCIEDAD,
DESAPARECIDO MlSTERlOSAMENTE.
Otro.
¿Verdad que me amarás siempre, Carlos?
Sabes que sí.
¿Te ha dicho algo tu padre?
No.
¿Qué haremos si no da su consentimiento?
¿O si a mis padres no les gustas?
- ¿Qué vamos a hacer? - No te preocupes, cariño.
Les gustas mucho, de verdad.
Es muy formal en estas cosas.
Si no accediera, me moriría.
Me moriría, Carlos.
Mamá.
Estaba en mi cuarto.
Me sentía sola.
Espero que no os moleste si me quedo un momento con vosotros.
- Claro que no, mamá. - Es culpa mía.
He acaparado a Louise continuamente. Soy muy egoísta.
No es verdad. Eres encantador.
Iré a hablar con papá. Con su permiso.
Buenas noches, madre.
¿Me permite que la llame madre?
- Por supuesto que sí. - Gracias.
- Buenas noches, Louise. - Buenas noches, Carlos.
Es un excelente muchacho.
Soy tan feliz, mamá.
Mi pequeña.
¿Mamá?
Sí, mi amor.
No pasará nada malo, ¿verdad?
¿Pasar?
Quizá soy un poco tonta,
pero es que lo deseo tanto...
Mamá, ¿alguna vez has deseado tanto una cosa que...?
No va a pasar nada malo.
No va a pasar nada malo.
Una recepción, ¿eh?
Esa si que es una idea estupenda.
Aterrizas en un apartamento de lujo y ya te crees el amo,
pero aunque te lo creas, sólo eres una rata de billar.
- Al fin y al cabo, querido Dandy... - Cállate.
- No te enfades, hermano David. - No me llames así.
Escucha...
¿Diga? Sí, ¿qué desea?
Siento molestarle,
pero el Conde acaba de pedirme que llame al Consulado Español.
¿Por qué quiere llamarle?
¿Qué os parece? Quiere hablar con el Consulado Español.
Tal vez quiera informarse.
- ¿Qué tal tu español, Happy? - Mi francés es bueno, se parecen.
¿Y tú, juez?
Bueno, yo... cuando estuve en La Habana...
Déjalo, déjalo. Hola.
- El Consulado español al teléfono. - Gracias, muchas gracias.
Quiere cerrar la puerta, por favor.
Cónsul se ha ido. En casa sólo mí.
No, señor. Cónsul no en casa.
Viaje mucho tiempo. Volver la semana que viene.
No, yo chico japonés. Cónsul no en casa. Gracias.
Fantástico, de verdad, fantástico.
Un chico japonés.
Muy difícil de entender.
Creo que ha dicho que el Cónsul se ha marchado.
Me alegro. Creo que tu iniciativa es poco honrada.
¡Carlos!
- Sí. - El Capitán Moore quiere verle.
- Dile que pase. - Sí, señor.
¿Y bien?
Nada nuevo, inspector.
Eso es lo que me dijo ayer y anteayer y el otro.
Tenemos que encontrar a esos tres periodistas.
¿Ha visto cómo nos están poniendo?
Hemos puesto toda la ciudad patas arriba.
Excusas, nada más que excusas, es lo único que me dan.
Más vale que se ponga...
- ¿Sí? - El Comisario al teléfono.
- ¿Quién? - El Comisario.
Otra vez él. Es la cuarta esta mañana.
Hola, Comisario.
No. El Capitán Moore acaba de llegar. No hay novedad.
¿Cómo que no? Cada día me sale con la misma canción.
¿Qué tiene, una pandilla de críos?
Sr. McLeary, no quiero ser el hazmerreír del Departamento
o encuentra a esos periodistas o...
¿Diga?
- El Alcalde al teléfono. - ¿El Alcalde?
- Sí, señor. - ¿No le ha dicho que no estoy?
- No, señor. - Bien, pásemelo.
Sí, señor.
Un momento, me llama otra vez el Alcalde.
¿Diga? Sí. Hola, jefe.
No, estaba hablando con el inspector McLeary.
Aún no hay nada.
¿Y Vd. A qué espera, Comisario?
¿A que esos periodistas aparezcan por sí solos?
Sí, sí, eso ya me lo ha dicho.
Quiero que haga una cosa. Póngase en marcha enseguida.
Tengo a todos los directores de periódico en mi oficina.
Sí, y hasta que aparezcan escribiré cada día un editorial.
Los reporteros no pueden buscar noticias sin guardaespaldas.
Tenga esto presente: No me responsabilizo
de la incompetencia de su Departamento.
Si no hace nada, tal vez el Gobierno lo haga.
El Gobernador llega esta tarde a la ciudad, él se ocupará.
Encuentre a esos periodistas o tendré que exigir su dimisión.
Nada más.
Oiga, McLeary, escuche con atención,
o encuentra a esos periodistas o le busco un sustituto.
¡Nada más!
Capitán,
dispone sólo de 24 horas para encontrar a esos periodistas.
Si falla, puede buscarse otro trabajo.
Eso es todo.
Sí, señor.
¿Qué haces aquí, Murphy?
Este muchacho sabe algo de los periodistas.
- Vamos, habla. - Me pasó una cosa muy rara.
Fui al muelle para entrevistar a un Conde o algo así
cuando dos tipos me metieron en un coche.
- ¿Qué pasó? - Me llevaron al Bronx.
- ¿Cómo escapaste? - Salí corriendo en un semáforo.
- ¿Y esos hombres? - No lo sé.
Tal vez yo sepa algo al respecto.
¿Cuándo pasó?
- El martes pasado. - Todo coincide.
Ken y yo trabajamos en el muelle la semana pasada,
el Dandy estaba allí recibiendo a alguien.
Tenía toda la banda. Creemos que trama algo.
Dave, el Dandy, ¿eh?
Esto empieza a parecerse a un departamento de policía.
Siéntese, quiero hablar con Vd.
A ver si os enteráis, no hago este ensayo por amor al arte.
La recepción es mañana por la noche.
Si no ensayáis ahora lo vais a enviar todo al cuerno.
Cada uno tiene su título, su frase, ya sabéis como va.
Aprendeos las frases, el juez ha sudado la gota gorda
para escribir cosas elegantes y no quiero que lo estropeéis.
Bueno, vamos. Empecemos.
No, no, no. Estáis tensos, estáis muy tensos.
Relajaos, venga, relajaos.
Butch, no dobles las rodillas, dóblate por la cintura.
Harry Caballo...
no tiene que parecer que vas a darle un puntapié.
No, sonríe. Venga, sigue sonriendo.
Figura que lo estáis pasando muy bien.
Eh, Louie Orejas, ¿qué demonio estás haciendo?
Se supone que eres el Embajador de Turquía, no un luchador.
Por favor, esto es horrible. Déjame en paz.
Cheesecake, ¿qué te pasa? ¿Es demasiado para ti?
- No, sé hacerlo bien, sólo que... - ¿Sólo que...?
Que soy tan bueno como Louie, el Orejas.
Si él es embajador, yo quiero ser rey.
Escucha, Secretario de interior es más que Embajador.
- ¿Sí? - Claro.
No te rías de mí, un secretario es un secretario.
Está bien, Presidente de la junta. ¿Te gusta más eso?
¿Presidente? Eso está mejor.
Juez, tenemos un nuevo Presidente de la junta.
Anotado.
Ven aquí, tú también, Mickey.
Representad vuestro papel.
Basta. Silencio todos, chicos. Callad.
A ver, Mickey es el Conde, ¿de acuerdo?
Venga, di tu frase.
- ¿Tengo que hacerle una reverencia? - Sí, tienes que hacerlo.
Está bien, está bien.
Conde...
es...
es un gran...
es un gran privi...
privi...
¿Qué estás diciendo? ¿Qué estás diciendo?
Es un gran privilegio, zopenco.
No sé decir memeces como estas. Escucha, Dandy,
- si el juez ha escrito... - Olvídame. Me estáis volviendo loco.
Bueno, ¿y vosotros qué? ¿Os rajáis?
Venga, ¿y ahora qué hacéis? ¡Ensayad!
Encantado de conocerle, Conde.
Hueles mal.
Elige.
- Cara - Cruz.
Me nombro, Rey de Siam.
A este paso pronto serás el Rey del Mundo.
Un momento, un momento. Silencio todos los invitados.
Callad. Que se calle todo el mundo.
Es mejor hacer las cosas una después de otra.
Dejad a un lado las frases por ahora y ensayad las reverencias.
Juez, ven a enseñar como se hacen las reverencias.
Abrid bien los ojos.
¿Veis cómo sus rodillas están rígidas?
Con la mano así. ¿No queda airoso?
Y esa sonrisa...
No es nada difícil hacerlo, ¿verdad?
Vamos, todo el mundo a probarlo, sin decir ni pío.
- Sólo el saludo. - Venga, sólo el saludo.
No me lo puedo creer.
Tú. Espera. ¿Dónde vas? Ven aquí.
Ya era hora de que aparecieras.
Le ruego que...
Todo lo malo se pega.
No te pases, te faltan horas de práctica.
Dejaos de peleas.
Estos chicos me volverán loco.
Sí, y no les haces ningún favor.
Hay que hacerlo, ¿me oyes? Ya basta, basta.
Un momento, todo el mundo quieto.
Vuestro problema es que no os lo tomáis en serio
y voy a deciros algo, va en serio, ¿me oís?
Y si alguien no lo cree así, ya puede ir desfilando.
Escuchadme, chicos, no quiero enfadarme,
pero hay que conseguirlo.
Y no por mí.
Nadie va a sacar tajada de esta farsa.
Happy cree que soy idiota.
Tal vez tenga razón. No lo sé.
Pero lo he empezado y tengo que acabarlo.
Por Annie Manzanas, ¿sabéis?
Está en un aprieto y nosotros la podemos ayudar.
Y si mañana por la noche algo se tuerce,
¿quién sabe qué hará la pobre?
Venga, a practicar. Y ponedle el corazón.
Vamos con el discurso de Annie Manzanas.
Las chicas haréis de Annie Manzanas, ¿eh?
Y que cada chico elija a una dama.
Os acaban de presentar a Annie. Venga, vamos.
Vamos, todo el mundo a organizarse.
Ahora toca saludar a Annie Manzanas. Ponedle más gracia.
- Alto todo el mundo. - Alto todo el mundo.
- ¡Calla! - ¡Calla!
Nos invaden los indios.
- Hola, Dandy. - Hola.
- ¿Qué está pasando aquí? - Nada que pueda interesarle.
Es curioso ver a toda la plantilla junta.
¿Es un delito que mis amigos vengan a verme?
No, de ninguna manera.
Os habéis vuelto muy finos, ¿eh?
Está bien, familia, podéis marcharos. Se acabó el ensayo.
¿Preparas una función?
- Sí. - Sí, una representación benéfica.
Buenas noches, Dandy.
Adiós.
Dandy, el Pez y todos los demás.
Sí, la banda en pleno.
¿No le preguntasteis por los periodistas?
Bien hecho.
- Sí, señor. - Mándeme a O'Brien y Gibbons.
Escuchad. Vosotros vigilad al Dandy,
y que no se entere.
Si veis algo raro avisadme inmediatamente.
Quiero un hombre detrás de cada uno de los secuaces del Dandy.
Sus nombres están en el archivo.
Usad el Departamento entero si es preciso.
Quiero que los vigilen las 24 horas del día. Ahora mismo.
A trabajar.
- Mamá. - Lo siento, cariño.
Anda, duerme. Buenas noches.
Buenas noches, mamá.
La música debe ser suave, melódica.
Nada de ruidos, ni estridencias.
El oído de nuestros huéspedes es muy delicado.
Tocarán a intervalos de 10 minutos. ¿Entendido, señores?
Muy bien, vamos allá.
- ¿Sus ayudantes? - Sí.
- ¿Conocen sus obligaciones? - Están al corriente de todo.
Excelente, john.
Ahora póngame un poco, aquí. Eso es.
Y aquí.
¿Tú crees que está todo? ¿Estoy bien?
- Quiero que todo sea perfecto. - Sí, señora.
Adelante.
Si es cierto lo que mis ojos ven,
me encuentro en presencia de un ángel.
Basta, juez.
Jamás, en toda mi cuestionable carrera,
posé mi mirada en una tal maravilla.
Ya basta juez, de verdad. ¿Cómo estoy?
Exquisita.
- ¿A qué hora vendrán? - A las ocho, mi amor.
- ¿Crees que lo harán bien? - ¿Si lo harán? Más les vale, si no...
Todos se han pasado ensayando día y noche para estar a punto.
- Estoy tan nerviosa. - Ya, ya, mi mariposa.
No te preocupes.
Y pase lo que pase yo seré tu ángel guardián.
- Déjalo en manos del viejo juez. - Eres tan bueno, tan bueno.
Dandy y sus hombres están en el Missouri Martin's
y han colgado el cartel de "cerrado".
No, no sé lo que andan tramando pero es muy raro.
Hay la tira de coches aparcados fuera.
No se te vayan a escapar ahora.
Y sobre todo, que el Dandy no se dé cuenta de que lo vigiláis.
Es un tipo muy sagaz. Está bien. Siga informándome.
- ¿Sí? - ¿Está Moore?
- Sí, señor. - Que se ponga.
Moore, al habla.
Moore, vaya preparando el equipo de asalto: 25 hombres,
ametralladoras, gases lacrimógenos.
- Tenemos algo gordo entre manos. - A la orden, señor.
A veces, Conde, me avergüenzo de mis compatriotas americanos
por la manera como idolatran y adulan las celebridades.
- Sí, es encantador. - Son como niños.
Se dará cuenta hoy, porque en su presencia
empezarán a tartamudear, se quedarán sin habla.
Le ruego que sea indulgente con ellos.
Por supuesto.
Diferentes países, diferentes características...
Y hablando del tema...
Existe una costumbre en mi país que los americanos desconocen.
Esperaba que Vd. Lo mencionara.
- ¿Cuál es Conde? - La dote, mi querido juez.
No hemos dicho nada sobre la dote.
- ¿La dote? - La dote.
La dote.
Me doy cuenta de que en América no lo consideran algo importante,
pero en mi país...
Una antigua costumbre española, ¿eh?
Sí, señor. Muy, muy antigua.
No sé que decirle, Conde. Esto no lo tenía previsto.
¿Cómo dice?
Decía que me ha cogido por sorpresa este asunto.
Es un tema delicado, ¿sabe Vd.?
¿Tiene bien presente con quién va a casar a su hijo?
Con una Manville, señor.
Descendiente del General de la Guerra de Liberación,
George Washington Manville. ¿Le habrá oído nombrar?
Lo siento, pero no.
Vaya, vaya, vaya. Qué extraño.
Y por parte de madre, procede de una gran familia.
¿Sabe que, de no ser por ellos,
no habría industria manzanera en América?
Sin duda, sin duda.
Pero mi hijo también desciende de una antigua y distinguida familia
y sin embargo, yo le doto con la suma de 50.000 dólares.
¿De verdad?
Tal vez Vd. Desee igualar esa suma.
Pues no sé que responder.
Por supuesto, si desea discutirlo...
Vaya, ¿qué es eso? Un billar.
¿Cómo no me dijo que tenía un billar?
¿juega Vd.?
¿Qué si juego? Señor, en Valencia soy un campeón.
Vaya, no me digas...
Tal vez, mientras llegan los invitados, podríamos...
Nada me complacería más, Conde.
Adelante.
- Respecto a la dote... - ¿Sí?
...se me ocurre que ya que los chicos irán a vivir a España con Vd...
Yo me hago cargo de toda la dote.
No, no, no. No pienso consentirlo.
Al fin y al cabo, sólo son 100.000 dólares.
Es cierto. Pero, ¿por qué va a asumir todo el gasto?
No, no es nada, en absoluto. Se lo aseguro, puedo permitírmelo.
Si es por eso, yo también.
Su generosidad va a avergonzarme.
Nada me complacería más que me consintiera pagarla a mí.
- No, de ninguna manera. - Pero deseo hacerlo...
No, no, no. Soy de la familia de la novia.
- Tengo derecho. - Señor, insisto en ello.
Deje de insistir. Podríamos discutir durante horas.
En América se zanjan las discusiones de otro modo.
Con monedas, palillos...
¿De qué se ríe, Conde?
Se me estaba ocurriendo que podría aprovecharme de Vd.
- ¿Sí? ¿Cómo? - Iba a sugerir el billar.
- Bueno, no veo por qué no. - No, no, no lo puedo hacer.
Sería una mala pasada.
Tal vez se equivoque. Lo podría intentar.
- ¿juega Vd. Bien? - ¿Qué si juego bien?
Prácticamente vivo de eso.
Se lo he advertido, señor.
Ya sabéis, andaos con pies de plomo. Y no bebáis, ¿entendido?
No durará más de 3 ó 4 horas. Toman el barco a media noche.
¿Todo el mundo recuerda bien quién es?
Sí.
¿Qué papel me toca a mí, Dave?
Tú, la mujer de moda en Nueva York, Missouri.
¿Qué pretendes, insultarme? Es el colmo, soy de la familia.
Porque si hay tío, también hay tía.
Os presento a la amante esposa de Dave, el Dandy Manville.
Vigila, Dandy, esta se te pega otra vez.
Está bien, Missouri, nada que objetar. Bueno, ya está.
Y recordad, botarates, se supone que sois caballeros, ¿de acuerdo?
Vamos, Happy.
Dave, estás haciendo una cosa maravillosa.
Y por eso, te quiero.
Esposa, ¿eh? Vamos, olvídate de mí.
Hola, Smiley.
Ten cuidado hay bofia. Te han seguido todo el día.
¿Qué pasa?
- ¿Qué ocurre, Dave? - Polis, polis a millares.
¿Polis? Dijiste que este asunto era trigo limpio.
- Más vale que la cosa no se tuerza... - ¡Calla!
Venga, Neil...
No podemos ir hasta el Marberry, nos seguirían.
- ¿Qué hacemos? - Nada. Lo dejamos.
Nada de dejarlo, estoy pensando.
¡Qué suerte!
Increíble, ¿no cree? Un golpe de suerte, la verdad.
¿Sabe que si hace ese punto ha ganado?
¿En serio? Pues lo tendré que hacer.
Me temo que es prácticamente imposible, Conde.
- Se puede hacer. - Sí, ¿está seguro?
Déle a la blanca con suavidad, que recorra la mesa
y golpee a la roja por ahí.
Es demasiado para mí, Conde.
Sólo un experto lo haría.
Disculpe, señor, su hermano le llama por teléfono.
- ¿Mi hermano David? - Sí, señor. Es muy importante.
Voy inmediatamente.
Lo ha logrado.
Pura suerte. Sólo suerte.
¿Diga? Sí, soy yo.
Felicítame, hermano David. Te he ahorrado 50.000 dólares.
Olvídate de eso. Escucha. Estamos atrapados.
Han rodeado el Missouri Martin's. Hay policías por todas partes.
¿Polis?
No me gusta este asunto, querido Dandy.
¿Sugieres que les monte la barraca y me pierda en la noche?
No te muevas de tu puesto.
Quédate y entretenlos hasta que se me ocurra lago.
Lo que tu digas, Dandy.
Pero quedarme aquí con este follón, no me gusta nada.
¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? ¿Qué ocurre, juez?
Nada, nada en absoluto, querida mía.
Te he oído. Te he oído decir algo sobre la policía.
- ¿No vendrán aquí, verdad? - No. Claro que no.
No me engañes, juez. Dime la verdad.
No te alteres de ese modo, tienes que calmarte.
Sí, pero soy yo la que tengo que saberlo.
No, no me engañes.
Iré allí dentro yo misma y les diré toda la verdad.
Toda la poli sigue ahí fuera.
Sí. Gracias.
¿Sabe a qué hora llegan los invitados?
No lo sé, señor.
- ¿Y podría decirme...? - No, señor.
¿Y ahora qué haremos?
¿Y si la policía se presenta aquí?
¿Qué les diré a todos? ¿Qué le diré a Louise?
No llores, Annie. La policía no va a venir.
Louise, mi pobrecita Louise.
Ella es sólo una niña buena e inocente.
- ¿No crees que es la verdad, juez? - Claro que sí.
Suponte...
Suponte que el Conde anula la boda.
Eso la mataría. Y me odiaría para siempre.
No digas tonterías, Annie.
Es horrible. Me ha pedido que le cuente
la historia de su padre.
No sé qué decirle.
No puedo contarle que...
que nunca me he casado, juez.
Calma, querida. No tendrás que contarle nada.
Todos estos años le he estado mintiendo
y ahora no soportaría la verdad. No, por favor...
- Annie, cálmate. ...que no lo sepa.
- No dejes que lo sepa. - Contrólate, Annie, por favor.
Escúcheme, ¿cree que hubiera venido si no fuera algo importante?
Fíese de mi palabra. Déjeme tranquilo esta noche.
¿Qué quiere, las llaves de la ciudad?
¿Qué hacen sus secuaces en el Missouri Martin's?
- Celebran un banquete. - Nada que pueda interesarles.
No puedo decirles nada.
De hacerlo comprendería lo absurdo de este alboroto.
Sólo necesito esta noche. Haré lo que quiera.
Le ayudaré a encontrar a los periodistas.
- Eso le interesa, ¿verdad? - Claro. ¿Dónde están?
Yo no los tengo, pero en cuanto haga correr la voz
los periodistas aparecerán sanos y salvos.
Retire a sus hombres del club hasta media noche.
Lo siento, Dandy, no es posible.
Toda la policía le hará de escolta hasta que aparezcan.
Está bien, si Vd. Lo prefiere así, voy a decirle algo.
Es verdad, tengo a esos periodistas
pero no les va a encontrar, ¿sabe?
No pienso dejarles libres hasta que llegue el momento.
- ¿Hacemos un trato? - Claro que haremos un trato.
Mac.
O sea que tiene a los periodista, ¿eh?
Lo supuse desde el principio. Arréstelos, se les caerá el pelo.
Se está metiendo en un buen lío.
Sí, señor, siempre se puede negociar con el Departamento de Policía.
- ¿Señor? - Póngame con el Alcalde.
No creo que lo encuentre, está en la fiesta del Gobernador.
Verá cómo lo encuentro en cuanto sepa que se trata de los periodistas.
No me sorprendería que el Alcalde aceptara hacer un trato.
Es posible que se lo deje en 15 años.
No exagere, ¿por qué mete al Alcalde en esto?
Quiere a los periodistas, ¿no?
Los periódicos lo han puesto como un trapo.
Ahora puede darles en el hocico.
¿Qué? Dile que es sobre los periodistas. Sí.
No hay nada sucio en este asunto.
Se troncharía si conociera la historia.
Sí, claro, ya empiezo a troncharme.
- Hola, jefe. - Un momento.
Antes de que hable con él le contaré la historia.
Puede que me crea un idiota pero es la pura realidad.
Oiga, ¿Vd. Cree en los cuentos de hadas?
¿Qué?
No, es inútil.
Antes muerto que ver cómo se ríe en mis narices.
Hable con el Alcalde, con quien quiera,
pero le advierto una cosa, no volverá a ver a los periodistas.
Hola, jefe. Sí, tengo a Dave, el Dandy, aquí.
Sí, sí. Admite que tiene a los periodistas.
¿Los tiene? Llama al Gobernador.
Gobernador.
Dave, el Dandy, admite tener a los periodistas.
Excelente. ¿Ya lo han arrestado?
Claro que lo habrá arrestado, Gobernador.
¿Qué cree que va a pasar ahora?
Mañana lo habrán soltado y no volverá a verle el pelo.
- Eso es ridículo. - Es como funciona esta ciudad.
¿Quién se ha creído qué es?
No se negocia con el Departamento de Policía.
Aquí tiene un ejemplo, quiere que negociemos.
Si le dejamos tranquilo esta noche los entregará.
- ¿Qué se ha creído? - No se altere.
Este es el procedimiento acostumbrado.
Traigan al Dandy aquí.
Sí, eso he dicho. Tráiganlo inmediatamente.
No se preocupe por mis invitados. Esto es más importante.
Ya que han criticado a la Administración,
veamos qué hacen ahora.
Les dejo al Dandy, pueden publicar su detención en primera página.
A un criminal así lo encerraría de por vida.
Ahora tiene la ocasión.
Conque todo iba a ser muy fácil, ¿eh?
Pregúntales si creen en cuentos de hadas.
Fíjate en sus caras.
Es un gran privilegio.
- Es un gran... - Basta, basta, Cheesecake.
Hemos quedado que podrías ser el padre eterno.
¿Por qué no lo haces como te han dicho?
- Lo haces cada vez peor, zopenco. - Shakespeare, estoy agotado.
¿Cómo quieres que haga un esfuerzo si estoy agotado?
Oye, negrero, repetimos lo mismo hace horas.
El Dandy ha dicho que practicáramos.
Pues todos a practicar.
Arriba todos. Poneos en pie.
Tenéis que hacerlo, acordaos.
Haced lo que os digo. ¿Me oís?
Cierra la puerta, Stewart. Vamos, Betty.
Ahora el saludo a Annie Manzanas.
Seguid practicando. No paréis.
Hola, Dandy.
Pero chico, aún estamos haciendo prácticas.
Ya lo hacemos muy bien.
De acuerdo, Dandy.
- Se lo diré. - ¿Qué pasa?
- El Dandy dice que se acabó. - No es posible. Todos...
Ha dicho que se acabó. Que devolváis los vestidos.
Vaya golpe para Annie.
Intentas hacer algo decente y no te dejan.
Pobre Annie.
Mamá...
Mamá...
¿Mamá, ocurre algo?
El Conde dice que quizás no se celebre la recepción.
¿No va a venir nadie?
Mi pequeña.
- Louise, cielo. - Sí, mamá.
Si ocurriera algo terrible, ¿odiarías a tu madre?
Mamá, no digas esas cosas.
Por favor, no digas esas cosas.
¿El Conde sigue aún en el salón?
Sí.
¿Annie, dónde vas? ¿Dónde vas, Annie?
Conde Romero,
quisiera hablar un momento con Vd., por favor.
Ya sabe que nada en el mundo me importa más
que Louise se case con su hijo. Es un gran muchacho.
Louise le quiere mucho. Le quiere profundamente.
Y estoy segura que él le corresponde.
Desde el día que nació
he perseguido únicamente un sólo propósito,
su felicidad.
Y cuando escribió diciéndome
que había encontrado su gran amor,
creo que me sentí la madre más feliz del mundo.
Conde Romero,
ha venido hasta aquí
para comprobar quiénes somos,
cómo es su familia y a saber de mí.
Lo comprendo.
Está en su perfecto derecho.
Vd. No sabía nada de nosotros.
Hubiera sido terrible, que una vez celebrada la boda,
hubiera descubierto que yo...
que su madre es alguien de quien avergonzarse.
Alguien de quien, incluso ella, se avergonzaría.
Eso son tonterías, mamá, tonterías.
Por eso deseaba hablar con Vd., Conde Romero,
porque quiero contarle todo sobre nosotros.
Tengo que decirle...
Su Excelencia el Alcalde.
Venga, Alcalde, haga su papel, la idea es suya.
Mi querida Sra. Manville, me alegro de volver a verla.
La última vez que nos vimos fue durante su exquisita fiesta
en Briarwood, fue inolvidable, brillante.
Y esta debe ser su encantadora hija.
El Conde Romero y su hijo Carlos.
¿Cómo está? Bienvenido a nuestra ciudad.
Le he reconocido enseguida. Le he visto en las noticias.
- Gracias. - Es un placer volver a verla, señora.
Encantado, señora.
- Es un milagro. - Dos milagros.
El Gobernador.
Su excelencia, el Gobernador.
¿Cómo dijo que se llama Annie Manzanas?
Sra. E. Worthington Manville.
- No lo olvides ahora. - No, no.
Sra. Manville,
no sé cómo expresar el placer,
el privilegio que representa para nosotros,
el asistir esta noche a su maravillosa recepción.
Su deliciosa hija, supongo.
El Gobernador nos lleva hasta el barco. No está mal, ¿eh?
Cuando era un crío nunca pudieron hacerme creer en Santa Claus.
Oye, papá, la policía nos escolta.
Son más cumplidos que en Valencia.
Tiene muchas influencias, amigo mío.
¿Por esto? No es nada, se lo aseguro.
Una mujer admirable y una increíble experiencia.
Me ha rejuvenecido 10 años.
Supongo, Gobernador, que estando en la ciudad
supervisará la investigación al Ayuntamiento.
No. Creo que he sido demasiado duro con ellos.
Creo que he sido algo impaciente con la Administración, señor Alcalde.
- Perdone mi actitud de esta noche. - No ha sido nada.
Que no se me olvide llamar mañana al Comisario.
Lo he martirizado mucho, al pobre.
Bueno, chicos, disculpadme si soy algo duro con vosotros
de vez en cuando. Ya sé que hacéis lo que podéis.
Está bien, Comisario, está bien.
Así es como va esta historia. ¿Está claro?
¿Y qué hay de nuestro rapto?
¿Quién ha dicho algo de rapto? Pillasteis una trompa. ¿Lo entendéis?
¿Trompa?
- Hemos de olvidarnos de esta historia. - Os perdisteis en una trompa.
¡La tienes!
Adiós.
Adiós, adiós, mamá.