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¿Cuáles han sido sus motivos
para dedicarle toda su vida a la Medicina?
Mi vocación no nació en relación a vínculos familiares
que fueran médicos, porque mi padre
fue combatiente de la guerra del 14
y mi madre fue refugiada de guerra.
Y surgió mi vocación cuando era muy chico,
tenía seis años y ya quería ser médico.
Y hoy todavía me lo estoy preguntando de dónde surgió eso.
Y tuve que esforzarme mucho porque
las condiciones económicas de mis padres eran muy precarias,
éramos pobres y comencé yo a trabajar a partir de cuarto año.
Es decir, que los últimos años de carrera tuve que trabajar
para poder pagarme los estudios.
De manera tal que mi sacrificio fue importante.
Y con eso uno valora más lo obtenido.
¿Y por qué Infectología?
Porque cuando yo ingresé acá (Hospital Muñiz) en el año 1952,
vine a hacer la materia. En esa época, "Infecciosas" era anual
y había que venir tres veces por semana, y a veces los sábados,
y a veces hasta los domingos nos daban clases de refuerzo.
Durante ese año yo tuve varios instructores.
Uno de ellos, al que yo lo veneré hasta su muerte,
fue el profesor Cohen. Me quería mucho
y yo di un examen sobresaliente
y entonces fui uno de los primeros estudiantes
practicantes de sala en este hospital.
No se utilizaba eso. No se ingresaba sino era médico.
Siempre me apasionó la Infectología
porque la Infectología y después la Medicina Tropical
es un poco un desafío a la aventura,
donde están las grandes patologías infecciosas
y tropicales y las enfermedades raras,
las dermatosis, por ejemplo, las úlceras, la lepra,
la tuberculosis, todas esas cosas que siempre
están dibujadas con un manto de misterio,
a lo Robinson Crusoe.
Pero, después me di cuenta de lo que hay que estudiar.
Después de recibido tenés que estudiar
muchas disciplinas que no son los postgrados comunes.
Cuando yo me fui a capacitar al extranjero
porque quería ser médico tropicalista, ahí sí fue la cosa seria.
Porque tuve que estudiar: bioclimopatología, edafología,
suelos, aguas, ingeniería sanitaria, estadística médica,
epidemiología, parasitología, matemática, física, meteorología.
Ya no era solamente reconocer el enfermo
sino que vos para poder explicarte
por qué hay paludismo en un área geográfica,
tenías que saber muchísimas otras cosas
que en la vida te la enseñaron en la facultad.
Me becó la Organización Panamericana de la Salud, la OPS,
que tenía sede en la Argentina y otra sede en Washington,
me permitió ir a países como, por ejemplo, Brasil,
pasé también por Africa, después por Centroamérica
y cuando ya volví para quedarme acá en el Hospital Muñiz,
ahí comencé a desarrollar la geografía médica
conforme a lo que había aprendido.
Y al poco tiempo de ya estar acá en el hospital,
comencé a incursionar en muchas de las provincias
del techo del norte: Salta, Jujuy, Formosa, Chaco,
Corrientes, Misiones, Santiago del Estero.
Y ahí comenzaron todos mis estudios en mi patria.
Y comencé con comunidades indígenas.
Las más azotadas porque eran nómades,
porque estaban desnutridas, marginadas,
tenían todas chagas, estaban tuberculosas.
Es decir, con un abandono típico de lo que son
las comunidades indígenas que todavía siguen marginadas
y reclamando sus tierras, ¿no? Eso no es novedad.
El blanco hizo mucho daño, evangelizó a los indígenas guaraníes,
pero también los castigó.
El hecho de que algún médico se ocupara de eso…
El primero fue Salvador Maza.
Cuéntenos algo sobre su experiencia con los aborígenes...
Mi experiencia comenzó en Formosa en el año '68.
Una comunidad religiosa evangelista me pidió
a través de un conocimiento que tenía con uno de los médicos
que eran los directores, me contrata para que yo
formara un equipo bajo mi dirección y que fuera con él
a Formosa, a Laguna Yacaré y Laguna Yema, cercana a Salta.
Una localidad donde estaba una comunidad indígena de Wichis.
Y entonces, yo llevé mi equipo de médicos y llevé un sociólogo,
y ahí estuvimos cerca de mes y medio metidos en plena selva,
en Laguna Yacaré. En donde, además de la evangelización
que continuaban estos pastores,
vino el primer relevamiento sanitario.
Tomamos una gran experiencia sobre las patologías
que tenía esa gente.
Y así comenzó mi interés por la patología indígena.
En lo cual había quedado trunca desde la muerte de Maza,
después nunca más nadie trabajó con ellos.
La cuestión que ese primer relevamiento fue publicado en Washington,
con beneplácito de parte de la Organización Panamericana de la Salud.
Y eso a mí me favoreció porque opté a otras becas, por calificación
y pude irme a otros países donde había otras comunidades indígenas
y así trabajé, entre ellos, Paraguay.
Trabajé con Tobas en Chaco,
con Guaraníes en Misiones y parte de Corrientes.
En total, estuve desde el año '68 hasta el '82 incursionando,
yendo y viniendo, cada dos, tres semanas, me iba una semana allá.
Y también tuve un pequeño paso por El Impenetrable,
que quedó pendiente. Y que ahora,
como me nombraron director de una carrera
en la Facultad del Noreste, en Corrientes,
es muy probable que forme recurso humano médico
para poder manejar las patologías en el Impenetrable.
Sobretodo con médicos chaqueños y correntinos.
Como yo dirijo un master en Medicina Tropical
en Chaco y Corrientes, a mí me beneficia,
porque yo formo recursos humanos.
Este mismo tipo de formación de recurso humanos
en el primer nivel de asistencia
que es atención primaria a la salud
de médicos, que yo les llamo
de "médicos infantes de marina",
una primer avanzada de reconocimiento de las enfermedades
antes de ser un súper especialista.
Así que si vos reconocés una lepra y después la derivás.
Pero no que te comés una lepra, te comés una tifoidea,
te comés una tuberculosis, entonces, ¿para qué servís?
La gran pregunta que hicimos siempre en Argentina es:
¿qué tipo de médico necesitamos nosotros?
No estamos formando médicos para la geografía médica.
Estamos formando médicos al tun tun.
Nosotros tenemos que formar médicos para que
después necesitamos tanto porcentaje del universo
de médicos de la Argentina egresados:
30% para el Sur, 50% para el Norte.
Así vos tenés un médico útil.
Sino, ¿para qué te sirve el médico?
Porque todos hacen lo mismo
o todos quieren ser especialistas
o todos quieren ser cardiólogos
y ¿quién rescata las verdaderas patologías
en su primera instancia?
Esa es mi filosofía operativa desde hace dieciséis años,
que estoy desarrollando en el Hospital Joaquín Castellano
de Güemes en Salta, como proyecto de APS.
Mi primer proyecto como académico fue
formar médicos nuevos en el primer nivel de rescate de patologías
oriundas de esas localidades que son los apeseistas.
Luego, si te querés especializar, fenómeno.
Pero primero tenés que tener un buen caudal de médicos
útiles para esas necesidades. Cosa que hace Cuba, Brasil.
Los sueldos de los médicos apeseistas tienen que ser buenos.
Porque vos te vas al infierno donde no hay nadie,
te vas con tu familia,
y el Estado tiene que responder por vos sí o sí.
Además, no se pueden formar muchos médicos por año,
son tres años de residencia conmigo allá en Salta.
En Neuquén se hace muy bien,
es un modelo en la atención primaria.
Ellos formaban buenos ruralistas.
Es decir, que la Argentina tiene eso.
Pero la Argentina tiene que armonizar, todavía no armonizó.
Mientras que no lo haga siempre vas a tener
que vas a La Rioja y tenés un bache,
o vas a Catamarca y tenés un bache así.
Mismo Salta o Jujuy y tenés hospitales
que no responden a las necesidades.
Eso a mí no me incumbe porque yo no hago política,
para eso están los políticos, para eso se los vota.
Yo sí te formo el médico, y yo sé cómo formarlo.
Hoy universidades, por ejemplo, como en Córdoba,
en Tucumán, y ahora en Corrientes a partir de mi primera incursión.
Y después, claro, yo también enseño la excelencia,
el master de Medicina Tropical que es la excelencia.
Pero a mí lo que me urge es formar el otro.
También estuvo trabajando en Africa…
Había una organización no gubernamental,
creo desapareció al menos en Africa, la destruyeron,
que era Médicos en Catástrofes.
Tenían una alta tasa de letalidad de los pacientes que atendían,
había tres hospitales con pabellones argentinos.
Entonces, el director llama a la Cancillería
pidiendo un especialista que fuera a formar
recursos humanos en medicina tropical.
Y entonces, me llamaron a mí.
Yo fui por las Naciones Unidas y por el ACNUR,
y me voy a Ruanda, que había terminado la guerra
pero seguían matándose.
Y estuve un tiempo ahí en Africa formando
nuevos médicos para el reconocimiento,
al menos del primer nivel, porque ahí se morían todos.
La cuestión que fue una experiencia
donde saqué mucha información
y hubo una nueva experiencia vivida
de ver cosas que no estaban en otros países.
¿Alguna vivencia en particular que recuerde?
Yo vi morir por virus Ebola, por tifoidea perforada,
acá también pero allá es mucho más,
vi paludismo por falciparum,
comas cerebrales que morían todos.
He visto mucha lepra, el linfoma de Burkitt
que es un tumor maligno que les destruye la cara,
chicos o personas que han tenido varios ataques de paludismo
por falciparum, y acá hasta ahora hubo un solo caso
en el Cono Sur del linfoma de Burkitt.
En fin, yo me sentí útil, muy orgulloso de lo que hacía
y, realmente, hice lo que tenía que hacer.
Y esa experiencia de Africa para mí fue muy, muy importante.
¿De qué modo su elección por las enfermedades infecciosas
es también una elección por las personas
más desprotegidas de la sociedad?
Ese es un principio de filosofía de vida.
Mis padres me enseñaron a respetar el dolor
a través del hombre pobre y respetar
el principio del derecho y del deber,
que es un principio sociológico, y es un principio socialista.
Yo mamé esa filosofía de prodigarse y de buscar el bien
que es un acto cristiano, como puede ser un acto mahometano,
o judío, o budista. Los actos de bondad
no tienen solamente un líder.
Mahatma Gandhi no fue Jesucristo y sin embargo hizo mucho bien.
El Buda también y Mahoma también.
Los grandes líderes sociales fueron todos socialistas.
Nuestros grandes próceres fueron socialistas.
Nuestra Constitución Nacional donde
se estimula el ejercicio de la igualdad social,
yo no sé cómo puede llamarse eso.
Lo que pasa que no se practica.
Entonces, cuando vine acá, a este hospital,
y comencé a ver todo lo que veía.
Los crotos llenos de úlceras, llenos de gusanos,
con las miasis, tuberculosos, leprosos, tétano...
Por eso se llamó el Gran Lazareto.
El hospital Muñiz fue creado a imagen y semejanza
de hospitales franceses de la guerra.
Era reservorio de las grandes infectopatías como gangrena,
tétanos, lo más desgraciado que podía suceder
desde el punto de vista sanitario caía en este hospital.
Era un desafío.
Por eso en de este hospital, aquel que aguantaba más de un año,
pero era un infante de marina con todo.
Era estudiar mucho, vivir acá adentro,
trabajar como loco para poder acceder a un puestito
como médico de sala, nada más.
El trato de nuestros jefes, que eran muy rígidos,
te exigían estudiar mucho.
Yo a veces venía a las dos de la mañana
a ver una varicela complicada,
porque al otro día tenía que responderle al jefe
por qué se complicó porque sino me echaban por la ventana.
Yo tenía mucho orgullo de ser médico,
porque en esa época un pobre no era médico.
Acá los que eran médicos eran hijos de ricos,
o hijos de doble apellido... Mentira que entraban los pobres.
Yo tenía que trabajar de noche para poder pagar la matrícula.
El argentino tiene muy mala memoria.
Este es un país que, realmente, sigue teniendo muchos desajustes,
muchas irregularidades, cosas mal hechas
y en donde no creo que acá haya mucho patriotismo.
Mentira.
¿Ni en el fútbol?
Ni aún jugando al fútbol.
Los únicos nacionalistas que yo he visto
son gente del interior del norte.
Cuanto más sufren más nacionalistas son.
Andá a ver cuánto son de nacionalistas los del Sur.
Donde hay un gran bienestar económico.
Porque, en todas las provincias están los cuatro o cinco terratenientes
que son los que mandan y son los dueños de la provincia,
y después están los otros que son los pobres tipos.
Entonces, en esa pobreza, ahí es donde vos vas a ver
la lealtad por la tierra.
Vas a ver mucho respeto por esa Pachamama,
por más que sean analfabetos.
Esa gente fue la más maltratada
y sin embargo siguen agachándose y respetando
la madre tierra que es la que da la vida, la muerte,
las enfermedades y todo.
Donde hay un gran poder adquisitivo no hay tanto nacionalismo.
Mentira. Yo lo conozco, porque yo he estado.
Y no un día ni he estado como turista, he estado viviendo.
Hasta he llegado a ver amamantándose
una criatura por una perra.
Yo lo he visto. Mataca.
¿Y a qué atribuye esta falta de nacionalismo?
Educación. En los últimos treinta años
se ha descuidado mucho la educación.
Si vos en este momento a un chico de tercer grado
le preguntás el contenido de "Facundo",
no tiene la menor idea ni tampoco le interesa.
¿Cuántos chicos en el Norte tienen acceso a las escuelas?
Cuando vos vas por esos pueblitos que ¡por favor!
tenés que caminar tres horas para ir a la escuela.
La falta de educación es porque,
quizás, a muchos no le interesa educar.
La educación es para mí el pilar fundamental
del nacionalismo de un pueblo.
Donde no se ejerce la educación,
ese país no puede crecer, aquí y en Pekín.
Educación.
Acá no hay ejemplo docente.
Y si a eso agregamos que hoy el maestro de escuela
se ha desacreditado, y en donde
ya un familiar lo agrede, se terminaron los valores.
Por eso, es un país que se ha estancado en una mediocracia,
sobretodo educacional,
en un cataclismo económico.
No hay verdaderos proyectos ni de salud,
ni de educación, ni de desarrollo.
Entonces, vos te das cuenta que hay
una gran falla, que realmente
no somos leales con nosotros mismos.
Hoy sube un gobierno, mañana sube el otro y dice:
"Este gobierno fueron todos oligofrénicos,
nosotros somos más inteligentes de todos",
y hacen lo que quieren.
Entonces, no hay continuidad de proyectos.
Vos fijate que en Europa, sube derecha, sube izquierda,
hay una línea de conducta.
"Este proyecto no lo toca ni Dios" y no lo toca nadie.
Acá no. Ahora va a cambiar otra vez la educación,
va a cambiar ahora la política económica,
ya lo dijo este tipo. Entonces,
que Dios me perdone, yo
no tengo credibilidad para la Argentina.
¿Cuáles cree que serán las patologías infecciosas
del futuro cercano?
Y algunas virósicas de animales
que hasta ahora no se ha documentado
ni se han notificado como tales.
Después, enfermedades que brotan nuevamente,
como el caso del cólera.
Esas se llaman re emergentes, porque ya estuvieron y vuelven.
El cólera no depende sólo del bicho.
Cuando hay un sociograma apto para que haya esto
que son: condiciones higiénicas deplorables,
necesidades básicas insatisfechas, poca educación,
analfabetismo, tomar agua contaminada.
Es difícil que pueda aparecer en el Sheraton.
Entonces, dejémonos de macanas.
¿Qué habilidades y competencias del médico
ya no son necesarias?
Hoy cada país tiene que diseñar
el modelo de médico que quiere, punto uno.
Y dentro de ese modelo de médico tenés que injertarle,
imponerle, o enseñarle todas las fortalezas y habilidades
necesarias para lo que va a hacer.
No tiene que ser un especialista para tener fortalezas
o habilidades para desempeñ*** como un médico útil.
El diseño de médico futuro lo tiene que decir el proyecto de Estado.
¿Qué médico necesito para los próximos veinte años? Y basta.
Y aquí nadie más abre la boca. Y si no te gusta,
"Ay, porque yo voy a ser el mejor cirujano de mano derecha",
"Y sí, acá no. Acá usted se va a recibir de médico
y va a tener que ir tres años a laburar acá",
"Ah, yo no quiero",
"Mucho gusto, primero, acá no estudia,
si tiene plata váyase a la miércoles, yo no lo voy a detener.
Pero si usted está acá va a tener que trabajar para el país".
Lo que hacen en muchos países.
Después que trabaja para el país, "¿quiere seguir esto?",
"No, me quiero especializar",
"Mucho gusto".
Acá en este país no le podemos dar especialización.
O sí, porque necesitamos dermatólogos. Muy bien.
Le vamos a hacer un master en dermatología.
No necesitamos cardiólogos porque
estamos hasta acá de cardiólogos y de cardiocirujanos. Y basta".
Yo necesito que me cubran sanitariamente los Valles Calchaquíes,
¿Quién me lo cubre? ¿Un cirujano cardiovascular?
¿Un master en cirugía plástica? Ni un epidemiólogo.
Yo necesito un tipo de terreno,
porque el epidemiólogo ya tiene una altitud.
No existe ese proyecto.
Nadie sabe cuántos necesitan los Valles Calchaquíes.
Y nadie sabe cuántos médicos necesita el Sur.
Todos se van a Sur porque se llenan de plata, ¿o no?
¿O yo no la conozco esta?
Es menester diseñar el próximo modelo
de médico en la Argentina para los próximos treinta años.
Conforme a las necesidades sanitarias en las cuales se estudiará,
de acuerdo a los registros, a las estadísticas,
a las tendencias, al bioclima, todo lo que vos quieras.
Y que no me quieran vender más nada
porque todo lo demás es todo mentira.
¿Y quién lo dijo? Un tipo que estuvo
cincuenta y cinco años de médico
y estuvo treinta y tres años yendo al campo
y a distintas zonas del país.
Además de la medicina se dedica a las artes plásticas…
Sí, yo en el año '78, '79 comencé a pintar.
Varias exposiciones hice.
Y nosotros estamos centralizados en el AMCA,
la Asociación Médica de Cultura Artística
que nuclea a todos los profesionales de la salud.
Y lo que pinto más es surrealismo.
Y yo escribo también. He escrito cuentos, me encanta a mí.
Lo mismo que me encantan las ciencias exactas.
Yo ahora estoy estudiando análisis matemático con mi edad
porque a mí me hace feliz, me devuelve otra vez
la capacidad del gran razonamiento.
Cuando vos sos joven razonás más fluidamente,
cuando sos grande tenés que tener comodines o muletillas.
Una de las muletillas es lo que a mí siempre me gustó:
las matemáticas y el dibujo.
Yo cuando era pibe dibujaba muy bien.
.¿Qué le da la escritura y la pintura que no le da la medicina?
Me da una serenidad...
Me descolocan del mundo de la sociedad de consumo.
Cosa que yo necesito evadirme,
porque ya me tiene podrido la sociedad de consumo
porque es pervertida, implacable, fría, insensible,
mediocre, desidiosa, te transmiten inseguridad,
te transmiten lo malo para poder crecer.
Y como yo ahora soy jubilado
decido por lo que me da la gana a mí.
Es fácil.
.¿Qué punto de confluencia ve entre el arte y la medicina?
Y siempre, vos fijate que Picasso
tuvo una época que fue la época cobalto,
que pintaba enfermos, lo mismo que Van Gogh.
Y yo que hago surrealismo,
mucho también me inspiro
en los grandes problemas sociales o sanitarios.
No olvidemos que el ejercicio de la medicina es un arte
tan profundo, tan difícil,
vos necesitás un escape, porque
todo lo que hacés es material.
Como decía un gran médico argentino,
vos no podés utilizar el espíritu, el corazón
y el sentimiento cuando ves un enfermo,
porque sino no vivís dos días.
Entonces, después vos necesitás desarrollar lo otro.
Y el arte es una forma de desarrollar lo que te impide
el ejercicio de una profesión implacable,
dura, ingrata como la medicina.
La medicina no tiene nada de grato,
ni aún pegando el diagnóstico, ni aún ganando mucha plata.
Es muy ingrata, muy, muy ingrata.
Usted no cobra por seguir viniendo al Hospital Muñiz...
No, un peso. Ni cobro en la academia.
Yo apenas cobro cuando enseño mi master,
me pagan el viaje en avión y el hotel.
Pero más nada, me pagan chauchas.
Yo creo que fui un verdadero operario de la salud,
pero vivo de mi jubilación.
No hago ningún tipo de excesos, vivo una vida normal.
Soy muy introvertido, me gusta estar mucho tiempo solo.
Pinto o escribo.
Ahora estoy escribiendo mis memorias
porque me las pidieron.
Escribo mis cuentos también, quiero rescatar todo eso.
Hago gimnasia. Y voy pensando y voy escribiendo
en papelitos, y después lo pongo todo en la computadora
y entonces: "Bueno, a ver, ¿cómo empiezo?".
Yo soy una mezcla de razas.
Mi madre era del Imperio Austro-Húngaro, mi madre era eslava
e hijo de italiano calabrés, te podés imaginar.
Mi padre era un coloso, autodidacta,
porque la guerra lo destruyó a él, dejó de estudiar.
Estudiaba Ciencias Económicas,
se escapó porque los Camisas Negras
y los fascistas lo persiguieron.
Arruinó su vida por un principio socialista.
Toda la guerra era oficial de caballería,
vino a América. Era payador,
con la mandolina y otros amigos hacían serenatas
y cobraban unos pesos en las ventanas de las chicas,
era periodista, todo autodidacta.
Fue tenedor de libros porque no podía estudiar
un extranjero en la facultad.
Mirá qué facultad para el pueblo, facultad de las pelotas,
para ellos era, para los fascistas. Era poeta...
Mi madre no, mi madre tuvo tercer grado,
fue prisionera de guerra cuatro años,
porque a los trece años la tuvieron prisionera.
La declararon libre después que tenía diecinueve años,
casi veinte. Sufrió muchísimo, muy pobre.
Vino acá de mucama,
tenía una memoria espectacular.
Y ella me contaba los cuentos para que yo los memorizara.
Cuando yo tuve oportunidad me dijo mi viejo:
"¿ Y no querés estudiar ingeniería vos que tenés facilidad?",
"No, yo quiero ser médico"
El ya sabía que desde los seis años ya quería ser médico.
Y ahí empezó la odisea ¿no?
Acá hay muchos médicos y mucha historia de médicos
que han sido pioneros mundiales
y que no se los nombra, porque los han olvidado,
porque a nadie le importa tres pelotas decirlo:
que acá hubo un IORC que fue el mejor patólogo
de medicina tropical, el mejor patólogo;
o un Salvador Maza, ¿Quién habla de Salvador Maza?
Nadie. Más te voy a decir, te digo la última:
¿vos sabés cómo desapareció la MEPRA?
Abrieron la ventana empezaron a tirar microscopios,
libros, quemaron muchas cosas,
tiraron todo a la mierda, se perdió todo.
Y se rescataron veintipico de tomos
que fueron a parar a un boliche de barrio de la calle Chile,
donde en alguna oportunidad yo iba a comer, así, apurado
una comida rápida y vi una mesa redonda llena de libros.
Y cuando los vi enseguida dije:
"Pero a estos libros yo los reconozco",
porque claro, los había tenido acá en el Malbrán,
los había tenido acá en el hospital.
Los anales de patología regional de la MEPRA.
Estaban tirados en el boliche.
Y digo: "Pero dígame estos…",
"Y, no, me los dieron a mí, ¿usted los quiere?",
"Y, yo soy médico" , "Y, doctor, lléveselo, está lleno de polvo acá".
Fijate qué grave cosa te estoy diciendo.
¿Dónde está el respeto por un tipo que murió
y que fue pionero en el mundo del Chagas,
porque las descripciones de él las dicen en todos lados, hasta en China.
¿Qué mensaje le daría a las nuevas generaciones de médicos?
Lo primero y fundamental es que después del juramento
mantenga un ejercicio digno de la medicina.
No hay cosa más difícil ni cosa más bella de que ejercer la medicina en forma digna.
Y, sobre todo, hoy que tenemos tan poco tiempo para examinar al paciente,
apenas diez o quince minutos.
No vale solamente con pensar de que uno puede curar a un paciente dando medicamentos,
sino también la caridad, el consejo oportuno, el preocuparse por los otros grandes problemas
que también enferman el alma o el espíritu de un paciente.
El médico tiene responsabilidad civil y médica que es,
además de mejorar la condición humana,
la calidad de vida que hace al bienestar,
debe propender a buscar en el futuro en esa comunidad un bien ser,
que no es lo mismo que el bienestar.
Y el bien ser solamente se puede conseguir cuando uno protege el ejercicio de la dignidad
en una comunidad determinada. Y eso también es salud.
Salud que, de acuerdo a la definición de la OMS que es “el completo estado de bienestar físico,
psíquico y espiritual, y no solamente ausencia de enfermedad o invalidez”.
La salud del alma es tan importante como la salud física.