Tip:
Highlight text to annotate it
X
LA LETRA ESCARLATA
Arthur.
Hermano Metacomet, que el noble
espíritu de
tu padre Massasoit...
vuele con las águilas.
Metacomet...
Gracias a
la amistad de tu padre,
hemos sobrevivido aquí.
Mi padre debía haberlos dejado...
morir.
Eres...
el único...
que viene a nosotros...
con el corazón en la mano.
¡Pero tu gente ha asesinado...
a mi padre...
con sus mentiras!
Me llamo Pearl.
Esta es la historia
de mi madre, Hester Prynne.
En el año del Señor 1666,
llegó a la Colonia
de la Bahía de Massachusetts
con la esperanza de que al fin,
en este nuevo mundo,
alcanzaría la libertad de culto,
sin miedos ni persecuciones.
Estimado colega...
¡El trabajo le sienta bien!
Su fama le precede, señor.
Gobernador...
Le presento
al Reverendo Thomas Cheever.
Bienvenido.
Ha sido un largo viaje.
Tras tres meses en el mar,
la fe o bien te abandona,
o se fortalece.
Permítame presentarle a una señora
que ha viajado con nosotros.
- Señora...
- Hester Prynne.
Disculpe el estado
de mis manos, señora.
Pero en las colonias,
todos trabajamos.
Estoy deseando trabajar duro.
Dice el Salmo 92: ''Triunfaré
con el trabajo de tus manos.''
Puede citar las Escrituras.
Sí, Reverendo, ambos Testamentos.
Mi marido me los enseñó.
Debe descansar.
Luego le enseñaré
nuestros logros.
Gracias.
- Entonces, es la Sra. Prynne.
- Sí, sí.
Prefiero que me llamen Hester.
Bienvenida, Hester.
Me hubiese gustado verlo antes,
cuando era una tierra
salvaje.
Señora,
aquí debería vestirse
con menos encajes.
¿De verdad, Reverendo?
Señor del universo,
te damos las gracias
por esta abundante comida
y por los nuevos discípulos
que la comparten con nosotros.
- Amen.
- Amen.
Bien, Gobernador.
Estoy ansioso por saber
qué tal le fue con Metacomet.
Bueno, Metacomet
no es Massassoit, Mayor.
Pero si respetamos
lo que acordamos con su padre,
no hay peligro.
Para acabar con
nuestra complacencia,
Dios nos envía una señal.
Cuando zarpamos,
sus cartas decían
que había paz con los salvajes.
Bueno...
Me temo que la paz
con los Wampanoag ha acabado.
Mayor...
Estamos asustando
a los recién llegados.
Hemos oído hablar mucho
de su éxito
con los indios conversos.
Estoy deseando conocer
al Rdo. Dimmesdale
y a sus conversos.
Los enanos de la camada...
¡El tesoro de Dimmesdale!
A algunos
no nos parece bien.
Señora Prynne,
espero que se quedará
con nosotros
hasta que llegue su marido.
Es usted muy amable,
pero quiero buscar
una casa propia
lo antes posible.
¿Usted sola?
Sí, claro.
No consideramos adecuado
que una joven viva sola.
He venido a prepararlo todo
para cuando llegue mi marido...
y eso pienso hacer.
Señora Prynne...
Nuestras reglas pueden parecerle
arbitrarias al recién llegado,
pero desgraciadamente
hemos aprendido
que sin un orden absoluto
no sobreviviremos aquí.
Reglas, señora Prynne.
Orden.
Supervivencia.
¿Quiere que desobedezca
a mi marido?
- Yo...
- Reverendo, le agradará
conocer a mi hijo, Brewster.
Ha estudiado teología.
Harvard no era suficiente
para él
y volvió para hacer fortuna como...
Todos esos hijos de Pastores
que rezan a Dios
en sus sueños.
Cada uno tiene su lugar.
- Buenos días, Sra. Prynne.
- Buenos días.
¡Así que viene a escandalizar
al pueblo!
¡Vamos!
¡Muy bien!
Confieso...
que me siento solo
entre tanto conformista.
¿Por dónde empezamos?
Por el acantilado.
Eso está descartado.
¿Por qué?
Nadie ha vivido
al borde del mar
desde que los indios
arrasaron Ballinger's Point.
Empezaremos por ahí.
Bueno, si se empeña.
¿Es aquí, Brewster?
Es precioso.
Intentaba imaginar
cómo era su vida
antes de llegar
al nuevo mundo.
¿Porqué la envió
su marido,
sola ?
¿Sería para ponera prueba
su lealtad,
su espíritu?
¿ O había algo en él
que le incitaba a poner trampas
a la gente
para que cayese en ellas?
¡Es perfecto!
Con un carro y un mosquete,
tendría un hogar.
Un carro, un caballo,
una horca, un arado...
Sé de cosas mucho mejores
que estas bonitas manos
podrían hacer.
Necesitaré jornaleros,
al menos dos.
- Habrá que drenar la tierra.
- Es muy voluntariosa.
Debe de ser hereditario.
Al parecer su padre
también lo era.
¿Es cierto
que se endeudó con su marido
y usted constituyó el pago?
Lo que he dicho
la ha molestado.
Lo siento.
Lo siento de veras.
¡Qué hermosa es usted!
¡Me ha hecho daño!
Perfecto.
Así no volverá a hacerlo.
¿Faith?
¿Prudence?
¿Sabes que la Sra. Prynne
tiene una bañera?
¿Qué es? ¿Francesa?
Dos chelines.
¿Quién da dos chelines?
¿Dos, dos y medio?
Vamos caballeros,
¿quién sube a tres?
¿Tres chelines?
¿Tres chelines?
¿Alguien más?
¿Alguien más?
Han ofrecido tres chelines.
¿Más ofertas?
Vendido al caballero
por tres chelines.
- Ahora tenemos éste...
- Esos dos.
¿Cuánto les queda de contrato?
Unos tres años, pero...
¿no debería ser su marido
quien hable conmigo?
¿No le parece bueno
mi dinero?
Su dinero es de lo mejorcito,
señora.
Y si me da un buen precio,
añado la niña del pañuelo rojo.
¡Una esclava!
Pero no habla, si eso
le preocupa. Nació así.
Deme su precio.
Si va a adentrase en el bosque
la acompañaremos.
No se preocupe, Sr. Bobbin.
No iré lejos.
¿Sra. Prynne?
¿Sra. Prynne?
¿Sra. Prynne?
¿Dónde está?
¿Sra. Prynne, dónde está?
La encontré.
- No es cierto.
- Sí lo es.
- No es cierto.
- Sí lo es.
Sra. Prynne...
¿Ha olvidado
que hoy es domingo?
Claro que no.
Discúlpenme.
Hemos venido
para acompañarla a la iglesia.
Muchas gracias.
Por favor, vayan sin mí...
Yo iré enseguida.
Dese prisa.
Sí, señor.
Muy bien...
Vamos.
¡Dios mío!
Atrás. Atrás.
¡Vamos, atrás!
Vamos. Vamos, atrás.
Buenos días.
¿Puedo ayudarla en algo?
No desde ahí.
Vamos.
Vamos.
Tranquila, tranquila.
Esta yegua no me entiende.
Déjeme intentar.
Vamos, vamos.
¡Vamos, atrás!
Vamos, vamos.
Vamos, vamos.
Está demasiado hundido.
No lo conseguirá.
Déjeme intentar con esto.
Espero que consiga sacarlo.
Llego tarde al oficio
y bastante hablan ya de mí.
He estado fuera y no he oído
los últimos chismorreos.
He comprado la casa de
Ballinger's Point.
Entonces...
Le debo una disculpa.
He entrado en sus tierras.
Suelo bañarme en la punta.
¿Sí? Bueno, no le cobraré
demasiado.
¡Vamos, atrás!
- Atrás.
- Uno...
Dos...
Dos. Tres.
No conseguiremos sacar el carro,
a menos que vaya a por ayuda.
¿Quiere venir conmigo?
¿En su caballo?
Sí, a menos que sepa montar.
Sé montar.
Coja usted mi caballo
y yo cogeré el suyo.
Hay un atajo que lleva al templo,
pero el camino es difícil.
Me las arreglaré.
- ¿Está segura?
- Basta con que me enseñe el camino.
¡Vamos! ¡Vamos!
¡Vamos! ¡Vamos!
Que Dios la acompañe.
Estoy seguro
de que ya lo hace.
Pero no viene usted...
Feliz domingo a todos.
Amigos...
y compañeros de viaje...
en el más extraordinario
de los sueños...
hemos sido designados,
como en el antiguo lsrael,
para servir de ejemplo.
Pero para edificar
con éxito nuestro nuevo Jerusalén,
nuestra ''Ciudad de la Colina''...
el poder del amor...
sí, de Su Divino Amor,
debe unir nuestros corazones.
lngleses e indios,
propietarios y peones,
hombres libres y esclavos,
debemos ser
un ejemplo para todo el mundo,
para que se asombre y proclame:
''¡Aquí...
está la perfección!
¡Aquí...
viven los elegidos de Dios!''
Pero no estamos superando
la prueba.
¡Estamos fracasando!
¿Y por qué?
Porque ambicionamos...
no...
codiciamos
lo que no es nuestro:
las fértiles tierras
de nuestros hermanos indios,
bien sea por gloria,
por provecho, o por venganza.
¿Tendré que leeros el secreto
de cada corazón?
Lo haré si queréis.
Lo haré si queréis.
¡Revelaré vuestros secretos
ante los ojos de Dios!
Vuestra codicia es Mi enemigo,
dijo el Señor.
Pues sólo Yo os utilizaré,
sólo Yo os colmaré.
¡Y si os negáis a acatar
Mis mandamientos,
Mi puño
caerá sobre vosotros
como una piedra!
Y Mi espada os despedazará,
y vuestro recuerdo
será inmolado
y desaparecerá
para siempre jamás!
Que Dios bendiga
a cada uno de vosotros.
Amén.
Amén.
Permítame que le presente
a una recién llegada,
La Sra. Roger Prynne.
¿La Sra. Roger...?
Sí, su marido, un afamado médico,
llegará antes de...
El Reverendo y yo ya nos...
La ayudé cuando su carro
se atascó en el bosque.
Me ha gustado mucho su sermón.
Un hombre tan joven no suele hablar
tan apasionadamente.
Por la razón que sea,
hoy me sentía inspirado.
Les damos la bienvenida
a usted y a su marido.
¡Madre! ¡Madre!
Aquí está, Hester.
Este es Alce Veloz,
el maestro de escuela.
Querrá usted tomar
algún refesco.
¿Enseña también inglés,
Sr. Alce Veloz?
Aquí me llaman John o Johnny.
Lo intentamos, pero los ingleses
son algo torpes.
¿Torpes?
Johnny es un bromista,
fue nuestro primer converso.
Mi mejor amigo aquí.
Arthur...
- Esta es la Señora...
- Ya nos conocemos.
Discúlpenme.
Es parecido a nuestro país.
Pero tras esos árboles
vislumbro violencia,
pasiones salvajes,
tenebrosas y descontroladas.
Reverendo Dimmesdale,
¿conoce a nuestra amiga?
Sí, nos conocemos.
La Sra. Prynne y yo
viajamos en el mismo barco.
Me casaré con él.
No es verdad, yo me casaré
con él, ¿verdad?
- ¿Casarte con quién?
- ¡Con el Rdo. Dimmesdale, claro!
''Una Breve Descripción
del Juicio Final''.
Vaya, ''Manual de la Disciplina
de la lglesia''.
¡Vaya libros!
''Manual para el Cuidado...''
''de los Animales.''
Creo que ya nos conocemos.
Sí, yo...
Lo siento, no me di cuenta...
Debí decirle que estaba aquí.
¿Qué está leyendo?
- ''Comus'', de John...
- John Milton.
Lo conozco, lo he leído.
¿Sí?
No sólo me dedico
a coser y bordar.
En cuanto tengo un momento, leo.
A mí me ocurre lo mismo.
He leído todos estos libros.
Algunos de ellos varias veces.
¿lncluso ''Cuidado de los Animales''?
Es de lo más emocionante.
Así que... ¿le gustó de verdad
mi sermón?
Sí. Fue muy hábil.
Su congregación le respeta mucho.
No le gustó. Aquí no estamos
a la altura de Londres.
Al contrario, ya le dije
que su pasión me conmovió.
¿Y...?
Bueno...
Cuando golpeó su mano con el puño
y cortó el aire
como con una espada,
me pregunté...
qué dolor se ocultaba
tras tan vibrante oratoria.
No se muerde usted la lengua,
Sra. Prynne.
¿Y si lo hiciese, Reverendo,
de qué serviría?
Y yo que pensaba
que el comprender a Dios
sería mi mayor reto...
¿Sí, Reverendo?
Esta mañana, en el bosque,
¿por qué no dijo
que estaba casada?
¿Por qué no dijo
que era Pastor?
Que tenga un buen día.
Buenos días, Sra. Prynne.
Buenos días.
¿le apetece un vaso de sidra?
Parece que vamos a ser vecinas.
¿Le gustó el sermón
de esta mañana?
De donde yo me sentaba
parecía gustarle.
Me gustó mucho.
El joven Pastor
me pareció muy...
¿Guapo?
Harriet Hibbons.
¿Ruth?
Mucho gusto.
Venga a conocer a gente
que no fue invitada
a la fiesta del Gobernador.
Sally Short, la Sra. Prynne.
Mucho gusto.
Estaba en el muelle
cuando llegó.
Mary Rollins.
Mary no es muy habladora.
La liberaron de los salvajes
hace seis meses.
Y Matona no se fía
de los ingleses, ¿verdad?
¿Sra. Prynne?
No, gracias.
Nunca bebo.
Veo que tiene un bálsamo
muy bueno,
y también milenrama.
¿Conoce bien las plantas?
Me sé el ''Culpepper''
de memoria.
¿De verdad?
¿Qué utilizaría para curar
una quemadura?
El helecho es casi milagroso,
pero Culpepper recomienda
el cedro rojo.
¿Habéis oído?
Mi marido tiene
una buena biblioteca
y he aprendido mucho.
¿Le gusta nuestro nuevo
Jerusalén?
¿Le parece lo bastante
serio?
Sí...
Lo bastante serio.
Echo de menos los bailes.
¿Los bailes?
Cuando llegamos,
bailábamos alrededor
del poste de mayo.
Cantábamos canciones
procaces.
No nos importaba
hacer el tonto.
Enseñábamos a bailar
incluso a los osos.
Ahora, la gente es cada vez
más seria y aburrida
y han levantado un poste de castigo
donde antes estaba el de mayo.
Pero algunas de nosotras
aún sabemos reír, ¿verdad?
Ha sido un placer conocerlas.
Siento tener que irme,
pero no quiero perderme
en el bosque en plena noche.
Los sonidos me hablan
y la espesura es mi territorio.
Sobre todo cuando hay
luna llena.
¿lntenta asustarme
hablando de brujerías?
En absoluto, Sra. Prynne.
Pero puedo ver
lo que los demás no ven.
Quizá sea una desgracia,
pero conozco el corazón
de la gente.
¿Y qué le dice mi corazón?
Es usted muy guapa.
¡Tiemble el hombre
que posee a una mujer,
pero no posee la pasión
de su corazón!
Mi marido no tiene nada
que temer.
Adiós, Sra. Hibbons.
Adiós, Sra. Prynne.
Hola, Goody Gotwick.
Traigo esto
para el Reverendo Dimmesdale.
El Reverendo está trabajando,
señora.
Deje los libros sobre la mesa
y yo se los daré.
Buenos días, Reverendo.
Buenos días, Sra. Prynne.
Como sé que le gusta leer,
le he traído algunos libros.
Ha sido muy amable.
Por favor.
Le pido disculpas por mi rudeza
del domingo pasado.
Ya he tenido serios problemas
por ser tan directa.
Yo también le pido disculpas.
No entiendo cómo pude
ofenderme tanto
por un simple comentario.
Y me he estado preguntando
cómo pudo usted...
ver tan hondamente...
dentro de mí.
Quizá sea una bruja.
Disculpe, tendrá mucho
que hacer.
Gracias por los libros.
Buenos días.
Tengo las manos llenas
de tinta.
He estado...
todo el día ocupado
con mis traducciones.
¿Traducciones?
Sí, estoy intentando...
traducir la Biblia
al dialecto indio de aquí,
el algonquino.
Una tarea muy ambiciosa.
Creía que los indios no querían
guiarse por la Biblia.
Que la guerra era inevitable.
Los que piensan así
se equivocan.
A los indios, nacidos en libertad,
les cuesta
acostumbrarse al yugo.
No me extraña.
Bueno...
¿Qué?
¿Qué?
Se ha manchado la cara de tinta.
Sí...
Ya está.
Espero que le gusten
los libros.
Gracias.
Buenos días.
Buenos días.
¿Mituba?
Es una bañera,
no un instrumento de Satanás.
¿Sra. Prynne?
Reverendo...
- Me ha asustado.
- Lo siento, no era mi intención.
Es una sorpresa maravillosa.
- Es bonito.
- Sí, y también da miedo.
Así debió ser el Edén.
Virgen.
¿No le parece
una promesa de que aquí
se puede empezar
una nueva vida?
Le he traído sus libros.
No ha tenido tiempo
de leerlos todos.
Lo he hecho. Y la mayoría
los he leído dos veces.
Gracias.
De nada.
Adiós.
Hester...
no soy el hombre
que aparento ser.
Siempre he vivido aquí,
sabía lo que quería.
Pero ahora lo arriesgaría todo,
mi vida, mi alma...
por unos momentos
a solas con Ud.
Que Dios me ayude, Hester.
Te amo.
Que Dios me ayude,
yo también te amo.
¿Nos hemos apartado
del buen camino?
¡No!
He soñado que me abrías
tu corazón.
Y aunque lo temía,
he rezado por ello.
¿Cómo he podido vivir
antes de conocerte?
¿Qué vamos a hacer?
No lo sé.
Di algo para acabar
con esto,
yo no puedo.
Yo tampoco.
¡No!
Podrían ahorcarnos
por esto.
Te he puesto en peligro...
y lo que debo hacer es
irme y no volver a hablarte.
Vete pues.
Haz lo que dices.
Todo ese verano, la Sra. Prynne
y el Reverendo
hicieron lo posible
por evitarse.
La Sra. Prynne no iba al pueblo,
el Reverendo partió lejos,
con los indios
y el fiel Johnny
como única compañía.
Y la colonia organizó,
como de costumbre,
su día de elecciones.
Nadie sospechaba
que entre ellos había
dos corazones luchando
contra un amor
que cada día se hacía
más fuerte.
Johnny Sassamon dice que han
atacado el ''lntrépido''.
¿Qué dice,
Arthur?
Los Tarrantinos
han atacado un barco inglés,
el lntrépido.
Los han matado a todos.
''Prynne''.
''Doctor Roger Prynne''.
Sra. Prynne...
Vengo en mi calidad
de Pastor.
Pase.
Ha habido un ataque...
de los indios contra un barco.
Dicen que...
todos han sido exterminados.
Siento ser
quien te trae
estas tristes noticias.
Te dejaré con tu pena.
¿No hay ni un sólo superviviente?
Dicen que la marea
arrastró los cuerpos.
¡Dios mío, perdóname!
He rezado tanto para ser libre...
Tú no eres culpable de su muerte.
Dios...
se lo llevó.
¿Pero no fue una respuesta
a mis plegarias?
¿Actúa Él así?
Quizá...
Si Él consideraba que sólo así
podríamos estar juntos.
Debo saber lo que dice la ley.
El luto, ¿cuánto debe durar?
¿Un mes? ¿Seis meses?
¿Cuánto?
Cuando no hay pruebas
de la defunción...
deben pasar siete años antes
de que puedan vernos en público.
¿Siete años?
Sí...
Te saludo, Metacomet.
Hemos sido
enemigos.
Pero ahora los Tarrantinos
y los Wampanoag deben unirse
para combatir
a los codiciosos ingleses .
Si no lo hacemos,
nos arrojarán...
al mar.
¿Fueron crueles contigo
los indios?
Cuando murió mi bebé,
fueron muy buenos conmigo.
En verdad,
vosotros sí habéis sido crueles
desde que volví.
Gracias.
¡Todo lo que hice
lo hice por la fuerza!
Con sólo pensar
que me posea un salvaje
se me revuelve el estómago.
Bueno, lo hacen montados
en sus caballos,
galopando campo a través.
¿Estás bien, Hester?
Sí, sólo estoy cansada.
Mary tiene razón.
Los llamáis salvajes.
Podría contarte muchas cosas
de tu marido
antes de que se casase contigo.
¡Zorra estúpida!
Harold jamás se hubiese acercado
a una ramera.
¿Eso crees?
He llegado a ver
a uno de vuestros Pastores
fornicando con una india,
de pie sobre una Biblia
para alcanzarla mejor.
¿No dicen que las Escrituras
te elevan?
¡Me niego a estar con quien se ríe
de los libros sagrados!
Bueno,
ésa no volverá en mucho tiempo.
¡Que se vaya!
Los cuáqueros pensamos que las
Escrituras no son la religión,
sino su ceremonial y su historia.
Estoy de acuerdo.
¿No son las leyes humanas
sólo nuestra imaginación,
en cambio el espíritu
las verdadera voz del Cielo?
Hester,
¿No estarás diciendo
que hablas directamente
con Dios?
¿No sabes que sólo
lo pueden hacer
los estudiosos de la Biblia?
Ten cuidado, niña,
o te criticarán
como me critican a mí.
Sé que a algunos
les parecerá blasfemo,
pero yo hablo con Dios.
Lo hago desde que era niña.
Y él me contesta.
Sra. de Roger Prynne...
por orden del Gobernador
de la Colonia,
se le ordena comparecer
ante los magistrados
mañana a las ocho.
¡No se retrase!
Señora Prynne,
estos caballeros la acusan
de herejía.
¿Cómo pueden ser las leyes humanas
mera imaginación?
Nuestras reuniones
no son una herejía.
Hablan de fornicar
con salvajes.
Mujeres perdidas que insultan
a ciudadanos honrados.
Eso sucede cuando no hay
un hombre
que guíe a esas mujeres
en sus parloteos incultos.
Si la opinión de una mujer
es un parloteo inculto...
¿Por qué dice la Biblia que
las mujeres instruirán a las mujeres?
Hester, acaben con esas reuniones.
No, señor.
No lo haremos.
Arthur.
Unase a nosotros.
He estado pescando, señor.
Más vale que me quede
donde estoy.
- Siéntese pues.
- Llamemos al primer testigo.
¿Es relevante?
Sí. Sí. Es muy importante.
Muy bien, llame a su testigo.
¿Goody Gotwick?
En pie, Goody.
Reveló usted a mi mujer
algo muy preocupante.
Dígame, ¿qué significa
que una mujer
vomite por la mañana?
¿Y vomite más de una vez
por la mañana?
Sólo la he visto una vez.
Sí. ¿Y...?
Goody Mortimer
la vio devolver en el mercado.
¿Está usted embarazada?
¡Contesta, mujer!
¿Lleva un hijo bastardo
en sus entrañas?
Sí.
¿Quién es el padre?
Tu falta es mínima comparada
con la de quien proteges.
¡Ahorcaremos a ese fornicador!
No revelaré su nombre.
¡Yo os diré su nombre!
¡Su nombre es Lucifer!
¡lnnumerables son sus nombres!
¡Su nombre es delito!
Caballeros...
¿Qué pretenden?
No está prohibido
el embarazo.
Pero sí el adulterio.
Sólo será adulterio
si su marido sigue vivo.
¡No más reuniones!
Gobernador,
¿Si supiese quién es ese hombre,
encarcelaría a la Sra. Prynne?
¿Se lo ha dicho?
¡No le he dicho nada!
- Díganos la verdad.
- ¡No sabe nada de mí!
Habla en calidad de mi Pastor
para protegerme de Vds.
¡Pero no temo sus castigos!
¡Amo y honro al padre
de este hijo!
Digan lo que quieran,
pero yo lo considero mi marido.
Y no diré nada
que pueda perjudicarle.
Muy bien, no me deja elección.
Queda arrestada.
¿Es éste el nuevo Jerusalén?
Déjenme un momento a solas
con ella.
- Me revelará el nombre.
- Muy bien, Arthur, inténtelo.
Caballeros...
Tras pensarlo detenidamente,
he decidido permitir que Arthur
hable a solas con ella.
Hester Prynne,
pon la mano
sobre el Libro Sagrado.
Oremos.
Oremos.
¡No me lo dijiste!
Estaba asustada.
Pensé que si trabajaba duro,
abortaría.
Debo decírselo a Belligham.
¡No lo hagas!
¡Te consideran un santo!
¡Te ahorcarán por engañarles!
Lo prefiero a que sufras
por mí.
¡No tienen nada contra mí!
- Cuando se cansen me soltarán.
- Conozco a Stonehall.
Le has desafiado,
y no te soltará
si no te humillas
y confiesas tus pecados.
¿Crees que hemos pecado?
No lo sé.
Lo que hicimos tuvo su propia
consagración. ¿Lo has olvidado?
¡No lo he olvidado!
Arthur, sé que quieres
decir la verdad.
Todo en ti lo pide a gritos.
Pero será tu ruina,
y a mí me niegas
mi derecho a enfrentarme
a esta hipocresía.
¡Soldado!
Si necesito que hables,
ataré este pañuelo a la ventana.
Te amo...
Pero tu fortaleza me asusta.
Haré lo que me pides.
Amén.
Que Dios te acompañe.
Estoy seguro
de que ya lo hace.
Caballeros,
la Sra. Prynne lleva encerrada
más de cinco meses
sin ninguna justificación
legal.
¡lncluso en Plymouth tacharían esto
de barbarie!
Estoy deseando liberarla.
En casa, no me dejan en paz.
Pero la gente ha visto
cómo acudíamos a ella, suplicantes,
y como nos rechazaba.
¡No está arrepentida!
¡Tiene suerte de que no la hayamos
azotado públicamente!
Me sorprende, Reverendo.
Cuando llegó era usted razonable.
Vine aquí pensando encontrar
un mínimo de orden.
¡Y a cambio encuentro
un nido de rebelión!
Señor, si no acaba
con esta situación,
mi mujer y yo volveremos
a lnglaterra.
¡Con todos nuestros feligreses!
Si al menos demostrase
algo de contrición, Arthur.
Si de él hubiese dependido,
mi padre
hubiese revelado mis orígenes.
Pero el deseo de mi madre
se lo impedía.
Iba a verla a diario,
y a diario se lo impedían.
Observaba la ventana,
esperando encontrarla señal
de que ya podía decirla verdad.
¿Demostró Prynne anteriormente
su naturaleza desequilibrada
en Inglaterra ?
Quién sabe.
Pero ahora, libre
de la sociedad puritana,
se apoderaban de él
espíritus tan poderosos
que aterrorizaban
a los mismos indios.
Lleva un espíritu dentro.
Nos traerá mala suerte.
Enviadle a casa.
Perdóname, Señor,
porque me he apartado
de mi Padre Celestial.
Perdóname.
Dios mío, acéptame otra vez.
¡Por Dios, niña!
¿Cómo han podido hacerte esto?
¡Gracias por venir!
Llevo seis meses sin ver
a nadie.
Algunos vinimos,
pero no nos dejaron pasar.
Tu esclava vino a diario.
¿Son regulares las contracciones?
- Son constantes.
- Toma.
Bebe un poco de esto.
Seguro que esta vez
no rechazarás mi sidra.
El Rdo. Dimmesdale hizo todo
lo que pudo para que te liberasen.
- ¿Otra?
- Sí.
Bien, ahora respira hondo.
Respira hondo.
¡Agárrate a mí!
¡Buena chica!
Tranquila, tranquila.
A ver, déjame ver.
Todo va bien. Todo va bien.
Ya falta poco.
Falta muy poco.
Ha llegado el momento.
Siéntate.
Buena chica. Así.
Bájate un poco.
Muy bien.
El niño está a punto de nacer.
¡Tenemos mucho que hacer!
A ver.
¿Por qué me han retenido
tanto tiempo?
Bueno, reconozco
que tienes una voluntad
de hierro.
Enfrentarte a los hombres
te lleva a la muerte.
Muy bien. Muy bien.
Ahora, respira hondo.
¡Bien, ahora empuja fuerte!
¡Más fuerte! ¡Más fuerte!
¡Muy bien!
Buena chica.
Bien, todo va muy bien.
Tranquila.
Tranquila.
Muy bien. Tranquila.
¿Seguro que Dios
no me está castigando?
Claro que te está castigando.
Te está haciendo tener
un hijo.
Vamos. Ahora, con cuidado.
Ya sale la cabeza.
Ha salido la cabeza.
Ya queda poco.
Tranquila.
Tranquila, tranquila.
¡Ya está!
¡Gracias, Dios mío!
Sí...
Mi pequeña Pearl.
Sí.
Sí.
Aquí está, Harriet.
Aquí está.
Siéntese, señora.
Proceda, Reverendo.
Haré que os traigan ropa limpia
al bebé y a ti.
Tengo buenas noticias.
He convencido al Gobernador.
Van a liberarte.
Pero la ley dice...
que te subirán al cadalso...
para reprenderte.
Hester...
Digan lo que digan...
por favor...
demuestra toda la contrición
que puedas.
Si no lo haces por mí,
hazlo por la niña.
¡Te lo pido,
no los enfurezcas más!
He venido a bautizar
a la niña.
Me moría por verte.
He venido todos los días.
Yo te bautizo...
Pearl.
Pearl.
En el nombre del Padre...
del hijo...
y del Espíritu Santo.
Que Dios te bendiga,
vele por ti,
y te proteja.
Amén.
Liberar a esa mujer
es incitar a todas las mujeres
a que desafíen a sus maridos.
¡Y los hijos a los padres!
No, no, hay que liberarla.
¿Qué?
No se la lleva a la cárcel,
la cárcel ha de ir en ella.
De forma que cuando alguien
la mire,
su pecado se grabará de nuevo
en su alma.
Eso es muy astuto, querida.
Abrid paso en nombre
del rey.
¡Bendigo la honrada Colonia
de Massachusetts,
donde la perversidad
se juzga a la luz del día!
Se os hace saber
que la Sra. Roger Prynne
será castigada
por los delitos de
fornicación y adulterio.
Si posteriormente se demuestra
que su esposo sigue con vida,
encurrirá la pena más severa,
que es
la de ser colgada por el cuello
hasta la muerte.
Se ruega silencio,
habla su Excelencia
el Gobernador.
Hester Prynne,
aunque tu vestimenta
no demuestre modestia,
tienes la oportunidad
de arrepentirte de tus pecados.
¡Sí, Hester, arrepiéntete!
¿Hija, no crees que has pecado?
Creo que en vuestra opinión
he pecado,
¿pero quién sabe si Dios
comparte esa opinión?
¡Mujer,
cuida los límites
de la misericordia divina!
Reverendo Dimmesdale,
usted es su Pastor.
¡Háblele, por el bien de todos!
¡Haga que abandone
su dureza, su obstinación!
¡Escucha al Reverendo!
Háblele, hermano.
¡Convénzala de que confiese
la verdad!
Hester Prynne,
ya oyes lo que dice
esta buena gente,
y sabes cuál es mi cometido.
Por la paz de tu alma,
te pido
que reveles el nombre
del pecador.
No lo calles
por algún sentimiento equivocado
de ternura o de compasión.
Porque créeme, si él pudiese
afrontar junto a ti
esta vergüenza,
lo preferiría de sobra
a cargar para siempre
con su culpabilidad.
¿Qué puede hacer por él
tu silencio,
sino tentarle?
¿Sino obligarle
a añadir la hipocresía
a su pecado?
Habla.
No quiere hablar.
¡En nombre del Señor,
dinos su nombre!
¡Su nombre!
- ¡Su nombre!
- ¿Cómo se llama?
¿Quién podrá ser?
Muy bien.
¡Pregonero!
Señora, si no revela
el nombre, deberá llevar
en su ropa
el símbolo de su pecaminosa
fornicación.
¡Si no acatas
este último aviso,
serás para siempre una paria,
aislada, rehuída
y vilipendiado por hombres,
mujeres y niños en esta ciudad!
¿A qué esperáis?
¡Ponédmela!
¡No es muestra de mi vergüenza,
sino de la vuestra!
¿Qué queréis?
¿Tanto he cambiado,
amada mía,
que me matarías incluso
si resucitase de entre los muertos?
¿Roger?
Hester...
¿He sido malo contigo?
¿Acaso no te quería?
¿No te consideraba superior
a todas las mujeres?
¿No nos une una promesa sagrada?
¿O te ha convertido en atea
esta nueva tierra?
Prepara nuestro tálamo.
Reza por tus pecados, Hester Prynne.
Ruega al Señor que perdone
tu corrupción.
Reza y te lavaré hasta que quedes
blanca como la nieve.
Blanca como la nieve,
amor mío.
Blanca como la nieve.
Blanca como la nieve.
¿Arthur?
¿Hester?
¡Gracias a Dios
que estás aquí!
- Te has arriesgado mucho.
- Tenía que avisarte.
Mi marido...
Arthur, está vivo.
¡Santo Dios!
¿Vivo?
Ahora sí que nos colgarán.
Ha aparecido en este momento
porque es el mensajero de Dios,
que viene a castigarnos.
Arthur, debes irte sin nosotras.
No podré soportar
el verte aquí acorralado,
vigilado por él para siempre.
Hester, debo quedarme
y cuidar de Pearl y de ti.
No. No le conoces.
Esperará a que nos traicione
la más mínima mirada,
el menor gesto.
¡Debes partir!
Este es el castigo de Dios,
por intentar contravenir
a su Voluntad.
Debo decirte adiós, Hester.
Pide a Dios que vele
por ti.
Y yo también lo haré.
Besa a Pearl cada noche por mí.
Resulta fácil ver
el parecido con la madre.
¿Me pregunto si sería
imposible
analizar su naturaleza,
y a partir de ésta
llegar a adivinar
quién es el padre?
¿Qué pretendes?
No pretendo que tu corazón
vuelva de inmediato a mí.
Pero sí espero que algún día
podré leer en el fondo
de tu corazón.
El amor me ha llevado a abrir
mi corazón a otro.
¡Cuida esa lengua!
¡Tu amante fantasma
te ha dictado esas palabras!
¿Dónde está?
¿Perduran
sus besos en tus labios,
en tus pechos?
- ¡Quiero saberlo!
- He estado encarcelada 6 meses
y no lo he revelado.
¿Por qué iba
a decírtelo ahora?
¡Estas pruebas
me han hecho fuerte!
¡Ya no soy la niña
con la que te casaste!
Haz pública tu llegada
y recházame de inmediato.
No, no.
No pretendo vengarme
de ti. Pero el hombre
que nos ha perjudicado está vivo.
No lleva una letra infamante
en su ropa.
Pero la leeré en su corazón.
Revélale mi verdadera identidad...
y ambos seréis ahorcados.
Y si intentas escapar,
será fácil encontrarte.
¡Muy fácil!
Los salvajes
me han enseñado
a ser paciente...
Hester Prynne.
Gracias, Goody Gotwick.
Reverendo, le presento
a nuestro nuevo huésped,
el Dr. Chilling...
- Chillingworth.
- Chillingworth.
Buenos días.
Buenos días, señor.
¿Y qué le trae
a nuestra colonia, señor?
Soy médico, señor,
quiero curar los males
de la comunidad.
¿He dicho algo extraño?
No...
Estoy aturdido.
En nuestras oraciones
hemos estado pidiendo un médico.
Veo que está traduciendo
la Biblia al algonquino.
Es una lengua
muy difícil de dominar.
Si puedo ayudarle, Reverendo...
Domino el algonquino.
- ¿Lo domina?
- Sí.
Fui prisionero de los Tarrantinos.
Si no lo hablaba bien,
me azotaban.
Así que aprendí rápidamente.
¿Cómo le capturaron?
Trabajaba mis campos en Virginia.
Llegaron,
mataron a mi mujer, Eleanor,
descanse en paz...
y a nuestro hijito...
y me llevaron prisionero.
Es admirable que no le embarguen
la amargura y la desesperación.
No, no. La verdad es que
estoy en deuda con ellos.
Hay quien dice que son bárbaros,
pero la verdadera barbarie
no está precisamente en ellos.
Señora de Roger Prynne.
Señora Prynne.
¿Cuál es tu cometido, niño?
Seguirla a todas partes, señora.
Bueno, al menos
se apartarán de mi camino.
¡Ramera!
¡Dios te castigará, pecadora!
¡Jezabel!
¡No te queremos aquí!
¡Vete, Hester Prynne!
Tres pastillas de jabón,
por favor.
Mi padre no llevaba públicamente
el signo de su vergüenza,
pero llevaba su propia letra
escarlata en el fondo del alma.
El dolor de su separación
debió afectarnos a todos.
Yo era una niña difíicil.
Mi padre suspiraba por mi madre,
y para paliar su soledad
salía de viaje con Johnny.
Luchaban
por mantener vivo su sueño
de construir un puente
entre ingleses e indios.
Johnny,
¿por qué están tan cerca
de la ciudad?
Dicen que nuestra gente
se ha dormido.
Y que ellos deben estar
despiertos por todos nosotros.
Estoy preocupado.
¿Se avecina la guerra?
El gran experimento
no funciona, ¿verdad?
Sí, tiene razón.
Si hay guerra, ¿cómo impediremos
que nuestros conversos
se subleven
y nos degollen mientras dormimos?
La fe, Thomas.
La fe.
Yo sé qué los detendrá.
La amistad de Arthur
con Johnny Sassamon.
Johnny jamás traicionaría
a Arthur.
Le venera.
Como Pedro veneraba
a Jesús.
Caballeros.
Doctor.
Si estalla la guerra,
que Dios nos ayude.
Porque ni nosotros,
ni los salvajes sobreviviremos.
Veo que el gobernador no lee
los signos como ustedes...
sus consejeros divinos.
No siempre es fácil.
Curiosamente, ocurrió
lo mismo en Virginia.
Antes del ataque,
hubo signos,
pero no les dieron importancia.
¿Qué tipo de signos?
Un invierno duro.
Malas cosechas.
Demasiados cuáqueros
y extraños en la ciudad.
lndicios
de brujería, etc...
¡Exactamente!
Nuestro primer signo
fue el asunto
de las reuniones de mujeres
de Hester Prynne.
Luego, ese invierno tan duro.
Las malas cosechas.
Verá usted...
Mi colega temía
desde el principio
que en el asunto
de la Sra. Prynne,
hubiese brujería de por medio.
¿Y por qué no han tomado
las medidas oportunas
para limpiar la colonia?
¿De qué medidas habla?
¿Examinaron a las mujeres
que iban a esas reuniones?
¿Han interrogado a la comadrona...
o han buscado en la criatura
el signo de la bruja?
No temeré al mal.
Preparo una mesa en presencia
del enemigo.
Mi vaso...
se desborda.
Sé que el bien
y la compasión me acompañarán.
Moraré en la casa del Señor.
La niña está limpia...
por ahora.
Hester,
puedes quedarte con la niña,
pero debe ser educada
como una buena cristiana.
Sí, sí...
Sí.
Hoy te he apoyado.
Pero eso no va a ser
siempre así. No.
Porque en mi interior
crece diariamente la desdicha.
Cuánto te deseo...
Y podría destruir
el mundo entero
para volver a ti.
Dile a la vieja Harriet
qué es lo que te preocupa.
Jamás imaginé
cuán cruel e ingenioso
sería su castigo.
Stonehall y Cheever
me reprenden por la calle.
La gente me señala y me grita.
lncluso los niños.
Y ese horrible tamborilero
que me sigue a todas partes.
Quizá todo haya sido inútil.
¿Me pregunto si merece la pena
ser mujer?
lncluso la más feliz
del mundo...
Ten valor, hija.
No te desanimes.
Al menos has sabido lo que es amar.
¿Y si este amor
ha acabado con él?
¿Y si...
todo lo que creía
fuese una pura mentira?
Vanidosa y...
egoísta.
El cruel castigo de Prynne
estaba dando fruto.
Pasó el tiempo.
La distancia entre ellos
se hizo infranqueable.
Mi madre tomó el terrible riesgo
de escribira mi padre,
recordándole su amor
y pidiéndole que no hablase.
La sutilpero constante
presencia de Prynne
era un tormento
que amenazaba el alma
de mi padre.
En cuanto a Prynne,
su sed de venganza
no disminuía,
sino que crecía más y más.
Buenos días, Mituba.
Es un día muy agradable
para pasear.
Pobre Mituba.
Dicen que eres muy leal
a tu ama, y veo que es verdad.
¿No es eso que te estás comiendo
un mensaje de su amante?
Sabes, puedo arrestarte
como cómplice de adulterio
y pedir que te interroguen
los magistrados.
Y como eres una esclava,
podrían azotarte a muerte.
Tranquila. Tranquila.
Sólo quiero ayudar
a la que ambos amamos.
Librarla de la influencia
de un desalmado.
¡Santo Dios, eso es!
¡Te obligó a desnudarte
delante de él!
¡Totalmente desnuda!
¿Sentías una presencia
en la habitación?
¡Piensa! ¡Piensa!
Quizá llevaba
uno de sus muchos disfraces.
¿Aparentaba ser un pájaro?
¡Santo Dios, siento
la presencia de Lucifer!
¡Sálvate antes de que sea
demasiado tarde!
¡Caballeros, por favor!
¡Ya basta!
¡Ya basta!
Vuelve a casa, Mituba.
Nos has sido de gran ayuda.
Saluda de nuestra parte
a tu ama.
Vuelve a casa.
Vuelve a casa.
Así que...
existe un elemento maligno
que hay que extirpar.
¿Puede un esclavo
testificar en un juicio?
Está claro que el pájaro
es Harriet Hibbons.
¿Qué pasa, Pearl?
- Discúlpame, Hester.
- Harriet.
He venido a tu casa
a ocultarme.
¿Qué ocurre?
Han... Han...
Ellos han...
Han irrumpido en mi casa.
Me buscan en los bosques.
¡Dicen que soy
una bruja!
¡Por Dios!
¡Alto!
¡Sí, señor!
¿Qué significa esta intrusión?
¡Apártate, mujer!
Sabemos que la bruja
está aquí.
Sólo estamos
aquí mi hija, Mituba y yo.
Si no lleva una orden,
váyase.
Reverendo Dimmesdale.
¿Qué ocurre, Mayor?
Hemos acorralado a una bruja.
Aquí, en casa de Hester Prynne.
Si hay una bruja
en la casa, Mayor,
yo la encontraré.
Muy bien.
Vigilad la puerta.
- ¡Soldado!
- ¿Señor?
Cómo ha crecido Pearl.
Es como un duende.
Muy traviesa.
Dios mío, Hester.
Ha pasado tanto tiempo...
Estás muy delgado.
¿Ocultas a alguien, Hester?
¿Por qué...?
¿Por qué te arriesgas...
a que se enojen aún más?
¡Porque no es una bruja!
¡Su único delito ha sido
decir lo que pensaba!
Si es inocente,
no se le hará ningún daño,
te lo aseguro.
Arthur... después de todo
lo que ha ocurrido,
¿cómo puedes fiarte
de esos hombres?
¿No ves lo que ocurre?
El mes pasado interrogaron
a Sally Short.
La retuvieron dos días.
Luego le tocó a Mary Rollins.
¡Sólo las interrogaban!
¿Es eso un delito?
¡No habían hecho nada!
¿No percibes
un designio maligno?
- Qué ha sido de ti...
- ¡Por Dios!
¿Qué quieres?
¡He abandonado
todo lo que es sagrado!
¡Estoy condenado!
¡A los ojos de tu marido,
que me vigila día y noche!
¡A los ojos de todos los que vienen
a abrirme su corazón!
¡Soy corrupto!
¡Soy una mentira!
¡Ellos... ellos son los corruptos!
¡Ellos son la mentira!
¡Y están destruyendo
todo lo bueno que hay en ti!
¿Qué ha sido del hombre
que amaba?
¿No vive ya dentro de ti?
Nuestro amor, mujer,
fue una locura.
Y la voz que oímos...
¡Hemos sido justamente castigados
por escucharla!
¿En qué me he convertido?
Traicionara la única persona
que había sido buena con ella.
¿Existía algo peor?
¿Mituba?
Pobre Mituba, la muda.
Cuando Prynne la llamó,
sólo quería deshacer el daño
que había causado a su ama.
¡Silencio todos!
¡He dicho silencio!
¿Le hace gracia la situación,
señora?
¿No pretenderá
que me tome esto en serio?
¡Un hatajo de adultos
hurgando en mis partes íntimas
buscando huellas de bruja!
La esclava Mituba...
¡Silencio, silencio!
La testigo, la esclava Mituba,
ha sido hallada muerta.
¡Ya dije que era una bruja!
- ¡La Sra. Hibbons es una bruja!
- ¡Es una bruja!
¡Bruja!
¿Habéis perdido la razón?
¡Esto no es brujería!
¡Es un asesinato!
¡Guardias,
deténganla!
¡Satanás no está
entre las mujeres!
¡Pero si está aquí, quizá esté
entre los hombres!
¡Ha hablado Satanás!
¿Gobernador?
Tengo pruebas que presentar.
Como ya sabrán,
la Sra. Hibbons fue la comadrona
de la Sra. Prynne
cuando nació Pearl...
La dulce Pearl.
¡Bastardo!
¡No!
Pearl.
Me gustaría que fueses
mi hija.
Pobre niña huérfana de padre.
¿Quieres que juguemos a algo?
Sí. Pues haz lo que hago yo.
Me pellizco la nariz.
Tu también.
Muy bien, muy bien.
Ahora...
Me levanto la camisa
y enseño mi ombligo.
Ahora, enséñame tu ombliguito.
Levántate la camisa.
¡He aquí... la huella de la bruja!
¡Y he aquí la hija del diablo!
¡La hija del diablo!
¡La hija del diablo!
¡Esa mujer es inocente!
¿lnocente? Desde que me habló usted
de esa mujer,
todo lo que hemos acometido
en nombre de Dios ha fracasado.
¡Ya está bien!
¿No ha escuchado?
¡Peleas! ¡Discusiones!
¡Disensión!
¡Es obra de Satanás!
La ciudad estaba alborotada.
Mi padre fue a ver
por última vez a mi madre,
convencido de que si colgaban
a Harriet, no pasaría
mucho tiempo
antes de que mi madre yyo
fuésemos arrestadas... y ahorcadas .
Tenía que hablar.
No pude evitarlo.
¡Maldito sea tu marido!
Pearl y tú debéis esconderos.
Esta misma noche.
No puedo.
No puedo huír.
¿Qué dices?
Perdóname.
Ocurra lo que ocurra,
promete que cuidarás
de Pearl.
Dios mío... ¿hasta dónde
pretendes llegar?
Hasta donde me lo permitan
mis fuerzas.
Si ahorcan a Harriet,
que me ahorquen con ella.
Pediré a las demás mujeres
que nos apoyen.
No nos ahorcarán a todas.
Hester, ¿crees que algún día
podremos vivir juntos?
Te amo.
Te amo, y siempre te amaré.
Siempre te amaré.
Señor, nos desnudamos una vez
ante ti,
y ante ti estamos,
desnudos de nuevo,
como una familia.
¡Dios mío! He recibido esto
de Ti como obsequio,
y jamás, jamás lo abandonaré.
No mientras tenga
fuerza suficiente.
¿Arthur?
¿Arthur?
¿Arthur?
Buenas tardes, Sra. Prynne.
¿Buscaba a otra persona?
No, yo...
¿No llamaba a Arthur?
Sólo conozco a un Arthur...
Dimmesdale.
Ha debido entenderme mal,
no dije eso.
Debí imaginármelo
hace mucho tiempo.
Eres una chica mala.
Así que fornicaste con el Pastor.
Dios mío, voy a disfrutar de...
¡un bocado exquisito!
¡Vamos...!
¿Te chupaba los pechos?
¿Te lamía?
¿Qué te lamía, Hester?
¡Enséñamelo!
¡Cómo quería hincártela!
Esto es para hacerte
pagar por mis sueños.
Mientras a mí me torturaba...
se entregaba a otro.
¡Maldita bruja!
¡Fuera!
¡Abróchese los pantalones
y lárguese!
¡Bastardo! ¡Lárguese!
¡Me alegrará ver cómo os ahorcan
a ti y a tu Pastor!
Abra, doctor.
Hay cosas que tenemos
que discutir de inmediato.
Bien, Arthur Dimmesdale...
Este es tu fin.
¡Ha sido asesinado!
¡Llamad a la milicia!
¡Llamad a la guardia!
¡Es una señal!
¡El Señor nos ha enviado una señal!
¡Nos hemos apartado
del camino!
¡Ved cómo nos castiga!
Es Brewster.
¡Los salvajes
le han matado!
¡Mi hijo! ¡Mi hijo!
¡Malditos infieles!
¡Encerrad a los indios
antes de que acaben
con nosotros!
¡Todos a por los conversos!
¡Encerrad a los indios conversos!
Os somos fieles.
¡Os somos fieles!
Por orden del Gobernador de la
colonia de la Bahía de Massachusetts,
queda usted arrestada,
bajo el cargo de herejía.
Basta ya. A Brewster lo mató
uno de nosotros.
Y tengo la prueba.
¡Bastardo!
Johnny, ve corriendo al río,
a por Metacomet.
Dile que venga
a salvar a su gente. ¡Corre!
Llegan las brujas.
Abrid las celdas.
- No se preocupe por la niña.
- ¡Pearl!
- ¡Adentro!
- ¿Pearl?
No se preocupe.
Se criará temerosa del Señor.
¡Abre, asesino!
¡Aquí no hay brujería!
Si ahorcamos a estas mujeres,
¿en qué nos convertiremos?
¿Quiénes somos
para condenar
en el nombre de Dios?
Amo a esta mujer.
Yo soy...
el padre de su hija.
Y a los ojos de Dios,
yo soy su marido.
Si tenéis que ahorcar a alguien
para apaciguar
vuestra ira y vuestro temor...
Ahorcadme a mí.
¡Ahorcadle!
¡Ahorcadle!
¡Ahorcadle!
¡Ahorcadle!
¡Bastardos!
¡Hester!
¿Dónde está mi hija?
¡Está en el templo!
Estáis libres.
¡Volved con Metacomet!
¡Volved al bosque!
Bellingham hará lo que sea
para ocultar esta locura.
Me ha jurado
que te quitará la letra.
Y que te pedirá excusas
públicamente.
Qué cerca está el amor
del odio.
Y ambos nos atan de igual manera.
Descansa en paz, Roger Prynne.
La letra ha servido para algo.
Pero no para
lo que ellos pretendían.
¿Por qué voy a quedarme aquí?
¿Para que me acepten?
¿Para que me repriman?
- Ningún mundo es perfecto.
- No, perfecto no.
Pero vinimos aquí
a crear uno nuevo.
Y por el bien de Pearl...
Eso es lo que debo hacer.
Hester.
¡Hester!
Mírame.
Si te miro, no podré irme.
Vete pues.
¡Afronta nuevas tierras!
Pero Hester...
no pienso dejar que te vayas
sin mí.
Nos están mirando.
En las lejanas Carolinas,
mis padres encontraron al fin
la felicidad
que les había sido denegada
tanto tiempo.
Mi padre murió antes de que
yo cumpliese 13 años.
Algunos dicen
que fue su castigo.
Mi madre no volvió a casarse,
ni amó a otro hombre.
Algunos dicen que fue
su castigo.
En cuanto a mí...
yo no pienso así.
Mis padres compartieron
un amor como no hay otro.
Sé que el espíritu de ese amor
vive dentro de mí.
Y perdurará para siempre
en mis hijos.
Quién puede decir qué es pecado
a los ojos de Dios.