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DRUIDAS
AÑO 60 A.C.
Archidruida Gutuart...
el poder hace la ley.
La rueda del destino amenaza
con aplastarnos a su paso.
Estamos muriendo.
Dinos qué debemos hacer.
Todo pueblo, toda tribu
necesita su leyenda.
Y toda batalla
necesita su héroe.
Mirad.
La señaI de
la llegada de un rey.
¿La llegada de un rey?
En la Galia ya no tenemos reyes.
-Tal vez sea de los romanos.
-Pero ellos tampoco tienen rey.
Un héroe surgirá
de la oscuridad.
Él solo evitará que la gran
rueda nos aplaste a su paso.
Debo ir a buscarle.
-¿Sabes el significado de mi nombre?
-Epona, la yegua.
-¿Sabes tú el del mío?
-No.
Vercingetórix, jefe
de grandes guerreros.
Entre un chico y una chica,
debería haber algo más.
Lo siento.
-¿Estás invitado al banquete?
-Sí.
No, yo...
TaI vez. Tal vez, sí.
Ytú, pequeño, ¿quién eres?
No soy pequeño.
Soy Vercingetórix.
Un nombre de mucho peso,
jefe de grandes guerreros.
No para el hijo de CeltiII,
jefe de los arvernos.
Soy la hija de Mosa, jefa
de los belovacos. ¿Y tú?
Yo, nadie.
Soy una semilla traída
por Ios vientos de la fortuna.
Soy una espora
que puede echar raíces.
.Hablas como un druida.
.Soy un pobre trovador.
De hecho, mi economía
podría mejorar mucho...
si pudiera entrar
a ese banquete...
gracias a algún noble invitado,
alguien como vosotros.
Yo te daré la bienvenida
a Gergovia. Coge mi caballo.
Gracias.
Dile a mi padre que te envío,
no te negará nada.
Gracias, jefe
de grandes guerreros.
¿Le has dado tu confianza
sin pensarlo?
Me ha gustado.
Tú también me gustas.
No olvides que si tu
hermano Celtill persiste...
debes obedecer las leyes...
y separar su alma
de su cuerpo corrupto.
Gutuart se equivoca. No debe
haber ningún rey en la Galia.
El banquete aún
no ha empezado.
-Aquí no tenéis nada que hacer.
-Vengo a dejar el caballo.
-¿Qué haces, hijo mío?
-Le enseño la ciudad a Epona, madre.
Leticia, acuérdate de poner
fIores en las mesas.
Vamos.
Algún día serás mi reina.
¿Tu reina?
Me gusta la idea.
Pero ya no hay reyes en la Galia.
Por el momento.
.¿Por el momento?
.Es un secreto.
Sígueme, mi padre se reunirá
con los jefes de la Galia.
Bienvenidos, nobles jefes
de los otros pueblos de la Galia.
Y en particular a ti, Dumnórix,
jefe de Ios eduos...
y a Diviciac,
tu hermano y gran druida.
Así como a nuestros amigos
del norte, el gran Commios...
.y la valiente Mosa.
.Jefa de los belovacos.
A ti, Gobannitio,
hermano...
y a ti, Calárix, senador
de los arvernos.
Gutuart, nuestro archidruida
presenciará nuestra reunión.
¿Te imaginas convirtiéndote
en ´´brenn´´, rey de los galos?
¿Has olvidado que los arvernos
han proclamado una república?
Lo que no he olvidado,
Gobannitio...
es que quieres ser el jefe
de esta república aristocrática...
que hace más ricos a Ios ricos...
y más pobres a los pobres.
Pero dejemos a un Iado
nuestras nimias rivaIidades.
Los gaIos estamos atrapados
entre dos grandes monstruos.
Al norte, los teutones...
y al sur, los romanos.
¿Olvidas que pactaste
con los mercenarios teutones...
para conquistar otras tierras?
-Los romanos no son una amenaza.
-Por ahora.
¿Qué?
Fuiste a Roma a suplicar
a César que viniera a la Galia...
para que las legiones romanas
devastaran nuestras tierras...
y destruyeran todo aquello
en lo que creemos.
Creo que los galos deberían
unirse bajo un solo rey.
Por mi parte, hermano...
prefiero un rey al mando
de la Galia...
que tus pactos secretos
con los romanos.
Unámonos y, juntos, expulsemos
a los teutones y los romanos.
En grandes y gloriosas batallas.
Algún día seré tu reina.
Ésta es la corona que tiempo
atrás IIevó eI rey de los galos.
¡Padre! ¡No!
¡Coge la corona y huye!
¡Epona!
¡Dame eso!
¡Vercingetórix, vete!
Éste es un asunto entre
arvernos. No os metáis.
¡Gobannitio!
No, hijo. No hagas eso.
.Quiero salvar a mi padre.
.Claro que quieres. Pero no puedes.
Y tú también.
Según nuestra ley...
debemos separar tu espíritu
de tu cuerpo corrupto.
¡Asquerosa sabandija!
No te guía la ley a la que sirves,
sino tu vil ambición.
Ytú, hermano mío,
no eres mejor que él.
Adiós, Celtill. Los eduos no
participarán en semejante traición.
Tampoco los atrebates.
Adiós.
Tenéis más miedo
a matarme que yo a morir.
Dame la antorcha, Gobannitio.
No eres digno de sacrificar
al hermano que has traicionado.
Su muerte le pertenece a él.
La magia de su muerte nos debe
enseñar la lección de su sacrificio.
Cuanto más poderosa es la magia,
más es el precio que hay que pagar.
Te mataré, Gobannitio.
Te mataré.
Te mataré.
Te mataré, Gobannitio.
Levántate. Aunque la Galia
esté totalmente dividida...
aquí no existen
las tribus ni los puebIos.
Ni las señas distintivas.
Tira eso.
Vamos, levantaos.
¿Adónde vas?
Ha llegado la hora de hacer lo
que debo. Tengo aIgo que hacer.
No estás preparado.
Aún no.
Ven conmigo.
Voy a presentarte a un maestro.
Rhia, he traído a un joven amigo.
lntenta no hacerle daño.
Si derramas una soIa gota
de mi sangre...
podrás hacer lo que quieras.
.Creía que eso era imposible.
.Y lo es.
Luchar debe ser un placer.
Fíjate en mí.
Aprende mis movimientos.
Aprende a anticiparte...
provoca a tu rival, incita
a tu adversario a que arriesgue.
Capta su furia
y aprópiate de ella.
Lleva la iniciativa.
Si sabes lo que quieres,
tu rival también lo querrá.
Vuelve a atacar.
Para estar en armonía con tu espada,
debes vaciarte de todo deseo.
Y cuando aprenda a hacerlo, ¿podré
derramar una gota de tu sangre?
Cuando lo consigas,
tendrás mi vida en tus manos.
Conviértete
en un maestro druida.
Me convertiré
en un maestro druida.
El juego habrá terminado
y tendrás que cumplir tu destino.
¿Has soñado con
tu muerte, Vercingetórix?
No, era rey.
¿Qué significa?
Los conocimientos que traen
tus sueños son sólo tuyos.
¿El destino de un hombre
también es solamente suyo?
-Sí.
-Entonces debo seguirlo.
Cuanto más importante es tu destino,
mayores elprecio que debes pagar.
Desde que las llamas consumieron
mi infancia, sólo he estudiado.
Y ahora, se me ha reveIado
que es hora de actuar.
No abandones
el sendero del conocimiento...
cuando tomes
el camino de la acción.
Ten cuidado con tu proceder.
Durante años nuestros jefes han sido
víctimas de sus propios demonios...
han formado alianzas
y se han traicionado entre sí.
Te mostraré el camino.
Los romanos obran sin conocimiento.
Mira lo que hacen.
Una espada de piedra que
atraviesa el corazón de la tierra.
Debes recorrer esta calzada.
Aquí nuestros
caminos se separan.
Mira.
-Dame una patada en el trasero.
-¿Qué?
Han visto mi túnica de druida.
Haz lo que te digo.
Soy un molesto mendigo. Dame una
patada y expúlsame hacia el bosque.
Está bien.
Márchate, vamos.
-Vete de aquí...
-Por favor.
.¡Y no vuelvas!
.Por favor...
Lo siento.
¿Dónde está el druida?
¿Qué druida?
.El hombre de Ia túnica blanca.
.Sólo era un mendigo.
¿Quién le pondría la mano
encima a un druida?
-¿Diviciac?
-¿Me conoces, arverno?
Sería muy difícil que
el hijo de Celtill te olvidara.
.Te creíamos muerto.
.¿Adónde vas?
A Gergovia.
Bien, yo voy a Bibracto, a reunirme
con el resto de jefes de la Galia.
¿Te gustaría acompañarme?
Durante un trecho.
¿Qué te retiene aquí,
tan lejos de Roma?
Lo mismo que hizo que
te ocultaras en eI bosque...
y que ahora te encontrara:
el destino.
Hablas como un druida.
En reaIidad, antes era
una especie de druida...
un sumo sacerdote de Roma.
Me costaba mucho dinero.
¿Tú eres druida?
.No, yo escogí otro camino.
.Yo también. Decidí servir a Roma.
Adonde todos los caminos conducen:
puentes, acueductos, caIzadas...
la libre circulación
de bienes y personas...
y, por el bien de todos,
el mundo civilizado.
Así que César, desinteresadamente,
trae la civilización...
a estos pobre bárbaros.
¡Sí!
Sí.
Uno puede nacer como bárbaro...
y, sin embargo, ganarse el derecho
a llamarse ciudadano de Roma.
Reúne a tus guerreros,
únete a mi expedición en Britania.
Conseguirás fama, gloria,
la ciudadanía romana...
y la mitad de
lo que conquistes.
En fin, nuestros
caminos se separan aquí...
pero no por mucho tiempo.
Gracias por el caballo.
Te lo devolveré.
¿Crees que podría reconquistar
Gergovia él soIo?
Esejoven...
de algún modo, Gisto...
creo que sí.
¡Nunca está de acuerdo
con nada!
-Es cierto.
-Por favor...
¡Mirad, lleva un caballo
deI general romano!
-Qué bonito.
-Quiero montarlo...
¿Quién eres tú?
Dime, ¿qué pretendes?
Poner orden en mi casa.
Yvengar a mi padre.
He venido a ofreceros aventuras.
Bajo mi mando, guerreros de la Galia,
invadiréis Ia isla de Britania.
Os ofrezco gIoria y fortuna.
César me ha dado su palabra...
de que nos quedaremos
con la mitad del botín.
Y para demostrarIo,
me ha dado su caballo.
La mitad del botín.
Es increíbIe.
Eres bienvenido entre nosotros.
Sitúate a la cabeza
de nuestras tropas arvernas...
y represéntanos
con orgullo ante César.
BlBRACTO
¿Por qué tus espías no
han encontrado al archidruida?
Estoy seguro de que
es él quien les enseña...
a creer en los cambios
perpetuos.
Él es mi auténtico enemigo.
La hija de Mosa, Epona,
podría reconocerme.
Yo os saludo, amigos...
y aliados de Roma.
Dumnórix y Litavic,
jefes de los eduos...
Diviciac, Commios...
la valiente Mosa,
jefa de los belovacos.
Yo os libré de los teutones
y os traje la paz.
César ofrece eI perdón
a aqueIIos que le combatieron...
y su amistad a aquellos
que le sirvan.
Esto es Britania,
una tierra rica...
habitada por unos bárbaros
tan primitivos...
-que se pintan la cara de azul.
-Cuando van a la guerra.
lnvadamos Britania...
y la mitad deI botín
será vuestro.
Yo no puedo ir.
¿Por qué no?
El barco me marea.
Los dioses están con nosotros,
Dumnórix.
Yte garantizo que el mar
estará en calma.
César aceptará a vuestros hijos
como garantía de vuestra lealtad.
Epona, princesa
de Ios belovacos...
será quién cuide
de los pequeños.
Dumnórix toma rehenes.
Pero nunca los ofrece.
Nunca.
-Sí.
-Sí.
CAMPAMENTO ROMANO,
BOULOGNE
Esto es lo que quiero
a cambio del botín.
No, César. Esto es
una cantidad increíble.
¿Por las armas?
¿Por las joyas?
¿Por los miles de esclavos?
Aún nos debes lo que te prestamos
para pagar las fiestas.
La popularidad resulta cara.
Ya no os debo
absolutamente nada.
A partir de ahora,
me debéis a mí.
Los impuestos se dividirán
entre Roma, vosotros y yo.
.Necesito otras cuatro legiones.
.¿Para conquistar Britania?
Voy a enviar a los galos.
.Tengo que librarme de ellos.
.Qué cinismo...
La política
no es más que eso.
¡Abrid las puertas!
Tenías razón respecto
a Vercingetórix.
Lo ha hecho. Está aquí.
Eso es un regalo
de los dioses.
Y yo lo sabía.
Otra futura victoria...
para Cayo Julio César,
procónsul de la Galia transalpina.
Por el momento, con una
victoria sobre Ios britanos...
estaré más cerca de un regreso
triunfal a Roma...
y en Roma estaré más cerca
del gobierno que debe tener.
Julio César, rey de los romanos.
¿Rey? No, Vercingetórix.
Un rey que funda una dinastía
es un héroe...
pero su hijo es mediocre, y su
nieto, un imbécil o un monstruo...
y su bisnieto, posiblemente
las dos cosas. No.
No pretendo destruir
la república.
.SóIo gobernarla.
.Una ambición muy modesta.
Cuando Alejandro Magno era
diez años más joven que yo...
ya había conquistado
todo el mundo civilizado.
A tu edad, ya estaba muerto.
Más razón para darme prisa.
Cena hoy conmigo.
Seguro que te resultará
interesante.
Temo que nunca lleguemos
a Britania con este tiempo.
Los galos sólo temen que el cielo
caiga sobre sus cabezas.
Yel galo que le dijo
eso a Alejandro...
murió partido por un rayo.
.¡Toma, Diviciac!
.¡Cállate!
¡Escuchadme!
Dime, Dumnórix,
¿aún te asusta el mar?
Os garantizo que
eI mar estará en calma.
A mí no me asustan
los mareos, sino César.
Nos ofrece la mitad del botín,
¿no te parece suficiente?
Es demasiado.
-Debemos respetar el pacto.
-Fuiste tú...
tú, mi hermano, quien
pactó en nombre de los eduos.
¡Ni yo ni mis hijos tenemos
porqué respetarlo!
Dumnórix...
¿Qué es lo que vas a hacer?
Haré lo que pueda.
Ycuando pueda.
Tengo entendido
que os conocéis.
¿Sí?
¿Has olvidado a quién
ofreciste ser tu reina?
¿Epona?
Tu reina.
La esposa del rey.
Cuando le conocí en su aldea,
sólo era una niña campesina...
que admiraba al hijo
de un jefe local...
que sólo
se admiraba a sí mismo.
¿Y en qué te has convertido?
En una mujer
civilizada y culta.
¿Que admira a un general romano que
no hace más que admirarse así mismo?
Sí. Al fin y al cabo,
soy un hombre admirable.
Todos somos
dignos de admiración.
¿Sabéis?
A veces pienso...
que tu padre...
vivía adelantado a su época...
.y que tenía muy buenas ideas.
.¿Echar a tus legiones de la Galia?
Demasiadas tribus.
Tenéis demasiadas.
Y cada jefe debe ser
eIegido todos los años.
Qué complicado.
El destino de los galos
podría ser...
tener un rey.
Elegido por Roma.
¿Por qué no un rey
elegido por el destino?
-Sabía que vendrías.
-Pareces conocer muy bien a César.
César me visita a menudo.
¿Estás celoso?
Muchas veces pienso en aqueI
chico de Gergovia...
a quien prometí fidelidad.
¿Por qué crees
que nos citó juntos?
Siempre es sensato suponer que César
sabe todo lo que debe saber.
Dumnórix no se fía de él.
Yo confío en él por ser
quien es: Julio César.
Confío en él tanto
como confío en ti.
¿Qué pretendes decirme, Epona?
Tú eres y siempre serás...
el jefe de grandes guerreros.
Ave. Dumnórix ha asaltado
nuestro campamento.
Ha aniquilado a los soldados
y ha huido.
Seguid cargando Ios barcos.
Sabía que tu hermano
me traicionaría.
Debería matar
a los rehenes.
No, por favor,
no hagas eso, César.
Debe ser juzgado
según nuestras leyes.
.Quiero verle.
.Enviaré a Litavic en su busca.
Ya no confío en los eduos
y tampoco confío en ti.
Envía a Vercingetórix.
Es arverno.
Bien.
Si es lo que preferís...
No debes ejecutar
a ningún rehén.
Tráelo ante mí.
Vivo.
Como Ios mercenarios de Roma...
sigues IIevando la capa
sobre el hombro derecho.
Debo llevarte de vuelta.
¿Es eI Vercingetórix elocuente
el que trata de convencerme...
o el jefe de grandes guerreros
quien quiere llevarme a la fuerza?
Podríamos hablar. Siempre estamos
a tiempo de pelear a muerte.
¿Qué orden de César vienes a
ejecutar, montado sobre su caballo?
Llevarte de vuelta para que te
juzguen según nuestras leyes.
Tu hermano lo exigió.
Os lo agradezco.
Me alegra mucho...
ver cómo me condenan mis propios
hermanos en el campamento de César.
Si no vuelves...
los rehenes eduos serán ejecutados,
y taI vez también otros.
No, no.
Pero, ¿qué dices?
Aunque estuviera furioso,
y debe de estarlo...
César nunca
mataría a sus rehenes.
¿Qué galo se embarcaría hacia
Britania si él matara a sus hijos?
.No los matará.
.¿Y qué hacemos ahora?
He pensado ofrecerte mi caballo...
para que, juntos, vayamos
a vengar la muerte de tu padre.
¿Nunca te has preguntado...
quién enfrentó a eduos contra eduos,
y a arvernos contra arvernos?
¿Quién se benefició más
de la muerte de Celtill?
iVercingetórix, vetel
¡Huye!
Devuélvele a César
lo que es de César.
Y págale mi tributo.
Vuestro padre era
un buen hombre.
Creo que deberíamos ir
a Gergovia, ahora mismo.
Vamos.
.¿Qué significa esa mano?
.Que nos hemos creado un enemigo...
y hubiera sido mucho mejor
tenerlo como amigo.
Encarcela a los rehenes...
y encierra a Epona
en una celda.
Haz saber que César
estará muy agradecido...
con aquel que encuentre
a Vercingetórix.
¡Cerrad las puertas!
No puedes entrar en la ciudad.
César le ha puesto precio
a tu cabeza.
Han matado a los druidas.
Pero yo he vuelto para esperarte.
¿Gutuart sigue con vida?
Hermano y hermana
de la espada...
ahora puedes
disponer de mi vida.
Así, el juego terminará pronto.
Quédate aquí. Vigílalos.
¡Queremos que Vercingetórix
sea nuestro jefe!
¡Senadores, os ordenamos
que le elijáis jefe de los arvernos!
¡No dejaré que me elijan
todos estos cobardes...
sino Ia aclamación
de mi pueblo!
César no me convertirá
en un forajido.
¡Es mi enemigo
y yo seré vuestro rey!
¡Queremos que Vercingetórix
sea nuestro jefe!
Viva Vercingetórix...
rey de los arvernos.
En memoria de mi padre...
¡acepto con orgullo!
Habitantes de la Galia,
seamos lo que debemos ser...
un pueblo libre y unido.
Juntos echaremos
a los romanos de la Galia.
Ellos son nuestros enemigos...
y aquellos que les sirven
son traidores.
-Quemad las reservas y los establos.
-¿Quieres arruinarnos?
Haz lo que te digo
o los quemaré yo mismo.
Tomad, niños.
Para vosotros.
Está quemando la Galia, mientras
nuestras legiones mueren de hambre.
Los hombres empiezan a mirar
con avidez a los caballos.
Es un jefe inteligente.
No se enfrenta al enemigo. No es
una estrategia demasiado gloriosa.
Pero es eficaz.
Regresemos a nuestra provincia.
Eso no es glorioso, ni eficaz.
Caminaremos a través del fuego
y atacaremos Avaricum.
Como el escorpión, seguiré mi
propia lógica hasta la muerte.
Vamos a ver qué lógica
sigue Vercingetórix.
Evacuad la ciudad...
o la reduciré a cenizas
con sus habitantes dentro.
¿Qué derecho tienes, arverno?
No permitiré que los romanos
tomen Avaricum con sus provisiones.
Quemaría Gergovia, mi ciudad,
si ello fuera necesario.
.Defiende la ciudad con nosotros.
.Los sitiados no pueden vencer.
A causa de nuestra estupidez,
César arrebataría Ia victoria...
de las garras de la derrota
en lo que lo tengo atrapado.
Una vida por una ciudad.
Te ofrezco la vida inocente
de mi hijo.
Si crees que servirá
a la causa de Ia Galia...
gran rey Vercingetórix, mátalo.
Que viva para IIegar a ser
un hombre digno de su madre.
Y que Avaricum
sobreviva para verIo.
-¡Libremos una gran batalla!
-Debemos combatir ahora.
Yo me voy a Gergovia.
¿He hecho lo correcto
o al final me arrepentiré?
Has hecho lo que
creías correcto...
en vez de lo que sabías
que era necesario.
-¿Me he equivocado?
-El poder no tiene razón...
ni se equivoca.
Forma parte de este mundo
de conflictos humanos...
Tus incomprensibles palabras
no me ayudan en nada.
¿Eso crees?
Vamos a hacer lo que
Vercingetórix no ha hecho.
Como eI escorpión,
vencer o morir.
Mataremos a todos los habitantes.
Quiero un baño de sangre.
César, eso no es necesario.
¡Todas las mujeres!
¡Todos los ancianos!
¡lncluso los niños!
¡Por tu culpa,
todos han muerto!
¡Los abandonaste!
Te negaste a combatir.
Eres un cobarde.
¡Y tú nos convertirás
a todos en cobardes!
Prometiste que nos
llevarías a la victoria.
¿Qué victoria?
¿La que le prometió a César?
¿Me acusáis de traición?
Matadme.
Sí, he traicionado a la Galia.
Sí, he sido un cobarde.
Vuestra ira es mi ira...
hacia mí mismo.
Porque cometí un error.
Os hice caso.
Tenía que incendiar la ciudad.
Si lo hubiera hecho...
sus habitantes seguirían
con vida...
y las tropas de César
estarían famélicas.
Pero César cometió
un error aún peor...
al ordenar esta matanza...
que me horroriza
y turba mi corazón...
a mí, a vosotros,
y a toda la Galia.
Si pensáis que me hicisteis un favor
ofreciéndome el mando...
y si vosotros creéis
que ya no merezco tal honor...
os lo devuelvo
ahora mismo.
El destino.
Es el destino.
¡Das asco!
Ha sido una verdadera
matanza...
inútil.
¿lnútil?
Ahora libraremos
una batalla decisiva.
He hallado el secreto
de las espadas galas.
Marcharemos hasta Gergovia.
¡Catapultas en posición!
¡CargadIas!
.¡Daos prisa!
.¿Por qué? No hay nadie...
¡Formad!
¡Preparados!
Vercingetórix está rodeado.
No se atreve a dejarse ver.
Ataquemos.
Tu aliado Litavic
acaba de llegar.
¡A mi orden!
¡Soldados, tenemos
algo para vosotros!
¡Mirad aquí arriba!
¡Venga, mirad aquí!
¡No seáis tímidos!
¡Venid a probar un poquito!
¡Mirad!
¡Voy a ser el primero!
¡Formad la pirámide!
¡Vais a ver lo que es
un hombre de verdad!
.¡Mira lo que te espera!
.¡Mira, mira!
¡Qué tímidos sois!
¡Muerte a César,
muerte a César!
¡Muerte a los romanos!
¡No somos amigos
de los romanos!
Son tus aliados.
Espero que estén a la altura.
Los eduos están contigo.
César ha arrasado Avaricum,
ya no es nuestro amigo.
Tú, que nos has unido en la lucha,
eres mi hermano.
¡Venid!
Litavic es un bastardo.
Malditos sean los galos.
¡Al ataque!
¡Victoria!
.¡Victoria!
.¡Victoria!
¡Victoria!
¡Victoria!
¡Victoria!
Vercingetórix,
rey de los arvernos...
jefe de grandes guerreros,
¿qué ves después de esta victoria?
Veo a todos Ios pueblos
de la Galia unidos.
¿Unidos? ¿Bajo un oscuro
deseo de venganza?
Quiero hacer retroceder a César por
el mismo camino que éI construyó.
Son calzadas, excusa de la libre
circulación de bienes y personas...
las que aceleran las órdenes
del imperio...
que nos asfixia para
satisfacer su ambición.
En memoria de mi padre haré realidad
la magia que éI quería crear...
la expulsión de los germanos
y romanos de la Galia.
GaIos...
yo os doy la bienvenida
a Bibracto.
Vercingetórix ha conseguido
lo que nadie había hecho jamás.
Ha conseguido derrotar al poderoso
César al frente de sus legiones.
-Seis legiones, por lo menos.
-Diez.
¡Cien! ¡Cien!
Nuestras mujeres han demostrado
que pueden vencer a cien legiones.
Propongo que nombremos a
Vercingetórix comandante en jefe...
¡por haberse deshecho de
los romanos y de los teutones!
No quiero una batalla...
aunque venzamos.
Y si así fuera...
Roma no descansaría hasta que esa
victoria se convirtiera en derrota.
Es posible.
Para cortarle el paso hacia el norte
hay que pactar con los teutones.
Estás loco. A tu padre le
quemaron por menos que eso.
No es lo que quieren de ti. Te ruego
que no les digas eso. EscúchaIes.
Lo que quieren
es una batalla final.
-Hay que continuar la batalla...
-Saldremos victoriosos...
Tomé las armas por
la libertad de todos...
comprometí mi vida hasta
la última gota de mi sangre...
por muy grande que sea el sacrificio
que el destino nos obligue a hacer.
Seguid conmigo
y os llevaré a la victoria...
a las garras de la muerte con un
himno de batalla en mi corazón.
¡Ahora escojamos
nuestra capital!
Debe ser Pabracs.
¿Por qué?
Los cadurcos deberían obedecer...
las órdenes de los eduos.
¡La capital debe ser Genabum!
-Me tenías muy preocupado.
-No tuve miedo.
Estuve encerrada en una celda, sola.
Tuve tiempo para pensar en ti...
en César, en sus promesas
y mentiras...
pero, sobre todo, en ti.
¿Y aún confías en el jefe
de grandes guerreros...
que quería
que fueras su reina?
Entonces acepté, cuando
me Io propuso aquel niño.
¿Y ahora?
Sería un honor que me lo propusiera
el rey de los arvernos.
No es para ti.
Es para ella.
He venido a inclinarme humildemente
ante eI que venció a César...
ante aqueI
que me ha liberado.
Un momento, quiero
hablar contigo. Espera.
Entre un chico y una chica,
debería haber algo más.
Sólo quiero que
seas mi reina. Pero...
¿Pero...?
¿Pero qué?
Verás, puedo estar
ausente una eternidad.
Si es sólo eso,
lIévame contigo.
No, no puedo.
A la guerra no.
Mi sitio estará donde tú estés.
-No, es imposible.
-¿Tú crees?
Intenta detenerme.
EL RlN - CAMPAMENTO TEUTÓN
Eres preciosa.
¡Avisa a los demás!
Quiero saber qué hacen
los teutones aquí.
.Envía una avanzadilla.
.Sí.
Démonos prisa.
Refugiémonos.
Venga. Vámonos.
¡Ya está aquí!
¡Vercingetórix ha llegado!
Permíteme el honor
de ofrecerte mi dormitorio.
Dejadlo ahí, sobre la mesa.
Daos prisa.
Preparamos la habitación
para la princesa belovaca.
Te doy las gracias, jefe
de Alesia, por tu hospitalidad.
El personal de nuestro comandante
organizará sus dependencias.
Ve a ayudarIe, vamos.
.¿Qué?
.Ayúdale, venga.
Dicen que
Ia guerra es ayudarse.
.También deseo ser un gran guerrero.
.Ya hablaremos más tarde.
El ejército puede retirarse.
Nos Ias arreglaremos
.¿Quieres ser mi escudero?
.Sí.
Me alegro de estar a cubierto.
Por nosotros.
¿Sabes quién
es la diosa de Alesia?
-No.
-No, ¿quién?
Es la diosa
de los caballos, Epona.
Es para morirse
de risa, ¿verdad?
César vendrá a sitiarnos.
Es muy arriesgado.
Sabe qué ejército tenemos.
Debe de saberlo, pero creo
que vendrá de todos modos.
-Deberíamos irnos ahora mismo.
-¿lrnos?
Creí que queriais una gran batalla
final, al igual que César.
¿Es lo que la Galia necesita?
No...
pero la suerte ya está echada.
La batalla que tanto ansiabais
ya ha comenzado.
-Tenemos alimentos para un mes.
-Reducid las raciones a la mitad.
Las mismas raciones para
el ejército y para los civiles.
Cabalgad en todas direcciones.
Reunid un gran ejército
de liberación y regresad.
Afrontad este reto.
Si queréis ganar esta batalla,
regresad antes de la próxima luna.
Vosotros seréis el martillo
y yo seré el yunque.
Y recordad una cosa.
No ataquéis.
-¿Cómo?
-No ataquéis.
Los galos van a reunir
un ejército de liberación.
Lo sé. Y estaré
listo antes de que llegue.
La fortificación de César me
preocupa, y desmoraliza al ejército.
Pero a mí no.
No tendrá tiempo de terminarla.
Los teutones están por
todas partes...
pero nuestros espías no son capaces
de averiguar a qué han venido.
César los ha comprado.
Tienen esta vía abierta
aI vaIIe.
Os dejaré pasar si me decís
dónde está vuestro archidruida.
No lo sabemos.
Y no le comprendemos, de modo
que no podemos decirte nada de él.
Qué raro.
Queréis uniros a Vercingetórix,
para ayudarIe contra mí.
No nos inmiscuimos
en vuestros conflictos.
Vercingetórix me asestó varios
golpes magníficos e inesperados...
y lo disfrutáis
tanto como yo.
El premio de la victoria es
indispensable para ti, César.
Sin él, tu vida
no tendría sentido.
Druidas, debo establecer
un lugar absoluto que ocupar...
siempre el mismo, inmutable.
Debo extender un imperio
y mantenerlo unido.
Eso es el destino.
Tus palabras reducen
a otras al silencio.
Pero cuando hayas eliminado
a tus adversarios...
ya no habrá
más combates, César.
Tu paIabra será irresistible
y tu aislamiento completo.
No os dejaré ir a Alesia.
Debemos elegir al general
del ejército de Iiberación.
Tenemos poco tiempo. Vercingetórix
espera con urgencia nuestra llegada.
Cada uno cogerá
una bola para votar.
Una cada uno.
Bien.
Bien.
¡Diez!
¡He dicho una cada uno!
Todos nuestros enviados
que han intentado llegar al campo...
han sido asesinados
por los romanos.
Y los romanos que han abandonado
el campamento, por los galos.
Tal vez, pero eso no
nos proporciona alimentos.
Dime una cosa, ¿cuándo llegará
ese famoso ejército?
Estoy guardando esta
rata para esos traidores.
Les cortaremos los testículos
y nos los comeremos...
si es que esos cobardes
miserables llegan algún día.
Seguro que llegarán.
Vercingetórix vuelve a escapar.
Los galos no se comen
a los caballos.
Los sueltan, porque
no pueden alimentarlos.
Pero él se ha quedado.
Ataquemos ahora...
mientras aún
conservamos las fuerzas.
Debemos resistir...
por el ejército de galos
que vendrá a unirse al nuestro.
El temor a su llegada...
es Io que hace que los romanos
trabajen en su fortificación.
Si al llegar, se encuentran luchando
sobre nuestros cadáveres...
¿qué ánimo crees
que les quedará?
¿O dudas de su fidelidad,
porque todavía no han llegado?
Lo siento, tienes razón.
No sobreviviremos mucho más
con la poca comida que nos queda.
Tendremos que aIejar de Alesia
a los que no puedan luchar.
Puede que tengan más posibilidades
de sobrevivir en el bosque.
No eches a los niños.
Yo me ocuparé de ellos.
Tienes razón.
Los druidas te ayudarán.
Están dormidos.
El martillo nunca
golpeará el yunque.
Ganaré esta batalla...
-si el ejército me obedece.
-¿De qué tienes miedo?
Del profundo silencio de otros.
¡Veinte bolas por Litavic!
¡Veinte boIas por Virido!
-¡Veinte bolas por Commios!
-¡Cabezotas!
El general debe tener la mayoría.
¡Veinte bolas por Cassivelaun!
¡Esto es intolerable!
¡Yo debo ser el jefe!
¡Soy yo!
¡Un parisi!
¡Silencio!
Ya hemos perdido
demasiado tiempo.
No habrá ningún jefe,
sino cuatro generales iguales.
¡Sí, yo!
Virido, Commios...
Cassivelaun y yo.
¿Las órdenes siguen
siendo que no ataquemos?
Sí.
No podemos quedarnos
sin hacer nada.
¿Qué va a cambiar?
La primavera llegará,
la hierba volverá a crecer...
ahora César está sitiado
en su propia fortificación.
Y los teutones desistirán...
si nos organizamos bien.
.¿Y si no atacan?
.Moriremos.
Es el triunfo o la muerte.
¿Quién decidirá eso?
El destino, Bruto.
El destino.
-Hola.
-Hola.
¿Quieres jugar?
Se lanza una y se cogen
las otras con una mano.
.Si empatamos, volvemos a jugar.
.De acuerdo.
lguales.
Volvemos a jugar.
Has dicho que se lanza
una con una mano.
No, las reglas han cambiado.
Siempre cambias las reglas.
Así no se puede jugar.
Tiene razón. Estáis igualados.
No juega a ganar o perder.
Sólo quiere que la partida no se
acabe para estar todos juntos.
Para mí todo ha terminado.
Pero has de seguir adelante
y cumplir tu destino.
Ahora debes impedir
que la gran rueda del destino...
aplaste al pueblo de la Galia.
Ve con ella. No habrá
muchas noches más.
No ataquéis.
iNo ataquéisl
Cárnix...
¡Cárnix!
No te han hecho caso.
Van a atacar de todos modos.
Estúpidos.
César, van a atacar
desde todos los fIancos.
Como siempre te he dicho...
eso es lo que ocurre cuando
no hay un comandante en jefe.
¡Cárnix! ¡Cárnix!
¡Cárnix!
¡Cárnix!
¡Sí!
Vosotros, ¿queréis luchar?
¿Queréis morir?
¿Queréis vivir eternamente?
Entonces, seguidme.
Juntos...
¡Ilegaremos a ser inmortales!
No tengas miedo, Bruto.
Adelante.
Ahora suelta la cabaIIería.
Él siempre ha rehuido
la batalla decisiva.
Estoy seguro
de que trama algo.
Y no comprendo de qué se trata.
No me gusta lo que no comprendo.
La bataIla final que él nunca quiso
es una auténtica matanza...
y Litavic ha muerto.
Quería pactar
con los teutones...
y nosotros
se lo impedimos.
Ahora, ¿qué vamos a hacer?
Bueno, eso
depende de él.
Sólo podemos esperar...
y ver qué hace.
Cuando el pueblo no
sigue tus pasos...
debes seguirlo a él...
o caminar solo.
Tenías razón, la partida
nunca debería acabar.
¿Al fin y al cabo,
qué importa...
ganar lo que el enemigo
perderá...
o perder lo que él ganará?
¿Adónde te llevará eso?
Adonde mi energía
me lo permita...
para que la gran rueda
del destino siga su curso...
movida eternamente por el amor,
mientras lo exija la necesidad.
Siempre he sabido que
jamás dejaría de amarte.
Nunca tendría a otra reina...
salvo tú.
Va allí donde todo está escrito.
Si la magia es poderosa, mayor
es el precio que hay que pagar.
Tan sóIo acabo de empezar
algo que nunca terminaré.
Vengo a ofrecerte
la gloria de tu victoria...
que Roma honrará
para siempre...
con inscripciones en piedra
y llamas eternas.
La luz de mi victoria hará más
severos mis fracasos pasados.
Te ofrecí convertirte en rey.
Pues acepta
Ia rendición de un rey.
Césarnunca fue EmperadordeRoma.
En los idus de marzo delaño 44a.C.
Murió apuñalado
en las escaleras del Senado.
Su fielBruto le asestó
elgolpe mortal.
Muy cerca de alli, dos años antes,
hacia las dos de la tarde...
Vercingetórix,
encarcelado en el Tullianum...
fue ejecutado
pororden de César.
No ganó la Guerra de las Galias...
pero, porprimera vez, habia
unido a todos sus pueblos...
que, todavia hoy,
viven en nuestro recuerdo.