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Sí, esto es Sunset Boulevard,
Los Angeles, California.
Son alrededor de las 5 de la madrugada.
Es la brigada de homicidios...
completada con detectives
y periodistas.
Se ha informado de un asesinato
en una de esas grandes mansiones...
de la manzana 10.000.
Podrán leerlo
en las últimas ediciones, estoy seguro.
Lo escucharán en su radio
y lo verán en televisión...
porque una vieja estrella está
implicada... una de las más grandes.
Pero antes de que lo oigan tergiversado
y desproporcionado...
antes de que esos columnistas de Hollywood
pongan sus manos sobre ello...
quizás les gustaría escuchar los hechos...
toda la verdad.
Si es así, han venido
al lugar indicado.
Verán, el cuerpo de un hombre joven
fue encontrado...
flotando en la piscina
de su mansión...
con dos disparos en la espalda
y uno en el estómago.
Nadie importante, en realidad.
Sólo un escritor de guiones con un par
de películas de serie B en su haber.
El pobre idiota.
Él siempre quiso una piscina.
Bueno, al final
consiguió su piscina...
sólo que el precio resultó ser
un poco alto.
Retrocedamos unos seis meses y
encontraremos el día en que todo empezó.
Yo vivía en un edificio de apartamentos
entre Franklin e Ivar.
Las cosas iban mal entonces.
No había trabajado para un estudio
desde hacía mucho tiempo.
Así que estaba allí sentado, escribiendo
historias originales, dos por semana.
Sólo que parecía haber perdido mi toque.
Quizás no eran lo suficientemente originales.
Quizás eran demasiado originales.
Todo lo que sé es
que no se vendían.
Va.
- ¿Joseph C. Gillis?
- Así es.
Hemos venido por el coche.
¿Qué coche?
Un Plymouth descapotable de 1946,
matrícula de California 40-R-116.
¿Dónde están las llaves?
¿Por qué iba a darles las llaves?
Porque la compañía ya le ha
hecho el juego suficiente tiempo...
porque se ha retrasado tres letras,
y porque tenemos una orden del tribunal.
Ahora, venga. Las llaves.
¿O quiere que lo carguemos en una grúa
y nos lo llevemos?
Relajaos, amigos.
El coche no está aquí.
Oh, ¿es eso cierto?
Se lo presté a un amigo.
Se lo llevó a Palm Springs.
Tuvo que irse por motivos de salud,
supongo.
Si no me creen,
miren en el garage.
Seguro, seguro.
¡Ahora queremos que usted nos crea a nosotros!
Será mejor que el coche esté aquí mañana
o habrá jaleo.
- Me arrestarán.
Bueno, necesitaba unos 290 dólares...
y los necesitaba enseguida,
o perdería mi coche.
No estaba en Palm Springs,
y no estaba en el garage.
Yo pensaba más que
la compañía financiera.
Sabía que ellos vendrían,
y no quería correr riesgos.
Así que lo aparqué en la calle de enfrente
detrás del negocio de Rudy el limpiabotas.
Rudy nunca te hacía preguntas
sobre tus finanzas.
Simplemente te miraba los zapatos
y lo sabía.
Había entregado un guión
a la Paramount.
Mi representante me dijo
que no servía.
Pero yo conocía a un pez gordo allí
al que siempre le gusté.
Había llegado la hora de sacar
provecho de ello.
Su nombre era Sheldrake.
Era un buen productor con
una úlcera para corroborarlo.
Muy bien, Gillis, tienes cinco
minutos. ¿De qué va tu historia?
Es sobre un jugador de baseball,
un novato que batea 34 7.
- A-ja.
- El pobre chico estuvo mezclado en un robo.
Pero trata de corregirse.
Aunque unos estafadores no le dejarán.
¿Así que le dicen al chico que amañe
las Series Mundiales o algo así, eh?
Más o menos, excepto por el final.
Tengo uno realmente bueno.
A-ja.¿Tienes un título?
Estafa Descubierta.
Tengo un resumen de 40 páginas.
LLama al departamento de supervisión. Averigua
que tienen sobre Estafa Descubierta.
En la Twentieth tienen mucho interés,
pero la gente de Zanuck no sirve.
¿Puede imaginarse a Ty Power como estafador?
Tiene al mejor hombre para el papel
justo aquí. Alan Ladd.
Sería un buen cambio de estilo para Ladd.
Y otra cosa, es sencillo de rodar.
Muchos exteriores. Podría
hacerse todo por menos de un millón.
- Perdona.
- También hay un buen papel para Bill Demarest...
un entrenador, un antiguo jugador que
habla más de lo que debe.
Hola, Sr. Sheldrake.
Sobre Estafa Descubierta, tengo
un resumen de dos páginas.
- Gracias.
- Pero no vale mucho.
- ¿Qué tiene de malo?
- Está hecho con prisas.
¿Algún papel para Ladd?
Es sólo una repetición de algo
que no era bueno desde el principio.
Creo que te alegrarás de conocer
al Sr. Gillis. El autor.
La señorita Kramer.
El nombre es Schaefer.
Betty Schaefer.
Y en este momento me gustaría que
se me tragase la tierra.
Si eso fuera de alguna ayuda...
Oh, lo siento, Sr. Gillis, pero yo
no pensaba que fuera bueno.
Lo encontré simple y vulgar.
¿Exactamente qué estilo de literatura me
recomienda? ¿James Joyce? ¿Dostoyevsky?
Sólo creo que las películas
deberían decir algo.
Oh, claro el mensaje.
sólo una historia no sirve.
Usted hubiera rechazado
Lo que el viento se llevó.
No, fui yo. Me pregunté, "¿Quién quiere
ver una historia sobre la Guerra Civil?"
Quizás no me gustó el guión porque conocía
su nombre y había oído que tenía talento.
Eso era el año pasado. Éste
tengo que escribir para comer.
Entonces dedíquese a otra cosa
si no puede escribir algo importante...
No me gustan esas palabras.
Parecéis críticos de Nueva York.
- Eso es todo Srta. Kramer... Schaefer.
- Adiós Sr. Gillis.
La próxima vez le escribiré
El Desnudo y la Muerte.
Bueno, parece que Zanuck ha
conseguido una película de baseball.
No pretendo que piense que esto
iba a ganar un premio de la Academia.
Desde luego, pero siempre
buscamos el éxito.
- ¿Tú crees que esto lo es?
- Francamente no.
Espera. Si lo hacemos con un equipo
femenino, y añadimos algunos números.
Podría ser un musical. Sucedió en
el Parque: la Historia de una Mujer.
¿Estás intentando ser gracioso?
Porque no tengo ganas de reir.
Necesito dinero.
Necesito un trabajo.
- No tengo nada.
- Cambiando algo. Añadiendo dialogo.
Nada. Lo siento.
Mire, Sr. Sheldrake.
¿Podría prestarme 300 dólares
como favor personal?
¿Si podría?. Gillis.
El año pasado alguien me convenció
de comprar un rancho en el Valle.
Así que pedí un préstamo al banco
para poder comprarlo.
Este años he hipotecado el rancho
para pagar mi seguro de vida...
y poder pedir otro préstamo
con el seguro como garantía...
Después de eso
me fui al cuartel.
Así es como muchos de nosotros
llamabamos al negocio de Schwab.
Una mezcla de oficina,
cafetería y sala de espera.
Espera.
Espera por el tren del olvido.
Tenía diez monedas y empecé
a pedir ayuda.
No logré encontrar a mi representante,
naturalmente.
Así que llamé a un amigo,
Artie Green...
buen muchacho,
ayudante de dirección.
Podía prestarme 20 dólares.
Con eso no tenía ni para empezar.
Entonces llamé a
dos de la Metro.
Me dijeron que no.
Al final localicé a mi
representante. El mentiroso.
¿Estaba buscando trabajo
para el pobre Joe Gillis?
No. Trabajaba duro en un club de
Bel-Air con los palos de golf.
Así que necesitas 300 dólares.
Desde luego que podría darte 300.
- Sólo que no voy a hacerlo.
- ¿No?
No soy sólo tu representante.
No es por el diez por ciento.
- Soy tu amigo.
- ¿Lo eres?
¿No sabes que las mejores obras
fueron escritas con el estómago vacío?
Cuando un talento como tú
tiene hambre, consigue el éxito.
Olvida el hambre.
¡Estoy hablando del coche!
Si pierdo el coche, es como
si me cortaran las piernas.
Es lo mejor que te
puede pasar.
Así tendrás que sentarte a la
máquina y escribir.
¿Qué crees que he estado haciendo?
Necesito 300 dólares.
Yo creo que lo que necesitas es
otro representante.
Cuando conducía de vuelta a la ciudad,
hice inventario de mis posibilidades.
Que en ese momento sumaban exactamente cero.
Aparentemente no tenía
lo que hacía falta...
y había llegado la hora de despedirme
de Hollywood y volver a casa.
Quizás si vendía mis trastos tendría
bastante para un billete de autobús a Ohio.
De vuelta a ese trabajo de 35 dólares a la semana
escribiendo copias en el Dayton Evening Post...
si aún existía.
De vuelta al delicioso placer
de la oficina.
Muy bien, genios. ¿Por qué no
hundis Hollywood de una vez?
Quizás creeis
que podríais hacer...
Había llegado hasta la entrada
de una mansión...
que parecía desierta y abandonada.
Al final del camino la
vista era preciosa...
Un gran garage vacío
desaprovechado por suerte para mí.
Un lugar perfecto para esconder mi coche
estropeado al que estaban persiguiendo.
Había otro habitante
en aquel garage...
un enorme coche
importado.
Debió haber quemado
20 litros por kilómetro.
Tenía matrícula de 1932.
Supongo que fue el año en que los
propietarios se mudaron.
Y también supuse que no podía
volver a mi apartamento...
ahora que esos sabuesos
iban tras de mí.
Pensaba ir a casa de Artie
y quedarme allí...
Hasta que reuniera bastante para el
autobús a Ohio.
Una vez de vuelta en Dayton, les escribiría
una postal a los de la compañía financiera...
diciéndoles dónde podían
recoger el coche.
Era una enorme
casa blanca...
como las que construían esa loca gente
del cine de los locos años 20.
Las casas abandonadas
tienen un aspecto triste.
Esta desde luego lo tenía.
Era como esa mujer
de Grandes Esperanzas...
aquella Señorita Havisham con su ajado
vestido de novia y su velo hecho jirones...
a la vista de todo el mundo
demostrando que había sido abandonada.
¡Eh usted!
¿Por qué llega tan tarde?
¿Por qué me ha hecho
esperar tanto?
Entre, por aquí.
He metido el coche en el garage.
Reventó un neumático. Pensé que quizás...
- Entre.
- Quizás sea mejor que me lleve el coche y...
Límpiese los zapatos.
Pase.
No va adecuadamente vestido
para la ocasión.
- ¿Para qué ocasión?
- Hazle subir, Max.
- Por la escalera.
- Escúcheme un momento.
Madam le espera.
¿A mí?
Bien.
Si necesita ayuda
con el ataúd, llameme.
Por aquí.
Pase.
Lo puse en la mesa de masajes
frente a la chimenea.
Siempre le gustó atizar el fuego
con un palo.
He decidido que lo enterraremos en el
jardín. ¿Hay alguna ley que lo prohiba?
- No lo sé.
- Bueno no me importa.
Quiero un ataud blanco, y completamente
forrado de seda.
Blanca o rosa.
Quizás roja. Rojo brillante.
Un color alegre.
¿Cuánto costará?
¡Y le advierto que no me cobre un precio
disparatado sólo porque soy rica!
Señora, se equivoca de hombre. Tuve
una avería con mi coche. Una rueda pinchada.
Lo metí en su garage
hasta que consiga una de repuesto.
Pensé que la casa estaba vacía.
No lo está. Fuera.
Lo siento. Siento
que haya perdido a su amigo.
Pero no creo que el rojo
sea el color apropiado.
Espere un minuto. ¿No la he visto
antes? Su cara me es familiar.
Fuera. ¿O debo
llamar a mi sirviente?
¡Usted es Norma Desmond!
Aparecía en películas mudas.
¡Era una gran estrella!
Y soy grande.
Pero el cine ahora ya no lo es.
A-ja.
Cada vez lo hacen peor.
Lo mataron. Acabaron con él.
Hubo un tiempo en que los ojos de
todo el mundo miraban a este negocio.
Pero eso no era suficiente
para ellos. ¡Oh, no!
Ellos querían también los oidos
de todo el mundo.
Así que abrieron sus bocazas
y empezaron a hablar, hablar, hablar.
Ahí es donde entra el
negocio de las palomitas.
Se compran una bolsa
y abren sus oidos.
¡Mire a los directores,
mire a los ejecutivos!
Cogieron a los idolos y
los destrozaron.
¡A Fairbanks, a Gilbert,
a Valentino!
¿Y a quién tenemos ahora?
¡A unos Don nadie!
No me culpe. Yo no soy un ejecutivo,
sólo un escritor de guiones.
Escribe guiones. ¡Palabras, palabras
y más palabras!
¡Ustedes han hecho una cuerda con las palabras
y han estrangulado este negocio!
¡Hay micrófonos para captar
los últimos suspiros...
y tecnicolor para fotografiar
la roja lengua ensangrentada!
Sssh. Despertará al mono.
¡Fuera! ¡Max!
La próxima vez traeré
mi álbum de autógrafos.
O quizás un bloque de cemento
y le pediré la huella de su pie.
- De acuerdo, de acuerdo, ya me voy.
- Espere un minuto.
- Dijo que es usted escritor.
- ¿Por qué?
¿Lo es o no?
Eso es lo que dice mi
carnet del sindicato.
Y ha escrito películas,
¿verdad?
Claro.
¿Quiere una lista?
Quiero pedirle algo.
Venga aquí.
La última que escribí era sobre Okies
en la Dust Bowl.
Nunca la reconocerá, por que
cuando alcance la pantalla...
se convertirá en un desastre.
Intimo, ¿verdad?
El viento sopla por ese maldito
órgano. Debería quitarlo.
O enseñarle una melodía mejor.
Joven ,dígame una cosa.
¿Cómo es un guión de cine en estos días?
Me refiero a ¿cuántas páginas tiene?
Depende de si es sobre
el Pato Donald o sobre Juana de Arco.
Éste es para una
película importante.
Lo he escrito yo misma.
Me llevó años.
Aquí hay suficiente para
seis películas importantes.
Es una historia de Salomé.
Creo que pediré a DeMille que la dirija.
¿DeMille? A-ja.
- Hicimos muchas películas juntos.
- Y usted será Salomé.
¿Quién si no?
Sólo preguntaba. No sabía que
estuviera planeando un retorno.
¡Odio esa palabra! ¡Es una reaparición!
Una reaparición ante los millones de personas
que nunca me perdonaron que abandonara la pantalla.
- Muy propio.
- Salomé.
¡Qué mujer! ¡Qué papel!
La princesa que se enamora
de un hombre santo.
Baila la danza
de los siete velos.
Él la rechaza, así que ella pide
su cabeza en bandeja de oro...
Besando sus labios muertos y fríos.
En Pomona les encantará.
Gustará en todas partes.
Léalo. Lea la escena anterior
a que ella ordene su muerte.
Nunca deje que otro escritor lea
sus guiones. Se los robaría.
No me importa. Léalo.
Max, trae algo de beber.
Siéntese.
¿Hay suficiente luz?
Tengo buena vista.
Le he pedido que se siente.
Bueno, no tenía ningún
compromiso urgente...
Excepto con esos chicos
de la compañía financiera...
y ella mencionó
algo para beber.
¿Por qué no?
A veces es interesante ver
cuan malo puede ser un mal guión.
Este prometía alcanzar el límite.
Me preguntaba qué opinaría un grafólogo
sobre aquellos garabatos de niña.
Max trajo un poco de
champán y caviar.
Más tarde descubrí que Max era la única otra
persona que vivia en aquel horrible castillo de Sunset.
Y descubrí algunas
otras cosas sobre él.
En cuanto a ella, se sentó
fumando un cigarrillo...
en una extraña boquilla.
Podía sentir sus ojos fijos en mí
detrás de aquellas gafas oscuras...
despreciándome porque no
me gustaba lo que leía.
O quizás rogándome a su orgullosa
manera que me gustara.
Significaba mucho para ella.
Era sin duda un buen decorado...
aquel puñado de nervios y Max...
y un mono muerto en el piso de arriba...
y el viento silbando en aquel
órgano de vez en cuando.
Más tarde, como intermedio...
llegó el tipo que esperaban
con el ataúd de niño.
Todo se hizo con mucha solemnidad.
Debió ser un chimpancé
muy importante.
Quizás el bisnieto
de King-Kong.
Se hicieron las 11.
Sentía algo raro
en el estómago...
por el champán y esa basura
que había estado leyendo...
esa estúpida mezcla
de argumentos melodramáticos.
Sin embargo, para entonces...
yo había empezado a tramar
mi propio plan.
¿Bien?
Es fascinante.
Desde luego que lo es.
Quizás demasiado largo
y quizás hay algunas repeticiones...
pero usted no es
una escritora profesional.
Lo escribí con el corazón.
Seguro.
Eso es lo que lo hace tan bueno.
Puede que necesite
un poco más de diálogo.
¿Para qué? Puedo decir lo que
quiera con mis ojos.
Bueno, ciertamente necesitaría
algunas correcciones.
No permitiré que lo estropeen.
Desde luego que no, pero
debería organizarlo.
Sólo adaptarlo un poco.
Alguien experto.
¿Quién? Tendría que ser alguien
en quien pudiera confiar.
¿Cuándo nació usted? Me refiero a
¿cuál es su signo del zodiaco?
- No lo sé.
- ¿En qué mes?
El 21 de diciembre.
Sagitario. Me gustan los Sagitario.
Puedes confiar en ellos.
- Gracias.
- Quiero que usted haga el trabajo.
¿Yo?
Estoy ocupado. Acabo de terminar un guión,
y tengo otro contrato.
No importa.
La verdad es que soy muy caro.
Cobro 500 dólares a la semana.
Yo no me preocuparía por el dinero.
Le pagaré lo que quiera.
Será mejor que me lleve el resto
para leerlo en casa.
No quiero que salga de mi casa.
Tendrá que terminarlo aquí.
Bueno, es un poco tarde.
- ¿Está casado Sr. ...?
- Me llamo Gillis. Soltero.
¿Dónde vive?
En Hollywood.
Apartamentos Alto Nido.
Dijo que su coche
estaba averiado.
Sí así es.
- ¿Por qué no se queda aquí?
- Volveré por la mañana temprano.
De ninguna manera.
Hay una habitación encima del garage.
Max le acompañará.
¡Max!
Me sentía satisfecho por cómo había
manejado la situación.
Lancé el anzuelo,
y ella se lo tragó.
Mi coche estaría seguro abajo mientras
yo trabajaba en el guión.
Y habría mucho dinero.
Esta habitación no se ha usado
en mucho tiempo.
Nunca será como House Beatiful,
pero por una noche me arreglaré.
Hice la cama esta tarde.
Gracias. ¿Cómo sabía ya esta tarde
que iba a quedarme?
El baño está allí. Puse toallas, jabón
y un cepillo de dientes.
Es todo un carácter esta
Norma Desmond.
Era la mejor de todas. Usted no se
lo imagina. Es muy joven.
En una semana recibía
17.000 cartas de admiradores.
Los hombres acosaban a su peluquero
para conseguir un rizo suyo.
Hubo un maharaja que vino
expresamente desde la India...
para suplicarle que le diera una media.
Después se estranguló
con ella.
Bien, parece que entré
en un sitio interesante.
Sí, señor.
Buenas noches, señor.
Él también tenía un aspecto
anticuado.
Y original, tal vez.
Pensándolo bien, todo el lugar
parecía haber sufrido...
una especie de parálisis...
que lo mantenía ajeno
al ritmo del mundo exterior...
derrumbándose a cámara lenta.
Había una pista de tenis... bueno
lo que quedaba de ella...
con las rayas borradas
y la red vencida.
Y por supuesto una piscina.
¿Quién no la tenía entonces?
Mabel Normand y John Gilbert debieron
haber nadado en ella hace 10.000 noches.
Y Vilma Banky y Rod LaRoque.
Ahora estaba vacía.
¿O no?
Había alguien andando
por allí abajo.
Los últimos ritos
para el viejo mono...
celebrados con la mayor seriedad...
Como si fuera a enterrar
a su único hijo.
¿Su vida estaba realmente
tan vacía?
Todo era muy raro.
Pero aún vería cosas
más raras.
Aquella noche tuve una pesadilla.
Había un organillero.
No podía ver su rostro, pero el
organillo estaba tapizado de ***...
y un mono estaba bailando
y pidiendo monedas.
Cuando desperté, aún oía
la música.
¿Dónde estaba?
Ah, sí. La habitación vacía
encima del garage.
Sólo que ya no estaba vacía.
Había tenido visita.
Alguien había traído mis cosas...
mis libros, mi máquina de escribir, mi ropa.
¿Qué estaba pasando?
¡Eh, tú! Max, o como te llames,
¿qué están haciendo aquí mis cosas?
¡Estoy hablando contigo! ¡Mi ropa
y mis cosas están en la habitación!
Naturalmente.
Las llevé yo mismo.
¿Para qué?
¿Qué ocurre?
¿Falta algo?
¿Quién le dijo que podía?
¿Quién se lo pidió?
Fui yo. No sé por qué
tiene que ponerse así.
Deja de tocar, Max.
Me pareció buena idea
ya que vamos a trabajar juntos.
Mire, se supone que tengo que corregir
su guión.
- ¡Eso no me obliga a quedarme aquí!
- Le gustará estar aquí.
Gracias por la invitación.
Tengo mi propio apartamento.
No puede trabajar en su apartamento.
debe tres meses de alquiler.
- Eso es asunto mío.
- Ya no, está todo pagado.
De acuerdo, lo descontaremos
de mi sueldo.
Está bien, está bien, no quiero
que hablemos de pequeñeces como esta.
Max, desempaquete las cosas del Sr. Gillis.
Ya lo hice, Madam.
¡Bien, pues vuelva a empaquetarlas!
¡No he dicho que vaya a quedarme!
Decídase de una vez.
¿Quiere el trabajo o no?
Sí, quería el trabajo.
Quería el dinero, y quería
largarme de allí en cuanto pudiera.
Creí que si me dedicaba de lleno a ello podría
terminarlo en un par de semanas.
Pero no era tan sencillo
conseguir algo coherente...
de aquellas salvajes
alucinaciones suyas.
Y lo que lo hacía aún más difícil
es que ella estaba allí todo el tiempo
vigilándome, temiendo que estropeara aquel
precioso producto de su imaginación infantil.
- ¿Qué es eso?
- Sólo una escena que eliminé.
¿Qué escena?
Esa en la que usted va al mercado de esclavos.
Es mejor que vaya directamente a Juan Bautista...
¿Suprimirme?
Honestamente, creo que apareces demasiado.
Se cansarán de verte en cada escena.
¿Se cansarán? ¿Entonces por qué me siguen
escribiendo cartas cada día?
¿Por qué me piden
fotografías?
¿Por qué?. Porque quieren verme.
¡A mí! Norma Desmond.
Vuélvela a poner.
Está bien.
No iba a discutir con ella.
No debes despertar a un sonámbulo.
Puede caer y romperse el cuello.
Eso era.
Seguía andando dormida por las alturas
de su carrera perdida.
Enloqueciendo al hablar de
su propio celuloide...
la gran Norma Desmond.
¿Cómo podía vivir en aquella casa
abarrotada de Normas Desmond?
Más Normas Desmond.
Y más Normas Desmond.
No todo era trabajar, claro.
Dos o tres veces por semana, Max corría
aquel enorme óleo...
que le había regalado alguna
cámara de comercio de Nevada...
y veíamos una película,
en su sala de estar.
Mucho mejor que salir,
decía ella.
Pero la realidad era que
la asustaba el mundo exterior.
Miedo de que le recordara
que el tiempo había pasado.
Eran películas mudas, y Max
manejaba el proyector...
que seguía en buen estado.
Y nos salvaba de oir sus
conciertos en aquel horrible órgano.
Ella se sentaba muy cerca de mí...
haciéndome oler su perfume,
que no era mi favorito...
por supuesto.
A veces durante la proyección,
me cogía el brazo o la mano...
olvidando que era su empleado.
Convertida en una admiradora, conmovida
por aquella actriz de la pantalla.
Supongo que no hace falta que les
diga quien era la estrella.
Siempre eran sus películas.
Era lo único que quería ver.
Siguen siendo maravillosas, ¿verdad?
Y sin diálogo.
No necesitabamos diálogo.
Teníamos expresión.
Ya no quedan rostros
como esos.
Quizás uno, la Garbo.
Esos productores idiotas.
Esos imbéciles.
¿Es que no tienen ojos? ¿Se han olvidado
de cómo es una estrella?
¡Yo se lo enseñaré!
¡Volveré a la pantalla!
A veces había partida de bridge
en la casa...
a centavo el punto.
Me daba la mitad de sus ganacias.
Una vez ganó 70 centavos...
que fue el único dinero en efectivo
que recibí.
Los otros jugadores eran
amigos actores...
Figuras del cine mudo
que quizás ustedes recuerden.
Me parecían
estatuas de cera.
Un diamante.
Un corazón.
Triunfo.
Paso.
- Triunfos.
- Paso.
Paso.
Vacía el cenicero, ¿quieres,
Joe, querido?
- Unos hombres preguntaron por usted.
- No estoy.
- Eso fue lo que les dije.
- Bien.
Pero encontraron el coche
y se lo van a llevar.
¿Dónde está el cenicero?
Joe, ¿Puedes traernos el cenicero?
Quiero hablar contigo un momento.
Ahora no, cariño.
Estoy jugando.
Han venido por mi coche.
Por favor. Ahora he olvidado
cuantos triunfos han salido.
- Verás, necesito algo de dinero ahora mismo.
- ¿No puedes esperar a que acabe?
No.
Por favor.
¿Qué pasa?
¿Dónde está el fuego?
- He perdido mi coche.
- ¡Oh!
Yo pensé que era un asunto
de vida o muerte.
Para mí lo es.
Por eso vine a esta casa.
Por eso acepté este
trabajo.
No seas tonto. Para qué queremos
dos coches. Tenemos el mío.
Y no uno de esos baratos de ahora
que son pura chatarra.
Un Isotta-Fraschini. ¿Los has
oído nombrar?
Son de artesanía. Me costó 28.000 dólares.
Así que Max bajó aquel viejo autobús
de los bloques y le dió brillo.
Ella me llevaba a pasear
por las colinas de Sunset.
El coche estaba tapizado
con piel de leopardo...
y tenía un teléfono
de oro y plata.
- Esa camisa es horrorosa.
- ¿Qué es lo que tiene?
Nada, si trabajaras
en una gasolinera.
Y estoy cansada de verte con esa chaqueta
y los mismos pantalones.
Max, ¿Cual es la mejor tienda de ropa
de caballero? ¿La mejor? bien, ve allí.
No necesito ropa, y no
quiero que tú me la compres.
¿Por qué no quieres complacerme?
Sólo quiero verte guapo.
Y ¿tienes que mascar chicle?
Ah, no hay nada como la
franela azul para los hombres.
Esta me gusta,
es muy bonita.
Ahora necesitamos un abrigo. Enséñeme
lo que tenga de pelo de camello.
- ¿Qué te parece un Smoking?
- No lo necesito.
Claro que sí. Smoking y levita.
Y si no te portas bien te compraré cuatro.
¡Levita! Esto es ridículo.
La necesitarás para las fiestas.
Para nochevieja.
- ¿Dónde está la ropa de gala?
- Por aquí, señora.
Aquí están los abrigos.
Pruebe el tacto.
Es de vicuña. Claro que
es un poco más caro.
Prefiero el de pelo de camello.
Bueno, ya que lo paga la señora
¿por qué no se lleva el de vicuña?
Con la última semana de diciembre
llegaron las lluvias.
Una lluvia torrencial...
desmesurada, como todo
en California.
Había goteras en el tejado de
mi habitación encima del garage.
Hizo que Max me trasladara
a la casa.
Aunque no me gustaba la idea.
Sólo me sentía libre en
aquella habitación.
Pero era mejor que dormir
con impermeable y zapatos.
¿De quién era esta habitación?
Era la habitación de su marido.
De sus maridos, mejor dicho.
La señora estuvo casada
tres veces.
Supongo que desde aquí
se podrá ver Catalina.
Aunque hoy está lloviendo.
Oiga, ¿que le pasa a la puerta?
No tiene cerradura.
En esta casa no hay
cerraduras, señor.
¿Por qué?
Debe haber una razón.
- Lo sugirió el médico.
- ¿Qué médico?
El médico de madam.
Madam tiene momentos de melancolía.
Ha tenido varios intentos de suicidio.
Hay que tener mucho cuidado.
Con los somníferos,las cuchillas de afeitar.
Hay que cerrar el gas
en la habitación de madam.
¿Por qué? ¿Su carrera?
Ganó mucho dinero.
Y no la olvidan.
Aún recibe cartas de admiradores.
Ella no se da cuenta de
quien las envía.
Las envías tú.
¿No es eso, Max?
Será mejor que planche
su ropa, señor.
Sr. Gillis no habrá olvidado
la fiesta de nochevieja de madam?
No, no lo he olvidado.
Supongo que vendrán todas las estatuas.
No lo sé, señor.
Madam lo organizó todo.
Allí estaba otra vez.
En su habitación,
llena de sedas y puntillas.
Y esa cama,
cubierta de oro.
El marco perfecto para
una reina del cine mudo.
Pobre reina.
Saludando con orgullo a un desfile
que ya había acabado hace tiempo.
Fue en su fiesta de nochevieja cuando
descubrí sus sentimientos hacia mí.
Fui un idiota al no darme
cuenta de que llegaría...
aquella triste e incómoda revelación.
¡Joe!
Estás estupendo.
- Date la vuelta.
- Por favor.
Vamos. Perfecto.
Qué hombros.
Y qué estilo.
Es todo relleno.
No te engañes.
Sabes, para mí vestirme fue siempre
ponerme mi traje azul oscuro.
No me gusta el alfiler que mandaron.
Yo quería una perla grande.
Enorme.
Te advierto que no pienso
usar pendientes.
Tonto.
Vamos a beber algo.
- ¿No deberíamos esperar a los demás?
- Max, champán.
Cuidado no resbales.
Está encerado.
Por nosotros.
Antes el suelo era de madera,
pero lo hice cambiar.
Valentino decía que no hay nada como
la baldosa para bailar el tango.
Vamos.
Yo no sé bailar como
Valentino.
Sígueme.
No te inclines así.
Es esa cosa.
Me pincha.
¿El velo?
Son las diez y cuarto. ¿A qué
hora llegan los demás?
- ¿Quién?
- Los demás invitados.
No hay invitados. No quiero
compartir esta noche con nadie más.
Sólo tú y yo.
-¿Oh?
-Acércate.
Muy bien.
Y cuando llegue la medianoche
qué haremos, ¿brindar con la orquesta...
y rociar a Max con champán?
Te hace mucha
gracia todo esto.
Un poco.
Qué tiempo malgastado.
Me sentía tan preso como el cigarrillo
en esa boquilla que sostenía en su dedo.
¡Qué año nuevo tan bueno vamos a
pasar! ¡Nos divertiremos mucho!
Llenaré la piscina para tí.
O abriré mi casa de Malibú, y
tendrás todo el océano para tí.
Cuando nuestra película esté terminada,
te compraré un yate...
y navegaremos hacia Hawai...
Basta. No vas a comprarme nada más.
No seas tonto.
Mira. Te lo iba a dar
a medianoche.
Norma, no puedo aceptarlo.
Ya me has comprado bastantes cosas.
Cállate. Soy rica.
Tengo más dinero que toda esa gentuza
nueva de Hollywood.
- Tengo un millón de dólares.
- Guárdalo.
Tengo tres edificios en el centro.
Tengo petróleo en Bakersfield.
Brotando, brotando, brotando.
¿Y para qué es sino para comprarnos
lo que queramos?
¡Deja de decir "nosotos"!
¿Qué te pasa?
¿Con qué derecho me
consideras tuyo?
¿Qué derecho?
¿Quieres que te lo diga?
¿Nunca se te ocurrió que podía
tener mi propia vida?
¿Que estuviera enamorado
de alguna mujer?
¿De quién? ¿De alguna simple
modelo?
Lo que trato de decirte es que yo no
soy adecuado para tí.
Tú necesitas un Valentino, alguien
con carrera. Con dinero.
Lo que tratas de decirme
es que no quieres que te quiera.
Dímelo.
¡Dílo!
No sabía dónde iba.
Sólo quería huir de allí.
Tenía que estar con gente
de mi época.
Tenía que oir risas
de nuevo.
Pensé en Artie Green.
Debían de estar celebrando
el año nuevo...
en su apartamento
de Las Palmas.
Guionistas sin trabajo,
escritores sin editor...
actrices tan jóvenes que todavía creían
en los productores.
Muchachos que
no trabajaban...
mientras tuvieran
un dólar para gastar.
Hollywood no ha sido
tan bueno con nosotros
No tenemos piscina
y muy pocos trajes
Todo lo que ganamos
son botones y reverencias
- Hola, Joe.
- ¿Cómo estás, Joe?
- Bienvenido a la fiesta.
- Hola, Joe.
- ¡Joe Gillis! ¿Cómo estás?
- Hola, Artie.
¿Dónde has estado metido
todo este tiempo?
- En un museo.
- Iba a preguntar por tí en la oficina
de personas desaparecidas.
Amigos, todos conocéis a Joe Gillis,
el famoso guionista...
contrabandista de uranio
y sospechoso de la "Dalia Negra"
- Dame tu abrigo.
- Déjame lucirlo un poco.
- ¿Te vas a quedar, verdad?
- Venía con esa idea.
Bien, vamos.
¡Vaya!, ¿qué es esto?
Judas H. Priest!
¿De dónde lo has sacado?
¿Te lo prestó Adolphe Menjou?
Casi aciertas.
Oye, ¿no te habrás metido otra vez
en lo del contrabando, verdad?
- ¿Dónde está el bar?
- Vamos.
- Es una gran fiesta.
- La mejor.
Me llaman la Elsa Maxwell
de los asistentes de dirección.
Eh, esperad un minuto.
No abuseis del ponche.
El presupuesto sólo llega para tres copas
por persona. Nada más.
Dime Artie, ¿puedo quedarme
por aquí un tiempo?
Claro.
Esto va a durar toda la noche.
No, me refiero a si podrías
alojarme por un par de semanas.
Resulta que tenemos una plaza
libre en el sofá.
- La cojo.
- El botones subirá tu equipaje.
Firme en el registro.
- Hola, Sr. Gillis.
- Hola.
- ¿Os conocéis?
- Te ayudaré.
Betty Schaefer, oficina de Sheldrake.
Ah, claro. Estafa Descubierta.
Espera. Esta es la mujer que quiero.
¿Qué está pasando? ¿A quién descubrieron?
No te preocupes. Es sólo una admiradora
de mi literatura.
- Departamento de sentimientos heridos.
- ¿Dónde está el teléfono?
Por allí hacia el baño.
Oye, cuando acabes de reirte,
¿puedo llamar?
Eh, te olvidaste esto.
- Gracias.
- Tenía ganas de volver a verte.
¿Para qué? ¿Para recuperar el puñal
que me clavaste en la espalda?
No, me sentía un poco culpable, así
que leí alguno de tus viejos guiones.
¿Por qué? Has sido muy amable.
Uno se llama Ventana,
o algo de una ventana.
- Ventanas Oscuras. ¿Te gustó?
- No, claro.
- Gracias.
- Excepto seis de las páginas.
Había una secuencia que...
¿Hay algún sitio donde podamos hablar?
¿Qué te parece en el baño?
Eh. Te dije que podías quedarte mi sofá.
Pero no a mi chica.
Oh, hablamos de negocios.
Ahora, si no recuerdo mal, hay
algún pasaje de mi historia...
al que le has encontrado valor.
La secuencia en el patio
cuando ella dice que es maestra.
Tuve una maestra como esa una vez.
Quizás por eso me gusta.
Es real. Emocionante.
- ¿por qué no utilizas ese personaje...
- ¿A quién le importa la verdad? ¿Quién quiere sentimientos?
¡Deja esa actitud!
Aquí hay algo que realmente vale la pena.
¿Quieres que empiece ahora?
Debe haber algo de papel por ahí.
- Lo digo en serio. Tengo algunas ideas.
- Yo también tengo algunas ideas.
La primera que estamos en nochevieja.
¿Nos divertimos un poco?
- ¿Haciendo qué?
- Bien...
Podríamos hacer barcos de papel
y hacer una regata.
O darnos una ducha
de agua fría.
¿Y si nos apoderamos de la cocina
y hacemos una barricada?
- ¿Tienes hambre?
- ¿Hambre?
Después de 12 años en la selva
de Birmania, me muero de hambre, Lady Agatha.
Lady Agatha de carne blanca...
¡Philip, estás loco!
Tengo sed de la frescura
de tus labios.
Ya puedes usar el teléfono.
No, Philip, no.
Debes ser fuerte.
Llevas el uniforme
de la Guardia Real.
Además, ya
puedes usar el teléfono.
De acuerdo.
De repente me dió miedo
creer que te perdía.
No me perderás. Sólo voy a buscar otra dosis
de este terrible líquido.
- ¿Me esperarás?
- Con el corazón palpitante.
La vida puede ser muy hermosa.
Hola, Max. Soy el Sr. Gillis.
Quiero pedirle un favor.
Lo siento Sr. Gillis.
No puedo hablar ahora.
Sí, puede. Quiero que coja mi maleta
y meta toda mi ropa vieja.
Y mi máquina de escribir.
Enviaré a alguien a recogerlo.
No puedo hacer nada ahora.
El médico está aquí.
¿Qué médico?
¿Qué está pasando?
Madam cogió una cuchilla de su habitación,
y se ha cortado las venas.
¿Qué?
Tengo la receta. Coge
dos cajas de pastillas para la tos...
Y disuélvelas en un litro
de zumo de uva caliente...
Eh, Joe.
¡Feliz Año Nuevo!
- ¿Cómo está?
- Está arriba en su habitación.
Despacio. No suba corriendo.
Los músicos no deben saber
lo ocurrido.
Vete.
¿Qué clase de tontería
has hecho?
Enamorarme de tí,
esa fue la mayor idiotez.
Hubiera dado lugar a
grandes titulares.
"Gran estrella se suicida
por escritor desconocido."
Las grandes estrellas tienen orgullo.
Vete.
Vete con esa chica tuya.
Mira, me comporté así
porque creí que todo
era un error.
No quería herirte.
Has sido buena conmigo.
Eres la única persona en esta maldita
ciudad que ha sido buena conmigo.
¿Por qué no dices simplemente
gracias y te vas? ¡Vete, vete!
No hasta que me prometas comportarte
como un ser razonable.
Volveré a hacerlo.
Volveré a hacerlo.
Volveré a hacerlo.
Feliz año nuevo, Norma.
Feliz año nuevo, querido.
Diga.
¿Es el 5-1733 de Crestview?
Siento molestarle de nuevo,
pero he comprobado el número.
Debo hablar con el Sr. Gillis.
No está aquí.
¿Dónde puedo encontrarle?
Quizás alguien más pueda decirme...
Nadie aquí puede darle
esa información.
Y por favor no vuelva a llamar.
Max, ¿quién era?
¿Qué quería?
Nada, madam.
Alguien preguntando por
un perro perdido.
Nuestro número debe de parecerse
al de la protectora de animales.
Espera un momento.
Quiero que saques el coche.
Lleva el guión a la Paramount y
entrégaselo al Sr. DeMille en persona.
Muy bien, Madam.
- ¿De verdad se lo vas a enviar a DeMille?
- Sí, claro.
Hoy es el día.
Aquí tengo la carta de mi astrólogo.
Ha estado leyendo el horóscopo de DeMille y el mío.
¿También leyó el guión?
DeMille es Leo. Yo soy Escorpio.
Marte ha estado interfiriendo con Júpiter.
Hoy es el gran día
de la conjunción.
Date la vuelta, cariño.
Deja que te seque.
Espero que te des cuenta
de que los astrólogos no venden guiones.
No estoy vendiendo sólo el guión,
me estoy vendiendo a mí.
DeMille siempre dijo que
yo era su mejor estrella.
¿Cuándo dijo eso, Norma?
De acuerdo, fue hace
algunos años.
El hecho es, que nunca
tuve mejor aspecto en mi vida.
¿Sabes por qué? Porque nunca he
sido tan feliz en mi vida.
Unos días después ibamos a
casa de una de las estatuas...
a jugar al bridge.
Para entonces ella me había
enseñado a jugar al bridge...
como también me había enseñado
algunos pasos de tango..
y qué vino convenía a
cada pescado.
Ese idiota. Se olvidó
de llenar mi pitillera.
Toma uno de los míos.
Son malísimos.
Me hacen toser.
Pare en una tienda, Max.
Los compraremos.
Eres un encanto.
Déme un paquete de
esos cigarrillos turcos...
Abdullas.
Manos arriba, Gillis.
Manos arriba, o
te disparo.
Hola Artie.
Buenas noches, Señorita Schaefer.
- Me alegro de verte.
- Escapándote entre la multitud.
- ¿Qué paso?
- Siento lo de nochevieja.
¿Me crees si te digo que estuve
con un viejo amigo enfermo?
Alguien importante, sin duda,
con un diamante de diez quilates.
Oh, Artie, déjalo ya.
¿Dónde has estado metido?
Tengo buenas noticias para tí.
No he estado escondido.
No me hace falta.
Llamé a tu representante.
Y al sindicato de guionistas.
Finalmente en tu viejo apartamento
me dieron ese número de Crestview.
Alguien con acento
me gruñó.
Que no estabas allí. Que no se te podía
hablar. Que no te conocía.
¿Que ocurre?
- ¿Qué noticias tienes?
- A Sheldrake le gustó la escena de la maestra.
- ¿Qué maestra?
- Ventanas Oscuras.
Demostró mucho interés.
Dijo que podía hacerse algo.
Bien, ¿dónde está el dinero?
¿Dónde está la historia?
Esbocé algo con algunas
ideas mías.
- Hay materia para trabajar.
- Me lo temía.
Tengo 20 páginas con notas y
unas ideas para el personaje masculino.
Por qué no escribís
mucha acción...
así necesitarán
otro ayudante de dirección.
Oh, Artie, cállate.
- Si pudieramos dedicarle un par de semanas...
- Lo siento Señorita Schaefer.
- He dejado de escribir sin contrato.
- Pero ya está casi vendido.
En realidad, no voy
a escribir más.
Sr. Gillis.
- Por favor.
- Voy enseguida.
Con chófer. Fíjate. Se ha convertido
en un tipo importante.
Y mira cómo viste.
Es un dandy.
Tengo que irme. Gracias de todos modos
por tu interés en mi carrera.
No es tu carrera, es la mía.
Esperaba conseguir algo con esto.
No quiero ser correctora
toda la vida. Quiero escribir.
- Siento haberte decepcionado.
- Claro que lo has hecho.
Adiós.
¿Qué pasó, cariño?
Tardaste horas.
Me encontré a unos conocidos.
- ¿Dónde están mis cigarrillos?
- ¿Dónde están tus...
Norma, estás fumando mucho.
Cuando creía que
me aburría...
me preparaba una
representación...
la Revista de Norma Desmond.
Su primer número siempre era
el baño de espuma de Mack Sennett.
Todavía me veo
en los carteles.
Marie Prevost, Mabel Normand.
Mabel siempre
estaba pisándome.
¿Qué te pasa, cariño?
¿Por qué estás tan triste?
No me pasa nada.
Me lo estoy pasando muy bien.
- Haz algo más.
- Está bien.
Dame esto.
Lo necesito para el bigote.
Ahora cierra los ojos.
Ciérralos.
Tenía razón,
me pasaba algo.
Pensaba en
la chica de Artie...
la señorita Schaefer.
Era como todos los escritores
cuando llegamos a Hollywood...
llenos de ambición...
esperando ver sus nombres.
Guión de.
Historia original de.
Los espectadores no saben que hay
quien se sienta a escribir películas.
Creen que las inventan los
actores mientras ruedan.
Abre los ojos.
Llaman a madam
al teléfono.
Cómo te atreves a
interrumpirme.
- Es de la Paramount.
- ¿Quién?
De los estudios Paramount.
¿Me crees ahora?
Te dije que DeMille
me llamaría.
No es el Sr. DeMille
en persona.
Es alguien llamado Gordon Cole.
Dice que es muy importante.
Claro que es importante.
Es lo suficientemente importante
para que el Sr. DeMille llame personalmente.
¡Como se le ocurre hacer
llamar a un asistente!
¡Dile que estoy ocupada y cuelga!
Muy bien, madam.
¿Qué te parece esto?
¡Hicimos 12 películas juntos!
¡Sus mayores éxitos!
Quizás esté ocupado rodando.
¡Conozco ese truco!
Quiere rebajar mi valía.
No darme importancia.
He esperado 20 años
esta llamada.
¡Ahora DeMille puede esperar
a que esté dispuesta!
Tres días después
estaba dispuesta.
Aunque parezca increíble...
había habido más llamadas
urgentes de la Paramount.
Entonces se puso medio kilo
de maquillaje, se puso un velo...
y fuimos a ver
a DeMille en persona.
Si madam me perdona.
La sombra del ojo izquierdo
no está proporcionada.
Gracias, Max.
¡Deje de hacer ruido!
Venimos a ver al Sr. DeMille.
Abra la puerta.
El Sr. DeMille está rodando.
¿Tienen cita?
Nosotros no necesitamos cita.
Traigo a Norma Desmond.
¿Norma Qué?
¡Norma Desmond!
¡Jonesy! ¿Eh, Jonesy!
¿Sí?
¡Pero si es la señorita Desmond!
¿Cómo está usted,
Señorita Desmond?
Abre la puerta.
Claro Señorita Desmond.
Vamos, Max.
No pueden entrar sin
autorización.
La señorita Desmond puede.
Adelante.
- ¿Dónde está rodando el Sr. DeMille?
- En el estudio 18, Señorita Desmond.
Gracias, Jonesy.
Y enseña modales
a tu amigo.
Díle que si no fuera por mí
no tendría empleo...
porque de no ser por mí no
habría Estudios Paramount.
Tiene razón, Señorita Desmond.
Vamos, Max.
Estudio 18.
De acuerdo,
notifíquelo a Henry Wilcoxon.
Silencio por favor. A ver
si nos entendemos.
Silencio ahí al fondo.
Norma Desmond viene a
ver al Sr. DeMille.
Bajen un poco la luz,
para que pueda ver esa zona.
Un poco más atrás.
Soldado, quítate del medio.
Vosotros los del fondo.
Norma Desmond viene a
ver al Sr. DeMille.
¿Norma Desmond?
Espere un momento.
Henry Wilcoxon, saca la espada
y mira hacia la cámara con ella.
Sansón yace inconsciente
allí.
Norma Desmond quiere verle
Sr. DeMille.
- ¿Norma Desmond?
- Debe tener un millón de años.
Entonces cuántos tengo yo.
- Podría ser su padre.
- Lo siento mucho, Sr. DeMille.
Debe ser sobre ese
horrible guión suyo.
¿Qué puedo contarle?
¿Qué le digo?
Podría decirle que está encerrado
en la sala de proyecciones.
Se la quitaré de encima.
Ya se la quitaron de encima sus millones
de admiradores. ¿No es suficiente?
- No quise decir...
- No, desde luego.
Usted no conoció a Norma Desmond
cuando era un encanto de 17 años...
con más coraje
inteligencia y corazón...
que reunió nunca
ninguna joven.
Tenía entendido que era
un suplicio trabajar con ella.
Sólo al final.
Sabe, el sentirse acosado continuamente
por una docena de periodistas...
puede causar un daño irreparable
al espíritu humano.
Cortamos un momento.
- ¿Quieres acompañarme?
- No, prefiero esperar aquí.
Es tu guión, tu espectáculo.
Que tengas suerte.
Gracias, cariño.
Cómo estás querida Norma.
- Hola, Sr. DeMille.
- Me alegro de verte.
La última vez que nos vimos
fue en un sitio muy alegre.
Recuerdo que le saludé
desde la mesa en que estaba bailando.
Mucha gente bailaba.
Lindberg acababa de aterrizar en París.
Vamos pasa.
Norma, debo disculparme
por no llamarte.
Será mejor.
Estoy muy enfadada.
Como ves,
estoy terriblemente ocupado.
Eso no es excusa.
Leyó el guión, claro.
Sí, lo leí.
Entonces podía haber cogido
el teléfono usted mismo...
en lugar de dejar que lo hiciera
uno de sus asistentes.
- ¿Qué asistente?
- Ahora no se haga el inocente.
Fue alguien llamado Gordon Cole.
¿Gordon Cole?
Y si usted no tuviera mucho interés
en ese guión...
él no me habría llamado
diez veces.
Gordon Cole.
Norma, estoy en mitad
de un ensayo.
Por qué no te sientas en mi silla
y te pones cómoda.
- Gracias.
- Esta es mi chica.
Ahora mismo vuelvo.
Tráeme un teléfono...
y pónme con Gordon Cole.
¡Eh! ¡Señorita Desmond!
¡Soy yo! ¡Soy Hog-Eye!
Hola, Hog-Eye.
Deje que la mire.
Mirad. Es Norma Desmond.
¡Norma Desmond!
- ¡Norma Desmond!
- Pero si creí que había muerto.
Qué alegría verla.
Bienvenida a casa, Señorita Desmond.
Se acuerda de mí, ¿verdad?
- Está usted maravillosa.
- Hola, Bessy.
Sr. Wilcoxon,
¿ha visto a la Señorita Desmond?
Qué gran placer.
Gordon, Soy C. B. DeMille.
¿Ha estado usted llamando
a Norma Desmond?
Sí, Sr. DeMille.
Es por su coche,
ese viejo Isotta-Fraschini.
Su chófer vino con él
el otro día.
Podía servirnos muy bien
para la película de Crosby.
Queremos alquilarlo.
Ya veo.
Bueno...
Muchas gracias.
Hog-Eye...
devuelve esa luz
a su sitio.
He estado hablando con Gordon Cole.
¿Los ha visto?
¿Ha visto cómo han venido?
Sabes, en este ambiente ocurren
cosas curiosas, Norma.
Espero que no hayas perdido tu
sentido del humor.
¿Qué ocurre, querida?
Nada.
No me había dado cuenta de cómo
sería estar otra vez en el estudio.
No tenía ni idea de
cuánto lo echaba de menos.
También nosotros te echamos de menos, querida.
Trabajaremos juntos de nuevo, ¿verdad jefe?
Haremos nuestra mejor película.
- Eso es de lo que quería hablarte.
- Es un buen guión, ¿verdad?
Bueno, tiene algunas
cosas buenas, sí.
Pero sería una película
muy cara.
No me importa el dinero.
Sólo quiero volver a trabajar.
No sabe lo que significa para mí
saber que aún me quieren.
Nada me gustaría más,
Norma, si...
si fuera posible.
Y recuerde, yo no trabajo
antes de las 10 de la mañana...
y nunca después de
las 4:30 de la tarde.
Estamos listos para rodar,
Sr. DeMille.
Muy bien.
Norma, por qué no te quedas
un poco aquí y miras.
Sabes, las películas
han cambiado un poco últimamente.
Bien, vamos allá.
¡Luces!
¡Preparados!
¡Acción!
¿Ve aquellas oficinas,
Sr. Gillis?
Eran los camerinos
de Madam.
Toda la fila.
No le dejaba mucho a
Wallace Reid.
Oh, él tenía una
enorme caravana.
Yo vivía arriba.
¿Ve donde dice
"Departamento de Correctores"?
Recuerdo que las paredes de mi habitación
estaban tapizadas de charol.
Enseguida vuelvo.
Aquí está el coche
del que hablaba Gordon Cole.
- Sí.
- Le importa que echemos un vistazo.
No es una pieza de museo.
Veo que no me consideras
tan malo...
si hay algo en Ventanas Oscuras que sirva
utilízalo, es tuyo.
¡Vaya, por todos los cielos!
Pasa y siéntate.
De verdad.
Ya no me hace falta.
- Es tuyo.
- ¿Por qué lo haces?
Si ganas 100,000 con él,
cómprame una caja de bombones.
Y si ganas un Oscar,
me quedaré con un pie.
Te contrataría ahora mismo.
No soy tan buena para
hacerlo yo sola.
¿Qué hay de todas las ideas que tenías?
Bien, a ver si te gustan.
Para empezar, creo que deberías eliminar
todo ese rollo psicológico...
de explorar la mente de un asesino.
Los sicópatas se venden como churros.
Esta es una historia de maestros...
sus vidas mediocres y sus luchas.
Ella enseña de día mientras que
él da clases nocturnas.
La primera vez que se encuentran...
No tengo tiempo de oir
todo el argumento.
- Lo resumiré.
- No, ahora es tu guión.
¿No podríamos trabajarlo de noche?
¿O a las seis de la mañana?
El mes que viene estoy
a tu entera disposición.
- Artie está fuera de la ciudad.
- ¿Qué tiene Artie que ver con esto?
Estamos prometidos.
Oh. Enhorabuena.
- Es un chico estupendo.
- Eso creo yo también.
Ahora están en Arizona
haciendo un western.
Estoy libre todas las noches
y los fines de semana.
Podemos trabajar en tu casa
si quieres.
Mira, Betty, no puede ser.
Ahora déjate de tonterías
y escribe esa historia.
- Te juro que te odio.
- Y no la hagas muy triste.
¿Qué te parece esta idea? Ella enseña de día,
y él de noche, ¿vale?
Ni siquiera se conocen, pero
comparten la misma clase.
Así es más barato. Aunque en realidad,
comparten la misma cama.
En sueños, claro.
¿Estás bromeando?
Porque creo que es bueno.
- Yo también lo creo.
- No te marches, cuéntame el final.
Adiós.
¡Oh, vaya!
¿Qué pasa, Max?
Acabo de descubrir el motivo
de las llamadas de la Paramount.
No quieren a Madam.
Sólo quieren alquilar su coche.
¿Qué?
Bueno, adiós, Norma.
Veré qué puedo hacer.
Estoy tranquila.
Todo irá bien.
El viejo equipo otra vez junto.
Nada nos puede detener.
Sí, el viejo equipo.
- Adiós, querida.
- Adiós, Sr. DeMille.
- ¿Qué tal fue?
- No pudo resultar mejor.
Está prácticamente hecho.
Primero tiene que terminar esta película,
pero la mía será la siguiente.
Llame a Gordon Cole.
Dígale que se olvide
de ese coche.
Que consiga otro
donde le parezca.
Le compraré cinco de esos coches,
si es necesario.
Después de aquello...
un ejército de expertos en belleza
invadió la casa de Sunset Boulevard.
Se sometió a una horrible serie
de tratamientos.
Como si fuera un atleta preparándose
para los Juegos Olímpicos...
contaba cada caloría...
se acostaba cada noche
a las 9.
Estaba absolutamente decidida
a prepararse...
para aquellas cámaras
que nunca volverían.
- Joe, cariño, ¿estás ahí?
- Sí, Norma.
No te des la vuelta.
Sigue leyendo.
Sólo quería decirte buenas noches.
No quiero que me veas.
No estoy favorecida.
- Buenas noches.
- He adelgazado medio kilo desde el martes.
Bien.
Me tenía preocupada
la arruga del cuello.
- Esta mujer ha hecho maravillas con ella.
- Vaya.
Sería mejor que te acostaras tú también.
Creo que leeré
un poco más.
Saliste ayer por la noche,
¿verdad Joe?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Me enteré por casualidad.
Tuve una pesadilla y te llamé.
Pero no estabas. ¿Dónde estuviste?
- Salí a dar un paseo.
- No es verdad. Cogiste el coche.
Está bien,
fui a la playa.
No querrás que me sienta
encerrado en esta casa.
Claro que no, Joe.
Es sólo que no me gusta quedarme sola
mientras esté bajo esta terrible tensión.
Tengo los nervios
destrozados.
Todo lo que pido es que seas
un poco paciente y amable.
No he hecho nada malo.
Claro que no.
No te lo permitiría.
Buenas noches, querido.
Sí...
había estado escapándome
todas las noches.
Me recordaba a cuando tenía 12 años
y me colaba entre la gente...
para ver películas de gangsters.
Esta vez no era para
ver una película...
sino para intentar escribir una.
Aquella historia que Betty había desenterrado
me recorría la cabeza...
como una docena de locomotoras.
Así que empezamos a trabajar en ella,
los dos...
por las noches cuando el estudio
estaba desierto...
arriba en su oficina.
Artie me ha escrito
una carta muy graciosa.
Ha llovido cada día desde
que llegaron a Arizona.
Han adaptado el guión a la lluvia
y ya han rodado la mitad.
Ahora ha salido el sol.
Y nadie sabe cuándo regresarán.
- Bueno.
- ¿Qué tiene de bueno?
Le echo mucho de menos.
Estoy hablando de que este es un buen diálogo.
Servirá.
- ¿De verdad?
- Claro.
Sobre todo con una buena música
de fondo, ahogándolo.
¿No te odias a tí mismo
a veces?
Constantemente.
No, en serio,
es realmente bueno.
Es divertido escribir contigo.
Bien, gracias.
¿Quién es Norma?
¿Quién?
Lo siento. Normalmente no leo
las dedicatorias privadas de las pitilleras.
Oh, eso.
Es de una amiga mía.
Una mujer de mediana edad.
Muy tonta y muy generosa.
Yo diria
que es de oro puro.
Le dí unos consejos
sobre un guión muy malo.
Oh, la historia de siempre.
Ayudas a una pobre alma tímida
a cruzar la calle abarrotada.
Y resulta ser
multimillonaria...
Y te deja todo su dinero.
Es el inconveniente que tenéis
los correctores...conocéis todos los argumentos.
Por qué no corriges la página diez
mientras hierve el agua.
- ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
A veces, cuando
nos cansabamos...
dabamos un paseo
por los estudios.
No hablabamos mucho...
vagando por calles
entre los decorados...
y escenarios que estaban preparando
para el rodaje del día siguiente.
En realidad...
fue en uno de esos paseos cuando
me contó lo de su nariz.
Mira esa calle.
Todo cartón, toda hueca,
y falsa, hecha de efectos.
Pero, me gusta más que
cualquier calle del mundo.
Tal vez porque solía jugar aquí
cuando era una niña.
¿Qué eras,
una actriz infantil?
No, nací a sólo dos manzanas
de este estudio...
En la avenida Lemon Grove.
Mi padre fue jefe de electricistas aquí
hasta su muerte.
- Mi madre todavía trabaja en el guardarropa.
- Segunda generación, ¿eh?
Tercera. Mi abuela fue doble
de Pearl White.
Vengo de una familia de artistas.
Naturalmente ellos esperaban
que yo fuera una gran estrella...
así que durante diez años tomé clases
de arte dramático, dicción y danza.
Entonces el estudio me hizo una prueba.
Pero, a ellos no les gustó mi nariz.
Está un toco torcida.
Así que me la operé.
Hice más pruebas,
y les encantó mi nariz.
Pero no les gusté como actriz.
- Buen trabajo.
- Ya puede serlo.
Me costó 300 dólares.
Es la historia más triste
que he oído jamás.
Nada de eso.
Me enseño a tener sentido común.
Conseguí un trabajo en la oficina del correo,
y ahora soy correctora.
Se sincera, Betty.
Por las noches lloras por los
rodajes, las galas perdidas.
Yo no. ¿Qué hay de malo en estar
al otro lado de las cámaras?
Es más divertido.
Tres hurras por Betty Schaefer.
- Ahora te daré un beso en esa nariz tuya.
- Sí por favor.
¿Puedo decirte que hueles
muy bien?
Debe ser mi nuevo champú.
No es el champú.
Hueles a pañuelos limpios y
recién planchados...
como un flamante coche nuevo.
- ¿Cuántos años tienes?
- Veintidos.
Qué agradable.
Es una edad preciosa.
Y voy a sugerirte que si alguna
vez terminamos esta historia...
te mantengas por lo menos
a un metro de distancia de mí.
Y en cuanto veas que me acerco te quitas
un zapato y me das con él en la cabeza.
Ahora volvamos a las máquinas de escribir
a través de Washington Square.
¿Qué pasa, Max?
¿Quieres lavar el coche?
¿O practicas el espionaje
en tus horas libres?
Tenga cuidado
al cruzar el patio.
Madam podría estar mirando.
¿Y si subo por las escaleras de la cocina
y me desvisto a oscuras?
No le estoy preguntando
dónde va cada noche Sr. Gillis.
¿Por qué no?
Estoy escribiendo un guión...
y voy a terminarlo
sea como sea.
Es sólo que estoy muy
preocupado por Madam.
Lo creo.
Pero no la estamos ayudando...
alimentando sus mentiras,
preparándola para una película.
¿Qué ocurrirá
cuando se entere?
Nunca lo sabrá.
Ese es mi trabajo,
y lo ha sido por mucho tiempo.
Comprenda...
que la descubrí
cuando tenía 16 años.
La convertí en estrella...
y no permitiré que
la destruyan.
¿Tú la convertiste en estrella?
Sí.
Dirigí sus primeras
películas.
En aquellos tiempos había tres
directores jóvenes que prometían...
D.W. Griffith...
Cecil B. DeMille...
y Max Von Mayerling.
Y ella te convirtió
en su criado.
Fui yo quien se lo pidió,
aunque parezca humillante.
Pude haber continuado mi carrera.
Pero todo me parecía insoportable
cuando ella me dejó.
Verá...
yo fui su primer marido.
Estás aquí, Joe.
¿Cuándo has vuelto?
Oh, Joe, ¿dónde has estado?
¿Es una mujer?
Sé que es una mujer.
¿Quién es?
¿Por qué no puedo preguntarte?
Tengo que saberlo.
¿Qué ocurre?
Betty, despierta. ¿Por qué
me miras así?
¿Te estaba mirando?
Lo siento.
¿Qué te pasa esta noche?
¿Qué es?
Estaba recordando algo.
Pero no quiero hablar de ello.
¿Por qué no?
Simplemente no quiero.
¿Qué has recordado?
Vamos, hablemos de ello.
¿Se trata de mí?
Betty no tiene
ningún sentido.
Afróntalo,
sea lo que sea.
He recibido un telegrama de Artie.
¿De Artie?
¿Le ocurre algo?
Quiere que
vaya a Arizona.
Dice que sólo cuesta dos dólares
casarse allí.
Y que nos serviría
de luna de miel.
Bueno, ¿y por qué no vas?
Podemos terminar el guión
el jueves.
Deja de llorar. Vas a casarte.
Es lo que querías.
Ahora ya no lo quiero.
- ¿Por qué no? ¿Es que no le quieres?
- Claro que le quiero.
Siempre le querré.
Pero ya no estoy enamorada
de él, eso es todo.
¿Por qué?
Por tí.
Hasta que no regresé a
aquella extraña prisión...
no empecé a darme cuenta de los hechos.
Allí estaba.
El futuro de Betty Schaefer
estaba en la palma de mi mano.
Betty Schaefer,
prometida de Artie Green...
un muchacho estupendo...
y estaba enamorada de mí.
De mí.
Era una tonta al no darse cuenta
de que había algo raro en mi vida...
y yo no había sido sincero
al ocultárselo.
Pero no puedes decirle esas cosas
a la persona que quieres.
Quizás había hecho bien.
Quizás podría escaparme con ella,
escapar de Norma.
Quizás podría librarme
de aquella vida asquerosa.
¿Hola?
¿Es el 9-2-8-1 de Gladstone?
¿Puedo hablar con
la señorita Betty Schaefer?
Ya debe estar en casa.
Es esa mujer misteriosa
otra vez.
Bueno, veamos de qué se trata.
Soy Betty Schaefer.
Perdóneme por
llamarla tan tarde...
pero creo
que es mi deber.
Se trata del Sr. Gillis.
Usted conoce al Sr. Gillis.
¿Qué sabe realmente
de él?
¿Sabe dónde vive?
¿Sabe cómo vive?
¿Sabe de qué vive?
¿Quién es usted?
¿Qué quiere?
¿Qué le importa a usted eso?
Señorita Schaefer...
estoy intentando hacerle un favor.
Estoy intentando evitarle
una gran desilusión.
Claro que usted es demasiado joven
para sospechar que haya hombres así.
No sé qué le habrá contado,
pero no vive con su familia.
Ni con amigos,
en el sentido corriente de la palabra.
Bueno, pregúntele.
Pregúntele.
Eso es, Betty.
Pregúntame.
Soy Joe.
¿Dónde estás?
¿Qué está pasando?
O mejor aún, ¿por qué no vienes
y lo ves por tí misma?
La dirección es 10086...
Sunset Boulevard.
No me odies, Joe.
Lo hice porque te necesito.
Te necesito como nunca
he necesitado a nadie.
Mírame.
Mira mis manos.
Mira mi cara.
Mira mis ojos.
¿Cómo voy a volver a trabajar si
me estoy consumiendo con este tormento?
No sabes lo que he estado sufriendo
estas últimas semanas.
Me compré un revolver.
Lo hice.
Me planté delante del espejo,
pero no tuve valor para disparar.
¡No te quedes ahí plantado
odiándome!
¡Grítame!
¡Pégame,
pero no me odies!
¡Díme que no me odias, Joe!
Aquí está el 10079, Connie.
Debe ser por allí.
Betty, deja que entre
contigo, por favor.
No, estaré bien.
¿Qué vas a hacer, Joe?
¿Qué vas a hacer?
Está bien, Max.
Yo me ocuparé.
Hola, Betty.
No sé por qué
estoy tan asustada, Joe.
- ¿Pasa algo malo?
- Entra.
¿Habías estado alguna vez en uno de estos
viejos palacios de Hollywood?
Éste es de cuando ganaban 18.000
por semana libres de impuestos.
Cuidado con el suelo.
Está encerado.
Valentino solía bailar aquí.
- ¿Aquí es donde vives?
- Sí.
- ¿De quién es esta casa?
- De ella.
- ¿De quién?
- Sólo tienes que mirar.
Está por
todas partes.
Si no recuerdas su cara,
recordarás el nombre...
Norma Desmond.
¿Fue Norma Desmond quien
me llamó por teléfono?
¿Quieres algo de beber?
Siempre hay champán frío.
Y mucho caviar.
- ¿Por qué me llamó?
- Está celosa.
¿Viste alguna vez algo así?
Mandó traer el artesonado
de Portugal.
Y mira esto.
Su cine privado.
No he venido aquí para
admirar la casa.
¿Qué pasa con Norma Desmond?
Es lo que estoy intentando
decirte.
Esta casa es enorme.
Ocho habitaciones dobles.
Bañera en cada cuarto de baño.
Hay una bolera
en el sótano.
Se sentía sola...
así que se buscó compañía.
Algo muy simple.
Una mujer madura con dinero.
Y un hombre joven
que no lo tiene.
- ¿No te imaginas el resto?
- No.
Te daré algunas
pistas más.
¡No!
No oí nada de lo que dijiste.
No recibí nunca esas llamadas,
y nunca he estado en esta casa.
Ahora recoje tus cosas y
vámonos de aquí enseguida.
¿Mis cosas?
¿Mis 18 trajes
y los zapatos a medida...
y las seis docenas de camisas
y los gemelos...
y los llaveros de platino
y las pitilleras?
Vamos, Joe.
¿Vamos a dónde?
¿De vuelta a mi apartamento
que no puedo pagar?
¿A un guión que a lo mejor vendo
y muy probablemente no?
Si me quieres, Joe...
Vamos, cariño, se práctica.
Aquí tengo un buen empleo.
Un contrato sin
límite de tiempo.
Y me gusta así.
Quizás no merezco ser feliz.
Pero...
tú y Artie podéis serlo.
No puedo volver
a mirarte, Joe.
¿Por qué no te vas, Betty?
Vamos, por aquí.
Buena suerte, Betty.
Puedes terminar el guión
de camino a Arizona.
Cuando tú y Artie volváis, si
queréis daros un baño...
ahí está la piscina.
Gracias, querido.
Gracias, Joe.
¿Puedo pasar, Joe?
He dejado de llorar.
Ya estoy mejor.
Dime que no estás enfadado.
Que todo sigue como
antes, Joe.
¿Qué estás haciendo, Joe?
¿Qué haces?
El equipaje.
Vas a dejarme.
Sí, Norma.
No, no lo harás.
¡Max! ¡Max!
Gracias por permitirme
usar esta ropa tan elegante...
y también todas
las joyas.
El resto está en el
primer cajón.
- Son tuyas, Joe. Te las regalé.
- Y me las llevaría encantado.
Pero son demasiado elegantes para sentarme
detrás de un escritorio en Dayton, Ohio.
¡Esto no es nada!
Puedes tener lo que quieras.
¿Qué es lo que quieres?
¿Dinero?
Norma, sería malgastarlo.
Yo no sirvo para este trabajo.
Ya no.
¡No puedes irte!
¡Max! ¡Max!
No puedo vivir sin tí.
Y sabes que no me
importa morir.
Ese no es mi problema.
Crees que no soy capaz de
disparar, ¿verdad? Está bien.
¿Lo ves?
No me creías. Ahora supongo
que me crees capaz.
Oh, claro, sería
una buena escena.
No te importa, ¿verdad? ¡Pero les
importará a miles de personas!
Oh, despierta, Norma. Te vas a
matar en una casa vacía.
La audiencia se marchó
hace 20 años.
- ¡Eso es mentira! ¡Aún me quieren!
- ¡No, te engañas!
¿Y qué hay de DeMille?
No quería herir
tus sentimientos.
El estudio sólo quería
alquilar tu viejo coche.
¿Qué querían?
DeMille no tuvo el valor de decírtelo.
Ninguno de nosotros lo tuvo.
Mentira.
Me quieren.
Recibo cartas a diario.
Díselo, Max.
Hazle ese favor. Dile que no
va a haber ninguna película.
Que no hay cartas de admiradores
salvo las que escribes tú mismo.
¡Eso es mentira!
¡Max!
Madam es la mejor actriz
del mundo.
Llevaré las maletas del Sr. Gillis
al coche.
Ya le has oido.
Soy la mejor.
Norma, Tienes 50 años.
Madura.
No es ninguna tragedia
tener 50 años...
a menos que intentes aparentar 25.
Soy la mejor actriz
del mundo.
Adiós, Norma.
Nadie abandona a una estrella.
Por eso es una estrella.
Las estrellas no tienen edad...
¿verdad?
Bueno, aquí estamos otra vez.
En la piscina...
que siempre quise tener.
Es de madrugada, y me han
fotografiado mil veces.
Después cogieron un par de palos
del jardín y me pescaron...
con mucho cuidado.
Es curioso lo amable que se vuelve la gente
una vez que estás muerto.
Me cazaron
como a una cría de ballena...
y empezaron a
comprobar el daño...
para llenar la ficha.
Para entonces
ya habían llegado todos...
policías, reporteros,
vecinos, transeúntes.
Más gente de la que aparece
en Los Ángeles...
cuando abre un supermercado.
Hasta las cámaras vinieron
a filmar.
El suceso serviría de distracción
a mucha gente.
A muchísima gente.
¿Qué le harían a Norma?
Aunque se salvara
de la cárcel...
crimen pasional,
locura transitoria...
aquellos titulares la matarían.
"Actriz olvidada es homicida."
"Vieja actriz."
"Antigua reina del cine."
¿Oficina del coronel?
Quiero hablar con el coronel.
¿Quién está al teléfono?
Soy yo. Cuelgue.
Esto es más importante.
¿Es el Times?
Soy Hedda Hopper.
LLamo desde la habitación
de Norma Desmond.
Dese prisa.
Y escriba directamente.
¿Preparado?
Mientras el día despunta
en la casa del asesino...
Norma Desmond,
famosa estrella de ayer...
se encuentra en un terrible
estado de shock.
Una cortina de silencio parece
haber caído sobre ella.
Está sentada en el sofá de seda
de su casa de Sunset Boulevard...
¿Fue una discusión repentina? ¿Había
habido problemas entre ustedes antes?
Si fue una discusión,
¿Cómo tenía la pistola en la mano?
¿Dónde vio a ese hombre
por primera vez?
¿De dónde venía?
¿Quién es?
¿Le odiaba?
¿Pensó alguna vez en
hacer algo así?
¿Le robó?
¿Le encontró tratando
de robarle algo?
Los chicos de las noticias
han llegado con las cámaras.
Dígales que se marchen.
No estamos para cámaras.
Ahora, Señorita Desmond, ¿hay
algo que quiera decirnos?
¿Cámaras?
¿Has oido, Max?
Las cámaras han llegado.
¿Han llegado?
Dile al Sr. DeMille
que enseguida bajo.
¿Qué pasa?
Creo que es el único modo
de hacerla bajar.
Prepararemos el coche.
De acuerdo.
Ya está todo listo, Madam.
Gracias, Max.
Perdónenme caballeros...
pero debo prepararme
para rodar.
- ¿Qué está pasando ahí arriba?
- ¿Por qué lo hizo?
¿Ha confesado?
- ¿Está todo listo, caballeros?
- Enseguida.
- ¿Luces?
- Listas.
¡Silencio todo el mundo!
¡Luces!
¿Estás lista, Norma?
¿Qué escena es?
¿Dónde estoy?
En la escalera
del palacio.
Oh, sí.
Sí.
Baja despacio...
Están esperando
a la princesa.
Estoy lista.
Está bien.
Cámaras.
¡Acción!
Así que después de todo
las cámaras habían vuelto.
La vida, que puede ser
extrañamente piadosa...
había sentido lástima por Norma Desmond.
El sueño al que se aferraba
desesperadamente...
la había envuelto.
No puedo seguir con la escena.
Soy muy feliz.
Sr. DeMille, ¿me permite
decir unas palabras?
Gracias.
¡Quiero decirles a todos lo feliz que me
siento de estar de vuelta en el estudio...
haciendo una nueva película!
No saben cuánto les
he echado de menos a todos.
Y les prometo que
nunca volveré a abandonarles.
¡Porque después de Salomé
haré otra película...
y otra más!
Porque esta es mi vida.
y siempre lo será.
No hay nada más.
Sólo nosotros...
y las cámaras...
y esa gente maravillosa
que mira en la oscuridad.
Cuando quiera, Sr. DeMille,
estoy lista para rodar.