Tip:
Highlight text to annotate it
X
- Eh, ¿ dónde estás ahora?
- En ninguna parte.
Es tarde. Tengo que irme.
- John y Susan han confirmado la cena.
- Sí.
No la pongas con la mujer de Ray.
Le preguntará si él se pasa a otro bufete.
- La pondré con los Gimbel.
- Sra. Tait, listos para ir al colegio.
Estamos bien abrigados. Vamos.
Ahí está mamá.
Despedíos y dadle un fuerte abrazo.
- ¿Tienes los libros de la biblioteca?
- Sí, y dinero para la leche. Vamos.
- ¿ Quieres invitar a Lily a jugar?
- Os pasaré a buscar.
No, Monica.
Hoy me gustaría ir a buscarlos yo.
- Bien.
- De acuerdo.
- ¿Has visto mi raqueta de tenis?
- No.
Vámonos al campo este fin de semana.
Roger y yo queremos jugar dobles
con su abogado y un amigo.
Es el último día
de la muestra de antigüedades.
Habrá otras. Tengo una pista
de tierra batida y ni la he usado.
- Ya no tienen pollos de granja.
- Entonces no, Hilda.
Los otros tienen
demasiada química. Adiós.
Encarga unas papayas, Hilda.
Tienen mucha fibra.
¿ Quiere que pida
más loción corporal y champú?
No, el Dr. Kellar me ha recetado otros,
pero pídeme la hidratante.
Es mi entrenador.
¿Puedes llamar a mi masajista
a ver si puedo ir una hora antes?
- La espalda me está matando.
- Hola.
- Hola, Ethel. Bill.
- Lo he conocido en el ascensor.
Estaba comprando para otra clienta
y he encontrado esto.
He pensado en tu casa de Connecticut.
- Una trampa para anguilas fin-de-siècle.
- ¿Para anguilas?
Podrías usarla como lámpara
o para poner flores secas.
- Interesante.
- Quédatela un tiempo.
- Son muy exclusivas.
- Ah, ¿sí?
Es una ganga por 9.000.
Estaré en el cuarto de los niños.
- ¿Lista para perder celulitis?
- La espalda me mata. No sé por qué.
Me he hecho radiografías, he probado
un quiropráctico, un masaje shiatsu...
- ¿ Y acupuntura?
- No, me dan miedo las agujas.
- Hay un tal Dr. Yang. Es bueno.
- Quizá si me dieran un masaje sueco...
- ¿Has oído lo de Nancy Brill?
- No. ¿ Qué?
La han ascendido. Ahora compra guiones
para un gran canal de TV por cable.
- ¿En serio?
- Hace cualquier proyecto que le guste.
- ¿ Quién lo habría dicho?
- Todos acuden a ella con guiones.
Es genial que una buena amiga triunfe.
Se rumorea que está liada
con el marido de Beth Winninger.
¿De verdad?
- Nina.
- ¿ Qué?
¿Nos disculpan unos minutos?
- Claro.
- Sólo un minuto. Gracias.
- Nina, necesito hablar con alguien.
- ¿ Sobre qué?
- No digas nada. Prométemelo.
- Te lo prometo.
Estoy tan avergonzada. Ya sabes que no
soy el tipo de mujer que tiene amantes.
Hace 16 años
que estoy casada con Doug.
- No va conmigo.
- Lo sé. Eres una buena católica.
¿ Con quién te estás acostando?
El otro día Monica estaba enferma,
así que llevé a los niños al colegio.
Disculpe, señorita.
- ¿ Sí?
- Creo que se le ha caído...
- El libro.
- Edna St. Vincent Millay.
- Gracias. Lo siento. Gracias.
- Muy romántico.
Vamos.
- No me lo quito de la cabeza.
- ¿ Ya está? ¿ Eso es todo?
- Sí.
- Has dicho un amante.
- Ya sabes que yo no podría...
- ¿ Cómo se llama? ¿Es soltero?
No lo sé.
¿A que es una locura?
Ni siquiera es tan guapo.
Es más bien la forma
en que me miró, ¿sabes?
- ¿Estaba cuando volviste?
- No me he atrevido a volver.
Le pedí a Hilda que recogiera a los niños.
Pero hoy voy a ir. Hoy voy seguro.
No sé por qué.
Nunca me atrevería a hacer nada.
- Empieza una conversación.
- ¿ Que le hable? Vamos, estás de broma.
No me atrevo a mirarlo,
y mucho menos a hablarle.
Intenté hablar con él el otro día,
y sólo... No me salía nada.
¿Estás bien con Doug?
Sí. Siempre pensé que todo iba bien.
Pero me avergüenzo tanto
de lo que siento.
- No se lo cuentes...
- Hola, Alice. Nina, hola.
- ¿ Qué tal la espalda? ¿Mejor?
- No, peor. Mucho peor.
Sé del hombre perfecto para ti.
Es acupuntor. Se llama Dr. Yang.
Qué curioso. Mi entrenador
lo mencionó esta mañana.
No sólo es acupuntor. También
hace diagnósticos y receta hierbas.
Es un genio. Te hace
un diagnóstico a partir del pulso.
Le tomó el pulso a Jean Lewis
y le dijo que le saldría una úlcera.
Ningún médico le encontraba nada.
A los seis meses, se retorcía de dolor.
- Le han hecho una papadoctomía.
- Y bien. Se le ha ido el cuello de pavo.
- ¿Me está saliendo a mí?
- No.
Ve al Dr. Yang.
Sus hierbas son maravillosas.
No son química.
Son sustancias naturales.
Helen Dukes tenía tumores vaginales.
Todos los médicos querían operarla.
Se tomó las hierbas del Dr. Yang,
y empezaron a remitir. Ya hace tres años.
- Caray.
- ¿No tenías que irte, Alice?
- Eso creo, ¿no?
- Sí, tengo que irme.
Sí.
Sra. Tait.
Kate y Dennis van estupendamente.
ÉI se ha integrado muy bien.
Me alegro mucho. ¿ Usted no?
Se nota sobre todo en las horas libres.
Si quiere, podríamos
hablar un rato de un parvulario
que mejoraría sus posibilidades
de ingresar en una buena universidad.
POESÍA COMPLETA
EDNA ST. VINCENT MILLAY
¿En qué estás pensando esta noche?
Pareces muy distante.
En nada. Tengo un dolor
muy fuerte en la espalda.
Ha llamado Lila. Dice que
el acupuntor se llama Dr. Yang.
¿Dr. Yang? ¿En serio?
Es la tercera vez que oigo su nombre.
¿No dejarás que alguien te clave agujas?
- Creo que usa sobre todo hierbas.
- Lo que necesitas es relajarte.
No hagas tanto ejercicio, desayuna
en la cama, mira la tele por la mañana.
El Dr. Yang, por favor.
Por favor, siéntese.
El doctor la verá ahora.
Pase.
Por favor, siéntese.
Quítese abrigo.
¿ Qué le pasa?
Me siento... dolorida y cansada.
La espalda, sobre todo.
He ido a varios médicos
y no me encuentran nada.
Problema no es espalda.
Problema está aquí, aquí.
¿De verdad? Porque a mí
me parece que es la espalda.
A veces se me agarrota
y casi no la puedo doblar.
Deje de hablar de espalda.
No le pasa nada.
¿Podría ser porque fuerzo
demasiado al hacer ejercicio?
¿ O a lo mejor cojo mal a los niños?
¿ Qué es eso? Es rarísimo.
- Por favor, mire centro de rueda.
- ¿ Qué intenta hacer con esto?
Por favor, mire centro y respire hondo.
Hondo. Respire hondo.
Si intenta hipnotizarme, doctor,
me temo que está perdiendo el tiempo.
Por favor. Por favor, Sra. Tait.
Observe centro de vórtice.
Sí, pero verá, el caso es que
soy muy mala para estas cosas.
De verdad, está demostrado. Una vez lo
intentó un hipnotizador, uno muy famoso.
Subí al escenario.
Había, creo, unos 12 voluntarios.
Yo fui la única que no entró en trance.
Mire cómo gira rueda.
- Seguro que sabrá, doctor...
- Concéntrese.
...que hay dos categorías de personas.
No todo el mundo puede ser hipnotizado.
Yo pertenezco a la...
Ahora, dígame qué ve.
- Pingüinos.
- ¿Pingüinos?
¿ Qué hacen pingüinos?
Se aparean de por vida.
Ah, ¿sí? ¿ Cree que
pingüinos son católicos?
El hombre... me besa.
¿ Quién es hombre?
Quiero conocerlo mejor,
pero no me atrevo.
Por favor, explíquese.
Mis sentimientos
me dan demasiado miedo.
Nunca los había tenido antes.
¿Nunca?
Una vez. Hubo un joven una vez.
- ¿No su marido?
- No.
Los sentimientos hacia mi marido
son diferentes.
¿ Cuáles son sentimientos
más profundos hacia él?
Le quiero, pero...
Pero ¿ qué, Sra. Tait?
Por favor, dígaselo a su marido.
Está en esta habitación.
¿Lo ve? Dígaselo. Pero ¿ qué, Sra. Tait?
Soy la esposa, ¿sabes?
Me ocupo de los niños,
recibo a gente a cenar,
organizo nuestra vida social,
procuro estar guapa para que
tus amigos admiren tu buen gusto.
Me he vuelto una de esas mujeres que
van de compras y se hacen pedicuras.
Pero quiero algo más. Soy más que eso.
- Tienes unos hijos que criar.
- Los puedo criar igualmente.
Quiero hacer algo con mi vida
antes de que sea demasiado tarde.
- ¿Hacer qué?
- No lo sé. Hay muchas cosas.
Cada vez que te pido que seas
más precisa, se te traba la lengua.
Tenía una carrera.
La abandoné para casarme contigo.
¿ Qué carrera? Eras una provinciana
de una escuela católica...
- Trabajaba.
- No, estabas luchando
- por meterte en el mundo de la moda.
- Luchaba porque era joven.
Eras muy guapa.
Y fuimos a aquel parque de atracciones.
- No puedo volver tarde.
- ¿Por qué no?
Mañana voy de compras
con el diseñador de vestuario.
Faltan seis semanas para el estreno.
- ¿Es tu novio el diseñador?
- No, no tengo novio.
Si no, no estaría aquí.
Eres preciosa.
- Y tú eres muy rico.
- No, en realidad no lo soy.
Mi familia lo es, pero...
Quiero abrirme camino yo solo.
- Y lo haré.
- Estoy segura.
- ¿ Qué planes tienes tú?
- Sin duda algo en el mundo de la moda.
Diseñar para el teatro, o ser
diseñadora de vestuario o de modas.
No lo sé. De momento sólo es un sueño.
¿ Y si te dijera que te casaras conmigo,
fueras la madre de mis hijos,
permanecieras a mi lado
y fueras la Sra. Tait?
Diría que te estás precipitando.
Acabamos de conocernos.
Pero he de confesar que eres muy guapo.
¿ Y ahora, Sra. Tait?
Ahora me paso horas
intentando aferrarme a mi juventud.
Y él ni se da cuenta.
Sra. Tait está enfadada.
Estoy en una encrucijada.
Estoy perdida.
Estoy perdida.
Duerma. Duerma.
Más profundamente, más.
Cuando cuente hasta tres,
despertará y no se acordará de nada.
No recordará estos sentimientos, nada.
No la afectarán.
Uno: Está saliendo de trance.
Dos: Es casi consciente.
Tres...
A lo mejor me hice daño
en la espalda jugando al tenis.
Mi marido intentó enseñarme,
pero no soy muy deportista.
Relájese, Sra. Tait. Relájese.
Empezaremos el tratamiento
con estas hierbas.
¿ Qué tenía pensado hacer hoy?
Bueno, me iba a ir de compras.
Y luego iba a...
¿ Sí?
A recoger a mis hijos al colegio.
O puede que no. No, creo
que se lo pediré a la niñera.
Sra. Tait, Dr. Yang quiere
que haga lo que tenía planeado.
- Cambios repentinos son impulsivos.
- ¿En serio?
Sra. Tait no debe
tomar marisco en comida.
Luego, a las 2.30, se tomará hierbas, ¿sí?
- A las 2.30. De acuerdo.
- Después, puede recoger a sus hijos.
- Pero no serán peligrosas, ¿ verdad?
- Son muy suaves.
Surtirán efecto muy rápido.
Efecto desaparecerá muy rápido.
Suaves.
Sra. Tait, ¿ quería un poco de agua?
¿ Ya son las 2.30?
Casi.
Tus ojos arden de pasión.
Gracias.
- Joe Rufallo.
- Joe Rufallo.
Tufallo.
¿A qué te dedicas, Joe?
Soy músico.
¿Tocas el saxo?
¿ Cómo lo sabe?
Tienes pinta de tocar el saxo tenor.
Pues ha dado en el clavo.
- De hecho, ahora estoy ensayando.
- ¿Ensayando?
Sí, para un tributo a Duke Ellington.
- ¿El Duque? Mi favorito, Joe.
- ¿De veras?
Y bien...
¿ Qué lengüeta utilizas?
- ¿Lengüeta?
- Lengüeta, Joe.
- Entre los labios.
- Sí, la número tres.
- ¿ Usted toca el saxo tenor?
- No.
Pero me encanta el saxo.
Sí, bueno, es un gran instrumento.
- El mejor.
- Sí.
También estoy experimentando
un poco con un soprano.
¿En serio? ¿ Soprano?
Joe.
Eso ampliará tu repertorio.
Lo sabes, ¿ verdad?
- Sí.
- Bueno...
Dime, Joe.
Tu mujer, ¿también es músico?
- No estoy casado.
- ¿No estás casado?
- No.
- Joe.
Y te encanta Edna Millay.
- Sí. Yo...
- Sí, es mi preferida.
- Lo sé.
- Sí.
Bueno... estaba pensando
que deberíamos vernos
y hablar de ella, ¿no crees?
- Eso creo.
- Sí.
¿ Cuándo?
- ¿ Cuándo, Joe?
- Mañana.
¿A qué hora?
Dígamelo usted.
A las tres. Donde los pingüinos.
En el zoo.
- Genial. Estupendo.
- Fantástico.
Una última cosa.
Recuerdo la primera vez que oí
a Coltrane con un saxo soprano.
Hasta entonces sólo había tocado
uno tenor, naturalmente, pero...
Fue un momento increíble, Joe.
Me abrió todo un mundo de armonía.
- ¿De verdad?
- Sí.
Te dejo con eso, Joe.
Te veo mañana en el zoo.
Donde los pingüinos. Eso dije.
- ¿En el zoo?
- Sí.
- ¿Eso le propusiste?
- Sí. No me lo podía creer.
- Era como si hablase otra.
- Eso es genial.
Las palabras salían solas.
No sabía lo que decía.
No sabía ni lo que significaban.
Empecé a hablar de lengüetas.
- Coltrane. ¿ Quién es?
- ¿ Qué es eso?
- Eso me gustaría saber.
- Lo habrás leído.
Además fui muy descarada.
No puedo creerlo.
Totalmente denigrante.
Sí, pero él mostró interés.
Sí, pero te digo que era
como si estuviera poseída.
En serio. Le dije:
"Se me abrió todo un mundo de armonía".
- ¿Armonía?
- Armonía.
¿ Qué sé yo de armonía?
¿ Y es majo? ¿ Qué averiguaste sobre él?
- Bueno, no está casado.
- Bien.
Está ensayando en un lugar
llamado Park East, Sound East.
Y está ensayando un tributo
a Duke Ellington, o algo así.
¿ Qué he hecho? No puedo quedar
con un desconocido en el zoo.
- ¿Por qué no?
- Yo no soy como Jane.
- No pretendo darme un revolcón.
- ¿ Qué pretendes?
Oye, no se lo cuentes a nadie.
No digas ni una palabra.
- Claro que no. Te lo prometo.
- No tengo nada que ponerme.
- He engordado mucho. Esto no es lo mío.
- Mitzie.
- Hola. Lo hemos hecho lo mejor posible.
- Gracias.
Hola, querida. Mírala.
Vamos, cielo. Vámonos a casa.
Me encanta que tenga
una oreja lila y la otra verde.
- ¿De qué color será la cola?
- No lo sé. Supongo que roja.
- Es una buena idea.
- La podría hacer naranja.
- Hola.
- Hola.
¿ Sabes? Nancy Brill trabaja
para un programa de TV.
Ahora compra guiones.
Le he enviado unas flores.
Me alegro por ella porque es una amiga,
pero me da un poco de envidia.
Ya lo hablamos. Creo que quedó zanjado.
Lo sé. ¿ Y si me apuntara a un curso
o hiciera alguna clase o algo?
- ¿Te refieres en la universidad?
- Sí.
- ¿ Como qué?
- No lo sé.
Me arrepiento
de no haber ido a la universidad.
En el Sagrado Corazón
era buena en literatura.
Hablando del Sagrado Corazón,
nos han invitado a una velada
en homenaje a la Madre Teresa.
¿En serio? ¿La Madre Teresa?
¿ Crees que estará ahí en persona?
Seguro que irán
algunos de sus compinches.
Quiero que vengan los niños.
Les hablo mucho de la Madre Teresa.
- No sé sobre qué.
- La Madre Teresa. Es mi ídolo.
Quiero que vengan.
Será una gran experiencia.
- Ya veremos.
- Sí.
¿ Quieres una galleta?
No puedo hacerle eso a mi marido.
Anoche, hablar de la Madre Teresa
me hizo sentirme muy culpable.
Creo en la fidelidad. Es mi educación.
No voy a cometer un adulterio.
Soy incapaz.
Además, ¿ quién es ese tío?
¿ Un saxofonista? ¿ Un divorciado?
Es un perfecto desconocido.
Hace 16 años que estoy casada, Dr. Yang.
No puedo cometer un adulterio.
Ni siquiera estoy segura de que
me desee. Me estoy haciendo mayor.
Y ¿ qué sucedería
si me enamorase de él? Esto es...
- Estoy muy confundida.
- Sentimientos de Sra. Tait en conflicto.
Pero Dr. Yang tiene receta.
¿ Sabe? Las hierbas de ayer
me hicieron sentirme algo extraña.
Estas hierbas son diferentes.
Muy valiosas.
- Difíciles de conseguir.
- ¿No hay ningún riesgo?
Mejor forma de conocer
a desconocido es observar.
Sí...
Es amargo. ¿ Qué me hará?
Permitirá a Sra. Tait
observar sin ser observada.
¿ Qué pasa?
- ¿Adónde me voy? No puedo creerlo.
- No se preocupe.
- Invisibilidad pasará pronto.
- Soy invisible.
He desaparecido por completo.
No puedo creerlo.
Nunca he visto nada igual.
Dr. Yang, ¿no es peligroso?
Sra. Tait sabe dónde encontrar al hombre.
- Es una locura.
- Si quiere saber más cosas sobre él,
tiene oportunidad.
Joe, tengo que ir a Florida dentro de
unas semanas y quiero llevarme a Shana.
Sólo una semana. Sé que no es lo que
acordamos, pero creo que le gustará.
- Le puedo enseñar Disneyworld.
- Claro.
Gracias. Te devolveré el favor.
No hace falta. Se divertirá.
Espero que no vayas
- con uno de tus exóticos acompañantes.
- ¿ Como quién?
Como Peter Wilkes, el que se lleva
a mi hija en su Ferrari a toda velocidad.
- No había peligro y a ella le encantó.
- Pues a mí no.
- Tú la iniciaste en los coches deportivos.
- Me siento mejor cuando conduzco yo,
y no un tío de publicidad
con unas gafas de culo de botella.
Peter es majo. Es muy paternal.
Mira, quiero enseñarte algo.
Son unas imágenes en las que llevo
trabajando un par de semanas.
Me fío mucho de tu sentido visual.
Creo que son geniales.
- Todas son un poco ambivalentes.
- Son muy sexys.
- Sí.
- Como tú.
Son algo europeas. Las hicimos en París.
- Son algo eróticas.
- Eróticas...
Me gusta lo erótico.
¿Recuerdas cuando cerrábamos la puerta
y hacíamos el amor en el sofá?
- Joe, de eso hace mucho tiempo.
- No, fue después de divorciarnos.
Nadie podía reprocharte tu libido,
que es un diez en la escala de Richter.
Ya, y ¿ qué me reprochabas?
¿No tener un C.I. De 180, como tú?
Mentías un poco, apostabas.
- Flirteabas con todos mis amigos.
- ¿ Sabes? Todavía eres muy sexy.
Joe, no creas que no es tentador,
pero estoy muy ocupada.
- Por los viejos tiempos.
- Joe.
Oye,
no creo que
debamos hacer esto.
Oh, Joe.
Tiene una ex mujer
y todavía se acuestan en la oficina,
aunque haya gente
en la habitación de al lado.
Además ella es un genio
y yo no soy nada.
Bueno, tranquila, Alice.
Por favor, no te alteres.
¿ Cómo has averiguado
todo esto si no lo has visto?
Tengo mis métodos.
Me alegro de haber faltado a la cita.
No sé si comprarme otro Lincoln
o volver a probar un Cadillac.
Lo que me gustaría
de verdad es un Bentley.
Un Rolls antiguo, o un Phantom V.
Pero, con los niños,
nunca estaría del todo tranquilo.
Me pregunto si podría escribir.
Ahora que Nancy Brill compra guiones
para televisión, tengo un buen contacto.
Siempre fue muy espabilada.
Una mujer muy inteligente.
Venid aquí, niños.
Vamos, voy a por vosotros.
¿ Sabes cuál es tu cociente intelectual?
¿El mío?
Es alto. Tiene que serlo.
Mira a tu alrededor.
¿ Crees que el mío es alto?
Seguro. Es normal, ligeramente superior.
A veces creo que podría escribir.
Sobre todo algún guión para televisión.
Soy tan inteligente como Nancy Brill.
- Bueno...
- ¿No crees?
Sí, claro. No lo sé, ¿sabes?
Uno no decide ser escritor
y se pone a escribir, sin más.
- ¿Por qué no?
- Necesitas experiencia.
Bueno, escribía de pequeña.
Me encantaban la poesía y el teatro.
- Niños, deberíais iros a dormir.
- ¿Los acuesto yo?
Encárgate tú. Enseguida voy.
- Vamos, niños.
- Un par de minutos.
- A lavarse los dientes.
- Buenas noches.
¿ Quién será el primero en ir al lavabo?
- Nunca me animas, ¿sabes?
- Intento ser razonable.
No puedes proponerte ser escritora.
Eso hizo Nancy Brill. Era la ayudante
de alguien que le presenté.
Decidió que quería escribir
y ahora compra guiones.
¿ Qué te puedo decir?
Intento ser práctico.
¿Diga?
Hola, siento molestarla.
Soy Joe Rufallo.
Sólo quería asegurarme de que está bien,
y de que no me equivoqué de día.
No, qué va. Fue culpa mía. Lo siento.
Surgió un imprevisto,
y no tenía su número de teléfono.
No, me temo que no.
No creo que sea una buena idea.
Lo entiendo.
Claro.
Alice...
Alice.
Sra. Tait cree en fantasmas.
- No sé, supongo. ¿ Qué sé yo?
- ¿No creen en ellos los católicos?
Fantasmas.
Católicos creen en fantasmas.
En épocas de gran estrés,
a veces aparece fantasma.
¿ Qué me harán estas hierbas?
Nada demasiado radical, espero.
¿ Cree que podrían
ser malas para mi salud?
- Estas hierbas no se comen.
- Entonces ¿ qué?
Espere hasta medianoche,
y quémelas en taza de té.
- ¿ Que las queme en una taza?
- ¿Tiene taza de té?
Sí, sí.
Mientras, ¿irá a buscar
a sus hijos a colegio?
No, se lo iba a pedir a la niñera.
Tengo otra cita.
- Me alegro de verte.
- Y yo a ti.
- ¿ Cómo está Doug?
- Bien. Me alegro mucho por ti, Nancy.
- Gracias.
- Esto es genial.
- Recibí las flores.
- Bien.
- Muy amable de tu parte.
- No fue nada.
Hace sólo unos meses estábamos
en la playa de Southampton.
Soñabas con prosperar en tu carrera.
Y mírate ahora: Toda una ejecutiva.
Bueno...
Dile que pasaré más tarde.
No paro: Reuniones con escritores,
almuerzos en la NBC, proyecciones.
- Dios.
- En fin, Alice, ¿en qué puedo ayudarte?
Bueno, con los años,
se me han ocurrido ciertas ideas.
He pensado que, si las escribiera,
se podría hacer un programa o una serie.
Quería que me dieras tu opinión
sobre el argumento.
Y, si crees que podría servirte,
me gustaría escribirlo.
- ¿Escribes?
- Escribí alguna cosilla de joven.
- Nada importante, claro está.
- Sí que lo mantuviste en secreto.
Me gustaría intentarlo.
- Trabajé en algunas obras hace años.
- ¿No fue en vestuario?
Sí, pero por lo menos tuve
algún contacto con el teatro.
¿ Y cuál es tu idea? Porque,
la verdad, hoy estoy muy liada.
Bueno, son dos hermanas
que estaban muy unidas de pequeñas
y, ahora que son adultas,
se han distanciado.
- Como tu hermana y tú.
- ¿ Yo?
Dorothy y tú os tratáis,
pero no sois muy amigas, ¿no?
Vaya, nunca lo había pensado.
Un momento. Queremos historias
sangrientas, no tan sutiles.
Tengo otra idea sobre una joven
que quería ser monja.
Nada de monjas. Quieren mujeres sexys,
sin escrúpulos, ricas, melodramáticas.
Mira, si se te ocurre
algo así, ya hablaremos.
Dame un toque
y vamos a cenar a Le Cirque.
Vale. Bueno, gracias.
- ¿ Se está quemando algo?
- No.
No, no pasa nada.
- Ven a dormir.
- Sí, ahora voy.
- Alice.
- ¿ Quién es?
¿ Quién está ahí? ¿ Quién es?
¿ No te acuerdas?
Esa voz...
Alice.
Alice Jansen.
¿Eddie? ¿Eres Eddie?
Hola, querida.
¿Eres tú?
Dios, ahora eres aún más guapa.
Han pasado casi 20 años.
Dime que no tengo tan mal aspecto,
para estar muerto.
No. Para estar muerto, estás estupendo.
¿ Lo ves? Si te hubieras casado
conmigo, habrías sido viuda.
Eddie, me sentí fatal
cuando supe lo del accidente.
Pero no me sorprendió. Siempre dije
que eras un peligro conduciendo.
Te parecía un peligro con todo,
incluso haciendo el amor.
Eddie... había veces
en que me sentía muy culpable.
Oye, que ya soy mayorcito.
Me habían rechazado antes,
aunque aun así lo pasé mal.
Pero que sepas que aquello
fue realmente un accidente.
En ningún momento vi la camioneta.
Pensé en ti el otro día.
Conocí a un hombre interesante
que me recordaba a ti.
Oh, no. ¿ Intuyo problemas en el paraíso?
No, no. Todo va bien. Soy muy feliz.
Háblame de ese tipo
que te recuerda a mí.
Bueno, es como tú.
Es irresponsable y temperamental.
- Sí.
- Pero...
Es guapo, ¿sabes?
"No cometerás adulterio".
No es una frase mía. La leí.
No. Acabo de conocerlo.
Un hipopótamo de cristal Steuben.
Siempre me preguntaba
quién compraba estas cosas.
Cuánto me alegro de verte, Alice.
- ¿ Qué le pasó a tu carrera?
- No lo sé.
He pensado que me gustaría escribir.
¿ Crees que lo llevo dentro?
- ¿ Con quién hablas?
- Estaba...
Te he visto mantener una conversación.
- Estaría pensando en voz alta.
- ¿A estas horas?
- Pantalones y torso desnudo. Típico.
- Calla.
- ¿Estás bien?
- Sí. Se me acaba de ocurrir una historia,
y estaba interpretando todos los papeles.
- Alice, eso es una locura.
- Es una locura.
Tengo que dormir un poco.
Me voy a la cama.
Yo también. Me espera un día duro.
Volveré tarde. Hoy juego al backgammon.
- ¿Es esta noche el backgammon?
- Cariño,
- ¿ vas a intentar relajarte?
- Sí, lo intentaré.
- Estás muy tensa últimamente.
- Ah, ¿sí?
Yo sé cómo relajarte, Alice.
Conozco todos los puntos clave,
y eso que hay muchos.
Mira, ahí está.
Me encantaría saber qué te parece.
Después de todos estos años,
¿ ahora quiere saber mi opinión?
- Hola.
- Hola.
Siento haberla molestado
llamándola a su casa.
- Estaba preocupado.
- No, yo... No pasa nada.
Debí parecerle un poco brusca.
Estaba conversando con mi marido.
No pasa nada. Lo entiendo.
Sentí mucho que no viniera al zoo.
Tienen un oso blanco muy bonito
que quería enseñarle,
con unos ojos azul claro preciosos,
del mismo color que los suyos.
Ésa sí que es buena. ¿ Cuándo fue la
última vez que tu marido te dijo algo así?
- Bueno, yo...
- Dale un poco de coba.
Siento no haber podido ir.
Me gustaría tener otra oportunidad.
El circo Big Apple está en la ciudad.
Llevaré a mi hija mañana.
Venga y tráigase a sus hijos.
- Seguro que les encantará.
- Creo que tengo...
No irás al infierno
por llevar a tus hijos al circo.
Pero supongo
que puedo cambiar de planes.
Estupendo. Me hace mucha ilusión.
Vamos, niños, a dormir.
Ya os he leído tres cuentos.
Katie, quédate en la cama.
Buenas noches.
Hasta mañana. Buenas noches.
Buenas noches.
Quédate en la cama.
Felices sueños.
¿ Qué estoy haciendo?
Tienes que llegar hasta el final
para averiguar quién es, y quién eres tú.
¿En qué me he metido?
Alice, anímate.
No voy a estar aquí por mucho tiempo.
¿ Por qué no salimos juntos
una última vez?
- No puedo.
- Está jugando al backgammon.
Yo estaba delante cuando lo dijo.
Que la niñera se encargue de los niños
y nos vamos al Moonlight Casino.
El Moonlight Casino
se quemó hace diez años.
- Coge el abrigo, Alice.
- Además está lejos, en la playa.
Coge el abrigo y nos vemos en la terraza.
¿ Sra. Tait?
Sra. Tait,
¿me necesitará en la próxima hora?
¿ Sra. Tait?
Sra. Tait, ¿ha salido?
¿ Sra. Tait?
¿ Recuerdas aquella noche?
Nuestra última noche juntos.
Me dijiste que habíamos terminado.
Sólo era una niña.
La idea de compartir mi vida
contigo me asustaba.
¿ Te arrepientes?
No lo sé.
¿ Volverías a hacer lo mismo
si tuvieras una segunda oportunidad?
No lo sé.
Por eso es importante
que averigües qué sientes por Joe.
A menudo pienso en ti.
Cariño, ya estoy aquí.
He vendido un cuadro.
Eso es genial. ¿ Cuál?
- Tu desnudo.
- ¿ En serio?
No pongas esa cara.
Estás muy guapa desnuda.
¿ Con cuántas mujeres te has acostado?
Las suficientes, pero tú eres la única
que ha pensado seriamente en ser monja.
No puedo evitarlo.
Nunca había cocinado un pato.
- Está todo lleno de humo.
- Lo siento mucho.
¿ Sabes? Te quiero de verdad.
- Insultaste a mi madre.
- Era una actriz de tercera,
y debería guardar para sí
sus infantiles ideas políticas.
Podría haber sido una gran estrella.
Y es inteligente. Tenía razón
al no entender tus cuadros.
Y tenía razón sobre el hecho
de que fueras comunista.
Tengamos un hijo,
aunque no quieras casarte.
Sí, y ¿ de qué viviríamos?
No puedes ni pagar las facturas.
- Bésame.
- Me estoy manchando de pintura.
¿ Qué pasa?
Me siento raro.
Me siento muy, muy extraño.
Dios mío.
Es una sensación rarísima,
como si estuviera desapareciendo.
Estoy desapareciendo.
Está ocurriendo. Ya está.
Ha sido genial volver a verte.
Sigues siendo maravillosa.
¿Has ganado un premio?
- ¿ Qué tal van los ensayos?
- Bien.
- Un gran arreglo de "The Mooche".
- ¿The Mooche?
- "Mooche", el tema de Ellington.
- "The Mooche", sí.
Pensé que lo sabrías.
Pareces saber tanto de jazz.
En realidad no,
pero me gustaría aprender.
Oye... estás muy distinta del otro día.
- Me estuviste tirando los tejos.
- Lo sé. Estuve... estuve impresentable.
Estoy muy avergonzada.
Supongo que fue
para contrarrestar mi timidez. No sé.
Así que ésta soy yo.
¿Te sientes? ¿Estás decepcionado?
- No, no.
- ¿No?
- En realidad me asustaste un poco.
- Ah, ¿sí?
No, bueno... Pero intuí que no eras tú.
Sí.
Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?
Claro.
¿ Qué?
¿Eres feliz con tu marido,
si no es indiscreción?
No. Sí. Sí, yo...
Dios, ya hace casi 16 años
que estoy casada.
16 años.
Eso es estupendo.
Sí.
No, en serio.
- Un buen matrimonio es poco frecuente.
- Sí.
¿Por qué te divorciaste?
Mi mujer y yo éramos
demasiado obstinados.
Es una mujer brillante.
¿ Y atractiva?
Sí.
Y muy sexy.
Y cuando estás con ella...
¿Todavía tienes ganas de estar con ella?
- No.
- ¿No?
¿No? ¿Nunca te entran
ganas de... de abrazarla?
¿ Si los dos estuvierais
en su oficina, por ejemplo?
O, no sé, ya sabes...
¿La arrojarías sobre el sofá o algo?
¿Por los viejos tiempos?
Dios, sí que eres interesante.
Ésta es la historia: Una mujer que
no ha hecho nada deshonesto en su vida
tiene una aventura amorosa
con un músico.
- Es un poco vago, Alice.
- ¿Eso crees?
Mira, sé sincera.
¿ Qué sabes tú de ese tipo de mujer?
- Bueno, yo...
- ¿ Quién es la mujer?
¿ Quién es el hombre?
¿ Quién es el pobre marido?
¿Adónde va la historia?
¿ Qué la hace interesante?
¿Es morbosa? ¿Es ***? ¿Perversa?
¿Ella es una puta?
¿ Qué te pasa? Estás pálida.
Sé que soy capaz de escribir.
Es que estoy bloqueada.
Sólo necesitas relajarte y no forzarlo.
Si tienes algo dentro, ya saldrá.
Sí, sé que tienes razón.
- No es tan...
- A mí me pasa lo mismo.
- Quería dedicarme a la música clásica.
- Ah, ¿sí?
Pero no era lo mío, así que
me gano la vida trabajando en estudios:
Hago programas, anuncios.
Pero se me da muy bien el jazz.
¿ Y ahí es donde conociste a tu mujer?
- ¿Haciendo anuncios?
- Sí, así es.
Estábamos haciendo
un anuncio para un detergente.
- Detergente...
- Fue amor a primera vista.
A la media hora estábamos
haciendo el amor en el lavabo de señoras.
- Perdona.
- No, no pasa nada.
Tienes una manera encantadora
de contar las cosas.
Oye, ¿ crees que podrías
escaparte mañana por la noche?
¿Por la noche?
Un amigo está grabando un disco.
He pensado que lo pasarías bien.
- Es un gran violonchelista.
- Bueno, por la noche...
Mañana es la noche
en que Doug juega al backgammon...
- ¿A qué hora sería?
- A las ocho, ocho y media.
- ¿A las ocho?
- Sí. Si quieres...
Podría quedar contigo.
¿ Qué te parece delante del colegio?
Delante del colegio, por la noche.
Sí, supongo que podría.
Lo pasaremos bien.
Está bien, trato hecho.
La mujer de Lou Gimbel
también quiere ponerse a trabajar.
Lou le ha alquilado
una tienda en Lexington Avenue.
Va a poner el dinero
para que abra una boutique.
- ¿En serio?
- O una tienda de jerseys, y...
He pensado que algo es algo.
Quizá, unas horas al día,
podrías ayudarla en la tienda.
Tienes una personalidad agradable
y sabes de jerseys.
No es lo que tenía pensado, la verdad.
Piénsatelo.
¿No deberías prepararte
para la partida de backgammon?
- Debería.
- Sí.
- Que te diviertas esta noche.
- No volveré muy tarde.
- ¿ Qué vas a hacer tú?
- No sé, lo de siempre. No gran cosa.
Vaya, ya son más de las 7.30.
No querrás llegar tarde.
- No llegaré tarde.
- Seguramente veré la tele.
- Sr. Tait, teléfono.
- Vale, Hilda. Gracias.
Estaba muy buena la cena.
Han suspendido la partida.
- ¿ Qué?
- Sí. Ken está enfermo.
¿Enfermo?
¿No puedes jugar con nadie más?
Jay sigue en Boston.
Han cancelado su vuelo.
- Doug.
- ¿ Sí?
Voy a salir un rato, ¿ vale?
- ¿Adónde?
- Acabo de hablar con mi hermana.
- Quiere verme. Está disgustada.
- ¿Dorothy disgustada? ¿Por qué?
Ya sabes. Te acuerdas de que tuvimos
un pequeño problema hace un tiempo y...
Se siente mal, y voy a pasar a verla.
- ¿ Qué quiere?
- No lo sé. Hablar.
- ¿Tienes que ir ahora?
- Sí, sí.
- ¿No podéis hablar por teléfono?
- Ya conoces a Dorothy. Es abogada.
Le encantan las reuniones,
así que voy a ir. Hasta luego.
Sí. Asegúrate de que
el portero te pida un taxi.
- Sí, descuida.
- No vuelvas tarde.
- Vale.
- Me preocupo por ti.
George, ¿podrías
pedirme un taxi, por favor?
Voy a dejar aquí este bolso.
Lo recogeré cuando vuelva.
- Hola.
- Hola.
Estaba a punto de irme.
Creía que no venías.
- Quizá no debería haber venido.
- ¿ Qué te pasa?
No puedo hacer esto.
Soy incapaz. No puedo mentir así.
Mira, no pretendía ponerte
en una situación delicada.
Pues me has puesto
en una situación delicada.
- ¿ Sabes?
- Dios...
- Siempre usas tu encanto conmigo.
- Alice...
No puedo hacer esto.
- No pretendía causarte problemas.
- Mi marido confía en mí.
Al final le he mirado a los ojos
y me he inventado una historia ridícula.
Bueno...
Quizá estés disgustada porque
has visto que eres capaz de hacerlo.
Oye, no intentes psicoanalizarme.
Estoy disgustada
porque he hecho algo terrible.
Bueno.
¿Te llevo a casa?
- No hace falta. Cogeré un taxi.
- No. Alice, te llevo a casa.
- Alice, está lloviendo. Te llevo...
- No hace falta.
Perdone.
¿Dr. Yang?
¿Dr. Yang?
Soy Alice Tait, Dr. Yang.
¿Dr. Yang? Soy Alice Tait.
- Sra. Tait, pase.
- No sabía...
- Puedo volver otro día si...
- No pasa nada.
Oí que tenía la oficina en su casa.
Pensé que le encontraría...
- Sra. Tait parece tensa.
- Sí, estoy un poco tensa.
Necesito un tranquilizante.
Esperaba que me diera algo.
No me gusta poner sustancias
extrañas en mi cuerpo, así que...
- No, gracias. No fumo.
- Por favor. Es sustancia natural.
Claro que fumaba cuando era joven.
Sólo cigarrillos con filtro,
con boquilla y mentolados.
Por favor, Sra. Tait entre amigos.
Sí.
Por favor.
Es muy fuerte.
No tengo mucho tiempo.
En teoría estoy con mi hermana.
- ¿lntriga?
- No, no, ya sabe. Es sólo que...
Es una mentira absurda, porque mi
hermana y yo no estamos nada unidas.
Me gustaría. Hace poco ella y su marido
se mudaron aquí desde Filadelfia.
Es una abogada muy buena.
¿Le importaría acercarlo
un poco, por favor?
Es muy relajante.
Antes he estado
muy arisca con un amigo.
Me he comportado
como una zorra. Uy, perdón.
¿ Sra. Tait se siente más calmada?
De hecho, sí. Lo estoy.
Esto es...
Todo parece flotar.
Creo que voy a echarme
un momento, si no les importa.
Vaya, Dorothy,
¿ qué le ha pasado a nuestra casa?
Está muy descuidada.
Tengo entendido que anoche me usaste
como coartada para salir de casa.
¿ Qué nos ha pasado?
Antes estábamos muy unidas.
- Elegimos caminos distintos.
- Sí. Y crees que el mío es trivial.
Cualquiera que gasta tanto dinero
en peluches para sus hijos...
Sé cómo te sientes.
Lo dejaste claro la última vez.
Hay gente muriéndose de hambre
y tú les llenas el cuarto de juguetes.
¿No hay forma
de que puedas respetarme?
Eres como mamá.
Sí. ¿ Sabes? He pensado mucho
en papá y mamá últimamente.
¿Recuerdas que papá
cortaba las tartas con su espada?
- ¿Has comprado todos esos trastos?
- Era un héroe naval.
Vamos, era un pesado
y mamá una borracha.
No digas eso.
Y bien, ¿ con quién le estás engañando?
No le estoy engañando. No físicamente.
Por lo menos, aún no.
Sigues creyendo en lo que nos decían
las monjas en el Sagrado Corazón.
Mis días como católica
terminaron cuando tenía 16 años.
Mis días como católica terminaron
cuando mamá encontró mi diafragma.
Pero la música era bonita, ¿ verdad?
Y los rituales.
Vamos, confiésate una vez más. Es gratis.
Mi hermana tenía razón en muchas cosas.
Me parezco demasiado a mi madre.
A veces pienso que no estoy educando
a mis hijos con los valores adecuados,
que los estoy malcriando.
No les enseño
las cosas que más importan.
Cuando era joven, quería ser una santa.
Rezaba con los brazos abiertos
porque me dolía más,
y así me sentía más cerca de Dios.
Quería dedicar mi vida
a ayudar a los demás,
a cuidar de los enfermos y los ancianos.
Nunca era tan feliz
como cuando podía ayudar al prójimo.
¿ Qué pasó?
¿ Adónde se ha ido esa parte de mí?
Y ahora, incluso mi matrimonio.
Estoy muy confundida,
y me siento culpable por lo de Joe.
Dios, estoy agotada.
- Tienes rizos.
- Sólo tengo uno. Tú tienes muchos.
Me encantan. Son realmente...
- Alice, hola.
- Hola.
- Ésta es Joanne, y ésta es Kimberly.
- Hola.
Hasta luego. ¿ Cómo están Dennis y Kate?
¿ Se han adaptado bien?
- Les va muy bien.
- Tengo muchos problemas con Perry.
Cada vez que me voy, llora.
Sobre todo si ponen Barrio Sésamo.
- Necesita ver más al psicoanalista.
- Puede ser.
Ibas a llamarme para la fiesta de Jessica.
- Claro que irán.
- Habrá un mago. Tengo una idea.
Quiero que Kate venga a jugar
con Perry el próximo fin de semana.
Haré que mi chófer
los pase a buscar al colegio.
- ¿Te lo puedo confirmar por teléfono?
- Por favor. Les hace mucha ilusión.
- Hola. ¿ Cómo estás?
- Muy bien.
A Perry le gustaría invitar a Shan
al cine en la sala de su padre.
- Pondrán La Sirenita.
- Claro.
Siento mucho lo de la última vez.
No pretendía vomitar en tu colage.
- Me voy pitando. Llámame.
- Te llamaré.
Adiós.
Oye, siento mucho lo de anoche.
No pasa nada. ¿Podemos hablar a solas?
Sí, sí.
He pensado que quizá debería
distanciarme de ti un tiempo.
- ¿En serio?
- Bueno...
- No soporto causarte problemas.
- No, no es para nada culpa tuya.
No, soy yo.
Es por quién soy, quién he sido.
Sólo intento averiguar
quién es esa persona.
Por eso no quiero ser un obstáculo.
¿En serio? ¿ Crees que
no deberíamos volver a vernos?
Tal vez sea lo mejor.
Vaya, mañana iba a llevarte
a un restaurante buenísimo.
- Ah, ¿sí?
- No si...
Será mejor que vayamos a por los niños.
- Hola.
- Alice, hola. Pasa.
- ¿lnterrumpo algo?
- Estaba con un expediente, pero
- me alegro de tener que dejarlo.
- Estaba a un par de manzanas, y...
Dorothy, sólo... sólo quería decirte
que me sabe mal todo esto.
- He estado pensando en ello y lo siento.
- Oh, cielo. Lo sé, lo sé.
Soy la hermana mayor.
Soy... Debería ser amable, y lo siento.
- ¿ Quieres un té?
- No, gracias.
- No me lo tomé nada bien. Perdóname.
- Tenías razón.
- ¿ Quién soy yo para juzgar tu vida?
- Cállate un momento.
Estaba... estaba equivocada,
¿sabes? Estaba...
Hay algo repugnante en todo lo que
me compro y les compro a los niños.
- Todo eso. Tenías razón.
- Pero es tu vida. ¿ Quién soy yo?
Eres mi hermana,
y me importa lo que piensas.
- ¿ Sí?
- Y añoro lo unidas que estábamos.
Cuando os mudasteis a la ciudad,
esperaba que nos volviera a pasar.
Yo también.
Lo siento, pero me sorprendió
lo mucho que habías cambiado.
- No sabía cómo llevarlo.
- Sabías que Doug era muy rico.
Sí, claro que lo sabía,
pero, cuando entré en ese...
Dios mío, tu armario. La ropa,
y cientos de zapatos y demás.
- Fue muy duro para mí. Lo siento.
- Sí.
Es que eres muy...
Eres diferente. Tienes ideas distintas
de cuando éramos pequeñas.
Lo sé. Ya lo sé. Tienes razón.
Pero ¿ crees que no quiero
que estemos más unidas?
Pues sí.
Dios.
Es sobre su trabajo en Calcuta.
Allí es todo increíblemente trágico.
Todos esos ricachones
ahí sentados con lágrimas en los ojos.
Era increíblemente conmovedor.
Ella era muy sencilla y modesta.
Era impresionante.
Yo me he puesto a llorar.
Y los niños monísimos. Dennis estaba
emocionado de estar levantado tan tarde,
pero creo que Katie percibía
lo que estaba pasando, ¿sabes?
- ¿Por qué estás tan nerviosa?
- No lo estoy. ¿Por qué lo dices?
No paras de hablar.
Ya me lo has contado tres veces.
¿ Sí? Bueno, esto es
un gran paso para mí.
Es que...
¿No deberíamos ir más despacio?
- No es que haya sido muy precipitado.
- ¿Precipitado? No sé.
A mí me parece precipitado.
Llevo 15 años casada.
Seguramente me falta práctica.
No es malabarismo.
No hace falta practicar.
Doug y yo tenemos relaciones,
pero no como antes.
Y posiblemente es culpa mía.
En algún momento perdí el interés.
Luego lo perdió él,
pero seguramente por mi culpa.
Pero no sé por qué me pasó.
En fin, casi nunca lo hacemos.
A lo mejor él perdió interés primero.
- ¿ Qué?
- Relájate.
¿ Que me relaje? Ni siquiera está oscuro.
Prefiero que esté oscuro.
- Entonces no se ve nada.
- ¿ Ver?
Voy a hacer un régimen.
¿He estado fatal?
Has sido la mejor.
¿ Y yo he estado bien?
Sí.
El diálogo en la obra de ficción
tiene dos funciones:
En la novela, ser leído en silencio
como voces en la mente.
Y en los guiones y obras de teatro,
ser leído en voz alta.
Por tanto estamos hablando
de los dos aspectos
de la conciencia de las palabras.
Interna y meditativa en la novela,
y externa y expresiva
en el teatro y en el cine.
Energía creativa
proviene de nervio en nuca.
A Sra. Tait le cuesta escribir
porque nervio pellizcado.
Ahora, circulación muy, muy baja.
Debe beber mucha infusión
especial de Dr. Yang.
Espíritu creativo vendrá.
Beba infusión próxima vez
que Sra. Tait se siente a escribir.
- ¿ Quién eres?
- Soy tu musa.
¿Mi musa?
Sí. Pareces sorprendida.
Soy tu musa. He venido a ayudarte.
- Te cuesta escribir.
- Pues sí, me cuesta, la verdad.
Debería poder escribir
una tontería de guión para TV.
- Escribir es duro.
- Sobre todo si es para una amiga.
- ¿No creerás que Nancy es una amiga?
- Claro, de hace años.
Yo le presenté a su jefe
y al hombre con quien vive.
Qué poca psicología.
¿ Cómo vas a ser escritora?
- ¿ Qué quieres decir?
- ¿Decir?
Quiero decir que
no cuentes con Nancy Brill.
- No te dará una oportunidad.
- No.
Tú representas
lo que ella ha dejado atrás.
- Ya no le interesas.
- ¿Nancy?
¿No has visto cómo mira el reloj
cuando habla contigo?
- No puede ser. Yo le presenté...
- Lo sé. A su amante y a su jefe.
Razón de más para pasar de ti.
Los que triunfan
se desentienden de su pasado.
- ¿ Qué intentas escribir?
- Es un guión.
- También estoy haciendo un curso.
- Eso es técnica.
Lo importante no se puede enseñar:
La inspiración. Ahí entro yo.
El profesor cree que tengo posibilidades.
- Me anima mucho.
- Conozco al profesor Davis.
- Está intentando acostarse contigo.
- No.
Por eso da clases. Por las alumnas.
No, es muy profundo. No es así.
Sí. Muy profundo es exactamente
donde quiere meterla.
- ¿ Y qué me dices de tu madre?
- ¿Mi madre?
Tu madre. Fue actriz de cine un tiempo.
Su historia podría ser un buen guión.
Se dedicó al cine
durante un período cortísimo.
Y nunca triunfó. Los perdedores
son mucho más interesantes.
- Mi madre no es una perdedora.
- Mira lo defensiva que te pones.
Es una buena historia. La idolatrabas,
pero sé realista. Esto es importante.
Se dedicaba al cine. Hizo dos o tres
películas, y luego conoció a mi padre.
Y... mi padre la convenció
para que lo dejase.
No, Alice.
Nunca fui más que una cara bonita.
Y, cuando empezó a arrugarse,
el estudio dejó de llamarme.
No, tenías más cualidades
aparte del físico.
- Podrías haber hecho más en la vida.
- Me halagas.
Cuando el estudio ya no me quería,
tuve suerte de encontrar a tu padre.
Me acostumbré a tener
a alguien que me cuidase.
Me habría suicidado
si no llega a ser por él.
Por eso es tan importante
casarse con un hombre acaudalado,
y no con un pobre artista
de izquierdas de Greenwich Village.
Pero luego, cuando murió papá,
las margaritas acabaron contigo.
No podía evitarlo, querida.
Ya sabes que me parecía irresistible
el sabor a sal en el borde de la copa.
Oh, mamá.
Eras tan encantadora,
pero estabas tan equivocada.
¿Por qué no lo vi?
Siempre nos idealizabas
a tu padre y a mí.
No puedo decir lo mismo de tu hermana.
Este vino está buenísimo.
Bueno, es un Chambertin de 1961.
También sabes mucho de vino.
No sé nada.
He pedido el más caro
pensando que sería el mejor.
En estas últimas semanas
me lo he pasado muy bien.
Estabas tan relajada
esta mañana, en mi casa.
Muy desinhibida. No hay nada más sexy
que una católica que ya no practica.
Sí. Tengo algo
que quiero compartir contigo.
Debo de estar borracha,
o si no, no lo haría.
¿Drogas? ¿ Veo bien?
Tengo que tomármelas con agua.
No se pueden tomar con vino.
No son drogas. Son hierbas. Son muy
especiales. No puedo conseguir más.
- ¿ Qué tipo de hierbas?
- Te hacen invisible.
Tienes razón. Estás un poco borracha.
Oh, Dios mío. ¡Dios mío!
Alice, ¿ dónde diablos estás?
- Estoy aquí, justo delante de ti.
- Alice, esto no tiene gracia.
¿Lo ves?
¡Dios mío!
Se me ha puesto la piel de gallina.
Vamos, da un sorbo.
- ¿ Qué es esto?
- Vamos. No lo sé. Sólo tómatelo.
Tómatelo.
- ¿ Qué me hará? Soy un padre de familia.
- Confía en mí.
- No noto nada.
- Espera un momento.
- ¿ Ves algo?
- Dale un minuto.
Oh, Dios mío.
¡Dios mío! No puedo creerlo.
- ¿No es genial?
- No puedo... ¿De dónde lo has sacado?
¿ Quieres ir a dar un paseo
o algo, para divertirnos?
¡Dios! Los taxistas de Nueva York
no se escandalizan por nada.
- ¿Te sientes más cómodo ahora?
- Sí, me siento genial.
- ¿No es otra manera de pasar el día?
- Es como un sueño hecho realidad.
¡Cuántas veces quise hacer esto! Sobre
todo cuando vivía al lado de la YWCA.
Aquí estamos, paseando
por Madison Avenue, y nadie nos ve.
- Ven aquí. Dame un beso.
- Joe, aquí no.
Somos invisibles.
Hagamos el amor contra ese buzón.
- Para.
- Venga, vamos.
Ahí están Nina y Jane Taylor.
Me apuesto lo que sea a que van
a Ralph Lauren. Tengo que seguirlas.
Esto es fantástico.
Me... me muero por espiarlas.
Iré directa al infierno.
Vamos. Si quieres, hazlo.
Sólo se vive una vez.
Mira esto.
- Qué bonito.
- No hagas eso. Se armará una gorda.
Ahí están. Me siento un monstruo,
aprovechándome de la situación, pero...
¡Dios mío!
Es esa modelo tan famosa. La he visto.
Ha salido en miles de revistas.
Mira qué cuerpo. No puedo creerlo.
- Cálmate.
- ¿ Va a entrar en el vestuario?
- No sé.
- ¿A cambiarse de ropa?
Vamos. Pásatelo bien, ¿ quieres?
Voy a ver qué hacen Jane y Nina.
A mí también me cuesta creerlo,
pero es cierto. Tiene un amante.
¿Alice Tait? ¿Nuestra Alice Tait?
¿La mogigata Madre Superiora
de la escuela católica?
Me la encontré el otro día
comprando discos de música clásica.
ÉI toca el saxo. Se puso como un tomate.
Todo cuadra, porque Anny Phyfe dice
que la vio con un hombre, no su marido,
en el Whitney, y estaba radiante.
Me encantan estos pantalones.
¿Te la imaginas acostándose con otro?
Seguro que apaga todas las luces.
Tenía que pasar. Doug es
un mujeriego desde hace años.
Pues yo no conozco a nadie
que haya tenido una aventura con él.
Tiene mucho cuidado, pero he oído
chismes. Es guapo, rico y atlético.
¿ Cómo va a estar satisfecho
con tan poquita cosa?
Jane, ahora que lo dices,
creo que recuerdo a alguien.
He oído que siempre
tiene algún ligue por ahí.
Perdone. Se oyen jadeos en el vestuario.
Mañana volveré tarde a casa.
Hay una fiesta de Navidad en la oficina.
- ¿ Quieres que vaya?
- No, no.
No han invitado a las esposas.
Sólo gente de la oficina.
¿ Sabes? Este mes de enero
llevaremos casados 16 años.
Vaya, eso es mucho tiempo.
Comparado con otros, quiero decir.
¿Me has sido infiel alguna vez?
- ¿ Qué clase de pregunta es ésa?
- Ya sabes, todas las mujeres especulan.
- No.
- Sólo era una pregunta.
¿ Y tú?
- No.
- Lo decía en broma.
Dorothy, necesito
un consejo de hermana.
Creo que Doug tiene una amante.
- ¿Por qué?
- Oí a unas personas hablar.
- ¿Dijeron que tenía una?
- Sí, y puede que no sea la primera vez.
- ¿Tú qué crees?
- No lo sé.
Le pregunté si me había sido infiel
alguna vez y, claro, dijo que no.
- Claro.
- Pero recuerdo varios incidentes.
Mira, si tienen sentido, yo me los creería.
Supongo que confiaba tanto en él
que ni se me había ocurrido.
Hay una diferencia
entre ser confiada y ser ciega.
- Lo sé. Bueno...
- ¿Estás bien?
No tengo derecho a quejarme,
porque yo también tengo un amante.
- ¿ Qué?
- Sí.
Será mejor que me siente.
Esto se pone interesante.
Es saxofonista, y me gusta mucho.
Hasta he tenido fantasías
de dejar a Doug por él.
- Dios mío.
- Sí.
Bueno... Dios mío.
Doug, la fiesta ha empezado en el cuarto.
- Ahora subo. Tengo un asunto pendiente.
- Vamos, tramposo.
- Feliz Navidad, Doug.
- Feliz Navidad.
¿Has visto la cara de Howard
cuando no le has hecho caso?
Hecho polvo.
- ¿ Qué tal estás?
- Estupendamente.
Feliz Navidad.
- Te he visto bajo el muérdago.
- Qué pena que no estuvieras conmigo.
Estoy contigo.
- ¿Puedes volver a escaparte el viernes?
- ¿Éste?
Lba a decirle a Alice que el mercado
está en crisis y volveré tarde a casa.
Tengo otra reunión del consejo
el viernes, en Filadelfia.
- No sé si volveré a tiempo.
- Vamos, inténtalo.
Podemos volver a usar
el piso de Jay Teller.
Tengo muy buenos recuerdos.
- Eres estupendo.
- Sí.
El viernes es perfecto.
¿Llevas la ropa interior que te compré?
Tengo la sensación
de que no estamos solos.
Estamos solos, querida.
Y nadie nos echará en falta.
¿También te liaste
con Veronica Reynolds?
¿ Y con Cynthia Scott, quizá?
Las dos se parecen a ella.
- ¿ Qué estás haciendo aquí?
- ¿Por qué te casaste conmigo?
¿ Cómo has entrado aquí? Alice, Alice.
Alice, escucha, esto no es nada.
Los dos hemos tomado unas copas.
¿ Cómo has entrado en la oficina?
Alice. ¡Alice!
Joe.
- Hola.
- Hola.
Oye, ésta es la situación:
Voy a dejar a mi marido.
Hace tiempo que lo estoy pensando.
En fin, ya... ya lo he decidido.
- He pensado que querrías saberlo.
- Alice...
¿ Sí?
Cuando has llamado,
estaba paseándome delante del espejo,
ensayando un discurso,
porque quería hablar contigo.
- ¿ Sí?
- El otro día,
cuando nos separamos
en Madison Avenue,
después de volvernos invisibles,
supongo que estaba
un poco borracho, y...
Hice algo que siempre he querido hacer.
Fui a la Calle 96,
y a las cuatro entré en el despacho
del Dr. Lerner, el psicoanalista de Vicki.
Estuve escuchando sus pensamientos
durante casi una hora.
Y resulta que, en el fondo,
todavía está enamorada de mí,
y se arrepiente
de haber provocado nuestra ruptura.
Lo que quiero decir es que...
debería aprovechar esta oportunidad.
Estuvimos juntos seis años,
y tenemos una hija
a la que queremos mucho.
No sé qué más decir excepto
que, a pesar de todo...
todavía siento algo por ella.
Bueno.
Sí.
Bueno.
Sra. Tait, pase.
Por favor, disculpe desorden.
- Dr. Yang se marcha.
- ¿ Se va de viaje?
Sí, debo ir a Tíbet por un tiempo.
Han descubierto pergaminos
antiguos y nuevos remedios.
Dr. Yang siempre
debe seguir formándose.
Bueno para mis pacientes,
y Dr. Yang se mantiene joven.
Pero diga al doctor, ¿ cuál es problema?
He recibido un doble golpe.
El marido que antes me amaba,
sé que ya no me ama.
Y el hombre que conocí hace poco
y por el que sentía algo muy fuerte,
ahora parece que ya no me quiere.
El amor. El amor es
emoción más compleja.
Seres humanos imprevisibles.
No hay lógica en emociones.
Donde no hay lógica,
no hay pensamiento racional.
Donde no hay pensamiento racional,
puede haber mucho romance,
pero mucho sufrimiento.
Me siento a la deriva, como si
me hubieran soltado a la intemperie.
Hace un tiempo tenía una vida rutinaria,
con sentimientos que comprendía.
Un marido, un hogar.
Sra. Tait tenía
falsa impresión de felicidad.
Si observa de cerca, marido no muy
honesto, usted no muy honesta consigo.
- Estoy asustada.
- Libertad es sentimiento que asusta.
¿Puede ayudarme antes de irse?
Tenga, Sra. Tait.
Hierbas especiales,
hierbas muy especiales.
Sólo se encuentran en Himalaya.
- ¿ Qué me harán?
- Es fuerte pócima de amor.
Disuelva en bebida.
El que beba se enamorará de Sra. Tait.
Así que... ¿harán que
Joe me vuelva a querer?
O su marido
la volverá a amar como antes.
- ¿De verdad?
- Hierba es potente. Elección suya.
Use con sensatez.
¿Elección?
Creo que Sra. Tait tiene idea mejor
de quién es que antes de venir a Dr. Yang.
Quiénes son sus amigos, quiénes no.
Quién es marido,
amante, hermana, madre.
Cuáles son sus necesidades,
limitaciones, talentos.
Cuáles son sus sentimientos más íntimos.
Quizá no sepa respuestas,
pero tiene mejor idea, ¿no?
Sí. Sí, es cierto.
Ahora debe decidir
qué camino tomará su vida.
Lo siento.
Alice, creía que no vendrías.
- ¿ Qué pasa?
- Volveré luego.
No seas tonta, pasa.
Hay mucha gente que conoces.
- ¿Es Alice?
- Hola.
- ¿Dónde está Doug?
- Está ocupado.
- Feliz Navidad.
- Gracias. Feliz Navidad.
- Estoy un poco alterada.
- Sí, ya lo veo. Vamos a la cocina.
¿ Qué pasa? Dime.
Tengo que tomar una decisión
entre Doug y Joe.
Dios mío. Bueno...
- Está bien. ¿ Qué sientes?
- No lo sé.
Siento algo por los dos.
¿Tan sencillo es?
¿Puedes escoger al que quieras?
Es una larga historia, pero sí.
- Tú eres la que tienes que decidir.
- Vamos, las dos, volved a la fiesta.
Es el mejor momento.
Pronto la gente empezará a marcharse.
Eso es genial. Míralos.
- Nos van a dejar sin nada.
- La fiesta es un éxito. Y el ponche.
Salchichas y bicarbonato sódico.
¿ Qué le pasa a Alice? Parecía
muy disgustada cuando llegó.
- Voy a buscar más tarta.
- Vamos, dímelo.
¿Dorothy?
Disculpa. Alice, ¿puedo hablar contigo?
- Sí. Perdone.
- Disculpa.
Gracias. Se estaba volviendo
un poco repetitivo.
¿ Qué es esto?
Me alegro mucho de que
Dorothy y tú os veáis más a menudo.
Gracias. Yo también me alegro.
- Siempre me has gustado.
- Gracias. Y tú siempre...
¿Tengo algo ahí? Me alegro
de que os mudaseis a Nueva York.
No, quiero decir
que me gustas de verdad.
Gracias. Tú también me caes bien.
- Ahora sé que he cometido un error.
- ¿ Cómo? ¿ Un error?
Sí, casándome con Dorothy. Te amo a ti.
Siempre te he amado y siempre te amaré.
¿ Qué estás diciendo? ¿Estás de broma?
No lo sé. Quizá esté borracho.
Quizá estés borracho.
Creo que no deberías decir esas cosas.
- Oh, Alice, querida.
- Ken, vamos.
Vamos, Ken.
Me alegro de verte. ¿ Quién es?
No importa.
- Hola.
- Hola.
- No nos conocemos. Soy Sid Moscowitz.
- Perdone. Soy Alice Tait.
Te pareceré muy atrevido, pero eres
la criatura más bella que he visto nunca.
Gracias. Es muy amable. Gracias.
- No te ofendas.
- Ésta es mi noche. No me ofende.
- Llevo media hora observándote.
- ¿De veras?
- ¡Dios!
- Perdona. Hola, Sid. ¿ Cómo estás?
- Bien.
- Todos están bebiendo demasiado.
Quiero que sepas que...
- Significas mucho para mí.
- Ni siquiera me conoce.
Sé lo suficiente para saber
que estaría perdido sin ti.
- ¿ Que estaría perdido sin mí?
- De repente...
- Lo eres todo para mí, Alice.
- Estaba buscando a mi hermana Dorothy.
- Disculpa.
- Necesito decir algo.
- ¿ Quién eres?
- Me llamo Alice Tait.
- Disculpa.
- Estoy buscando a mi hermana Dorothy.
- Eres la mujer más irresistible...
- Alice.
- ¿ Qué les pasa a todos?
- ¿Alice? Es que... te quiero.
- Es un nombre muy bonito.
- Perdone.
- Las hierbas. Las hierbas.
- Alice. Disculpa.
Las hierbas. Una bolsita,
¿ha visto una bolsita marrón?
- La nuez moscada. La puse en el ponche.
- ¿Nuez moscada? Oh, no. ¿ Queda algo?
- Era una bolsita de nada.
- No es nuez moscada. Tráigalo.
- Pensaba que lo era.
- Tírelo todo.
- Soy Nat. Te he estado mirando...
- Ha habido un error.
- Dame eso. No bebáis más.
- Eres preciosa.
- Ken, quiero hablar contigo mañana.
- Te quiero.
Perdona, pensarás que es muy repentino.
Te quiero. Quiero casarme contigo.
- Casémonos. Tengo mucho dinero.
- Alice, Dios mío.
- Ha habido un error.
- Joseph Banks. ¿Lo sientes?
- ¿Alice?
- ¿Lo sientes? ¿Lo?
¿Por qué no te apartas? Déjame
hablar con ella. Sólo un segundo.
- Claire se ha hecho una liposucción.
- ¿ Sí?
Me la encontré en Palm Beach
y luego en el quinesiólogo.
Creo que quiere enrollarse
con el que le pasea a los perros.
- ¡Taxi!
- ¿Tiene cinco pequineses, o seis?
- Seis, creo. ¿Es guapo?
- Regular.
- ¿Eres tú?
- Sí.
- Tenemos que hablar.
- Sí, creo que tenemos que hablar.
Bueno, he tenido mis aventurillas
en estos años. No soy perfecto.
- Yo tampoco.
- No, sí que lo eres.
No, Doug. He mentido. Te he engañado.
- He hecho cosas inconcebibles en mí.
- Ah, ¿sí?
Sí, pero hace tiempo
que dejamos de ser un matrimonio.
¿En qué modo me has mentido
y me has engañado?
Lo único que sé es que no me gusta
cómo me siento. Es hora de cambiar.
No saquemos las cosas de quicio.
Lo pasado, pasado está.
Nada tiene por qué cambiar.
Podemos hacer que todo sea como antes.
Sé que puedo. Sé que puedo.
- Pero no lo voy a hacer.
- ¿ Qué significa eso?
Sería... ¿Nos disculpas, Hilda?
Sólo un momento, por favor.
Te diré qué significa: Estoy harta
de todo esto. Estoy harta de pedicuras,
liftings, compras y cotilleos
sobre quién se acuesta con quién.
- Estoy harta de todo.
- Hay algo más importante: Los niños.
Sí, exacto. Quiero que crezcan con
valores más profundos, con algo más.
- No me sermonees.
- Esto ya no lo necesito.
- ¿ Qué es?
- Por tu propio bien.
Querías hacer un curso
de escritura, y dije que sí.
¿También tuviste una aventura
con Nancy Brill? No me extrañaría.
- No me gustas así.
- No puedo escribir. Y, si pudiera,
- Me alegro de saberlo.
- Sólo doy para una trama de televisión.
- Vámonos a las Bahamas.
- Es lamentable.
- Relajarnos, tomar el sol, superar esto.
- Me voy más lejos que a las Bahamas.
- Ya. ¿ Qué? ¿Adónde vas?
- Me voy a Calcuta.
- ¿Adónde vas?
- A Calcuta.
- Intentaré trabajar con la Madre Teresa.
- ¿ Ya tienes el billete?
Quiero que los niños
tengan otro tipo de vida.
- Que conozcan otra cosa.
- ¿La Madre Teresa? ¿En serio?
- Lo digo en serio.
- ¿ Va en serio?
- ¿ Cuándo se te ocurrió algo semejante?
- No importa cuándo.
A mí sí.
Un instante sin tus tarjetas de crédito
y tu masajista, y te sentirás perdida.
Sí, lo sé. Seguramente tienes razón.
- Pero ya no seguirá siendo así.
- ¿De verdad? ¿ Qué será? ¿ Calcuta?
¿Te vas a ir a Calcuta?
¿ Sabes que hay 10.000 enfermedades
sin clasificar en Calcuta?
No me creo que... ¿ Qué estás diciendo?
Cuando veas un anuncio
de pendientes de diamantes
o te apetezca un blini de caviar,
volverás, si es que vas.
A mis hijos no te los llevas.
¿ Has oído de lo de Alice Tait?
Ha dejado a su marido.
- ¡No!
- Eso ya se sabía.
- ¿ Cómo?
- El notición es que se fue a la India.
- ¿ En serio?
- Es increíble. Conoció a la Madre Teresa.
Pero ya ha vuelto y he oído
que está trabajando de voluntaria.
- Siempre tuvo esa vena católica.
- Cierto.
No sólo dejó a su marido, sino también
a su cocinera, su chófer y su criada.
Vive con sus hijos
en el sur de la ciudad.
No te lo vas a creer. Se lo hace todo ella.
Según Penny Gates, pasa todo su tiempo
libre con los niños, y está guapísima.
¿ Sin cocinero y sin criada?
¿ Tuvo una crisis nerviosa?
- Eso pienso yo.
- Alguien dijo que es una mujer nueva.
Hablando de mujeres nuevas,
Gloria se ha hecho un lifting.
Claro,
está liada con su astrólogo, ¿ verdad?
Pero es una mujer nueva
porque no parece Gloria.
Oye...
Subtítulos de Visiontext: Elvira Saiz