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Basada en hechos reales.
En 1941, los japoneses
bombardearon Pearl Harbor,
dejando maltrecha la flota
estadounidense.
Diez horas después, del otro
lado del Pacífico, atacaron Filipinas,
con el objetivo
de abrirse camino para invadirla.
***ón ataca por sorpresa...
Las fuerzas estadounidenses, incluidos
10.000 norteamericanos y 60.000 filipinos,
se repliegan en la Península de Batán.
Sin el respaldo de la marina,
quedan atrapados contra la costa.
A pesar de vanas promesas,
el presidente Roosevelt y su alto mando
militar centran su atención en Europa,
y en detener a Hitler,
estrategia que sella
el destino de Filipinas
y de los hombres atrapados en Batán.
Acatando órdenes, y contra su voluntad,
el general MacArthur escapa a Australia,
pero promete regresar.
Tras cuatro meses de batalla
sin aprovisionamiento,
las tropas estadounidenses y filipinas,
debilitadas por el hambre, se rinden.
Es la peor derrota
en la historia militar de EE UU.
Al no estar preparados para albergar
y alimentar a 70.000 prisioneros de guerra,
los japoneses obligan a los soldados a
emprender una brutal marcha de 100 km.
Los hombres que flaquean mueren
a balazos o víctimas de la bayoneta.
15.000 soldados pierden la vida en
la famosa marcha de la muerte de Batán.
A los prisioneros sobrevivientes
se los hacina en los campos
de O'Donnell,
Cabanatuan y Palawan.
Los guardias japoneses, que aborrecen
su rendición, los tratan con brutalidad.
Miles mueren víctimas de enfermedad,
inanición y malos tratos.
Hacia 1944, sin embargo,
cambia el rumbo de la batalla.
Con cada nueva victoria, las fuerzas
estadounidenses avanzan en ***ón.
Y, con cada nueva derrota, el ejército
japonés se sume en la desesperación,
sugestionado por el temor
de que el enemigo no tendrá clemencia.
El gobierno de Tokio
alienta este temor,
y convence al pueblo de que se prepare
a dar la vida por su país.
El 1 de agosto de 1944, el ministro
de guerra japonés hace público un memo
que dicta la política del ejército
respecto a los prisioneros de guerra.
Dice así:
"El objetivo es que no se escape
ni siquiera un prisionero
y que se los aniquile a todos,
sin dejar rastro".
CAMPO DE PRISIONEROS
DE GUERRA DE PALAWAN
Muévanse.
Estos hechos ocurrieron en el curso
de 5 días durante enero de 1945.
CUARTEL GENERAL DEL SEXTO
EJÉRCITO, CALASIO, LUZÓN, FILIPINAS
PRIMER DÍA, 27 DE ENERO
El desembarco en el golfo de Lingayen fue
el operativo naval más grande del Pacífico.
Más de 250.000 tropas
estaban dispuestas para dar el golpe
final y penetrar en Filipinas.
En Stanford, participé del programa
de capacitación de oficiales de reserva,
a pesar de que no tenía
ningún interés en ser soldado.
Simplemente, quería cumplir con mi parte
y regresar a casa con mi esposa.
Yo era el capitán del batallón
de tropas de asalto del sexto ejército,
que estaba al mando
del teniente coronel Henry Mucci.
- ¿Va a jugar o no, teniente?
- Lo estoy pensando, coronel.
Si tiene que pensar tanto
es porque ya perdió.
- ¿Me saco el sombrero así las ve mejor?
- No quiero que se...
Graduado de la academia West Point,
Mucci era un hombre de gran empuje.
Tuvo a su cargo una misión
que parecía imposible:
la de convertir a un grupo de inexpertos
en una unidad de soldados de elite.
A un grupo de hombres
dedicado a la ganadería
y a peones de granja
provenientes de áreas rurales
con experiencia nula
en materia de combate.
Sargento primero,
aquí tiene los mapas.
- ¿Y el coronel Mucci?
- Está en el Waldorf, jugando al póquer.
Mejor no interrumpirlo ahora,
que está perdiendo.
Qué más da. Teniente Foley, cambie
el mazo, que éste es de mala suerte.
Cuando fuma pipa
es porque está en apuros.
Ya te voy a enseñar
con quién te metiste.
- Coronel, los mapas.
- ¿Quién es esa gente?
- No sé, señor.
- Cabo de guardia.
Aliteri, averigüe quién es esa gente.
Entrenamos durante meses,
sin que pasara demasiado.
A los ojos del ejército, no éramos más
que los conejillos de Indias del coronel.
Mucci se había propuesto
demostrarles que se equivocaban.
- Mi general.
- Henry.
Coronel White, mayor Lapham,
les presento al teniente coronel Mucci,
al mando del sexto batallón.
Tras Batán, el mayor Lapham se quedó
para dirigir guerrillas en Luzón.
Los guerrilleros filipinos son una fuente
de inteligencia crucial para MacArthur.
- Es un honor, mayor.
- Gracias.
Mayor Lapham, coméntele al coronel
Mucci lo que nos acaba de decir.
A 8 km al este
de la ciudad de Cabanatuan,
hay un campo de prisioneros con 500
sobrevivientes de la marcha de la muerte.
Si seguimos avanzando, creemos que
los japoneses asesinarán a los prisioneros.
No es una teoría descabellada. Ya hubo
un incidente en el campo de Palawan,
donde quemaron vivos a 150 prisioneros
de guerra estadounidenses
al enterarse de la invasión de MacArthur.
Nuestro eje de avance
es hacia ese campo.
Con viento a favor,
llegaríamos a Cabanatuan al final de
la semana, y podría ser demasiado tarde.
Horton, ¿qué dice el oficial
superior de inteligencia?
En respuesta a nuestro avance,
el enemigo se ha vuelto más estratégico:
se repliega de noche y se oculta de día,
para evitar nuestros aviones.
- Es difícil saber su posición.
- Están a sólo 45 km de la primera línea.
En esa área solamente, hay más
de 30.000 tropas japonesas, coronel.
Henry, elabora un plan y llévaselo
al analista por la mañana.
Ahí tomaré una decisión.
Para mí, esta misión es más bien
una cuestión moral que racional.
Hace tres años, a estos hombres
les ordenamos rendirse.
En mi opinión, les estamos en deuda.
Pero tú debes ser pragmático y realista.
Si no te termina de convencer,
lo dejamos de lado. ¿Me explico?
Sí, mi general.
- ¿Quién estará a cargo?
- Yo.
Deja que se haga cargo
el resto del batallón.
Yo entrené a estos hombres.
No han hecho nada que yo no haya hecho.
Se merecen una oportunidad.
Y yo también.
De acuerdo, Henry.
Piensa en un plan viable.
Sí, mi general.
El general Krueger está indeciso.
Idea un plan que lo impresione.
Después de reunirnos con las patrullas de
reconocimiento, tienes hasta la mañana.
Cuando dijo que nos iba a acompañar...
No se aflija, capitán.
Usted dirigirá el asalto, no yo.
¿Cuántos guardias hay en los barracones?
- 200 más o menos.
- ¿Tienen tanques?
Sospechamos que en este edificio
de techo metálico puede haber algo.
Si este es el campo, ¿con qué armas
cuentan en la ciudad de Cabanatuan?
- Cuentan con 9.000 tropas.
- Pero están como a 6 km de distancia.
¿Cómo es el tráfico enemigo
en esta carretera?
Los japoneses desplazan
sus tropas de sur a norte.
De modo que ésta es
una de sus rutas principales.
Este puente parece quedar
a un kilómetro y medio del campo.
A unos 800 metros.
No sabemos
cuántas tropas lo vigilan.
Con tan poca información, es difícil
saber cuántos hombres necesitamos.
No tenemos ese lujo, Bob.
Te elegí a ti porque eres un tipo flexible.
Le damos 24 horas de ventaja, teniente.
¿Le alcanza para conseguirle al capitán
toda la información que necesita?
Le tendremos listo un parte
a las 8 de la mañana del día 29.
- Manos a la obra.
- Sí, mi coronel.
Capitán, la parte difícil es el último tramo.
No tendremos resguardo por 800 metros.
El terreno es liso como una tabla.
CAMPO DE PRISIONEROS
DE GUERRA DE CABANATUAN
- ¿Por dónde andará Hewitt a esta altura?
- ¿Qué importa?
Tarde o temprano,
caerá en manos de los japoneses.
¿No había algo más blandito?
Como un mango o una banana.
Duke estaba vendiendo ratas,
pero me pareció un lujo.
¿Te duelen las encías o los dientes?
El dolor empieza en las encías, sigue por
atrás de la cabeza y termina en el cuello.
No te asustes que no es malaria.
- Mayor.
- Acérquese, teniente.
Le acabo de traducir
un telegrama al coronel Mori.
MacArthur conquistó las islas del sur.
Desembarcó aquí, en Luzón.
¡El cobarde ése!
Que tome sol unos días y se vuelva
a Australia como hizo antes.
La información es fiable, mayor.
Voy todos los días a esa oficina.
No sabemos bien a cuánto está MacArthur
ni cuándo va a llegar a Cabanatuan.
Diles a los muchachos que se armen
de paciencia hasta que sepamos más.
Sí, mi mayor.
Asegúrate de que le llegue esto
a McMahon.
Vamos. Levántenlo.
- Agarraron a Hewitt.
- ¿Quiénes lo vigilaban?
El pobre imbécil no fue capaz
de esperar hasta que anocheciera.
Ustedes son los responsables.
Primero se rinden como cobardes
y luego huyen como perros.
Morirá, porque ninguno de ustedes
tuvo el coraje de detenerlo.
CIUDAD DE CABANATUAN, 6 KM AL
OESTE DEL CAMPO DE PRISIONEROS
Redding.
Necesito comida.
Colvin, estate alerta.
- ¿Cuánto cuesta esto?
- Cinco.
- No debiste haber venido.
- Tú tampoco.
Cada vez cuesta más sobornar a
los guardias. Necesitamos más remedios.
La semana pasada, los japoneses
interrogaron a Carlos y a papá.
- Nos están vigilando.
- Que Margaret deje de exponerse.
¿Crees que me va a hacer caso?
¿Quieres que le diga algo más?
Que se cuide mucho.
En el cacahuete hay quinina.
Toma un poco.
No te ves nada bien.
¿Quién es Margaret, Red?
Una enfermera de las nuestras,
esposa del oficial al mando.
El oficial murió de malaria
hace un año en otro de los campos.
- ¿Pasa algo entre ellos?
- ¿Por qué lo preguntas?
Por nada.
Parecía estar preocupado.
Nunca pasó nada entre ellos,
lo que me parece injusto.
Ella nunca le importó al marido,
y Gibby era capaz
de cualquier cosa por ella.
- ¿Por qué nunca hizo nada?
- Porque es un caballero.
No se enredaría con la mujer de otro.
En cambio yo, a lo mejor, sí.
¿Dónde está ella ahora?
Se quedó en Manila.
¿Quién crees
que nos hace llegar los remedios?
En 1941, Manila era considerada
la perla de Oriente,
una ciudad internacional donde vivía
y trabajaba gente de todo el mundo.
Todo eso cambió
con la ocupación japonesa.
Creían que, al ser un pueblo conquistado,
los filipinos debían obedecer.
A los desobedientes, se los encarcelaba,
torturaba o ejecutaba.
Esto hizo fortalecer el lazo
entre filipinos y estadounidenses.
La resistencia se propagó
por todo el país.
Hacia 1945, cientos de personas
de a pie se unieron a la causa.
Siento que llevan semanas vigilándome.
No es la primera vez
que los japoneses nos interrogan.
No necesariamente
tiene que significar nada.
Saben que las tropas
estadounidenses están cerca,
y que tenemos pruebas
de sus crímenes de guerra.
Don Antonio tiene razón.
Ahora es distinto, Margaret.
Saben cosas que sólo un informante
les pudo haber dicho.
¿Por qué te dejaron ir, entonces?
Lo siento, Carlos.
Si estás preocupado, nadie te impide irte.
No te lo voy a reprochar.
Ni a ninguno de ustedes.
No me iré si los demás se quedan.
Lo saben bien.
No me puedo ir, mientras sigan habiendo
prisioneros en Cabanatuan.
Vi a Daniel.
¿Cómo está?
No se lo veía bien.
Creo que volvió a contraer malaria.
Mi padre dijo que esperemos,
pero podría costarle la vida a Daniel.
No. Tu padre tiene razón.
Es muy peligroso. No me hagas caso.
No. Te espero en la puerta
del hospital, como siempre.
Será mejor que me vaya.
Atención.
Rompan filas.
Vine a informarles
que los rumores son ciertos.
Al fin, nos han encomendado
una misión digna.
Incursionaremos en territorio enemigo
y rescataremos a 500 compatriotas
prisioneros de guerra.
No va a ser una misión fácil.
Para salir airosos,
habrá que ser veloces,
diligentes, jugar con el factor sorpresa y
abrumarlos con nuestra potencia de fuego.
Por eso han sido elegidos.
Antes de que se empiecen a felicitar,
no olviden que aún no han logrado nada.
Son el batallón mejor entrenado de todo
el ejército, pero lo tienen que demostrar.
Y ésta es su única oportunidad de hacerlo.
Repito: la única.
Su desempeño
durante las próximas 48 horas
será lo que determine
cómo se los recordará:
si como hombres dignos
de servir en este ejército
o como una unidad lamentable
que la historia y el tiempo olvidarán.
Eso está en sus manos.
Me inclino por la primera opción.
Por eso, los acompañaré en el asalto.
Son el único grupo del ejército
al que le confiaría mi vida.
Son los soldados mejor preparados
que el país haya mandado a la guerra,
y espero que lo sepan demostrar.
Una cosa más:
cuando terminen aquí,
los quiero ver a todos en la capilla.
No quiero a ningún ateo en el asalto.
Ni tampoco impostores.
Quiero que se pongan de rodillas
y juren por Dios
que prefieren morir a permitir
que muera un prisionero.
- ¿Está claro?
- Sí, mi coronel.
- ¿Están seguros?
- Sí, mi coronel.
Sigan con lo suyo.
Compañía. Atención.
Al general le gustó tu plan.
...y lograr la paz eterna
fundada en tus leyes sagradas
y en tu generosidad para con todos
los que respetan la justicia y la paz,
que nos demuestras por medio
de Jesucristo, nuestro Señor.
- Amén.
- Amén.
Háganse cargo de su sección.
El coronel dice que no quiere insignias.
Pero con ese bigote, hasta los nipones
sabrán que es un oficial.
- Cállate.
- Quiero usar mi casco.
Si lo uso para cocinar, limpiar, lavar...
Los cascos hacen ruido
en el campo de batalla.
- No te oí, Aldrige. ¿Tú lo oíste?
- Yo sí.
Aldrige, eres el mejor tirador.
¿Alguna vez disparaste esto?
No.
- No. Prefiero la carabina M1.
- Elige a alguien que cargue el arma.
A Lucas.
- ¿Estás seguro?
- Sí.
Tenía que ser recluta.
...aviones japoneses han atacado
seis puntos distintos de Filipinas.
En Manila son 13 horas más temprano
que en el este de EE UU.
Los japoneses han bombardeado...
Sargento primero.
- Así que irá al asalto.
- Me dijeron que usted quería ir.
Sí.
Mira, Jim.
Ya llevo a cuatro de tus hombres.
Todos médicos
de combate excepcionales.
Pero si hubiera casos graves,
necesitará a alguien que sepa operar.
No puedo perderme esto, Henry.
Para eso estoy aquí.
Los médicos más jóvenes
podrían llegar a necesitarme.
Igual que un joven comandante
puede llegar a necesitar a su coronel.
Tú ganas.
Capitán, ¿le puedo robar un minuto?
Por supuesto, Top.
Me busqué en la lista de combatientes,
y no me encontré.
El coronel Mucci dijo
que quería hombres solteros.
Te tuve que excluir.
Con todo respeto, usted es casado.
Su esposa lo extrañaría más a usted
que lo que la mía me extrañaría a mí.
Yo planeé el asalto.
No me hagas violar mis propias reglas.
No es mi intención.
Sólo le pido que actúe con inteligencia.
Algunos de nuestros hombres
no saben lo que es un campo de batalla.
Me necesita en esta misión.
Igual que necesita algo
para la infección en el pie.
Cuando estaba en el programa
de capacitación, casi me envían a Batán.
Me salvó la muela del juicio.
Conozco a mucha gente
que terminó en esos campos.
Sobreviviré la infección.
Puede ser, pero le va a ser
más difícil sobrevivir sin mí.
Bueno. Voy a hablar con el coronel.
- ¿Algo más, sargento primero?
- No.
Gracias y buenas noches.
Partimos del cuartel general
con muy poca información.
Nuestra única ventaja
era el factor sorpresa.
Debimos atravesar a pie un terreno
abierto patrullado por el enemigo.
Hubiese bastado
con que un solo japonés nos viera
para echar por tierra la misión.
Vamos. Riley, todos arriba.
Arriba y andando.
En marcha.
Se sabía que este rescate
era más un golpe moral
que uno estratégico.
Pero no nos deteníamos a pensar
mucho en eso.
A nuestro modo de ver,
o los rescatábamos
o moríamos en el intento.
- ¿Nos van a dejar aquí?
- No entiendo qué se proponen.
Llévale esta quinina a los médicos.
Ya sabes, los más graves primero.
Se deben de estar retirando.
Hasta los mandamases se están yendo.
Mayor. Mori también se va.
Parece que tenías razón. Huyen
por la invasión del general MacArthur.
¡Qué van a huir! Lucharán
hasta las últimas consecuencias.
Es una emboscada.
Una muy bien elaborada.
Si cruzamos la entrada,
tendrán la excusa perfecta para matarnos.
¿Desde cuándo necesitan una excusa?
Yo me largo,
antes de que se arrepientan.
¿Cuán lejos crees que llegarás?
Aunque se retiren,
habrá japoneses por todos lados.
¿Y qué? Seguimos siendo soldados, ¿no?
El mayor tiene razón. ¿Adónde iremos,
si algunos no podemos ni caminar?
No recuerdo haberte invitado.
¿Y qué será de los que se queden?
Nunca dije que todos sobreviviríamos.
Si esperamos, puede que sí.
Nuestras tropas no deben
de estar muy lejos.
Parece que tienes un discípulo, Gibby.
Te convendría escucharlo.
Están ahí afuera, Red.
No se los hagas más fácil.
No te preocupes.
No me escaparé sin tu permiso.
Llama al padre, Duke.
El pobre infeliz todavía creía en Dios.
Si no nos podemos escapar,
al menos, comamos.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Dónde se sentará Mori?
Le voy a cagar el plato.
- ¿Dónde aprendiste eso?
- No siempre fui como ahora.
- ¿Qué pasa?
- Esas cajas de comida eran para nosotros.
Nos hacían morir de hambre a propósito.
Hazles llegar una buena cantidad
a los enfermos.
Calma, que el estómago
no está acostumbrado.
¿Qué me importa? Es como si le estuviera
chupando las tetas a Rita Hayworth.
Yo hubiese elegido a Mae West.
ÁREA CONTROLADA POR JAPONESES
A 45 KM DEL CAMPO DE PRISIONEROS
- ¿Qué pasa?
- Los japoneses se fueron hace horas.
Se ocultaron de nuestros aviones.
Vaya a saber dónde andan.
Echemos un vistazo antes de seguir.
Se están replegando, capitán.
Es lo único que importa.
- Andando.
- Andando.
- Pelotones, en marcha.
- Charlie Dos, a la izquierda.
Andando, Charlie Uno.
Maldita sea.
La policía secreta japonesa.
Se deben de dirigir hacia el campo.
El río se ramifica
a 1 km al este de donde estamos.
Por aquí debe de haber un puente
que nos permita rodear el convoy.
El enemigo vigilará la vía de acceso.
Sobre todo, en un lugar tan vulnerable.
Tendremos que ver.
No dejan de pasar vehículos.
Adelante.
A Margaret la conociste gracias a mí.
No podía ser de otra manera.
Cuando miro el cielo, imagino que estoy
en cualquier lugar del mundo.
- ¿Dónde estás ahora?
- En el medio de la jungla.
Me insubordiné, y estoy
muy cerquita de la civilización.
- Tómate un trago por mí cuando llegues.
- ¿Y qué le digo a Margaret?
Asumiendo que sigue interesada.
Si no te quiere, le propondré
matrimonio. ¿Y sabes qué?
Serás el padrino de bodas,
porque sé que no te fugarás con ella.
Si alguien así me estuviera esperando
del otro lado...
- No es un ejército común y corriente.
- Son los Kempei Tai.
La policía militar secreta.
No les des el gusto.
Pronto estarán todos muertos.
¿Usted luchó en Batán, mayor?
Comandó las operaciones de un batallón
de infantería cerca del río Mamala.
Le puedo decir mi nombre,
rango y número de serie.
Hallamos esto en sus barracones.
Supongo que fueron contrabandeados
por la resistencia filipina.
Dicen: "Tengan fe".
"MacArthur volverá".
Llevamos tres años
viviendo con esos rumores.
Salvo que, en esta ocasión,
son ciertos.
Sus fuerzas reconquistarán
a Filipinas en pocas semanas.
- ¿Por qué me lo dice?
- Porque es inminente.
Usted es el oficial al mando.
Si me ayuda a mantener el orden,
haré que su estadía aquí sea tolerable.
Pero, por cada prisionero que intente
escapar, mataré a otros diez.
¿Usted es casado, mayor?
- No.
- ¿Tiene motivos para seguir viviendo?
Me gustaría estar vivo
para cuando se rindan.
Entonces, le vendría bien estar sanito.
Se lo ve afiebrado.
La quinina le va a hacer bien.
¿Se le ofrece algo más?
TERCER DÍA, 29 DE ENERO
Estás delirando.
- Wittinghill dice que es malaria.
- ¿Cuánto tiempo me da?
Tres o cuatro días,
salvo que consigamos más quinina.
Intentó convencerme
de que te llevara con los moribundos.
¿Ahora estoy a tu cargo?
No es broma. Si te me mueres,
¿qué me retendrá aquí?
Ya te dije lo que dijo Nagai. No te
metas en problemas. Pronto acabará todo.
- El problema es que no le creo a Nagai.
- ¿Qué es lo que no le crees?
¿Que matará a diez
por cada uno que se escape?
Por eso no me quería hacer amigos,
para no defraudarlos.
Por desgracia, a ti te conocía de antes.
Te tienes que reponer.
Piensa en todo lo que te espera.
Imagínate a Margaret que se te acerca
por detrás con un kimono transparente.
- No vas a cambiar nunca, ¿eh?
- No.
No seas idiota.
Lucha.
HOSPITAL DE MANILA
20 ml de yodo, por favor.
Gracias.
Asesinaron a Cora.
Me están siguiendo.
El de chaleco marrón,
detrás de nosotras.
- ¿Sólo él?
- Creo que sí.
Mina, te tengo que sacar de aquí. La
quinina está en la bolsa. Empaca y vete.
- No, no me iré...
- Mina, debes irte.
Intenta hacerla llegar a Cabanatuan.
Si no puedes, vete a las montañas.
- ¿Y tú?
- No te preocupes por mí. Vete.
¿Qué hace?
- ¿Balincarin?
- Exacto.
Podríamos mandar gente.
¿Top?
- No hay moros en la costa.
- ¿Qué pasa, Top?
Tanques.
Llama al coronel.
Sí, Top.
Bob, aguarda.
Déjame ir adelante.
- Soy el capitán Juan Pajota.
- Y yo, el teniente coronel Henry Mucci.
A sus órdenes.
¿Qué pasó?
Ayer, los japoneses
vinieron al pueblo con tanques,
para castigar a esta gente
por ayudar a mis hombres.
Mataron a más de cien de personas.
Capitán, le aseguro que los responsables
recibirán su castigo.
Patrullas, no disparen.
- Oficial al mando. Compañía Charlie.
- Por aquí.
El campo está dividido en secciones.
Sólo hemos visto prisioneros de guerra
en el cuadrante sudeste.
Los barracones de la guardia japonesa
están en esta área.
Hay centinelas en cada garita,
dos en la entrada, cinco en las prisiones.
No tenemos números precisos.
Podrían ser entre 50 y 100.
Con eso no hacemos nada.
- ¿Qué?
- Hay muchos huecos en la información.
Entre 50 y 100
hay una diferencia muy grande.
No todo se arregla con números.
Para ciertas cosas, hay que tener fe.
Si llegara a haber
un tiroteo en los barracones,
muchos de los hombres
que intentamos rescatar podrían morir.
Teniente Able. Aún quedan 12 horas.
¿Podría conseguir más información?
En un terreno abierto
a plena luz del día, es arriesgado.
- Necesitamos más tiempo.
- No quiero postergarlo más, carajo.
Los pobres prisioneros llevan tres años
esperando. Haremos lo planeado, Bob.
Con todo respeto, mi coronel, acuérdese
de que me eligió por mi flexibilidad.
Dadas las circunstancias, no podría
garantizar la seguridad de los prisioneros.
Se verá obligado a postergar el asalto.
¿Por qué, capitán?
Un convoy japonés de unos 15.000
soldados se dirige hacia el norte.
- Esta noche, pasarán por el campo.
- ¿Y cómo es que lo sabe?
Gracias a nuestros espías
en Cabanatuan.
¿La información es fiable
o se lo contó un pajarito?
Gracias a un pajarito
me enteré de su llegada hoy, mi coronel.
Teniente Able, que se encarguen
los nuestros. Partimos esta noche.
- ¿Capitán?
- Ya oyó al coronel. Haga lo que pueda.
¿Capitán?
¿Le puedo robar un minuto?
Me gustaría discutir el plan con usted.
Mis hombres llevan tres años
vigilando el campo.
Nosotros hemos planeado el asalto
más de una vez.
- ¿Qué los detuvo?
- Hay prisioneros que no pueden caminar.
Los que no están enfermos,
están lisiados.
Los sanos terminaron en campos
de concentración en ***ón.
Tras el rescate,
¿cómo los va a atender?
¿Cómo los habría sacado del campo?
En carros tirados por búfalos.
¿Tiene suficientes para 500 prisioneros?
Si me da 24 horas, se los consigo.
Pero tiene que convencer a su coronel
de que elija otro pueblo.
Aquí no estarían a salvo.
¿Qué pueblo sugiere?
Platero.
Coronel.
Le pido disculpas si estuve fuera
de lugar. Hablé con el capitán Pajota...
Pospondremos el asalto 24 horas. Que
le llegue el mensaje al general Krueger.
Es todo.
Entendido, mi coronel.
¿Margaret Utinsky?
¿Usted trabaja en el hospital de Manila?
¿Por qué?
Soy de la policía militar japonesa.
Acompáñeme, por favor.
- ¿Utinsky es un apellido alemán?
- Lituano.
- ¿Nació en Lituania?
- En Kovno.
- Habla buen inglés.
- Me crié en Canadá.
¿Tiene pasaporte
que demuestre que es lituana?
- Tengo los papeles en casa.
- ¿Me permite las llaves?
- Yo misma puedo ir a buscarlos.
- Las llaves.
CUARTEL JAPONÉS
MANILA
¿Por qué se quedó en Manila
cuando estalló la guerra?
Soy enfermera.
Quería ayudar a la gente.
¿Cree que la gente de este país
quiere ayuda de los norteamericanos?
Soy de Lituania, no estadounidense.
Su pasaporte es falso.
He viajado a todos lados
con ese pasaporte.
¿Conoce a una tal Mina Corcurea?
No.
Esta mañana, usted atacó a un hombre
que la perseguía en la calle.
La que sufrió el ataque fui yo,
si a eso se refiere.
Mina Corcurea es miembro
de la resistencia filipina.
Ella y su padre son responsables
de robarle medicamentos
a los soldados japoneses heridos.
Se los hacen llegar de contrabando a
los prisioneros de guerra estadounidenses.
Yo soy ciudadana de un país neutral.
No tengo nada que ver con la resistencia
ni con los prisioneros de guerra
estadounidenses.
- ¿Esta Biblia es suya?
- No lo sé.
¿La sacó de mi apartamento?
Antes de la guerra, estuvo casada
con un oficial estadounidense.
Nunca me casé.
¿Quién es este hombre, entonces?
¿Su marido?
¿Su amante?
No.
Pero guarda su foto en la Biblia.
Viene de Manila.
¿Quiere tomar asiento, mayor?
¿La conoce?
La conocí en una época.
¿Por qué?
Ella dice conocerlo bien.
Dice que se quedó en Filipinas
para estar cerca de usted.
Me cuesta creerlo.
Dudo que se haya fijado en mí.
Pero parece que usted sí se fijó en ella.
¿Le gustaría volver a verla?
¿Y a usted qué le importa?
Sabemos que está a cargo
de un movimiento clandestino en Manila
que hace llegar de contrabando
medicamentos robados a este campo.
Si la convence de que confiese
y nos dé los nombres de sus cómplices,
le garantizo que podrán irse
juntos de Filipinas.
¿De lo contrario?
Regresará al hospital a esperar su muerte.
¿Supongo que ya le habrán hecho
la misma oferta a ella?
No sabría decirle.
La habrá rechazado.
De lo contrario, yo no estaría aquí ahora.
Le estoy ofreciendo un futuro, mayor.
Mi futuro no está en sus manos.
Qué bien se te ve.
A ti también. Es una lástima
que no haya un concurso de belleza.
Una lástima.
Te traje algo.
- Esperaba que fuera quinina.
- ¿Te pusiste quisquilloso?
Sí.
No llegó.
Tu amigo Nagai ya no nos manda
a hacer trabajos a Cabanatuan.
Ahora nos hace cavar refugios antiaéreos.
- Ya hallarán la forma de contrabandearlo.
- Para ti, será demasiado tarde.
- No pensarás en dejarme.
- No creo que Nagai me quiera aquí.
Pero hay mucha otra gente
que te quiere aquí.
Como dije, eres el único que me importa.
Tú y, a veces, el chico.
No lo intentes, Red.
Hasta pronto, Gibby.
Diles a Duke y a Pitt
que lo vigilen.
PLATERO,
A 4 KM DEL CAMPO DE PRISIONEROS
¿Hay alguien que no sepa
que estamos aquí?
A ellos, les cuesta entender.
Los ven a ustedes
y creen que la guerra terminó.
Bueno, bueno.
Coronel, ¿podemos discutir el papel
de mis hombres en su misión?
Sus hombres protegerán
nuestros flancos, capitán.
Ésta también es nuestra guerra. Llevamos
tres años combatiendo a los japoneses.
Entiendo su enojo por lo que
los japoneses le hicieron a su gente.
En su lugar, también querría venganza.
Pero esta misión tiene objetivos propios.
Mis hombres son buenos combatientes.
Lo de Balincarin no es nuevo para ellos.
Sus hombres serán de gran ayuda
en nuestros flancos.
Teniente O'Grady,
me voy a retirar.
- Agradézcale la hospitalidad a la gente.
- Sí, mi coronel.
- Capitán.
- Coronel.
¿Quiere que le mire los pies, capitán?
Sí.
Sólo Dios sabe
cómo haces para caminar, Bob.
Tienes suerte de que el coronel no lo sepa.
Doctor, ¿usted lo entiende?
¿A Mucci?
Nunca deja de sorprenderme.
Aunque no siempre para mal.
Él es la razón por la que integro
las tropas de asalto.
En una época, lo seguía a todas partes.
Ahora lo único que hacemos es discutir.
Seguro que no le gusta que lo contradigas,
pero supongo que por eso te eligió.
Si no, ¿por qué ignoraría la infección
que tienes en los pies?
Además, no te vayas a creer
que él disfruta de su posición.
Ése es el convoy
al que se refería el capitán Pajota.
Qué mierda. Parece que estuvieran
reforzando el campo.
Despierta.
Te toca vigilar a Red.
Bueno.
CUARTO DÍA, 30 DE ENERO
Se escapó.
Se escapó, maldita sea.
Te quedaste dormido.
Por la desobediencia de uno,
diez pagarán el precio.
No. Es mi culpa.
Por favor.
Es mi culpa.
Anoche aprovisionaron el campo
con combustible y tropas nuevas.
Algo se traen entre manos.
- ¿Cuántos son?
- Entre 150 y 200.
¿Capitán?
Contaba con el segundo pelotón
para defender el puente,
pero con 300 japoneses,
necesitaremos a todos en el asalto.
Podríamos defender el puente
con menos hombres.
¿Te arreglarías con un sólo escuadrón
del pelotón de Riley?
Lo dudo. El capitán Pajota dijo que
anoche los japoneses reforzaron el puente.
Ojalá me lo hubiese hecho saber
a mí antes. Iremos a ver.
PUENTE CABU, 1 KM AL ESTE
DEL CAMPO DE PRISIONEROS
Cuéntenlos.
Con todo respeto,
¿de qué sirve contar?
El teniente Riley tiene razón.
Son miles de hombres.
¿Me permite enseñarle algo?
Éste es el puente.
Coronel.
Están empezando
a perder las esperanzas, ¿no?
- No lo defraudarán.
- No se trata de eso.
Nos deslomamos preparándolos.
Se merecen poder demostrar lo que saben.
La mayoría de nosotros
no estamos aquí en busca de gloria.
No me refiero a publicidad. Sino a la gloria
que uno siente el resto de su vida.
El hecho de saber que tus hazañas
le cambiaron la vida a alguien.
El único reconocimiento que busco
es el de los prisioneros de guerra.
Entiendo, mi coronel.
¿Viniste a tratar de hacerme
cambiar de opinión?
No.
Vine a decirle que la decisión
que tome será la correcta.
En algunas cosas, hay que tener fe.
El capitán Pajota se ofreció a defender
el puente, si está dispuesto a escucharlo.
Déjanos a solas un momento que le voy
a pedir disculpas por mi comportamiento.
¿Capitán Pajota?
Cuando lleguen aquí, volamos el puente.
No tenemos suficientes explosivos
para volarlo.
Hay que dañarlo lo suficiente
como para impedir el cruce de vehículos.
Queremos que los soldados avancen.
Si pongo hombres a cada lado de la calle,
quedarán en medio del fuego cruzado.
Sortearán el puente
y los sorprenderán por atrás.
No lo harán,
porque se enfrentan con filipinos.
No nos tienen tanto respeto.
- ¿Cómo están los demás?
- Asustados.
Están esperando oír
lo que tenga para decirles.
Ya no sé qué decirles.
Podría hablarles en su nombre.
Hasta que se sienta mejor.
¿Eres bueno para escribir cartas?
Según qué tipo de carta.
Ojalá yo lo supiera. Comencé
a escribir miles y las rompí todas.
Debajo de la esterilla,
hay papel y lápiz.
¿A quién le escribe?
A una dama llamada Margaret.
Ya no sé ni qué es para mí.
La llevo viva en mi imaginación
desde hace tanto tiempo
que temo escribir una loca carta
de amor que nos avergüence a ambos.
Red tenía otra opinión al respecto.
¿Qué te dijo?
Que el sentimiento era correspondido.
Que habría dejado al marido
si se lo hubiese pedido.
Supongo que pensé
que si hacía lo debido, algo bueno pasaría.
Es increíble.
Llevo tres años pensando
en todo lo que le diría.
Y ahora no sé por dónde empezar.
¿Qué le parece: "Querida Margaret"?
Hallamos a la gente que buscábamos.
Se puede ir.
Síganla.
Así daremos con los demás.
Está bien.
Estás a salvo.
- Mataron a Mina.
- Lo sé.
Me tenían inconsciente.
- No sé qué les dije.
- No les dijiste nada.
A Mina y a su padre los arrestaron
anoche camino a Cabanatuan.
No tuviste nada que ver.
Partió por mi culpa.
- Ella sabía que quería ayudar a Daniel.
- Ella también quería ayudarlo.
Debí habérselo impedido.
Pero sólo pensé en él.
Aunque hubieses hecho algo malo,
lo has compensado con creces.
Cientos de prisioneros de guerra
te deben la vida.
No. Yo lo hice por él.
- Me quedé por él.
- Pronto se reencontrarán.
Unos amigos te esconderán
hasta que lleguen los estadounidenses.
Pero, escúchame bien, Margaret.
Tienes que creer
en algo más fuerte que tu persona.
Padre, los japoneses están aquí.
Llévate a Margaret.
Yo me encargo de ellos.
Arresten a todos.
Vayan por atrás.
Corre.
No mires atrás.
No hace falta que entren a la iglesia.
No hay nadie.
En la iglesia no hay nadie.
Atención. A las 17:00 horas, nuestras
fuerzas conjuntas dejarán Platero.
Nos separaremos en el río Pampanga.
El capitán Pajota seguirá hasta
el puente Cabu y montará un control.
El capitán Joson hará lo mismo en la
carretera por si el enemigo envía refuerzos.
El objetivo es proteger
el área de operaciones durante el asalto.
Si los refuerzos nipones logran
abrirse paso, nos alcanzarán.
El rescate deberá proceder de noche.
Deberemos comenzar de día
y arriesgarnos a que nos detecten.
Al pasar los árboles, el pelotón del teniente
Riley se dirigirá al este del campo.
Los demás avanzaremos a gachas
hacia la entrada principal.
- ¿Tendremos algún tipo de resguardo?
- Sólo a unos 200 metros del campo.
Después estaremos expuestos hasta llegar
a una zanja a 30 metros de la entrada.
Éste es el campo,
la calle principal, los barracones de los
prisioneros, todo ocupado por el enemigo.
Podría haber tanques aquí. La entrada
está ahí. Queremos llegar a esta zanja.
Hasta llegar ahí, estaremos expuestos,
y tal vez debamos desviarnos
por esta área boscosa.
¿Y si usamos aviones
que sobrevuelen el campo?
- Habría que romper el silencio radial.
- No es mala idea. Vale la pena el riesgo.
Bien. Al ir avanzando, los hombres del
teniente Riley procederán por esta zanja.
Habrá hombres cada 20 metros,
para combatir y reducir al enemigo.
Teniente Riley,
una vez en el extremo sureste,
- dará inicio al asalto con un disparo.
- Entendido.
Los demás estaremos en posición aquí.
En cuanto oigamos la señal,
el segundo escuadrón del teniente Foley
tomará la garita y la tienda del centinela
y cubrirá al escuadrón encargado
de abrir la entrada principal.
Una vez adentro, tomarán la derecha,
abrirán fuego en el área de los oficiales
y cubrirán a los que se dirigen
hacia los tanques.
Quiero que el cabo Aldrige
y el cargador corran los 200 metros.
Y a un equipo de respaldo, por las dudas.
Si sueltan los tanques, estamos fritos.
Luego viene el rescate en sí.
Teniente O'Grady,
el segundo pelotón penetrará
el área de los prisioneros.
El primer escuadrón se dispersará
por la reja del sur y abrirá fuego.
Protejan los barracones
de los prisioneros del fuego enemigo,
para que el escuadrón de O'Grady pueda
escoltar a los prisioneros hasta la entrada.
El Dr. Fisher y los médicos estarán ahí.
Intentaremos llegar al río Pampanga,
donde habrá unas carretas
esperando a los prisioneros.
Cuando concluya el asalto,
dispararé una bengala.
¿Alguna pregunta?
Sí, mi capitán.
¿Quién será el último en salir?
Yo. Me cubrirás en la entrada.
- Sí, mi capitán.
- ¿Alguna otra pregunta?
Infórmenle a su gente y alístense.
Partimos en dos horas.
¿Estás bien, Top?
Sí. Estoy bien.
Hablemos del teniente Riley.
Su misión no es nada fácil.
¿Qué es eso?
¿Por qué preguntas?
Por nada.
De puro curioso.
Hay 250 japoneses en el campo.
Otros mil en el río.
10.000 más en los alrededores.
Contra apenas 120 de nosotros.
Sólo un milagro podrá salvarnos.
Quédatela.
Tengo de sobra.
¿Qué hago? ¿La beso?
Son las 17:15.
Ahora.
Un avión sobrevolará
el campo a las 18:00.
El teniente Riley
dará el primer disparo a las 19:30.
El capitán Pajota
volará el puente a las 19:45.
Si Dios quiere, a las 21:00 ya nos
habremos ido de allí. ¿Alguna pregunta?
Tratemos de volver sanos y salvos.
Suerte, señores.
Top, ve con el teniente Riley.
Suerte.
- ¿Qué pasa, Daly?
- Salimos al descubierto.
Capitán, Prince opina
que un hombre más le vendría bien.
Quédate conmigo
hasta que crucemos la valla.
¿Dónde mierda está el avión?
Es uno de los nuestros, mayor.
Que regresen a su lugar.
Refuercen la seguridad.
Guardias, ¡a sus posiciones!
CARRETERA CABANATUAN
Vuelvo por la mañana.
Por si no llego a estar aquí.
Se la dará usted mismo, mayor.
Teniente.
Llegó la hora.
Sargento primero,
antes de empezar, quiero estar seguro
de que todos estén en posición.
Me voy a cerciorar.
Vamos, teniente Riley.
¿Qué mierda espera Riley?
El teniente quiere asegurarse
de que están en posición.
Hace diez minutos que estamos listos.
Se lo haré saber.
Los guerrilleros temen que vuelen
el puente antes de que empiece el asalto.
Maldita sea.
Estamos en posición.
Hora de actuar.
Fuego.
Los nipones nos están disparando.
Nos van a aniquilar.
Andando.
Aldrige, Lucas, a la carga.
Abre el candado de un disparo.
Dispara.
Arriba.
- Andando, Dos.
- Ya oyeron. Muévanse.
Al ataque.
Vamos. Avancen.
Vamos.
Vamos bien. Entren.
Lleven al escuadrón hacia la izquierda.
Sáquenlos de aquí.
Abran fuego.
Avancen.
Andando.
Disparen para cubrirme.
Se trancó.
Vamos.
Tranquilos. Somos compatriotas.
Los vinimos a rescatar.
Si pueden caminar, vayan a la entrada.
Si no, los vendremos a buscar.
Un tanque.
Vamos.
Deprisa, Lucas.
Disparen hacia la izquierda.
- Cúbreme.
- Te estoy cubriendo.
Dispara para cubrirme.
Te cubro.
Hijo de puta.
Riley, manda a tus hombres.
Tranquilo. Soy tu compatriota.
Vinimos a rescatarlos.
No les vamos a hacer daño.
Vinimos a ayudarlos.
Regresarán a casa.
¿Me entiendes?
Podrán regresar a su hogares.
No lo puedo dejar.
No lo dejaremos.
Yo me encargo de llevarlo.
Ve a decirles a mis hombres que aquí
hay gente que necesita que la carguen.
¿Me harías el favor?
Muy bien. Ve.
Te tengo.
No.
Toma.
Espere. Soldado, allí quedó
un hombre enfermo.
Pajota está resistiendo, pero intentan
atacarlo a 100 metros del río.
Mejor echar un vistazo. Si los japoneses
cruzan el río, fracasará el rescate.
- No se detengan. Vamos.
- Vayan a ayudarlos.
Los que pueden andar,
que se levanten.
Alto el fuego.
Miller, dame la bengala.
Espera a que la encienda.
Repliéguense.
Repliéguense.
Sáquenlos de aquí.
Vamos. Muévanse.
¿Anda el mortero?
Está dañado, pero anda.
Apunta a la entrada.
Vamos. Andando.
Diríjanse a la entrada.
Dr. Fisher, quédese ahí.
Todavía no es seguro.
De acuerdo.
Estaré enfrente.
Déjame ayudarte.
Repliéguense.
Vuelvan al punto de encuentro.
Andando. Muévanse.
No se detengan.
Un mortero. Cuerpo a tierra.
Dispárele a ese cretino.
Aliteri, Gutiérrez,
encárguense de este hombre.
Vamos.
No se detengan.
Crucen la entrada.
A la entrada.
- No se detengan.
- Llévenselos.
Daly, vamos.
- Carguen contra la entrada. ¿Listo?
- Listo.
Mortero. Cuerpo a tierra.
Arriba. Muévanse.
No se detengan.
Arriba. Andando.
Crucen la entrada.
Vamos.
- Sigan saliendo.
- Vamos. Sáquenlos.
Crucen la entrada.
Un mortero.
Daly, lo voy a rodear.
Hijo de puta.
Sargento.
- ¿Se encuentra bien?
- Daly, ¿dónde te habías metido?
Adelante.
Que salga todo el mundo.
Llévense a todos.
Llamen a un médico.
Soldado, ¿se encuentra bien?
Dios santo.
Es una herida de mortero.
Perdió mucha sangre.
- No deberíamos moverlo, capitán.
- No tenemos alternativa.
- Llévenme.
- De acuerdo.
Llévenselo a Platero.
Quédense a su lado, ¿entendido?
Aguante, doctor.
Adelante.
Último hombre.
Francotirador.
Fuego enemigo a la izquierda.
- Dejen de disparar.
- Alto el fuego.
Repliéguense. Vamos.
Mack, Stratton, síganme.
Daly, no te mueras.
Se murió.
Vámonos.
Vamos, no se detengan.
Ayúdenlos a cruzar.
¿Estás bien?
¿Estás bien?
Andando.
Todo va a estar bien, mayor.
Nos vamos a casa.
Capitán Prince.
¿Cómo les fue?
Los rescatamos a todos.
¿Cuántas bajas hubo?
El soldado Daly murió en combate.
Y el doctor Jimmy está herido.
Está bastante grave. Lo llevaron
a Platero para que lo intervengan.
Dudo que sobreviva.
Gracias, capitán.
Posible herida en el hígado y el colon.
- ¿Necesita morfina?
- No. Quédensela ustedes.
Más plasma.
¿Los rescatamos?
A todos.
Así se hace.
Sigan avanzando, Henry.
Nos estamos yendo.
QUINTO DÍA, 31 DE ENERO
TALEVERA
PRIMERA LÍNEA ESTADOUNIDENSE
- ¿Vieron al mayor Gibson?
- Lo siento, señora.
Seis dólares.
Te dije que no te la vendo.
¿Diez dólares?
No puedo. Es la única que tengo.
¿Cómo?
Si dijiste que tenías de sobra.
Te mentí.
Me la dio mi mamá.
¿Qué le parecerían
a tu madre diez dólares?
¿Qué le parecerían a la tuya?
Disculpe.
¿Vio al mayor Gibson?
Sí. Estaba en el río con nosotros.
Pregúntele a los médicos.
Gracias.
¿Dónde está?
Me pidió que le diera esto.
"Querida Margaret:
Tras tres largos años de presenciar
tanta destrucción y sufrimiento,
una simple carta parece inútil".
"Siempre me pregunto cómo hubiese
sido mi vida a tu lado".
"Sin embargo, el tiempo pasa,
y temo que nunca estemos juntos".
"Sólo quería que supieras una cosa".
"Lo eres todo para mí. No sólo para mí,
sino para todos nosotros".
"Me has dado fuerzas
para que les dé esperanza a mis hombres,
y puede que, algún día,
otra oportunidad".
"No te imaginas cuánto te extraño
y lo mucho que te debo".
"Te quiere, Daniel".
Capitán Prince.
General, él fue el hombre
que dirigió el asalto, el capitán Prince.
Felicitaciones, capitán Prince. Lamento
mucho la muerte de sus hombres.
Le ha prestado un gran servicio a su país.
- Gracias, general.
- Caballeros.
- Después de usted, mayor.
- Buen trabajo.
¿Cómo te sientes?
Bien.
Estoy orgulloso de ti.
Gracias, coronel.
Jamás en nuestra historia hubo un grupo
de hombres que padeciera tanto
y se quejara tan poco.
Muchos no se resignaban
a que su país los hubiese abandonado,
que los hubiese dejado morir
en tierra extranjera.
Decían que para la causa de la guerra
era un acto insignificante,
aunque para mí, el rescate
fue una forma de hacer lo correcto.
Es cierto que habían sido abandonados,
pero jamás olvidados.
El 30 de enero de 1945,
tras casi tres años de vivir en cautiverio,
511 prisioneros de guerra
fueron rescatados de Cabanatuan.
Durante el asalto,
murieron dos soldados de elite.
La guerrilla filipina sufrió 21 bajas.
Un prisionero perdió la vida
después de ser liberado.
El teniente coronel Henry Mucci recibió la
Cruz por Servicio Distinguido por su valor.
El capitán Robert Prince
recibió el mismo honor.
El presidente Truman le otorgó a Margaret
Utinsky la Medalla de la Libertad
por su "sobresaliente
heroísmo y fortaleza".
El asalto a Cabanatuan
es la misión de rescate más exitosa
de la historia miliar estadounidense.
Ripped by:
SkyFury