Tip:
Highlight text to annotate it
X
Empieza mi historia
mucho antes de mí mismo...
cuando a mi pobre mamá
le llegó la hora de ser concebida.
Mi abuela, Ana Bronski...
una mujer joven e ignorante...
estaba sentada
dentro de sus cuatro faldas...
al borde de
un campo de patatas.
Era el año 1899...
y estaba sentada
en el corazón de Kaschubei.
¡Alto!
¡Deténgase!
¡Alto, le digo!
¡Alto!
¡Por favor!
¿Ha visto a un hombre por aquí,
a un tal Koljaiczek?
Es un incendiario.
Es bajo y fuerte.
Sí, he visto algo así.
Corría como si le persiguieran.
¿Hacia dónde fue?
¡No me lo creo!
Se ha escapado.
Debe haber ido hacia Bissau
si no está aquí.
-O una cosa o la otra.
-Sí.
Otro sitio no hay.
Ahora se pone a llover.
¡Vamos!
¿Qué?
¡Sal Koljaiczek!
Me llamo Joseph.,
Joseph y Ana hallaron refugio
entre los leñadores...
y se quedaron con ellos
casi un año...
el tiempo que necesitó la policía...
para volver a encontrar
las huellas de mi abuelo.
¡Joseph!
¡Corre!
¡Fuego a discreción!
¡Fuego!
¡No!
-¡Fuego!
-¡No disparen!
-¡No disparen!
-¡Suelta!
Después de saltar al agua...
Koljaiczek no volvió a aparecer
nunca más.
Unos dijeron que se había
ahogado...
otros que había huido a América...
donde en Chicago,
con el nombre de Joe Colchic...
llegó a hacerse millonario.
Por lo visto, hizo fortuna
con el comercio de la madera...
fabricación de cerillas...
y venta de seguros
contra incendios.
Mi abuela, en cambio...
siguió sentada dentro
de sus cuatro faldas..
durante muchos años...
pregonando lo que llevaba
al mercado.
¡Gansos!
¡Gansos vivos y cebados!
¡Gansos!
Así fue envejeciendo.
Llegó la Primera Guerra Mundial
y en vez de gansitos...
lo único que podía vender
eran nabos.
¡Rovellones!
¡Níscalos!
¡Nabos, compren excelentes nabos!
Mi pobre mamá
también se hizo mayor.
Estaba muy preocupada
por su primo Jan.
Le habían llamado a filas.
-¿Nombre?
-Bronski, Jan.
-¿Quinta?
-Noventa y ocho.
¡Tosa!
¡Otra vez!
A la reserva.
¿Qué?
¿Qué?
Rechazado, a la reserva.
Libre por un año.
Así fue como mi pobre mamá abrazó
por primera vez a su primo Jan.
No sé si después
alguna vez...
le abrazaría
sintiéndose más feliz.
Señorita Agnes...
esto tiene demasiado pimentón
o le falta algo de clavo.
¿Qué ha dicho?
Ha dicho que es Vd.
un cocinero nato, Sr. Matzerath.
Y que sabe convertir
sus sentimientos en sopas.
Por fin la guerra había terminado.
Danzig fue declarada
estado libre.
A los polacos
se les concedió en la ciudad..
una oficina de correos propia...
donde Jan Bronski,
coleccionista de sellos...
encontró empleo.
También Alfred Matzerath
se quedó en Danzig.-
Los kaschubas hemos vivido
aquí desde siempre...
antes que los polacos...
y, desde luego,
antes que vosotros los alemanes.
Eso pertenece al pasado, Jan,
ahora hay paz.
Los kaschubas, los alemanes y
los polacos convivirán pacíficamente.
Ya se verá.
Ya lo veremos.
Estos dos señores,
tan distintos entre sí...
coincidían en
sus sentimientos por mamá...
y se tomaron afecto
el uno al otro.
Y esta trinidad fue...
la que me trajo a mí, Oscar,
a este mundo.
El sol estaba
bajo el signo de Virgo...
Neptuno entraba en
la X mansión celeste....
y Oscar nació marcado
por el portento y el engaño.
¡Empuja, pequeña!
¡Empuja, Agnes!
¡Empuja, empuja fuerte!
¡Ya sale!
¡Ya sale!
Yo vi la luz de este mundo en forma
de una bombilla de 60 V.
¡Alfred!
¡Ha sido un niño!
¿Un niño?
Yo sabía que iba a ser un niño...
aunque a veces te decía
que iba a ser una niña.
¡Es muy hermoso!
¡Vamos a ver cuánto pesa!
En cuanto sea mayor
podrá ocuparse del negocio...
y valdrá la pena haberse
matado trabajando.
El día que nuestro Oscar
cumpla tres años...
le compraremos
un tambor de hojalata.
Sólo la promesa
del tambor de hojalata...
me impidió expresar
con más fuerza el deseo...
de volver nuevamente a
mi posición cefálica embrionaria.
Por otra parte, la comadrona
me había cortado el cordón umbilical...
así que ya no había nada que hacer.
Sólo me quedaba
dominar mi impaciencia...
y esperar la llegada
de mi tercer cumpleaños.
¿Qué pasa?
¿Eres tú Oscarcito?
-¿Quieres otro pedazo de tarta?
-No, gracias.
¡Vaya unos morros más sucios
que tienes!
-¿Otro traguito, abuela Ana?
-Sí, sí.
-¡Salud!
-¡Salud!
Nos repugna todo, la civilización,
los remilgos burgueses...
¡Alex!
¡Alex!
...yo lo he dicho siempre, lo que
necesitamos es una moneda estable...
Exactamente.
-Y el vaso lleno, Alfred.
-Exacto, exacto.
Pues brindemos por el marco estable
y por un panecillo de tres céntimos.
-¡Salud!
-¡Salud!
¡Salud, Alfred!
-¡Salud!
-¡Por la juventud!
¡Y por todas las cosas bellas,
brindemos por ellas!
¿Te puedo tutear?
¡Y yo a Lina!
¡Amigos, nunca volveremos
a encontrarnos tan jóvenes!
-¡Qué bonito!
-Sí, muy bonito.
Jan, ve a buscar las cartas.
¡Chicos, qué bien se está aquí!
Voy a echar los manteles
a la ropa sucia.
¡Enseguida lavaré unos vasos!
¡Ah, el libro de oraciones!
¡Gracias, primo!
Vamos a empezar.
12 de septiembre del año 1927.
El año que viene serás así...
y luego así...
y luego así...
hasta que seas tan alto como yo.
Haced sitio,
recién sacado de la bodega.
Aquí están los vasos para que no
tengáis que beber de la botella.
-Acércalos, Gretchen.
-Ya voy.
-Y dos botellitas por aquí.
-Gracias.
¿ Vd. también juega, Sr. Scheffler?
No, por Dios, jueguen Vds.
Yo prefiero hacer de mirón.
Además,
debo acostarme pronto.
-Éste siempre está cansado.
-Dices la verdad.
No deberías haberte casado
con un panadero.
¡Qué gracioso!
-¡Qué tonterías dices!
-¿No querías Ana?
A ver...
Ésta... dieciocho...
¡Juega una partida con nosotros,
hombre!
¡Eh!
Di que sí, Oscarcito, en otros
tiempos la abuela dejó...
que otro se metiera
debajo de sus faldas.
Venga, vamos a jugar.
-¿Tú lo entiendes, Lina?
-No, yo tampoco entiendo nada.
Esta vez he ganado.
Me gustaría ir también alguna vez
de excursión.
Es una sensación maravillosa ver
cómo florecen las violetas juntas.
¡Ay, mis pies!
¡Pero si lo tiene todo!
¡Te toca, Jan!
¡Pero, hombre,
si los carros no valen nada!
-¡Qué compañía me he buscado!
-No os peleéis.
-Espera...
-Toma ésta, si te sirve.
-¡Ahí va!
-Vale.
¡Y ahora esto, y encima esto!
¡Son cuarenta!
¿Pero qué es esto?
Yo tengo dos carros.
¿Pero qué dos carros?
Tú no tienes compañero.
Aquel día en que medité sobre el
mundo de los adultos...
y sobre mi propio futuro...
decidí poner punto final.
Desde ahora, no crecería
ni un dedo más.
Sería para siempre
un niño de tres años, un gnomo.
Uno - dos - tres - cuatro - cinco -
seis - siete - ocho -
¡Oscar!
¡Oscar!
¡Oscar!
¡Dios mío!
Ahí está.
-¿Qué pasa?
-Está ahí.
Se ha caído por las escaleras.
¡Haced algo!
-Aquí siempre están pasando cosas.
-Oscar, ¿qué haces?
¿Por qué estaba abierta la trampilla?
Dios mío, está sangrando.
¡Alfred, has sido tú!
Dejaste abierta la trampilla.
Yo lo único que hice fue venir
a buscar cerveza para vosotros.
¡Sangre!
Lina, avisemos al médico.
¡Qué mal aspecto tiene!
-¡Tú, has sido tú!
-Tranquilízate...
-¡Dejaste abierta la trampilla!
-¡Tranquilízate!
¡Cállate!
Yo sólo fui a buscar una cerveza.
-¡Te voy a matar!
-Por favor, esto no tiene sentido.
-¡Canalla! ¡Eres un canalla!
-¡Quítate de en medio!
Sólo fui a buscar
una cerveza para vosotros.
-¡Déjame pasar!
-¡Mi Oscarcito!
-¡Por favor, calmaos!
-¡Oscarcito, mi chiquitín!
¿Pero cómo ha podido ocurrir esto?
Una semana o dos más de reposo y
Oscarcito podrá volver a levantarse.
No ha sido más que
una pequeña conmoción.
Sigan poniéndole compresas frías.
Mi caída del sótano
fue un éxito completo.
En adelante dirían todos:
el día que cumplió tres años...
nuestro pequeño Oscar
se cayó por la escalera del sótano...
y, aunque se repuso pronto,
sin embargo ya no quiso crecer más.
No creció ni un centímetro más.
¡Temprano empezamos, Oscarcito!
¡Adiós chico!
Siempre dando la lata con ese tambor.
-Ven, ven.
-Ya voy.
¿Qué Oscarcito, otra vez igual?
¡Que aproveche!
Te he dicho que no toques en casa.
Además el tambor está roto,
te puedes hacer daño.
-Te quedas, ¿no?. Tenemos níscalos.
-No puedo, debo ir a Correos.
Vamos, deja el tambor.
Si te haces daño,
otra vez habré sido yo.
¡Ay!
¿Lo ves?
Ya te lo decía yo.
¡Oscar!
Oscar, tú me das el tambor
y yo te doy un chocolate.
Anda, hombre, dales el tambor.
Mañana te traeré uno nuevo,
¿quieres?
-No, Oscar no quiere.
-Eso ya lo veremos.
Alfred, ¿por qué te pones
siempre tan violento?
-¡Cuidado!
-¡Mi tambor!
Así descubrí que mi voz al gritar
alcanzaba un tono tan alto...
que ya nadie se atrevía
a quitarme mi tambor.
¡El cristal roto trae suerte!
Cuando me quitaban el tambor,
yo gritaba.
Y cuando gritaba,
se rompían las cosas más valiosas.
¡Ya os haré yo correr,
mocosos de mierda!
Esto va a cambiar muy pronto.
Engendro condenado, veréis como baje.
¡Buenos días!
¡Ah, me lo llevo!
¡Sí, sí, me lo llevo!
Contemple, por favor,
esta extraordinaria patata.
Este tubérculo henchido,
rebosante...
siempre descubridor
de nuevas formas.
¡Y, sin embargo, tan casto!
Yo amo a la patata
porque ella me habla.
Sí, este año las patatas son un poco
mayores que las del año pasado.
¿Qué estás haciendo?
Oscar aprende a escribir.
¡Déjalo, Oscar!
Tú nunca aprenderás a escribir...
a leer a los grandes clásicos.
¡Verdades eternas!
Muerte y devenir.
Esperad, un poco más juntitos
para que os pueda ver a todos.
¡Eso es!
Tú ponte en el centro, Alex.
Toma, Oscar, el corazón es
para ti en tu primer día de colegio.
¡Ahora mirad hacia aquí!
¡Cucú!
Buenos días.
-Buenos días, señorita.
-Buenos días, niños.
Me llamo Spollenhauer
y soy vuestra profesora.
¡Sentaos!
A ver, queridos niños,
¿podríais cantar una cancioncita?
¡Sí!
-Todos los patitos...
-El pequeño Ganso...
Tú debes ser el pequeño Oscar.
Hemos oído hablar mucho de ti.
Tocas muy bien.
¿ Verdad niños que nuestro Oscar
es un magnífico tamborilero?
¡Sí!
Pero ahora vamos a guardar
el tambor en el armario.
El pobre está cansado
y tiene ganas de dormir.
Luego, cuando haya terminado la clase,
te devolveré tu tambor.
Anda, dámelo.
Eres un niño muy malo, Oscar.
Os voy a dar el programa
de clases.
Lunes: Escritura, Aritmética,
Lectura, Religión.
Todos juntos:
¡Escritura!
¡Escritura!
-¡Aritmética!
-¡Aritmética!
Ya está bien, Oscar.
-¡Religión!
-¡Religión!
-¡Señorita Spollenhauer!
-¡Oscar!
¡Señorita!
¡Señorita Spollenhauer!
¡Fuera, fuera!
¡Fuera!
Notable, muy notable.
¿Cuántos años dice Vd.
que tiene el niño?
Seis años, Doctor.
Señorita lnge,
haga el favor de desnudarle.
Ven, pequeño.
¿Cuánto tiempo hace exactamente
que se cayó por la escalera?
El 12 de septiembre hará tres años,
Doctor.
Vamos a examinarle otra vez
bien la columna vertebral.
Anda, pequeño, sé buen chico.
Enseguida te devolveré tu tambor.
Oscar, dame el tambor,
yo te lo tengo.
Pero, hijo, así no voy
a poder quitarte la camisa.
Oscarcito, si no te portas bien
no te podrá curar el tío Doctor.
¡Ven, pequeño!
¡Yo te tendré el tambor!
¡Asombroso!
¡Asombroso!
Dedicaré a este fenómeno vocal
la atención que se merece...
en un trabajo para
nuestra revista especializada.
Naturalmente, si está de acuerdo,
Sra. Matzerath.
Sí, Doctor.
Extraordinario,
realmente extraordinario.
La fuerza de este destructivo
fenómeno vocal...
-Buenos días.
-Buenos días.
es tal que permite deducir...
una formación especial
de la laringe posterior...
del pequeño Oscar Matzerath...
no pudiéndose excluir...
un desarrollo accidental
de las cuerdas vocales...
al menos como una hipótesis
muy interesante...
¿Has oído?
¡En una revista médica!
No explica tan bien el Doctor,
porqué ha dejado de crecer.
-Se lo tendrás que preguntar.
-¿El qué?
Porqué ha dejado de crecer.
Ya está bien.
¡Es tan hijo tuyo como mío!
Si no más...
¿Quién dejó abierta la trampilla,
tú o yo?
¡Eh, Oscar!
¡Ahí está Oscar!
-¡Hola Oscar!
-Mira lo que estamos haciendo.
Tío Heiland, escupe en la sopa,
a ver qué pasa cuando escupes.
¡Mirad lo que he encontrado
en el estanque!
-¡Dos ranas!
-¡Qué asco!
-¡Vamos echarlas en el puchero!
-¡Qué porquería!
-¡Mira, si todavía nadan!
-¡Mira, cómo se mueven!
¡Mira, que se salen!
-Enano, ¿pero qué haces?
-¡Qué guarro!
-¿Cuánto tiempo hay que cocerlo?
-¿Has probado la sopa de rana?
¡Eh, que pruebe la sopa Oscar!
¡Sí, venga, vamos!
¡Vamos a cogerle!
¡Venga, ya lo tenemos ahí!
¡Venga!
¡Venga, que la hemos hecho
nosotros!
¡Si a ti te gusta mucho!
¡Vamos! ¡Ponle ahí!
¡Venga, hombre!
¡Queremos que la pruebes
tú primero!
¡Venga! ¡Vamos!
¡Que no se escape!
¡Has de probarla tu primero!
¡Vamos hombre!
¡Si está muy rica!
¡Venga, hombre!
¡Venga, venga!
¡Si está buena!
¡Vamos abre la boca!
¡Está muy buena!
¡Si no pasa nada!
¡Venga, traga hombre, traga!
Venga, vamos,
si está muy buena.
Otra cucharada, vamos.
Un poco más.
Si está muy buena, no te hará daño.
Vamos, la última.
Vamos.
¡Venga traga, trágatela!
¡Abre la boca!
Te gusta, ¿eh?
¡Vamos!
La calle donde vivía
y los patios de las casas...
se me habían quedado pequeños.
Yo soñaba con irme lejos...
y aprovechaba cualquier ocasión que
me librara de los cocineros de sopa...
y que me condujera,
sólo o de la mano de mamá...
al centro de la ciudad,
lejos del suburbio.
-Tenga, Doctor.
-Sí, gracias.
-¿ Ya se va Vd.?
-Sí, adiós.
¿El tambor está roto?
Tendré que arreglártelo otra vez.
No, le compraré uno nuevo.
Mis respetos.
-Hola, Oscar.
-Hola, tío Jan.
Ven.
¿Así qué? ¿Puedes?
Ahora os tengo que dejar.
Me quedan un par de asuntos
que resolver.
Adiós Agnes.
¡Ah!
Una colaboración para el tambor Oscar,
¿te llega con esto?
Ven, Oscar.
Hasta la vista, Jan.
Adiós.
Buenos días, Sr. Markus.
¡Caramba, quién está aquí!
La Sra. Matzerath y el pequeño Oscar.
Por lo visto necesitamos
otro tambor, ¿eh?
Sí, Sr. Markus,
ya le toca otra vez.
Mi Oscar es un tamborilero
muy concienzudo.
Nunca sé a cuántos estamos,
ni el día que es...
hasta que
entra Vd. aquí.
Entonces me digo
que otra vez debe ser jueves.
¡Qué manos tan bonitas tiene!
Valen más que todo el oro del mundo.
Oscar, ahí abajo hay una caja.
¿Quieres alcanzármela?
Sí, ésta es.
Mire, mire señora
qué medias he recibido.
Son de seda pura.
Es realmente un buen artículo.
Uno, dos,
tres pares para la Sra. Matzerath.
Seguro que le quedan muy bien,
y es una buena oferta.
-Son demasiado caras.
-Pero merecen la pena.
No, Sr. Markus,
otra vez será.
¿Por qué no hoy?
Se las dejo por medio florín.
¿Tan baratas?
No, Markus, eso es regalado.
Lléveselas
y, por favor, no le dé más vueltas.
Ahora nos toca a nosotros, Oscar.
¿En qué puedo complacer al principito?
¡Ah, necesitas un tambor nuevo!
Lo mejor será que tú mismo elijas
el que más te guste.
Ya sabes dónde están.
¡Ve, Oscar!
Ahora ya es feliz.
Señor Markus, ¿le importaría
que le dejase aquí al niño?
Solamente por media hora.
Otra vez tengo que resolver
unos asuntos importantes.
¡Ah, sí, vaya, vaya!
Vaya tranquila.
Lo cuidaré como a
las niñas de mis ojos.
El principito esperará aquí conmigo,
¿verdad?...
mientras Vd. resuelve
sus importantes asuntos...
igual que todos los jueves...
¡Jan!
¡Jan!
¡Jan!
¿Oscar?
¡Oscar!
Hay que cerrar la calle, apártense.
Alguien puede resultar herido.
-Está bien, lo apuntaré.
-Muchas gracias.
Buenas noches.
¿Qué?
¿Habéis disfrutado el paseo?
Por lo visto no.
En todas partes escuchan al Führer.
En todas partes, menos aquí.
¡Eh, Chapolino, Chapolino!
¡Ayúdame, ayúdame!
¿Qué te pasa?
¡Tengo una enfermedad!
-¿ Y cuál es esa enfermedad?
-¡Me duele la cabeza!
Claro, no me extraña,
la tienes llena de pajaritos.
Y ahora, damas y caballeros,
los más pequeños entre los pequeños.
¡Bebra y sus liliputienses!
-¡Chapolino! ¡Chapolino!
-¿Qué?
-¿Tienes un poco de aguardiente?
-¿Aguardiente? Claro.
-¡Dame!
-¡Toma!
¡Ahhhh!
¡Te mato! ¡Te mato!
-¡Chapolino! ¡Chapolino!
-¿Qué?
Ahora nos toca a nosotros
hacer música.
¡Tocaremos música, música!
Ahora nos toca a nosotros, sí,
hacer música.
¿Pero cómo?
Si no sabemos tocar nada.
Bueno, aunque sea silbando.
¡Lo que hay que ver!
Hoy los niños de tres años
no quieren seguir creciendo.
Bebra es mi nombre.
Desciendo en línea directa
del Príncipe Eugenio.
Ergo, de Luis XlV.
No de un saboyano cualquiera...
como dicen algunos.
En mi décimo cumpleaños...
puse fin a mi crecimiento.
Un poco tarde,
pero a tiempo.
¡Oscar!
Dime, amigo Oscar...
tú debes tener ahora
unos catorce o quince años.
Doce, doce y medio.
¡No es posible!
¿Qué edad me calculas a mí?
Treinta y cinco.
Eres un adulador, amigo mío.
Tuve treinta y cinco
hace mucho tiempo.
En agosto celebro
mi cincuenta y tres cumpleaños.
Yo podría ser tu abuelo.
¿Tú también eres artista?
En realidad no, pero...
Como ve, tengo
unas ciertas dotes artísticas.
¡Bravo!
¡Bravísimo!
Tienes que unirte a nosotros,
sin falta.
Mire, Sr. Bebra...
el caso es que yo prefiero contarme
entre los espectadores...
y dejar que mi modesto arte
florezca en secreto.
¡Amigo Oscar!
Haz caso a la experiencia
de un colega.
La gente como nosotros no debe
estar entre los espectadores.
Nosotros debemos subir al escenario
y dirigir la acción.
Si no, lo harán otros.
Y los otros vendrán...
ocuparán las mejores plazas...
organizarán desfiles de antorchas...
Levantarán tribunas...
y luego desde las tribunas...
pregonarán a voces nuestra caída.
¿Oscar?
¿Oscar?
¿Oscar?
Te están buscando,
mi querido amigo.
Pero nos volveremos a ver.
Somos demasiado pequeños
para que nos perdamos.
¡Oscar!
Buenas tardes.
¡Vámonos!
¡Adiós!
¡Un día vendrás!
¡Heil Hitler!
Buenos días.
¡Atención!
¡Silencio!
¡Ya!
¿ Ya?
¡Oh, una radio!
¡Una radio!
Toma.
Dámela.
¡Hola!
Buenos días, Oscar.
Gracias, tío Jan.
Buenos días.
Hermoso domingo, ¿verdad?
Estas malditas polainas
siempre se me tuercen.
-Buenos días, primo.
-Buenos días, Alfred.
-Necesito urgentemente unas botas.
-Son demasiado caras, ya lo sabes.
Por lo menos unas polainas
de cuero...
¿Qué tal estoy?
-Muy bien, ¿vas al desfile?
-Sí, al Prado de Mayo.
Hay un gran mitin.
¿Cómo estás?
Va a hablar el jefe del distrito.
¡Y habla!
¡No sabes cómo habla!
Estamos viviendo tiempos
que pasarán a la historia.
Y ninguno de nosotros puede
quedarse al margen.
Tenemos que participar.
Deberías leer
''La Vanguardia de Danzig''.
¿Cómo se te ocurre
optar por Polonia?
Es una tontería,
ya te lo he dicho.
Soy polaco.
Piénsalo bien.
Llévate el paraguas,
parece que va a llover.
¿Paraguas de uniforme?
No seas absurda.
La comida está en el fuego.
Dale una vuelta de vez en cuando.
En veinte minutos estará lista.
-¿No quieres comer algo antes de irte?
-No puedo.
El deber es antes que el placer.
¡Heil Hitler!
¡Camaradas!
¡Queridos y queridas camaradas!
de Danzig y Langfuhr,
de Ohra, Schidlitz y Praust...
que habéis venido
de las montañas y del llano...
todos vosotros,
lo sé...
tenéis un sólo y ardiente deseo
en el corazón...
el deseo que todos alimentamos...
desde que un ignominioso dictado...
nos ha separado
de nuestra amada Patria alemana.
¡Queremos ser parte del Reich!
¡Heil! ¡Heil! ¡Heil!
¿Qué estado libre es éste
que generosamente nos han otorgado?
Como piojos en el pelo,
nos han colocado a los polacos...
en la región portuaria
y en la Westerplatte.
Y en medio de
nuestra amada ciudad antigua...
nos han puesto como regalo
una oficina de Correos polaca.
¡Gracias por el regalo!
Nosotros los alemanes,
ya teníamos oficinas de Correos...
cuando los polacos aún no tenían
nada que decirse por carta...
Nosotros les enseñamos a escribir.
Y ahora,
queridos y queridas camaradas...
saludemos a nuestro invitado
del Reich...
enviado a nosotros
por el Führer.
¡El Camarada Albert Forster
acaba de hacer su entrada!
¡Sig Heil! ¡Sig Heil!
¡Sig Heil!
¡Heil!
¿Qué pasa?
¡Quiero saber lo que pasa aquí!
¡Diez hombres a la parte de atrás!
¡Vamos, rápido!
Tengo arena en los zapatos.
Oscar, ven.
¡Cucú!
Oiga, ¿se puede pescar
con una cuerda de la ropa?
Sí, sí, yo he debido
pescar algo bueno.
¿Un pez o sólo una bota vieja?
Eso lo vamos a ver enseguida.
Quédense ahí.
Acérqueme el saco.
¡Tenga!
Están bien gordas
las muy pícaras.
¿Estas le parecen gordas?
Tenía que haberlas visto...
después de la famosa batalla
naval de Skagerrak.
Cuando luchábamos
contra los ingleses...
y ondeaba orgullosa la bandera
negra, blanca y roja.
Así de gordas...
salían después de la batalla.
Eso sí que eran anguilas...
y durante años siguieron
estando gordas.
Cincuenta y uno
me pedía el muy bribón...
pero yo le di un florín.
¡Bueno!
No pensarás que yo voy a comer
anguilas, ¿verdad Alfred?
No seas tan melindrosa, mujer.
Nunca volveré a comer pescado
y menos anguilas.
Siempre has sabido
de lo que se alimentan.
Y siempre las has comido frescas.
¡Silencio!
Deja de tocar ese maldito tambor.
Es que no me oyes?
-Deja al niño en paz, Alfred.
-Y siéntate a la mesa.
¿Quién tuvo la culpa?
¿Quién dejó abierta la trampilla?
¡Ah, la vieja historia!
¡Siéntate!
Y comprueba cómo las ha preparado
tu humilde servidor.
Vamos a ver quién come
y quién no.
¿Un cigarrillo?
...salsa verde...
eneldo...
una hoja de laurel...
y un poquito de limón.
Alfred, eso no tiene sentido.
Si no quiere comer, no la obligues.
Siéntate y no te metas.
Deja que haga lo que quiera.
¿Qué sacas con que luego lo vomite?
No he comprado
las anguilas para mirarlas.
-Ven acá, prueba un poquito.
-Déjala.
Toma.
Se han sacado limpias y lavadas.
-¡Alfred!
-No me las comeré.
Deja, me lo comeré yo...
No se ha escapado ni una gota de bilis.
El hígado está blanco.
¡Y bien frescas que están!
Se les ha ido toda la baba.
Ya está bien, por Dios.
¡Oscar, a la mesa!
No lo entiendo.
¿Para eso me paso horas enteras
en la cocina?
Ya quisiera mucha gente
poder comer mis anguilas.
-Yo ya no sé qué hacer.
-Cálmate, Alfred.
Si ya no puedo hablar con ella, Jan.
Y el pescado se está enfriando.
Las mujeres son muy delicadas
para estas cosas.
Habla tú con ella.
Pero que se calme.
¡Agnes!
¡Vamos!
¡Cálmate!
Agnes.
Agnes.
Agnes.
¿Quieres que te lo caliente un poco?
No, no, no.
No vuelva a verse con Bronski.
Cometió una equivocación al entrar
en la oficina de Correos polaca.
No apueste por los polacos.
De apostar por alguien,
que sea por los alemanes.
Ellos son los vencedores
del mañana.
lmagínese que llegan
los alemanes...
y Vd. está con Bronski,
ese polaco chiflado.
No se haga ilusiones, señora.
Eso no puede acabar bien.
¿Por qué no se queda con Matzerath
que es algo más seguro?
O, si quisiera hacerme ese honor,
ese gran honor...
venga a vivir conmigo,
con Sigismund Markus.
Me he hecho bautizar.
¡No, Markus, por favor!
Podríamos irnos a Londres,
como han hecho los otros...
antes de que lleguen los alemanes.
Allí tengo muy buenos amigos.
¡Ah! ¿no se lo dije?
Aquí está.
Nos lo llevaremos
con nosotros a Londres.
Vivirá como un príncipe.
Como un auténtico príncipe.
Muchas gracias, Markus,
pero no es posible.
Y de verdad que no es
por causa de Bronski.
Entonces,
tanto mejor si no es por él.
Aléjese de Bronski
de una vez por todas.
Y quédese con Matzerath.
¡Vamos!
¡Música!
Un dos, un dos.
¿No puedes tocar?
¿O no quieres tocar?
¡Mentiroso!
¡Tú lo puedes todo!
He pecado contra la castidad,
de pensamiento, palabra y obra.
-¿Sola o con otra persona?
-Con otro.
¿Dónde y cuándo?
Todos los jueves
en la Pensión Flora.
Hija mía, ¿has vuelto
a ese sitio de perdición?
No lo puedo evitar, Padre.
Quisiera pero, no puedo.
Pero, ¿y las consecuencias
Sra. Matzerath?
Ya las siento, Padre.
Ya las siento.
¡Baja de ahí inmediatamente!
¡Qué atrevimiento!
¡Oscar!
¡Oscar!
¡Oscar!
Padre, Padre, ¿qué puedo
hacer con este hijo mío.
Yo le quiero mucho,
quiero a mi Oscar...
pero ya tiene catorce años
más que cumplidos.
Constantemente le dan ataques
y hace estas cosas.
¿Qué puedo hacer?
Rece, Sra. Matzarath, rece.
¡Ya está bien, Oscar!
¡Agnes!
Sí, sí...
¡Mamá!
¡Mamá!
¿No se lo he dicho?
Comiendo pescado.
Y no come, lo devora.
Va a terminar por ponerse enferma.
Dios mío, ¿cómo es posible?
Hace tres semanas que empezó.
Primero fueron sardinas en aceite,
luego arenques...
y ahora pescado crudo.
Lo he intentado todo.
Pero ahora ya no sé qué hacer.
¿Por qué no me avisaste antes?
¿Qué pasa?
Dime lo que te pasa.
Tú nunca pudiste
soportar el pescado.
Os lo digo yo.
El Führer en mi opinión, prefiere
a un comunista arrepentido...
antes que a un burócrata
pequeño burgués...
que corre a ingresar en el Partido
por miedo...
no porque comprenda que
ha comenzado una nueva era.
¡Y ha comenzado!
No quiero vivir
y tampoco quiero morir.
No comprendo qué me pasa.
Yo también decía lo mismo...
pero salí adelante.
¿Crees que para mí fue fácil cuando
Koljaiczek, el que fue tu padre...
desapareció bajo los troncos?
Él no volvió a salir a la superficie.
¡Por lo menos desapareció!
¿Qué dices?
Era mi hombre.
¡Y tú tienes dos a falta de uno!
¡Eres insaciable!
¡Ya está bien, madre!
¡Ya está bien!
Estás embarazada.
¿ Y qué?
Como si no os sobrara sitio aquí.
¿Para cuándo lo esperas?
¡Nunca!
No nacerá, madre.
¡No nacerá nunca!
¡Pero Agnes!
¿Cómo iba yo a saberlo?
¡Agnes!
¡Vamos, ayúdala!
¡Agnes!
¡Agnes!
¿Por qué no quieres tener al niño?
¡Qué importa de quién sea!
¡Mamá!
¡Mamá!
¡Mamá!
¡Mamá!
¡Agnes!
¡Mamá!
Ya está bien de trompeta.
Si quieres tocar la trompeta,
vete con tus nazis.
Allí puedes tocar.
Y eso que ya vais a tocar muy poco.
-¡Nazi de mierda!
-¡Rojo asqueroso!
¡Eh, Vd!
¿Qué busca aquí?
¿Qué hace Vd. aquí?
¡Fuera de aquí!
Vd. no tiene porqué estar aquí.
Vamos.
Es un...
¿Quiere que le diga lo que es?
Yo le diré lo que es.
¡Un judío! ¡Un judío!
¡Soy judío, sí señor!
¿O acaso no es Vd. judío?
¡Ah, aquí está Oscar!
Muchacho, ¿has visto
lo que hacen con Markus?
Y estoy bautizado como ellos.
¡Ah!
¿ Ya se te ha roto el tambor?
Vete a verme
y te llevas un tambor nuevo, ¿eh?
Buenos días.
Hermoso día, ¿no?
Ahora ella está allí,
allí donde todo es muy barato.
¡Habemus Dominum!
Sí, Schugger-Leo,
hace un día muy hermoso.
¡Un día inolvidable!
Yo también he visto al Señor.
¡Habemus Dominum, Oscar,
et salutare!
¡Habemus Dominum!
¡Qué hermoso el día de hoy!
¡Habemus Dominum!
¡Hermoso, el día de hoy!
¡Habemus Dominum!
El Señor pasó por aquí.
lba presuroso y no se detuvo.
Había una vez un tamborilero
que se llamaba Oscar.
Oscar perdió a su pobre mamá,
que comió demasiado pescado.
Había una vez un pueblo crédulo,
que creía en Papá Noel.
Pero Papá Noel
era en realidad un ogro.
Había una vez
un vendedor de juguetes...
que se llamaba
Sigismund Markus...
que vendía tambores
pintados de blanco y rojo.
Había una vez un tamborilero,
se llamaba Oscar.
Había una vez
un vendedor de juguetes...
se llamaba Markus...
y se llevó consigo
todos los juguetes de este mundo.
¡Markus!
¡La Vanguardia de Danzig!
¡Provocación polaca!
¡La paciencia del Führer se ha agotado!
¡Una pequeña ayuda, por favor!
¡Una ayuda!
El día 1 de septiembre de 1939...
-supongo que reconocen la fecha-
cometí mi segunda gran culpa.
Yo, Oscar, el tamborilero...
no sólo llevé a mi pobre mamá
con el tambor, a la tumba.
También fui yo quién llevó...
a mi pobre tío y presunto padre,
Jan Bronski...
a la oficina de Correos polaca...
siendo así la causa de su muerte.
¡Alto!
No se puede pasar.
¿Por qué no?
Yo trabajo ahí.
Esta zona está cortada.
No se puede pasar.
¡Oscar! ¡Oscar!
-¡No puedo dejarle pasar!
-Sólo queremos ver al portero.
-¡Alto!
-¡Kobyella!
-Vamos, Oscar.
-¡Alto!
¡Es un polaco, detenedle!
Ya iba siendo hora.
Vaya con el Dr. Michon.
Están distribuyendo armas.
Sí.
Vd. siempre llega el último.
¡Tenga!
El fusil...
el casco...
La munición se la darán allí.
¿Qué buscas tú aquí?
A Kobyella,
para que me arregle el tambor.
Ahora no es posible.
Kobyella no tiene tiempo para eso.
¡Vete!
Bronski, ¿se ha vuelto loco?
Lleve al niño a un lugar seguro.
Ven, Oscar,
escóndete en algún sitio.
Yo tengo que quedarme aquí.
Vamos, vete.
¡Bloquead la puerta de atrás!
¡Doblad la guardia
en las entradas principales!
¡Deprisa!
¡Poned barricadas tras las puertas!
¡Vamos, rápido, rápido!
¡Venga!
¿Dónde está Jan, el tío Jan?
¡Jan!
¡El tambor!
¡Jan, quiero el tambor!
¡Quiero el tambor!
-¡Oscar, Oscar! ¡Baja de ahí!
-¡El tambor!
Ve a ponerte a cubierto
inmediatamente.
¡No, no!
¡Oscar quiere el tambor!
No puedes quedarte aquí, Oscar,
vamos.
-¡Quiero el tambor!
-¡Vamos!
¡Kobyella!
¡Kobyella, no te rindas!
Espera.
Te sujetaré por los tirantes
y ya no te caerás.
Eso es.
-¡Muy bien, Kobyella!
-¡Eso es!
Así.
Ya está.
Vamos a seguir.
¡No!
Un seis...
un siete...
Ahora yo.
¡Kobyella!
Me toca a mí.
Con estas cartas son cuarenta y
ocho puntos...
que suman doce Pfennings.
Sí.
¡Kobyella, Kobyella!
¡No puedes dejar la partida ahora!
¡No seas aguafiestas!
¡Yo no puedo jugar sólo!
¡Vamos, procura aguantar, vamos!
Pero, ¿qué te pasa Kobyella?
¡Kobyella!
¡Kobyella!
¡Kobyella, por favor!
¡Tengo unas cartas estupendas!
¡Mira!
¡lba a ganar yo!
¡Agnes! ¡Agnes!
¡Agnes!
¡Está muerta!
¡Nos rendimos!
¡No disparen!
El noticiario semanal
rodó aquella escena...
para pasarla luego
en todos los cines.
En la oficina de Correos polaca...
Oscar había vivido los momentos
que pasarían a la historia...
como el inicio de
la Segunda Guerra Mundial.
Uno - dos - tres - cuatro -
cinco - seis - siete.
Uno - dos - tres - cuatro -
cinco - seis - siete.
Uno - dos...
¡Requiescant in pace!
Pax Domine, Jesu Christi,
Pax Domine.
¿Qué? ¿Es que a Jan Bronski
le han fusilado?
Sí.
Allí.
Luego se llevaron
todos los casquillos de las balas...
pero olvidaron llevarse uno...
olvidaron llevarse uno.
La ciudad libre y Hanseática
de Danzig...
celebró la anexión
de su gótico de piedra...
al gran Reich alemán.
-¡Ya se le oye, ya se le oye!
-Nunca olvidaré este día.
Estate atento porque puede aparecer
en cualquier momento.
-Ahora vendrían bien unos gemelos.
-Seguro que si me mira me desmayaré.
¡Ahí está!
Ésta es María.
Va a trabajar aquí.
Decías que necesitabas a alguien
para atender a los clientes.
Esto no podía seguir así.
De modo que...
Dios te salve María, llena eres de
gracia, el Señor es contigo...
bendita tú eres
entre todas las mujeres...
y bendito sea
el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores...
ahora y en la hora
de nuestra muerte, Amén.
-Dios mío, haznos...
-buenos...
...buenos y llévanos al cielo.
Amén.
Buenas noches.
¿Has hecho ya pis?
-¿Quieres que te cante algo?
-Sí, Amar a María es todo mi afán.
Amar a María es todo mi afán.
Servirla en la alegría
y en el dolor cantar.
¡Vete!
Sin contar
mis inclinaciones anónimas...
María fue mi primer amor.
...nadie debe saber
cuándo nos besamos..
...cuando por un instante
lo olvidamos todo...
-¡María!
-¿Hm?
-¿Cuántos años tienes?
-He cumplido dieciséis.
Yo también.
Nadie lo diría.
Si el amor puede ser pecado...
si acaso lo fuera,
a mí me daría igual...
María olía a vainilla.
¿Cómo podía ser?
¿Se frotaría el cuerpo
con una raíz?
¿Se pondría perfume?
Oscar decidió investigar el asunto.
¡Ay!
Pero, ¿qué haces?
¡Eh!
¡Eh, basta!
Eres un pillín.
Quieres investigar cosas
que no entiendes.
-Adiós.
-Adiós.
-¿ Volverá tarde?
-No lo sé, pequeña; no lo sé.
Tenemos muchos triunfos que celebrar.
Claro...
Y tú duerme con María esta noche.
Sí, sí, Oscar y yo
cabemos en la misma cama.
Es la octava parte
de una persona.
¡Anda, Oscar, vete a la cama
que es muy tarde!
Buenas noches.
-¡Alfred, ten cuidado!
-Sí, sí...
Sí...
-¿Te gusta?
-Sí...
¡Son menos cuarto!
Un poco más, Alfred.
Ya falta poco.
Un poco más.
Pero ten cuidado, ¿eh?
Sí, tengo cuidado,
tengo cuidado...
-Qué rico, ¿eh?
-Sí...
-Ya viene...
-¿ Ves como tengo cuidado?
¡Vete!
¡Vete!
¡Vete!
-¿Qué pasa?
-¡Déjale en paz, Alfred!
Qué culpa tiene el chico
de que tú no tuvieras cuidado.
¿Quién decía
''un poco más, un poco más''?
Lo decías tú.
Yo te dije
''ten cuidado que ya me viene''.
Pero ni siquiera
me ha dado tiempo.
Nunca estáis satisfechas,
todas sois igual.
Dentro, fuera, y listo es lo que
hacéis los brutos como tú.
¡Pues te puedes buscar otra!
A mí no me gusta tan deprisa.
Ni siquiera tienes cuidado.
No tienes la menor consideración.
Estoy harto de oírte protestar.
¡No aguanto más!
-Mala bestia, vete con tu Jefe de...
-¡A mí no me hables tú así!
¡Qué asco de mujeres!
Me voy con mis compañeros.
¡Que descargarán tan pronto como tú!
¡Lárgate, lárgate de una vez!
¡Si estás en celo,
búscate un prisionero de guerra!
¡El francés que reparte la cerveza!
¡Ése lo hará mejor!
Para mí el amor es algo muy distinto
de todas estas porquerías.
Para esto,
me voy a jugar a las cartas.
Por lo menos, sé lo que me espera.
¡Enano vicioso!
¡Asqueroso, degenerado!
¡Deberías estar en un manicomio!
¡No te vuelvas a acercar a mí!
¡Cerdo!
No quería decir eso, Oscarcito.
Un poco más hacia este lado.
¡Espera!
Espera, que se ha enganchado.
¡Tira!
¡Ahí!
Así.
Eso es.
Tendrás tu propia habitación.
Vas a cumplir diecisiete años.
¡Oscar!
¡Oscarcito!
¡Ven aquí, pequeño!
¡Ven!
¡Hace mucho frío, hijito!
¡Te vas a congelar!
¡Anda, ven!
¿No quieres pasar
un ratito a mi cuarto?
¡Ven!
¡Adelante!
¡Ven aquí cerca, Oscarcito!
Si quieres, métete en la cama,
que está caliente.
Aquí hace un frío horrible.
Greff escatima hasta con la calefacción.
¡Métete, anda!
¡Ven aquí!
¡Anda!
¡Greff viene cada vez menos!
¡Le gusta la juventud, la piel tersa!
Pero le gustan más los chicos
que las chicas.
¡Vamos, adentro todos!
-¡Tengo los pies helados!
-¡Qué frío que hace!
¡Los exploradores no tienen frío!
¡Aquí sí que se está calentito!
¿Te gusta la banderita?
-Un gran avance por el este.
-Sí.
Leningrado caerá
cualquier día de esos.
Sí, o Kiev, que es más importante
por las reservas de petróleo.
Más rápido que en el año 15,
cuando yo participé.
Lo más importante es Moscú.
¡Córtalo tú, Alfred!
Tiene cara de estar riquísimo!
Sí, ¿qué haríamos sin la abuela?
Sí, sí, nosotros los kaschubas
seguimos entendiendo de gansos.
¡Ah, si yo pudiera estar allí!
Pero, por desgracia soy
indispensable en la retaguardia.
Hay que arrasar Moscú
en cuanto lo tomemos...
para no tener que alimentar
a toda esa gente en invierno.
El Führer lo sabe muy bien.
A mi Herbert también le
han mandado a luchar en el frente.
Se lo llevaron hace unos días.
Será un batallón de castigo.
¡Por inanición!
¡Matarlos a todos de inanición!
-¿Quieres un poco?
-Sí...
Así acabará la guerra.
¿Pechuga o pata?
-Yo me pido pata.
-¡Lina!
-¡Qué pinta tiene!
-Ten Oscar...
Los pueblos de Europa
¡están con nosotros!
¡La valiente Finlandia!
¡Este ganso está fantástico!
¡Y Hungría!
¡Esto sí que es un buen banquete
de bautizo!
¡Y Rumania!
¡También en los mares avanzamos!
En los mares avanzamos...
-Greff, ¿tampoco quiere ganso?
-Ya lo sabe, carne nunca.
Un gran pueblo se levanta,
el ataque, pronto a lanzar...
Vamos siempre por los mares...
-Lo primero: ¡Salud!
-¡Salud!
Éste no es un ganso kashuba,
es un ganso del pueblo alemán.
Da igual, lo importante
es que sea grande.
Qué bien, Oscar, ¿eh?
Ahora tienes un hermanito.
Cuando sea mayor
podrá jugar contigo.
El hermano de Wohlgemut,
el carnicero, también ha muerto.
Le han dado la Cruz de Hierro
de Primera Clase.
De Segunda.
-Si te digo de Primera, es de Pri...
-Que no, es de Segunda.
-¡Es igual, vamos!
-Bueno, no habléis de eso.
Mi hijo.
Porque, desde luego,
eres mi hijo.
El día que cumplas tres años,
te regalaré un tambor.
Y si tú tampoco quieres crecer...
yo te enseñaré lo que debes hacer.
¿Puedo pedirle un autógrafo?
Perdón, Señor,
¿me querría dedicar esto?
-Gracias.
-De nada.
¿Puedo sumarme al homenaje
y pedirle uno para mí?
Desde luego.
-Tenga.
-Gracias, muchas gracias.
¡La cara que va a poner mi novia
cuando se entere!
-¿Se la piensas enseñar?
-Claro...
¡Mi querido Oscar!
¡Cuánto me alegro de volver a verle!
¿No se lo dije yo?
Somos demasiado pequeños
para perdernos.
¡Bien, muy bien!
¡No ha crecido en absoluto!
¡Roswitha!
Quiero presentarte a Oscar...
un viejo amigo mío
que rompe el cristal con la voz.
¡La Signorina Roswitha Raguna,
la gran Sonámbula!
La alegría de los soldados
en todos los frentes...
y de mi vejez.
Le sorprenderá verme
con esta vestimenta.
El Ministerio de Propaganda
se puso en contacto con nosotros...
y nos ofreció la oportunidad de...
actuar ante las más altas autoridades.
¡Ay, aquí manda la política!
¡Y ahora nos dedicamos
a las tropas combatientes!
Un regalo de Oscar.
¡Grazie, grazie mille, Oskarnello!
Lei ha talento.
Perché no viene con noi?
Ché cosa può trattenervi ancora qui?
Sí, véngase con nosotros joven.
Toque el tambor,
rompa vasos de cerveza...
copas de champán,
bombillas de colores...
El ejército de ocupación alemán
en la bella Francia...
en el París siempre joven...
se lo agradecerá.
-Lei conosce Parigi?
-No.
Entonces...
!Queridos soldados de plomo
de París!
¡Bebra y su compañía de teatro
toca para vosotros...
canta para vosotros...
os alienta para la victoria final!
¡Zicke-zacke! ¡Zicke-zacke!
¡Hoi! ¡Hoi! ¡Hoi!
¡Viva París! ¡Viva París!
¡Viva París!
¡Viva!
¿En qué piensas Oskarnello?
Pienso en las faldas de mi abuela.
Y ahora, respetado público...
por primera vez en Francia...
una novedad en nuestro programa.
El hombre del arma prodigiosa...
de quién tanto han oído hablar.
¡Oscar, el tamborilero!
¡Oscar, el vitricida!
¡Oscar!
¡Suerte!
¡Bravo!
¡Roswitha!
¡Hola!
¡Hola!
Dora Siete, un Cabo Primera
y cinco hombres, sin novedad.
Gracias.
Descanse, Lankes.
Ya ve, mi capitán.
Sin novedad especial.
Aquí nunca pasa nada.
Los eternos cambios de la marea.
El espectáculo de la naturaleza.
Precisamente eso es
lo que acaba con mis hombres.
Por eso construimos
bunker tras bunker.
Así que mi Teniente
cree en el hormigón...
Aquí ya no creemos en nada.
-¿No es verdad, Cabo?
-Lo que Vd. diga, mi Teniente.
Pero construyen con hormigón.
¡Oscar, guarda quant'è bello il mare!
¡Piano!
¡Piano!
¡Grazie mille, Signor Soldato!
¡Bravo! ¡Bravo!
¡Bravo!
¡Qué bien,
una merienda al aire libre!
¡La naturaleza abre el apetito!
¿Cómo nos disponemos?
¡El gramófono!
¡Ahora ya podemos tener música!
¡Salchichón auténtico de Hungría!
¡Qué maravilla!
¡Y chocolate de Holanda!
Bueno señores,
buen apetito para todos.
¡Vamos a poner la mesa!
¡Salmón de los fiordos noruegos!
¡Qué alegría!
¡Ecco!
¡Adelante, amigos
¿Por dónde empezamos?
¿Por la mermelada de Ciudad del Cabo?
¡Por el caviar, naturalmente!
¡De Stalingrado, exquisito!
¡Yo debería conservar la línea!
Y ahora, Signorina Raguna...
podría revelarnos a nosotros...
y al respetable público aquí presente...
la fecha exacta del nacimiento
del Teniente Herzog?
1 1 ... de abril... de 1915.
En Bremen.
Sí, exactamente.
¡Y hasta el lugar!
¡Un aplauso para la Signorina Raguna,
la gran Sonámbula!
Creo que traen una copa de champán.
Pero el Teniente
no llegará a bebérsela.
-¡Mi dispace!
-¿Por qué no?
¡Ole!
Y ahora todos juntos.
Tranquilos señores,
tranquilos, por favor...
No tengas miedo.
No te pasará nada.
¡Mio piccolo uomo!
¡Adelante!
¡Daos prisa, hijos!
¿Qué pasa?
¡Llegan los americanos!
¡Por aquí, deprisa!
¡Vamos, deprisa!
¡Presto, presto!
¡Oscar, necesito tomar un café!
¡Senza caffè non posso partire!
Roswitha ¿no comprendes
que debemos irnos?
Si no me lo traes tú,
iré a buscarlo yo.
¡Que no cunda el pánico!
-¡Vamos!
-Per favore.
Un café, prego.
Grazie.
¡Roswitha! ¡Roswitha!
¡Ay, Roswitha,
no sé cuántos años tenías!
Sólo sé que olías a canela
y a nuez moscada.
Y que leías en el corazón de todos.
En tu propio corazón fue
en el único donde no leíste.
¡Ah, querido Oscar!
Los soldados y los locos no debiéramos
bailar sobre un hormigón...
que ha sido apisonado
por gigantes.
Adiós.
Vamos, chico,
tenemos que seguir.
Adiós Oscar.
Adiós Oscar, que te vaya bien
y que seas valiente.
-¡Adiós!
-¡Que tengas suerte!
¡Ha venido Oscarcito!
Kurt mira, Oscar ha vuelto
a casa el día de tu cumpleaños.
Tu hermanito cumple hoy tres años.
Te compré un regalo en París.
¿Qué uniforme es ese?
¿Lo puedes llevar tú?
¿Dónde has estado?
Te buscamos como locos.
También la policía
te buscó por toda la ciudad.
Tuvimos que jurar ante un tribunal
que no te habíamos matado.
¡Pero ya estás aquí!
¡Beethoven!
¡Ese sí era un genio!
¡Se acabó!
¡Ésta es la victoria final!
¡La victoria!
Alfred, ¿no crees que debías
quitarte la insignia?
Los rusos van a llegar
en cualquier momento.
Sí...
¿Dónde la escondo?
Escóndela debajo
de las patatas de invierno.
¡No! ¡No!
¡Dejadme! ¡Dejadme!
¡No! ¡No! ¡No!
¡Dejadme en paz!
¡No, no quiero!
¡Nooo!
¡Nooo!
¡Nooo!
¡Nooo!
¡Dejadme!
¡Dejadme, os digo!
¡Alfred!
¡Alfred!
¡Nooo!
¡Alfred!
¡Alfred!
¡Alfred! ¡Alfred!
¡Alfred!
¡Nooo!
¡Nooo!
¡Alfred!
-¡Alfred!
-¡Papá!
-¡Papá! ¡Papá!
-¡Alfred!
¡Fajngold!
Gracias.
Daos prisa.
Aún tengo que reparar
un par de botas.
¡Vamos!
¡Dios, la mano!
¡Bueno, ya qué mas da!
Dios te salve María,
llena eres de gracia...
el Señor es contigo...
¡Kurt!
Deja de tirar piedras.
...bendita tú eres entre todas
las mujeres y bendito...
¿Debo o no debo?
Santa María...
Ya tienes 21 años, Oscar.
¿Debes o no debes?
Eres un huérfano, Oscar.
¡Debo, debo!
¡Quiero crecer!
¡Oscar!
¡Habemus Dominum!
-¡Requiescat in pacem!
-¡Oscar!
Pero ¿qué has hecho ahora Kurt?
¡Dios mío!
¡Oscar!
¡Qué día más hermoso!
¡Oscar, Oscar!
¡Dios mío, no!
¡Crece!
¡Está creciendo!
-¿Cómo que crece?
-Está creciendo.
¡Ha visto al Señor!
¡El Señor!
¡El Señor!
¡Está creciendo, Señor!
¡El Señor!
¡El Señor!
¡El Señor!
¡El Señor!
¿Cómo?
¿Qué es lo que crece?
¡Ay, Oscar!
¡Oscarcito!
¡Oscarcito!
A los kaschubas siempre
les pasa esto, Oscarcito.
Siempre les dan en la cabeza.
Pero vosotros os vais al otro lado,
donde se está mejor...
y la abuela se quedará aquí.
Porque los kaschubas nunca
se van a ninguna parte.
Ellos se quedan en su sitio
con la cabeza alta...
para que los otros
les den palos.
Nosotros no somos
ni del todo polacos...
ni del todo alemanes.
Los otros quieren siempre
las cosas claras.
¿Te duele?
Espero que al menos
no sea hidrocefalia.
A los tres años se cayó por
una escalera y dejó de crecer.
Ahora se ha caído en una tumba
y otra vez vuelve a crecer.
¡Déjenme pasar!
¿No ven que voy con dos niños?
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!
¡Abuela!