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¡Deliciosamente dramático!
La manifestación más salvaje
de la naturaleza ahí fuera,
y nosotros tres,
dichosos, aquí dentro.
Quiero pensar
que Jehová, furioso,
estaba apuntando
sus flechas luminosas a mi cabeza.
A la erguida cabeza de George Gordon,
lord Byron, el gran pecador de lnglaterra.
Pero no puedo ser tan presuntuoso.
Seguramente
los truenos son para Shelley.
Un aplauso del cielo
al mejor poeta de lnglaterra.
- ¿ Y por qué no para mi Mary?
- Es un ángel.
¿ En verdad lo crees?
¿ Lo oyes?
Acércate, Mary.
Ven a ver la tormenta.
Sabes que los truenos me asustan.
Shelley, querido,
¿podrías encender las velas?
Sí, cariño.
Una criatura sorprendente.
- ¿ Yo, lord Byron?
- Temerosa del trueno y de la oscuridad.
Y aun así, has escrito una historia
que me ha puesto los pelos de punta.
Mírala, ¿ no te parece increíble que
una cabeza tan bella ideara Frankenstein?
Un monstruo creado a partir
de cadáveres robados de tumbas.
- ¿ No es asombroso?
- No sé de qué te sorprendes.
¿Qué esperas?
El público necesita algo
más fuerte que historias de amor.
¿ Por qué no escribir
sobre monstruos?
No me extraña que Murray no lo
publicara. El público se escandalizaría.
Creo que lo publicarán.
Entonces, tendrás
que explicar muchas cosas.
Los editores no entendieron
que quise escribir una lección moral
sobre el castigo que recibiría el mortal
que se atreviese a imitar a Dios.
Sea cual sea tu intención, disfruto
saboreando cada horror por separado.
Los paladeo una y otra vez.
No, lord Byron.
No me lo recuerdes esta noche.
El camposanto, ¡qué marco
tan magnífico para empezar!
Los sollozos de las mujeres, el primer
terrón sobre el ataúd. Escalofriante.
Frankenstein y el enano roban
el cadáver de la tumba recién hecha.
Bajan al ahorcado del patíbulo,
que danzaba movido por el viento.
La habilidad de Frankenstein
en su laboratorio
para diseccionar cadáveres
y construir un monstruo humano
tan abominable y espantoso que sólo
una mente enloquecida podría concebirlo.
Luego los asesinatos
y la niña ahogada.
Henry Frankenstein arrojado
desde el molino en llamas
por el monstruo que había creado.
Estos frágiles y pálidos dedos
escribieron semejante pesadilla.
Has hecho que me pinche, Byron.
Está sangrando.
Ya está. Es una lástima, Mary,
que acabaras la historia tan rápido.
Ése no era el final.
¿Queréis oír qué pasó después?
Me apetece contarlo.
Es una noche perfecta
para historias de terror.
El aire está lleno de monstruos.
Soy todo oídos. Mientras el cielo desata
su ira afuera, abre las puertas del abismo.
lmaginad que estáis
delante de las ruinas del molino.
Las llamas se extinguen.
El desnudo esqueleto del edificio
está a punto de desmoronarse,
las vigas quemadas
se perfilan contra el cielo.
Es el mejor incendio
que he visto en mi vida.
- ¿ Por qué lloras?
- Es una desgracia.
Lo sé, pero tras los asesinatos
y ver al Sr. Henry moribundo,
me alegro de ver al monstruo
morir calcinado ante mis ojos.
Es un fin demasiado bueno para él.
Es obra del diablo, así que será mejor
que te santigües antes de que te lleve a ti.
Vámonos. Se ha acabado.
Volved a casa y dormid.
Mirad las llamas.
Aún no se ha quemado del todo.
- Todavía hay más.
- ¿ Aún no ha muerto el monstruo?
Es hora de que la gente decente
se vaya a cama.
Ésas han sido sus entrañas quemándose.
Las entrañas siempre son
lo último que se quema.
Vamos. Ya habéis tenido
bastantes emociones.
El hombre extraño
al que llamáis monstruo está muerto.
¡Monstruo, decís!
Dad gracias al cielo que haya venido
para proteger vuestras vidas y bienes.
¿ Por qué no protegió
a los que se ahogaron y asesinaron?
Vamos, no queremos
revueltas ni disturbios.
- ¿Quién provoca disturbios?
- En marcha.
Buenas noches a todos
y dulces sueños.
Dulces sueños tu tía.
Se cree que es el que manda
sólo por ser el burgomaestre.
Pobre Sr. Henry. lba a casarse hoy
con la preciosa Elizabeth.
Cubridle. Alguien debe
decírselo a la pobre chica.
ld rápido al castillo
y decidle al barón Frankenstein
que le llevamos a su hijo a casa.
- ¡Ay, por Dios!
- Cierra el pico.
Vamos, Hans.
El monstruo está muerto.
Nadie sobreviviría a ese horno.
¿ Por qué te quedas ahí?
Quiero verlo con mis propios ojos.
Hans, está muerto.
Vivo o muerto, nada nos devolverá
a la pequeña María.
Si viera sus huesos ennegrecidos,
podría dormir esta noche.
¡Vuelve, Hans!
¡ Te vas a quemar!
¡María ahogada y tú quemado!
¿Qué sería de mí?
¡No!
¿ Dónde estás? ¡Hans!
¿ Estás bien?
Te oigo. Dame la mano, Hans.
Toma.
Cielos, ¿qué ocurre?
¿ Y Henry? Hablad.
Milady, ¿qué podemos decir?
Traedlo adentro.
- Albert.
- ¿Qué quieres?
Está vivo.
El monstruo, ¡está vivo!
- Cierra el pico, vieja urraca.
- Lo he visto.
No se ha calcinado en absoluto.
Ha sobrevivido al incendio.
Cierra el pico.
No creemos en fantasmas.
Nadie me cree.
Bien, pues me desentiendo del asunto.
Por mí, que los maten a todos
mientras duermen.
- Dime algo, Henry.
- Milady, nunca volverá a hablar.
Me auguraron esto.
Me dijeron que tuviera cuidado
en mi noche de bodas.
¡Mire, milady! ¡Está vivo!
Henry, querido.
Elizabeth.
¡Menuda noche de bodas!
Ya puedes retirarte, Mary.
- Pronto te repondrás.
- Ya casi me siento bien.
Cuando te recuperes, nos iremos
y olvidaremos esta experiencia.
¿Olvidarme?
¡Ojalá pudiera hacerlo!
No puedo quitármelo de la cabeza.
He sido maldecido por ahondar
en los misterios de la vida.
Quizá la muerte sea sagrada
y yo la he profanado.
Pero qué gran visión.
Quería ser el primero en revelar
el secreto que Dios guarda con tanto celo.
La fórmula de la vida.
Piensa en el poder
que entraña crear un hombre.
Lo hice. Lo conseguí.
Creé a un hombre.
Con el tiempo, podría haber hecho
que me obedeciera,
haber creado una raza. Quizá haya
encontrado el secreto de la vida eterna.
No digas eso. Ni lo pienses.
Es blasfemo y perverso.
No debemos saber esas cosas.
Puede que esté destinado
a saber el secreto de la vida.
Quizá forme parte de un plan divino.
No, el diablo es quien te incita.
Es la muerte, no la vida,
el fin de todas las cosas.
Mientras estabas en la cama,
desvariando, no podía dormir.
Cuando hablabas
de tu deseo insensato
de crear seres humanos
del polvo de los muertos,
creí ver una aparición extraña
en la habitación.
Era una figura parecida a la Muerte.
Cada vez era más clara, más nítida.
Parecía que venía a por ti,
¡como si viniera a separarte de mí!
Ahí está. Mira.
- Ahí.
- No veo nada, Elizabeth. ¿ Dónde?
Ahí no hay nada.
¡Ahí! ¡Viene a por ti!
¡Se acerca! ¡Henry!
¡Albert! ¡Maldito seas!
Nunca está cuando se le necesita.
¿ De qué sirven los criados?
Ya voy.
¡No tire el castillo!
Aún no estamos muertos.
- No hay nadie en casa.
- Déjame pasar, buena mujer.
Sé que el joven barón Frankenstein
está en casa.
Está enfermo, en la cama, donde
la gente decente está a estas horas.
Dile que el Dr. Pretorius está aquí
por un asunto secreto muy importante
y que debo verle a solas, esta noche.
¿ El Dr. Pretorius?
¿ Pretorius?
- ¿Cómo ha dicho que se llama?
- Dr. Pretorius.
Menudo nombre más raro.
Espere aquí.
- ¿Quién es?
- Soy Minnie, milady.
Pasa.
Es el Dr. Pretorius.
Dice que quiere ver al señor.
Ha insistido mucho.
¿ Pretorius?
Es un caballero
de aspecto muy extraño.
Yha dicho que desea verle
por un asunto secreto importante.
Esta noche y a solas.
- Hazlo pasar.
- Henry, ¿quién es ese hombre?
El Dr. Pretorius.
El barón Frankenstein, supongo.
Pase, doctor.
Espero que me disculpen
por importunarles a estas horas.
No me habría atrevido a venir,
si no tuviera información
que creo que puede serle
de suma importancia.
Es el profesor Pretorius. Era
doctor en Filosofíía en la universidad.
- Pero...
- Me echaron a patadas.
Es la palabra que busca, barón.
Por saber demasiado.
Henry está muy enfermo.
No debería molestarle.
También soy médico, baronesa.
¿ Por qué ha venido esta noche?
Mis asuntos con usted
son confidenciales.
Elizabeth, discúlpanos.
Espero que no contraríe a Henry.
- ¿Qué quiere?
- Debemos trabajar juntos.
Nunca, esto es atroz.
Lo he dejado. No quiero saber
nada de ese criadero infernal.
Cuando me recupere,
me casaré y me iré de aquí.
Le ruego que lo reconsidere.
¿Sabe que, en realidad, es usted
el responsable
de todos esos asesinatos?
Matar gente conlleva pagar
ciertas consecuencias.
Y con la criatura
todavía suelta por el campo...
¿ Me está amenazando?
No lo diría tan groseramente.
Esperaba que los dos,
no como profesor y alumno,
sino como científicos, explorásemos
los misterios de la vida y la muerte...
Nunca. Jamás.
..para lograr un objetivo
jamás soñado por la ciencia.
No haré más experimentos.
He aprendido una buena lección.
Es una lástima.
Hemos llegado demasiado lejos
como para parar.
Y aun así no sería fácil.
También he seguido
con mis experimentos.
Por eso he venido esta noche.
Tiene que ver mi creación.
¿ También ha logrado
reanimar a los muertos?
Si fuera tan amable
de visitar mi humilde morada,
creo que le interesaría
lo que quiero mostrarle.
Tras 20 años de investigación
e innumerables fracasos,
también he creado vida
a imagen y semejanza de Dios.
Tengo que saberlo.
¿Cuándo puedo ir a verlo?
Sabía que cambiaría de idea.
¿ Por qué no esta noche?
No es muy tarde.
- ¿ Está muy lejos?
- No, pero necesitará un abrigo.
Será mejor que su cochero
espere aquí.
Siéntese, barón.
Antes de que vea
los resultados de mis experimentos,
quisiera brindar
por nuestra colaboración.
¿ Le gusta la ginebra?
Es mi única debilidad.
Por un mundo nuevo
de dioses y monstruos.
La creación de la vida es fascinante,
verdaderamente fascinante, ¿ no cree?
No puedo explicarle exactamente
lo que le voy a mostrar.
Pero ahora que es mi compañero,
quizá usted pueda.
Los resultados de mis experimentos
difirieron mucho de los suyos.
Pero la ciencia, como el amor,
guarda muchas sorpresas.
Cielo santo, doctor.
¿Qué es eso?
Un surtido de mis mejores obras.
Mi primer experimento
fue tan maravilloso
que la coronamos reina.
Encantadora, ¿ no cree?
Luego, debíamos tener un rey.
Está tan enamorado de ella
que tenemos que separarlos.
Ahora no. Debo tener
mucho cuidado con el rey.
Compórtate.
Mi siguiente creación miraba
con tal desaprobación a los otros dos
que le hice arzobispo.
Parece que está dormido.
Lo despertaré.
El siguiente es un diablillo.
Un tipo muy raro.
Se parece a mí, ¿ no cree?
¿O son ilusiones mías?
Me esmeré mucho con él.
A veces me pregunto si la vida
no sería mucho más divertida
si todos fuésemos demonios
y olvidásemos esas tonterías
sobre los ángeles y ser buenos.
El rey se ha vuelto a escapar.
lncluso los amoríos reales
son un fastidio.
Pobre arzobispo. No da abasto.
Así no te escaparás.
Mi bailarina es encantadora,
pero un aburrimiento.
Sólo baila ''Canción de primavera''
de Mendelssohn
y se hace muy monótono.
Me temo que el siguiente
es muy convencional,
pero nunca se sabe
cómo resultarán estas cosas.
Fue un experimento con algas.
Mi problema está en el tamaño.
Usted ha logrado el tamaño normal.
Necesito su colaboración.
Esto no es ciencia.
Se parece más a la magia negra.
Cree que estoy loco.
Quizá sea verdad.
Pero escuche, Frankenstein,
mientras usted cavaba tumbas
y juntaba tejidos muertos,
yo, querido alumno, busqué
mi material en la fuente de la vida.
Cultivé mis criaturas. Lo hice como
la naturaleza, a partir de una semilla.
Aun así, usted ha logrado
resultados que me han eludido. Piense.
Qué asombrosa alianza la nuestra,
usted y yo, juntos.
No, no.
Abandone el osario
y siga los pasos de la naturaleza,
o de Dios, si cree
en las historias bíblicas.
''Creó un hombre y una mujer''.
''Creced y multiplicaos''.
¿ Por qué no crear una raza artificial
que pueble la faz de la tierra?
Ni siquiera me atrevo
a pensar en algo así.
Nuestro sueño demencial
se ha realizado a medias.
Usted, sin ayuda,
ha creado a un hombre.
Juntos, crearemos a su compañera.
¿Quiere decir...?
Sí, una mujer.
Eso sería muy interesante.
¡No me toques!
¡Ahí está! ¡Rápido!
¡Está ahí! Dispárale.
Vete a la aldea. Dile al burgomaestre
que hemos visto al monstruo.
- ¿Qué pasa?
- ¡El monstruo! Está en el bosque.
Traed a los perros. Reunid
a los hombres, encerrad a las mujeres
y esperadme.
¡En marcha! ¡Monstruo, decís!
Le daré una lección. Seguidme.
¿ Dónde está?
Atadlo bien. No hagáis una chapuza.
Atadle primero los pies.
¡Los pies primero!
Nadie colabora, ¡nadie!
¿ Lo tenéis? Es lo que quiero saber.
¿ Lo tenéis?
Claro que sí, buena mujer.
Pues menos mal.
Espero que no vuelva a escapar.
Podría causar daños
y herir a alguien.
- Bajadle cuando esté atado.
- ¿ Necesitáis ayuda? ¡Lo ataré yo!
Llevadlo a la mazmorra vieja
y encadenadlo.
Muy bien.
Buscad una cuerda y atadlo.
Vamos. Volved a vuestro trabajo.
No te muevas.
Es suficiente. Cerrad las puertas.
No podemos perder todo el día con esto.
No quisiera verlo en mi cama de noche.
Ya es una pesadilla por el día.
¡Largo de ahí!
¡Fuera de la ventana!
Vuelve a lo tuyo y vigila
que no se escape. Es peligroso.
Ya puedo volver
a asuntos más importantes.
Hemos acabado el turno.
- La ronda, señor.
- Un monstruo, decís.
Pamplinas.
¡Se ha soltado! ¡Dispárale!
¡Socorro! ¡Se ha escapado!
ld a vuestras casas.
Tan sólo era un loco.
Apenas se necesitaba ayuda
para atraparlo. Es inofensivo.
¡Dispárale!
¿ Por qué no disparas?
¿ Dónde está Frieda?
¡Frieda! ¡Frieda!
- ¿ Dónde está Frieda?
- Se acaba de ir.
¡Mira!
¡Frieda! ¿Qué te han hecho?
Sra. Newman. ¡Vamos!
- Pobre Newman.
- ¿ Dónde está su esposa, Frau Newman?
Frau Newman.
- ¡Frau Newman!
- ¡Frau Newman!
¡Frau Newman!
Dentro hay otro muerto.
Frau Newman.
Aurora, no te alejes de mí.
Será mejor que nos vayamos de aquí.
- No es seguro.
- ¿ Por qué?
Estoy asustada. El monstruo.
No hay ningún peligro.
Está en la cárcel y allí se quedará.
¿ Yla sal y la pimienta?
No tenemos sal ni pimienta.
Muy bien, madre. lré a buscarlas.
Tranquila, tendrás tu carne.
Vete de ahí.
¿Quién anda ahí?
¿Quién es?
Bienvenido, amigo mío,
seas quien seas.
¿Quién eres?
Creo que no te conozco.
No te veo. No veo nada.
Perdona, pero soy ciego.
Adelante, amigo mío.
Aquí nadie te hará daño.
Si te pasa algo,
quizá pueda ayudarte.
Si no quieres,
no hace falta que me lo cuentes.
¿Qué te ocurre?
Estás herido, amigo mío.
Pasa.
Siéntate.
Dime, ¿quién eres?
No te entiendo.
¿ No puedes hablar?
¡Qué raro!
Quizá también estés impedido.
Yo no veo y tú no hablas.
¿ Es así?
Si me entiendes,
tócame el hombro.
Muy bien.
No, quédate ahí.
Te traeré algo de comida.
Seremos amigos.
Le he rezado a Dios muchas veces
para que me enviara a un amigo.
Aquí me siento muy solo
y ha pasado mucho tiempo
desde que nadie haya entrado
en mi cabaña.
Te cuidaré
y tú me consolarás.
Ahora acuéstate
y duerme.
Sí, ahora duerme.
Dios mío, te doy las gracias
por tener misericordia
y apiadarte de mi soledad.
Del silencio de la noche,
has reunido a dos
de tus hijos solitarios
y me has enviado a un amigo
para que ilumine mi vida
y me consuele en los malos tiempos.
Amén.
Y ahora, la lección del día.
Recuerda, esto es pan.
Pan.
Pan.
Y esto es vino... para beber.
- Beber.
- Beber.
Bueno. Bueno.
Tú y yo somos amigos.
- Amigos.
- Amigos.
- Bueno.
- ¡Bueno!
Y ahora vamos a fumar.
No, no. Esto es bueno.
Fuma. Pruébalo.
Fumar.
Bueno, bueno.
Bueno.
Antes de que vinieras, estaba muy solo.
Estar solo es malo.
Solo.
Malo.
Amigo. Bueno. Amigo. Bueno.
Ven aquí.
¿Qué es esto?
Esto es madera para el fuego.
Madera.
Y esto es fuego.
No, el fuego es bueno.
Fuego no bueno.
Lo hay bueno y lo hay malo.
Bueno. Malo.
Bueno.
¿ Música?
¿Sabe cómo salir del bosque?
Nos hemos perdido.
Pasad, amigos, descansad un rato.
- Mira.
- Es el monstruo.
¿Qué hacéis? Es mi amigo.
¿ Tu amigo? Es la criatura
que ha asesinado a media comarca.
Por el amor de Dios,
¿es que no lo ves?
Es ciego.
No es humano. Frankenstein
lo creó con cadáveres.
Es mi amigo, ¿por qué lo hacéis?
Amigo.
Mirad.
¿ Por dónde ha ido?
¡Por aquí! ¡Ha ido por aquí!
Amigo.
- Ya huelo a los fantasmas.
- No soporto las tumbas.
Callaos y seguidme.
Leedme la inscripción. ¿Qué pone?
''Muerta en 1899.
Maddalena Ernestine, hija de...''
Eso no importa. ¿Cuántos años tenía?
''19 años y tres meses''.
Es ésta. A trabajar.
- ¿ A qué esperáis?
- ¡Dios mío!
- ¿Queréis que os envíe al patíbulo?
- No sería peor que esto.
- ¿ Estáis listos?
- Sí.
Ya vamos.
Preciosa a su manera, ¿verdad?
Espero que tenga huesos firmes.
- Parece más ligera.
- Sí.
Supongo que eso ha sido todo por hoy.
- ¿ Podemos irnos a casa?
- Sí, yo me quedaré un rato.
Me gusta este lugar.
- Que nadie os vea al salir.
- Descuide.
- Dejad el farol allí.
- De acuerdo.
Si hay más trabajos así,
¿qué hacemos?
¿ Nos entregamos
para que nos cuelguen?
- Opino lo mismo.
- Esto no es vida para un asesino.
Por el monstruo.
Creí que estaba solo.
Buenas tardes.
Fumar.
- Amigo.
- Sí, espero que sí.
Coge un puro.
Son mi única debilidad.
Bueno, bueno.
Beber. Bueno.
Bueno.
¿ Tú hacer hombre como yo?
No, una mujer.
- Una amiga para ti.
- ¿ Mujer?
Amiga. Sí.
Quiero amiga. Como yo.
Podrías serme muy útil.
Me ayudarás a convencerle,
si es necesario.
¿Sabes quién es Henry Frankenstein?
¿ Y quién eres tú?
Sí, lo sé.
Yo hecho de muertos.
A mí gustar muertos.
Odiar vivos.
Eres muy maduro para tu edad.
Debemos charlar y luego
debo hacer una visita muy importante.
Mujer. Amiga.
Esposa.
El Dr. Pretorius está aquí de nuevo.
Lo sabía.
- Dile que se vaya. No quiero verle.
- Será un placer.
Buenas tardes, Henry.
Baronesa, todavía no he podido
darle mi enhorabuena
por su matrimonio.
- Le ruego que la acepte ahora.
- Dr. Pretorius.
No sé qué asunto le trae aquí,
pero sea lo que sea,
le diré que no me asusta
ni el asunto ni usted.
Henry ha estado muy enfermo. No está
en condiciones de que le molesten.
Su visita es muy inoportuna.
Henry, he oído llegar el carruaje.
Haré que metan el equipaje.
Luego nos iremos.
Ya sabe por qué he venido.
Todos los preparativos están listos.
Mi parte del experimento está completa.
He creado un cerebro perfecto,
con vida, pero aletargado.
Todo está listo para que empecemos
nuestra colaboración suprema.
No, no me cuente nada.
No quiero saberlo.
He cambiado de idea. No lo haré.
Me lo temía.
Creí que podríamos necesitar
otro ayudante.
Quizá él pueda persuadirle.
- Nada lo hará.
- Ya veremos.
- ¡No! ¡Él no!
- Es inofensivo, menos cuando se enfada.
Frankenstein.
Sí, ha evolucionado
desde que lo encontré.
Siéntate.
- ¿Qué quieres?
- Tú saber.
- Es su obra.
- Sí.
No quiero tener nada que ver con eso.
- Sí. Tú harás.
- Haga que se vaya.
No discutiré de nada hasta entonces.
Vete.
Vete.
- Debes hacer.
- Nunca. Nada hará que lo haga.
Ahora.
Pon las maletas en el carruaje,
saldré enseguida.
Dile al señor que, si no se da prisa,
perderemos el tren.
Perdone que esté tan nerviosa, milady,
pero no quiero dejarla sola.
- Tonterías, no me pasará nada.
- Eso espero, milady.
¿ Eres tú, Henry?
¡Henry! ¡Auxilio!
¡Milady!
Elizabeth.
¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?
Señor, ¡se la ha llevado!
¡El monstruo se la ha llevado!
Lo he visto.
¡Se ha llevado a la baronesa!
Es obra de Pretorius. Reúne partidas
de búsqueda. No perdamos ni un instante.
Le ordeno, si aprecia
la vida de su esposa,
que no haga nada
ni hable de este incidente.
Le aseguro que la baronesa
le será devuelta sana y salva,
si lo deja todo en mis manos.
Sólo debe hacer lo que él quiere.
No hay rastro de Elizabeth.
Debo admitir mi derrota.
Si hace que la traiga,
haré todo lo que quiera.
¿ Está listo para completar
el experimento?
- ¿ Y Elizabeth?
- Está bien
y le será devuelta sana y salva,
si sigue con el experimento.
Estoy listo.
Cuidado con los escalones.
Están resbaladizos.
¡Qué hogar tan acogedor!
Es curioso pensar
que hubo un tiempo
en el que nos hubieran quemado
en la hoguera por esto.
Doctor, el corazón está latiendo.
Mire, está latiendo.
- Pero el ritmo es irregular.
- Aumente la solución salina.
- ¿ Ya está vivo?
- No, aún no.
Es sólo una ilusión de vida.
Sólo late debido a la corriente.
Debemos ser pacientes. El corazón
es la parte más compleja del cuerpo.
Mire, los latidos aumentan.
Sí.
- Se ha parado.
- ¿ Aumentamos la corriente?
Este corazón no sirve para nada.
Necesito otro.
Un corazón sano y joven.
Karl.
Ve a ver a tu amigo
del hospital de accidentes.
Necesitamos una víctima reciente.
¿ Podrás conseguirla?
¿ Promete pagarme mil coronas?
Es un precio justo, el barón te pagará.
- Sí, sí. Vete a por él.
- Lo intentaré.
Siempre hay muertes accidentales.
Siempre.
Le conseguiré su corazón.
Entraré en la sala, sacaré el cuchillo,
la sujetaré y allí estará.
¿ Dónde? ¿ Dónde estará?
Mil coronas.
Late perfectamente.
Como si estuviera vivo.
- Ojalá lata hasta...
- Era un corazón muy fresco.
¿ De dónde lo has sacado?
Le di 50 coronas al gendarme.
- ¿ A qué gendarme?
- Era un...
- caso policial.
- Sí, una desgracia.
Ahora no podemos
preocuparnos por eso. ¿ Le ayudo?
¡No! Trabajo mejor solo.
- Trabaja.
- ¿ Dónde está Elizabeth?
- ¿ La has traído?
- Ella espera, yo también.
Estoy agotado. Debo dormir.
Trabajar. Acabar. Dormir luego.
No puedo trabajar así.
Debe irse. Dígale que se vaya.
Lo calmaré durante un rato.
Bebe.
Beber.
Bueno.
Eso lo mantendrá tranquilo.
Elizabeth, está muerta.
Elizabeth está sana y salva.
- No le creo.
- Se lo demostraré.
- ¿ Demostrármelo?
- Dentro de unos instantes,
le hablará desde donde está
a través de esta máquina eléctrica.
- ¿ Dónde está?
- No muy lejos de aquí.
Hable, ella le oirá y responderá.
Hola, soy Henry.
Henry, estoy bien. ¿Cuánto vas
a tardar? Ven a buscarme. Estoy en...
¿ Elizabeth? ¡Elizabeth!
- No responde.
- Eso es todo. La ha oído.
Sí, está viva.
Cuando acabemos nuestro trabajo,
le será devuelta.
El corazón late
con más regularidad.
Sí, lleva latiendo nueve horas.
Todavía no, pero pronto...
- ¿ Y el cerebro?
- Perfecto y en posición.
- Entonces, casi estamos listos.
- Casi.
¿ Trasplantamos el corazón ahora?
- Sí.
- Ludwig.
Late con normalidad.
Tráigalo.
- La tormenta se está levantando.
- Muy bien.
El aire está cargado de electricidad.
Será una gran tormenta.
Preparémonos.
¿ No le parece increíble
que debajo de esas vendas
haya un cerebro artificial?
Cada célula y circunvolución
esperando a la vida.
Mire, la tormenta
viene desde las montañas.
- Pronto estará aquí.
- ¿ Están las cometas listas?
- Sí.
- Suéltalas cuando sople el viento.
- ¡Deprisa!
- Las cometas, prepáralas.
¡Ludwig!
¡Quiere las cometas!
Retírese.
¡Cuidado ahí arriba!
¡El superdifusor!
¡Los cables! ¡Bajad los cables!
Muy bien, parad los tornos.
¡Voy a subir!
- ¡Soltad las cometas!
- Encárgate de la número dos.
- ¿ Ha conectado todo?
- Sí.
¡Preparados!
¡Suelte la número uno!
¡Suéltala!
¡La voy a subir!
¡Vete! ¡Márchate!
¡No! ¡Déjame en paz!
¡Frankenstein!
¡Márchate!
¡No te acerques a mí!
¡Márchate! ¡No! ¡No!
¡No lo hagas!
Levantemos el difusor cósmico.
Quitémosle las bandas difusoras.
¡Vive! ¡Vive!
La novia de Frankenstein.
¿ Amiga?
¿ Amiga?
Atrás. Atrás.
Me odia. lgual que los demás.
- ¡Cuidado! ¡La palanca!
- ¡Aléjate de ella!
Harás que saltemos por los aires.
¡Henry!
¡Abre la puerta! ¡Henry!
- ¡Fuera! ¡Vete!
- ¡No me iré sin ti!
No puedo dejarlos aquí. ¡No puedo!
¡Márchate! ¡Vive!
¡Vete!
Tú quedar.
Nosotros pertenecer
al mundo de muertos.
Cariño...
FlN
UN BUEN REPARTO
DEBE REPETlRSE